El cardenal Walter Kasper lo ha admitido: "Ha habido un poco de confusión". Justamente él, que contribuyó en parte a tal confusión, aunque en forma involuntaria.
Cuando el 20 de octubre el cardenal William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, anunció la inminente publicación de una constitución apostólica que regularía el ingreso a la Iglesia Católica de grupos provenientes de la Comunión Anglicana, él - Kasper -, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y en consecuencia con los títulos suficientes para ocuparse del caso, no estaba en Roma sino en Chipre, ocupado con otro tema totalmente diferente.
Es por eso que algunos dedujeron que Kasper había querido tomar distancia de una decisión que no era suya y con la cual quizás no estaba totalmente de acuerdo.
El cardenal Kasper estaba en Chipre porque en esa isla, desde el 16 al 23 de octubre, estaba en curso la segunda ronda (luego de la primera en Ravenna, en el año 2007) del diálogo teológico entre católicos y ortodoxos sobre cómo entender el primado del Papa. Un diálogo ecuménico de capital importancia, en el que Kasper presidía la delegación de Roma.
En consecuencia, estaba totalmente justificada su ausencia de Roma en el acto del anuncio de la "Anglicanorum cœtibus", firmada por el Papa el 4 de noviembre y presentada al público el 9. Pero el silencio que Kasper ha mantenido sobre la cuestión luego de su regreso desde Chipre ha dado pie a pensar que tiene sus reservas respecto al documento.
El cardenal Kasper ha roto el silencio con una entrevista publicada en "L'Osservatore Romano" el 15 de noviembre.
Una entrevista rica en noticias clarificadoras. Y en algunas intrigas.
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"Atengámonos a los hechos", dice el cardenal Kasper en la entrevista. "Un grupo de anglicanos ha pedido libre y legítimamente ingresar en la Iglesia Católica. No se trata de una iniciativa nuestra, ya que ellos se dirigieron primeramente a nuestro Consejo [para la Unidad de los Cristianos] y, como presidente, he respondido que la competencia para tratar ese tema es de la Congregación para la Doctrina de la Fe. [...] El Consejo ha estado informado siempre por la Congregación para la Doctrina de la Fe y no es verdad que haya sido dejado de lado. No hemos participado directamente en las conversaciones, pero hemos sido puestos al tanto, como es justo. El texto de la Constitución [Apostólica] ha sido preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nosotros hemos visto el bosquejo y hemos presentado nuestras propuestas".
La gestación de la "Anglicanorum cœtibus" ha sido mantenida en absoluto secreto hasta el final, también hasta para las máximas autoridades de la Iglesia Anglicana. Cuando el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams (en la foto con Benedicto XVI), fue informado de su inminente publicación, Kasper ya estaba en Chipre. Y se dice que Williams le telefoneó en plena noche, para pedirle explicaciones. Dice Kasper en la entrevista:
"Hemos hablado del significado de la nueva Constitución Apostólica, y le di seguridades sobre la continuación de nuestros diálogos directos, como nos ha indicado el Concilio Vaticano II y como quiere el Papa. Me ha respondido que para él esta confirmación es un mensaje muy importante".
Un par de días después, el 20 de octubre, junto al arzobispo católico de Westminster, Vincent G. Nichols, Williams dio el anuncio en Londres de la próxima publicación de la Constitución Apostólica, justamente mientras en Roma el mismo anuncio era dado por el cardenal Levada. También por esto Kasper dice que aprecia "el comportamiento equilibrado" del arzobispo de Canterbury. "Nuestras relaciones personales son cordiales y transparentes. Es un hombre de espiritualidad, un teólogo. En realidad, hoy los únicos obstáculos al diálogo ecuménico pueden venir de las tensiones internas en el mundo anglicano".
Hay que resaltar esta última afirmación. A juicio de Kasper, tanto el deseo de algunos grupos anglicanos de pasar al catolicismo, como los obstáculos a un acercamiento más general entre Roma y Canterbury, no provienen de una voluntad de la Iglesia Católica de "extender su imperio" ("comentario ridículo", corta de raíz el cardenal), sino de causas totalmente internas en la Comunión Anglicana.
En la entrevista, el cardenal describe así tales causas:
"Ha tenido lugar la ordenación de las mujeres al presbiterado y luego al episcopado, la consagración de un obispo homosexual, la bendición de parejas del mismo sexo. Se trata de decisiones que han provocado graves tensiones internas al estructurado mundo anglicano. Por la fuerza de las cosas se ha extendido también la fosa con los católicos. De todos modos, la respuesta crítica a estos desarrollos no ha llegado solamente de los anglicanos filo-católicos. En síntesis, no todos los que no están de acuerdo con esas novedades quieren convertirse en católicos, inclusive porque entre los anglicanos la mayoría es de inspiración evangélica".
Aquí el cardenal alude al hecho que la mayor parte de los 77 millones de anglicanos en el mundo viven en Nigeria, en Kenya, en Uganda y en otros países africanos. Allí, casi todos son contrarios a las "novedades" mencionadas líneas arriba, circunscritas a Gran Bretaña y a Estados Unidos. Pero no por esto los anglicanos de África tienen en mente hacerse católicos. Quienes golpean las puertas de Roma son, más que nada, grupos ingleses, americanos, australianos, en contacto más directo con las tendencias por ellos aborrecidas, y atraídos desde hace tiempo por el catolicismo.
