El inmutable destino de la iglesia: a la vez sufriente y triunfante

El Papa, en Fátima, recordó la equivocación de tantos activismos clericales, que se afanan en las consecuencias morales, políticas y sociales de la fe, pero sin preguntarse por la verdad y la credibilidad de esa fe. Como ha repetido estos días, es consciente de que los mayores peligros para la Iglesia vienen de su interior. Y no sólo por los pecados del dinero, del arribismo y de la carne. Ya es hora, finalmente, de que vuelva la apologética, para que pueda alimentarse de nuevo la llama, pues, si ésta se apaga, nada tiene sentido y San Pedro, con el Vaticano entero, podrían regalarse a la Unesco como mero «patrimonio artístico de la humanidad».

El sentido del pontificado de Benedicto XVI se puede encontrar en la institución, el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo, del nuevo Consejo Pontificio para la nueva evangelización del Occidente secularizado, para el nuevo anuncio de la fe en un mundo donde “el Dios de Jesús parece haberse eclipsado”. El hecho de que el nuevo Consejo haya sido confiado a un arzobispo como Rino Fisichella, especialista en la antigua “apologética”,  que hoy se prefiere llamar “teología fundamental”, resulta muy significativo. 

Para entenderlo bien, tenemos que plantearnos algunas preguntas. Empezando por la más importante: ¿Se encuentra realmente la Iglesia Católica en graves dificultades? En realidad, la teología y la experiencia histórica muestran que la Iglesia siempre ha sido y siempre será, a la vez, triumphans et dolens

Al igual que su Fundador y usando las palabras de Pascal, la Iglesia siempre estará viva llena de vida y fecundidad pero también estará siempre en agonía. ¿Clero indigno, entre abusos sexuales y negocios turbios? No debería sorprendernos, pues es, en su rostro humano, tanto casta como meretrix, tanto madre de los santos como refugio y patria de los pecadores. ¿Perseguida? Si no lo fuera, desmentiría la advertencia de Cristo a sus discípulos, diciéndoles que no esperasen ser tratados de modo diferente que su Maestro. ¿En decadencia numérica en cuanto a fieles practicantes y a vocaciones? En el fondo, es necesario, porque su destino, como predice el Evangelio, es ser “pequeño rebaño”, “levadura”, “sal” y “grano de mostaza”. 

No es más que el catecismo. Se equivocan, pues, los que realizan análisis aventurados e improbables, imaginando un Benedicto XVI “angustiado” por este tipo de problemas. 

Precisamente por su visión de fe, el Papa Ratzinger está muy dolido y no deja de decirlo públicamente, pero, al mismo tiempo, está muy lejos de la “angustia”. Cuando me describía la situación inquietante de la Catholica en la tormenta postconciliar, me permití preguntarle si, a pesar de todo, podía dormir bien por las noches. Me miró sorprendido: “¿Por qué no iba a poder dormir? Todos debemos cumplir nuestro deber hasta el final, pero seremos juzgados por Jesús con respecto a nuestra buena voluntad, no con respecto a nuestros resultados. La Iglesia no es nuestra. Sólo somos la tripulación de una barca que es Suya, es Él quien tiene el timón y establece la ruta. Sabemos que habrá tormentas, algunas terribles, y que no faltarán los sufrimientos de todo tipo, pero también sabemos que no nos hundiremos y que, tarde o temprano, llegaremos al puerto”. 

Si hay “angustia” en el Papa, ciertamente no es por las pruebas a menudo providenciales y, además, ya anunciadas hace veinte siglos. Hay más bien un atisbo de angustia por la constatación -que en él siempre ha sido lúcida y constante- de que el problema se encuentra hoy en la propia fe. Nada puede turbar al Pastor, si en el clero y en el laicado predomina la confianza en la existencia de Dios, en la verdad del Evangelio y en la Iglesia como Cuerpo de Cristo. 

En cambio, nada puede quedar en pié si nos convencemos de que el caos, la materia y la evolución ciega están en el lugar de Dios, si creemos que la Escritura es sólo una antología caótica de lejana literatura semítica o si pensamos que la Iglesia es una multinacional dedicada a los negocios o, siendo benévolos, la mayor de las ONGs, como una Cruz Roja con el hobby de la religión. Sólo en los últimos meses, Benedicto XVI ha repetido dos veces -y cada vez, sí, con un atisbo de angustia-: “La fe corre hoy el riesgo de extinguirse, como una llama que ya no encuentra alimento”. En Fátima, recordó la equivocación de tantos activismos clericales, que se afanan en las consecuencias morales, políticas y sociales de la fe, pero sin preguntarse por la verdad y la credibilidad de esa fe. Y esa verdad y esa fe no se dan por supuestas hoy en día. Hasta tal punto que, una vez, sentados a la mesa, se le escapó una confidencia: “Hoy, en Occidente, quien me asombra no es el incrédulo sino el creyente”. 

