«Quizá sea porque soy de Connecticut. Concretamente, porque soy un activista provida de Connecticut. Pero nada de lo ocurrido en los últimos dos años desde la derogación de Roe vs. Wade me ha sorprendido.
Aquí, en el profundamente proabortista Connecticut, siempre hemos sabido lo que algunos de nuestros hermanos provida de otros estados, al parecer, no sabían. Muchos estadounidenses están profundamente comprometidos con la opción de matar a sus hijos no nacidos. Incluso muchos políticos y ciudadanos comunes que decían ser provida en realidad no entendían lo que significaba esa expresión.
En una publicación de Nochevieja de 2019 en mi Facebook personal, escribí:
«Y, madre mía, esperad a que revoquemos Roe vs. Wade. Va a pasar. No el año que viene, pero pronto. Se siente. Pero creo que los provida nos llevaremos algunas sorpresas desagradables cuando ocurra».
¿Por qué se cumplió mi predicción?
Durante 49 años nos dijimos a nosotros mismos que el aborto a demanda fue impuesto al país por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Que fue una desviación, no un cumplimiento, de la gran tradición de los derechos civiles estadounidenses.
Esto es cierto. Pero no es toda la verdad. Al final del régimen de Roe, había otros factores.
No se puede tener algo tan malvado como el aborto masivo a demanda durante décadas sin que cambie a la gente. Ya lo vimos en 1992 con la decisión del caso Casey vs. Planned Parenthood, que reafirmó el principio central de Roe de un supuesto derecho al aborto.
Muchos recuerdan a Casey por el célebre pasaje del juez Kennedy sobre el «misterio», que afirmaba que «En el corazón de la libertad está el derecho de definir el propio concepto de existencia, de significado, del universo y del misterio de la vida humana». Así eran los malabares metafísicos en los que la gente se enredaba para justificar el aborto.
Pero fue la jueza O’Connor quien realmente dio en el clavo cuando dijo que el aborto debía seguir siendo legal porque las mujeres ya habían organizado sus vidas durante décadas en torno a su legalidad. Estaba equivocada al apoyar el asesinato de los no nacidos y al tergiversar la Constitución estadounidense para lograrlo. Pero no se equivocaba sobre la lógica cultural de la situación.
Y es esa misma lógica con la que nos enfrentamos ahora que Roe ha sido revocado. Es esa lógica la que ha llevado a nuestra derrota en varios referendos en estos dos últimos años. Y la que ha hecho que algunos de nuestros aliados políticos se alejen de nosotros.
De hecho, la lógica de O’Connor va mucho más allá del tema de las carreras profesionales de las mujeres. Afecta tanto a hombres como a mujeres.
Por mucho que me duela ver la Estatua de la Libertad en el logo de NARAL, es cierto que para muchas personas el aborto es tan estadounidense como el pastel de manzana. Estados Unidos es una sociedad de consumo. Creemos que tenemos derecho a nuevos y brillantes objetos. Y esos objetos a veces incluyen a otros seres humanos.
Por supuesto, como enseñó San Juan Pablo II, la persona es un sujeto, nunca un objeto. Pero intenta decirle eso a una sociedad después de 49 años de aborto legal que ha permitido ver a los seres humanos como objetos.
Por eso el panorama tras la derogación de Roe vs. Wade no ha sido agradable. Su anulación fue lo correcto, porque no hay nada menos agradable que la masacre de sesenta millones de niños no nacidos. Pero ahora que ha ocurrido, ha expuesto la oscuridad que se ha infiltrado en el alma consumista estadounidense bajo el régimen de Roe.
En el artículo más importante de los últimos dos años sobre este tema, Ryan Anderson analiza todo esto y traza «El camino a seguir después de Dobbs».
Ryan ve algunas de las mismas cosas que yo percibí en mis presentimientos antes de Dobbs. Cita a Bill Maher, quien lo expresó claramente: «Ellos [los provida] creen que es asesinato. Y en cierto modo lo es. Estoy bien con eso». Maher decía «estar bien con eso» por la sobrepoblación. Pero Ryan Anderson señala la verdadera razón por la que tantos están bien con eso.
«El sexo extramatrimonial es la principal causa del aborto», escribe Ryan. «El cuatro por ciento de los bebés concebidos en matrimonio serán abortados, en comparación con el 40 por ciento de los niños concebidos fuera del matrimonio. Mientras tanto, el 13 por ciento de las mujeres que abortan están casadas, y el 87 por ciento no lo están».
Ryan llega al meollo del asunto:
«las verdaderas causas del aborto son las prácticas sexuales en las que los estadounidenses han sido habituados durante generaciones». Y «Mientras el sexo extramatrimonial sea lo esperado, un gran número de estadounidenses verá el aborto como un método necesario de anticoncepción de emergencia».
Ryan tiene toda la razón. Mirando hacia atrás, desde la perspectiva de 52 años desde Roe, me parece que los proabortistas mentían y los provida eran ingenuos. Cada afirmación de un proabortista de ser agnóstico respecto a la humanidad del niño no nacido era una mentira. Sabían que el aborto era matar. Simplemente «estaban bien con eso».
Los provida decían la verdad cuando comparaban la situación del niño no nacido con la del esclavo en el Sur anterior a la guerra o la del judío en el Holocausto. Lo que no entendieron es que la esclavitud en Estados Unidos y el Holocausto nazi no tienen nada que ver con el sexo. El aborto tiene todo que ver con el sexo. En particular, con el sexo extramatrimonial.
«Nuestra tarea principal no es persuadir a la gente de la humanidad del no nacido—cualquiera que haya visto una ecografía lo sabe perfectamente—, sino cambiar la forma en que la gente lleva sus vidas sexuales», escribe Ryan. Tenemos un movimiento provida y su trabajo debe continuar. Pero para ganar esta lucha a largo plazo necesitamos lo que Ryan llama «un movimiento pro-matrimonio o pro-castidad».
¿Cómo llegamos hasta allí? Para eso, tendrás que leer el artículo de Ryan Anderson. No puedo recomendarlo lo suficiente. Debería ser nuestro plan de acción para los próximos cincuenta años.»
Peter Wolfgang, director del Family Institute of Connecticut Action
Artículo publicado originalmente en Catholic Culture