Kasper dice que a éstos "el Papa les ha abierto la puerta con benevolencia, ha señalado un camino, ha ofrecido una posibilidad concreta que por cierto no es contraria al ecumenismo. Ya el Decreto 'Unitatis redintegratio' del Vaticano II puntualiza claramente que una cosa es el ecumenismo, otra cosa es la conversión. Pero no hay contradicción".
Pero el cardenal invita también a la prudencia: "Se debe ver caso por caso quiénes son estas personas. No se hacen católicos solamente porque están en desacuerdo con las opciones planteadas por la propia confesión. Tampoco es suficiente rubricar el Catecismo de la Iglesia Católica, aun cuando es una opción significativa".
Entre las cuestiones prácticas cuya resolución es complicada, Kasper señala "la preocupación de algunos obispos de dividir sus diócesis: una parte que ingresa en la Iglesia Católica y otra parte que permanece anglicana. ¿Cómo administrar una separación de este tipo?".
Está luego el caso de la Comunión Anglicana Tradicional, con casi medio millón de seguidores:
"Casi dos años atrás, sus representantes han pedido ser incorporados a la Iglesia Católica, pero no han tomado parte en las conversaciones. Pero ahora se han subido a un tren ya en marcha. Eso está bien, si son sinceros las puertas están abiertas. Pero no dejamos de observar el hecho que desde 1992 no están en comunión con Canterbury. [...] La conversión, además, es un hecho personal: es la libertad de la gracia, la libertad de la decisión humana. No se puede entrar en este campo, no se puede empujar, no se puede organizar".
En Chipre, la noticia que la Iglesia Católica está próxima a incorporar grupos provenientes del anglicanismo ha alarmado también a los ortodoxos. Su temor es que se constituya una Iglesia "uniata" de rito anglicano que se asocie a las Iglesias "uniatas" de los diversos ritos orientales, es decir, a las Iglesias que obedecen al Papa, pero iguales y rivales en todo lo demás con los ortodoxos.
A este respecto, Kasper dice en la entrevista:
"En Chipre, para evitar malentendidos, he dicho rápidamente a nuestros 'socios' ortodoxos que no se trata de proselitismo o de un nuevo uniatismo. [...] El uniatismo es un fenómeno histórico que se refiere a las Iglesias orientales, mientras que los anglicanos son de tradición latina. Sigue siendo válido el documento de Balamand, del año 1993, según el cual se trata de un fenómeno del pasado acontecido en circunstancias no repetibles. No es un método para el presente y el futuro. Los ortodoxos estaban interesados sobre todo en comprender la naturaleza del ordinariato personal para los anglicanos y yo he precisado que no se trata de una Iglesia 'sui iuris', por eso entonces no habrá un jefe de una Iglesia, sino un ordinariato con potestad vicaria.
En palabras más simples: mientras una Iglesia "uniata" tiene su jerarquía estructurada, con un patriarca y con diócesis territoriales, no habrá nada de esto para los "ordinariatos personales" ex anglicanos, con cuidado de fieles pero privados de territorio, parecidos en algo a los ordinariatos militares.
Los nuevos ordinariatos se caracterizarán por la conservación del rito anglicano en la Misa y en los otros sacramentos – con libros litúrgicos que en Estados Unidos ya han sido aprobados en los años Ochenta por la Congregación vaticana para el Culto Divino – y por la posibilidad de tener sacerdotes casados.
Pero sólo los sacerdotes y obispos ex anglicanos ya casados podrán ser ordenados al sacerdocio en la Iglesia Católica. Para los jóvenes aspirantes al sacerdocio será válida la regla del celibato como en toda la Iglesia latina, aunque queda en pie, excepcionalmente, la facultad de "presentar al Santo Padre el pedido de admisión de hombres casados a la ordenación presbiteral en el ordinariato", según "criterios objetivos" que de todos modos necesitarán de la aprobación de la Santa Sede". Esta excepción se admite "en consideración a la tradición y experiencia eclesial anglicana", como dice el artículo 6 de las normas complementarias de la "Anglicanorum cœtibus". Y aunque "meramente hipotética" (así dijo el cardenal Levada, en un comunicado del 31 de octubre), introduce una excepción en la disciplina celibataria del sacerdocio de la Iglesia latina a la que se incorporan los ex anglicanos.
Un último pasaje importante de la entrevista al cardenal Kasper se refiere a la visita que el primado de la Comunión anglicana, Williams, hará a Roma desde el 19 al 22 de noviembre, en ocasión del centenario del nacimiento del cardenal Johannes Willebrands, predecesor del mismo Kasper como responsable del diálogo ecuménico:
"Su próxima visita al Vaticano demuestra que no ha habido ninguna ruptura y vuelve a lanzar el deseo común de dialogar en un momento histórico importante. Imbuido de este espíritu, el arzobispo de Canterbury se encontrará con miembros de la curia romana, y el 21 de noviembre tendrá una audiencia con el Papa. Tenemos la oportunidad de abrir una nueva fase del diálogo ecuménico, el cual continúa siendo una prioridad de la Iglesia Católica y del pontificado de Benedicto XVI".
Sandro Magister
Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.