En esta inquietud, cierta intelligentsia o nomenklatura eclesiales no le confortan, sino que a menudo parecen oponérsele. Como ha repetido estos días, es consciente de que los mayores peligros para la Iglesia vienen de su interior. Y no sólo por los pecados del dinero, del arribismo y de la carne. Él sabe mejor que nadie (un cuarto de siglo en la Congregación para la Fe no pasa en vano) que buena parte de la teología, tal vez enseñada en universidades “católicas”, si no “pontificias”, es poco fiable, introduce dudas y socava las certezas. Él sabe que hay muchos ejemplos de exégesis bíblica que diseccionan la Escritura como si fuera cualquier otro texto antiguo, aceptando acríticamente un método llamado “histórico-crítico”, creado en el siglo XX por ateos o protestantes secularizados y que más que crítico es ideológico. El mismo cimiento sobre el que todo descansa, la Resurrección de Jesús en espíritu pero también en el cuerpo, se pone en duda, cuando no es rechazada, por sacerdotes y religiosos en las cátedras. Sabe que, en la práctica, muchas pastorales niegan los fundamentos de la ética católica. Sabe también que, en los seminarios, los escasos jóvenes supervivientes dependen más de sociólogos y psicólogos que del director espiritual. Y si son incrédulos, tanto mejor; ¿Acaso no es eso un signo de “apertura ilustrada”. 

Por lo tanto, si la “llama” se apaga es también porque muchos, que deberían alimentarla, no lo hacen, sino que más bien trabajan para extinguirla. Es hora, pues, de echar leña al fuego, volviendo a descubrir aquel trabajo de búsqueda de la credibilidad de la fe, aquella armonía entre el creer y el razonar que siempre ha existido en la Iglesia, y que, después del Concilio, se ha abandonado. Ya es hora, finalmente, de que vuelva la apologética, para que pueda alimentarse de nuevo la llama, pues, si ésta se apaga, nada tiene sentido y San Pedro, con el Vaticano entero, podrían regalarse a la Unesco como mero “patrimonio artístico de la humanidad”. No es casual que Monseñor Fisichella, especialista en apologética -o la teología fundamental, si se prefiere- haya sido considerado por Benedicto XVI como el “fogonero” adecuado. Un trabajo arduo espera al arzobispo, o cardenal si lo hace bien. Aquí la Iglesia se lo juega todo y no bastarán  los habituales congresos, debates o “cátedras de no creyentes”, ni los acostumbrados “documentos” para uso interno. Se necesitarán nuevos apologetas, respetuosos con todos y, al mismo tiempo, valientes para mostrar las razones que hacen que el creyente no sea un crédulo, porque el Evangelio es “verdadero”.

 

Vittorio Messori, periodista

Publicado en su © Web Et-Et y en © Il Corrierre della Sera, 7 de julio 2010

© Traducido para InfoCatólica por Bruno Moreno

11 comentarios

Hornero de Argentina
Siempre leo con sumo interés las palabras de Vittorio Messori, este buen hijo de la Iglesia, cuyo fino espíritu le permite percibir, cada vez que explora el terreno del Reino, dónde se halla el trigo y dónde, la cizaña. Y no es poco su mérito el fijar la brújula que lo orienta conforme a Pedro. Así, su trabajo es fructífero, su iniciativa es siempre fiel a la Verdad, y quien cultiva la Verdad y la busca con todas sus fuerzas, de ella obtiene frutos. Cito este párrafo final: "Se necesitarán nuevos apologetas, respetuosos con todos y, al mismo tiempo, valientes para mostrar las razones que hacen que el creyente no sea un crédulo, porque el Evangelio es “verdadero”." Creo que la apologética de hoy requiere esa "valentía" que debe orientarse vivamente a restablecer una verdad fundamental: El cristianismo, esto es, el Reino de Dios traído por Cristo a la tierra, debe crecer conforme a su propia ley de desarrollo, como el grano de mostaza, como el trigo, como los sarmientos de la vid, como el tesoro inexhausto. Es menester que la apologética erradique el espíritu decaído, a causa del conformismo con el mundo moderno, padecido por largo tiempo en la Iglesia: en sus pastores, en los seminarios, y en los fieles. Es necesario proclamar en voz alta que el futuro no está cerrado a Cristo y a su Reino, que, por el contrario, Cristo previó y mandó a su Iglesia que lo extendiera al mundo entero. La consecución y concreción de este objetivo no supone triunfalismo, ni olvidar, como señala Mes
6/08/10 5:24 PM
Hornero de Argentina
La consecución y concreción de este objetivo no supone triunfalismo, ni olvidar, como señala Messori, que "la Iglesia será siempre triunfante y sufriente". El crecimiento del Reino ha significado siempre completar en nuestros sufrimientos lo que a la Pasión de Cristo le falta completar en nosotros, sus miembros, dolorosos también, a semejanza de nuestra Cabeza y Fundador(cf Col 1,24). Pero, es del caso, frente a las amenazas de derrumbe y de crisis, que salgamos al campo de batalla revestidos con las "armas del cristiano" (cf Ef 6,10/20). Esto significa, particularmente para los laicos, no sólo proveernos de la recta doctrina que la Iglesia, Madre y Maestra, nos provee, sino también hacer fructificar los talentos que, como laicos, hemos recibido de Dios, a fin de extender su Reino en la tierra conforme a la misión específica que nos compete. Esto supone diseñar, crear, y ejecutar iniciativas tendientes a configurar un "Mundo Nuevo", que deberá sustituir necesariamente al actual. Hay cosas que permanecerán, la mayor parte deberán rectificarse, y otras tantas desecharse y arrasarse.
Ciertamente será un mundo profundamente diferente en su conformación particular y general. La unión de los hombres en la gran familia de los hijos de Dios permitirá que la humanidad produzca frutos espléndidos inimaginables, sólo posibles mediante la unidad de todos los individuos y comunidades. En efecto, LO QUE ES PROPIO DEL TODO NO PUEDE SER REALIZADO POR NINGUNA DE LAS PARTES POR SÍ MISMAS. La
6/08/10 5:27 PM
Hornero de Argentina
La humanidad unida, como fruto de un trabajo sistemático bajo el aliento del NUEVO PENTECOSTÉS y de MARÍA, acrecentará en medida sorprendente su patrimonio intelectual, superando las deficiencias y miopías de la filosofía, ciencia, técnica, arte, política y costumbres del mundo moderno. Para este inmenso y radical objetivo, Benedicto XVI, con visión profética, ha creado el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. Esta decisión esta en continuidad con el pensamiento de Pío XII, quien sesenta años atrás exclamaba: ” Desde Nuestro corazón, amados hijos e hijas de Roma, os llega esta paternal exhortación: desde Nuestro corazón intranquilo, de una parte, por la prolongación de las peligrosas condiciones exteriores, que no logran permanente claridad; de otra, por una tibieza demasiado difundida que a muchos impide el emprender aquella vuelta a Cristo, a la Iglesia, a la vida cristiana, que tantas veces hemos señalado como definitivo remedio de la crisis total que agita al mundo….Grito de alerta es el que hoy escucháis de los labios de vuestro Padre y Pastor; de Nos, que no podemos permanecer mudos e inertes ante un mundo que inconscientemente prosigue por aquellos caminos que conducen al abismo almas y cuerpos, buenos y malos, civilización y pueblos. El sentimiento de Nuestra responsabilidad ante Dios exige de Nos el intentarlo todo, el emprenderlo todo, para que al género humano le sea ahorrada desgracia tan grande.
2. La persistencia de una situación general, que no d
6/08/10 5:29 PM
Hornero de Argentina
2. La persistencia de una situación general, que no dudamos en calificar de explosiva a cada instante y cuyo origen tiene que buscarse en al tibieza religiosa de tantos, en el bajo tono moral de la vida pública y privada, en la sistemática obra de intoxicación de las almas sencillas a las que se le propina el veneno después de haberles narcotizado -digámoslo así- el sentido de la verdadera libertad, no puede dejar a los buenos inmóviles en el mismo surco; contemplando con los brazos cruzados un porvenir arrollador…”, (Pío XII, 10 de febrero de 1952). Por todo ello, sólo podemos decir, “MANOS A LA OBRA”.
6/08/10 5:31 PM
aníbal mínimo
Y también el Papa actual estoy seguro de que tiene perfecto y cabal conocimiento de que en el tejido asociativo y caritativo de la Iglesia católica, no escasean las religiosas y ex religiosas de mentalidad progresista, es decir, secularista, defensoras del aborto según y cómo, de la ideología de género según y cómo, del anticonceptcionismo, etcétera. Y que ahí se perpetúan, en esos lugares desde los que ejercen grande influencia sobre el pueblo creyente, algunos de cuyos fieles observan, asombrados, cómo se perpetúa esa situación.

Como también Benedicto XVI debe conocer perfectamente, como el que más, estoy seguro, que la moral conyugal de la Iglesia universal plantea que el matrimonio cristiano debe ser fuente de vida, espiritualidad y solidaridad, en tanto lo cierto es que en una mayoría de casos esos matrimonios formados por católicos -acaso más supuestos que reales- no viven ya con ninguna radicalidad esos valores.

Con todo, lo que creo también apreciar en la Iglesia, sobre todo por parte de quienes tienen algún tipo de "poder" o responsabilidad para que eso mismo que describo aquí, suceda o bien pueda dejar de suceder, apenas hacen nada: justifican más bien que la situación es la que es, que debe serla que es, ni se inmutan.

Es lo más triste.
7/08/10 12:40 AM
Vicente
no puede ser de otra manera: asumir la propia cruz para llegar a la gloria de la resurrección.
7/08/10 2:56 PM
pacg
( > )

Error. No es ése su destino (ni mucho menos su objeto), sino su origen. Si no, no tendría sentido la llamada de N. S.: "id a todo el Mundo y proclamad el Evangelio", o "...id, pues y haced discípulos A TODAS LAS GENTES, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y ENSEÑÁNDOLES A GUARDAR TODO LO QUE YO OS HE MANDADO". Y "...el que crea y sea bautizado, se salvará; EL QUE NO CREA SE CONDENARÁ".
(Todo un privilegio leer al Sr. Messori. Gracias por este interesante artículo).
9/08/10 5:25 PM
pacg
El comentario anterior se refería al párrafo:

--En el fondo, es necesario, porque su destino, como predice el Evangelio, es ser “pequeño rebaño”, “levadura”, “sal” y “grano de mostaza”--

del artículo.
9/08/10 5:31 PM
Beatriz
Hay que gritarlo en las azoteas: Que vuelva la apologética! Exacto. Necesitamos cardenales apologetas, obispos apologetas, sacerdotes apologetas, laicos apologetas.

Se puede revertir la situación!

¿Cuándo abrirá los ojos Roma?

Que no, que los protestantes se van a ofender...tonterías....ellos saben perfectamente que la Iglesia Católica SIEMPRE ha enseñado que la Iglesia Católica es la única Iglesia que Jesús fundó y los cristianos separados han salido de ella. Saben que siempre hemos defendido a la Virgen María como madre nuestra y madre de la Iglesia. Saben que nosotros siempre hemos defendido que la fe sin obras es fe muerta. Saben que nosotros siempre hemos defendido que el libre albedrío ha sido dañado más no anulado. Saben que siempre hemos defendido la intercesión de los santos. Saben perfectamente que siempre hemos enseñado y defendido la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Saben perfectamente que siempre hemos defendido el perdón de los pecados con la confesión. Y un largo etcétera.

Cuando leemos a los obispos del siglo II, III, IV y V, qué envidia siente uno de los católicos que los tenían por sus pastores.

Hoy nos encontramos como oveja sin pastor. Nuestros obispos se afanan en las consecuencias morales, políticas y sociales de la fe (leyes injustas, la pobreza, etc.), que está bien que lo hagan, pero es LO UNICO que hacen, la enseñanza de los fundamentos de nuestra Fe, y sobre todo su defensa, es algo que ha quedado en el olvid
9/08/10 5:41 PM
PhiloSophia
No se trata de convertir a la gente a machamartillo, sino que viendo el mundo 'cómo se aman' los cristianos entre sí, y cómo a pesar de la Cruz que les toque llevar, son felices y amados de Dios, más felices que si tuvieran todas las riquezas del mundo ... eso es lo que quiere ver y encontrar el mundo, y sólo lo da Cristo Resucitado, su Espíritu, porque El es la VIDA, la que empieza en este mundo y termina en el futuro. ¡Que nos dejemos todos abrasar por ese AMOR que derrama en los corazones que se dejan! Que Dios os bendiga, Messori, P. Benedicto y creyentes todos...
12/08/10 1:14 PM
Liliana
Que buena noticia comenzar a echar aceite en las pocas lámparas que aun permanecen con llama, para iluminar el camino, para que otras lámparas se abastezcan de tan preciado alimento, el que hará ver que el destino triunfante de la Iglesia es mas fuerte, por eso eclipsara al sufriente no hay duda de esto.
Ojala comience la verdadera reevangelización tan esperada.
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra su Reino.
Bendiciones para todos los hombre de buena voluntad.
14/08/10 10:31 PM

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