La inciativa de la conversión
La conversión de San Pablo de Lucas Jordán

La inciativa de la conversión

Para que tomemos conciencia de lo que significa el pecado y su perdón, debemos ser evangelizados, es decir llegar a descubrir de verdad a un Dios que en sí mismo es comunión de amor entre las tres divinas personas

El proceso de conversión surge siempre por la iniciativa salvífica de Dios, salvación que se realiza por la muerte y resurrec­ción de Cristo y supone nuestra reconciliación con Dios. Es Dios mismo quien efectúa esta reconciliación, al perdonar la culpa con su gracia, si bien debemos cooperar con nuestros actos: la contrición y el arrepen­timiento, la confesión oral y el cambio de vida, signifi­cado por la satisfacción.

«El término y el concepto mismo de penitencia son muy complejos. Si la relaciona­mos con metanoia, al que se refieren los Sinópticos, entonces penitencia significa el cambio profundo de corazón bajo el influjo de la Palabra de Dios y en la perspectiva del Reino (cf. Mt 4,17; Mc 1,15). Pero penitencia quiere también decir cambiar la vida en coherencia con el cambio de corazón y en este sentido el hacer penitencia se completa con el de dar frutos dignos de penitencia; toda la existencia se hace penitencia orientándose hacia un continuo caminar hacia lo mejor. Sin embargo, hacer penitencia es algo auténticamente eficaz sólo si se traduce en actos y gestos de penitencia. En este sentido penitencia significa, en el vocabulario cristiano teológico y espiritual, la ascesis, es decir el esfuerzo concreto y cotidiano del hombre, sostenido por la gracia de Dios, para perder la propia vida por Cristo como único medio de ganarla (cf. Mt 16,14-26; Mc 8,34-36; Lc 9,23-25);...para elevarse continuamente de las cosas de abajo a las de arriba donde está Cristo (cf. Col 3,1s.). La penitencia es, por tanto, la conversión que pasa del corazón a las obras y, por consiguiente, a la vida entera del cristiano.»

«En cada uno de estos significados penitencia está estrecha­mente unido a reconciliación, puesto que reconciliarse con Dios, consigo mismo y con los demás presupone superar la ruptura radical que es el pecado, lo cual se realiza solamente a través de la transformación interior o conversión, que fructifica en la vida mediante los actos de penitencia»(Reconciliatio et Paenitentia. Exhortación Apostólica de San Juan Pablo II del 2-XII-1984, nº 4).

El autor principal de la conversión es Dios, quien nos ofrece su amistad y nos ayuda a aceptarla, encontrándo­se así el amor misericordioso de Dios con el amor arrepentido del pecador, realizando la gracia del sacramento una curación e iluminación interior, que restablece en nosotros la vida divina y nos transforma progresivamente por la contrición. La persona contrita y por tanto convertida, no trata sólo de evitar el pecado, sino que cambia de conducta y vive su vida dejándose guiar por la luz de la fe en Cristo, quien nos afirma de sí mismo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»(Jn 14,6).

Si perdonar los pecados sólo lo puede hacer Dios (cf. Mc 2, 7), Dios es el autor, por su Espíritu Santo, de la conversión (Mc 1,15), de la fe (Mt 9,5; Lc 7,47), del Bautismo (Hch 2,39) y de la Eucaristía (Mt 26,26-28). Pero Jesús tiene poder para perdonar los pecados (Mt 9,2; Mc 2,5; Lc 5,20) y lo concede a otros mediadores humanos (Jn 20,23), aunque requiere también la libre respuesta humana de la penitencia.

En efecto «la reconciliación sin la penitencia estaría en contradicción con la misma dignidad del hombre, ya que el hombre no se vería implicado como hombre, como ser libre y responsable, sino que quedaría reducido a un papel de sujeto meramente pasivo. Y la penitencia, sin la previa reconciliación concedida por Dios, sería del todo vana» (Conferencia Episcopal Española, Instrucción Pastoral sobre el sacramento de la Penitencia. Dejaos reconciliar con Dios, Madrid 1989, nº 38).

Pero para que tomemos conciencia de lo que significa el pecado y su perdón, debemos ser evangelizados, es decir llegar a descubrir de verdad a un Dios que en sí mismo es comunión de amor entre las tres divinas personas, un Dios que también a nosotros se nos revela como Amor, que nos envió a Cristo para «buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10) y al Espíritu Santo «a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu» (LG 4).

Pedro Trevijano, sacerdote

 

5 comentarios

Mariano
No creer en Jesús es un pecado (Jn 16,8) una vez recibido el Paráclito (Espíritu Santo). Es más, el que no crea ante la resurrección de Jesús, se condenará (Mc 16,16). Por todo esto tiene sentido la conversión que pidió Jesús al anunciar el reino de Dios.
4/07/23 6:52 PM
Antolin
Sin fe no hay curación ni conversión. La fe y la consideración de pecador nos lleva a la oración, a acercarnos al Señor: "Si quieres, puedes limpiarme", "Señor, que vea". Un corazón contrito y humillado el Señor no lo desprecia. La conversión es obra de Dios y habrá que pedirle que nos acerque a El, para que humildemente le supliquemos la curación y vivamos una vida penitente, de purificación. ¡Señor, socórrenos!
4/07/23 11:51 PM
Maximiliano
Estimado Padre Pedro, encomiende al Señor nuestras almas y la de nuestros familiares, y asimismo a las almas confundidas y que no aciertan en encontrar el camino hacia la Salvación Eterna. Los sacerdotes - así lo entiendo - tienen tres objetivos : (1) la Evangelización, (2) la Confesión, y (3) la celebración de la Eucaristía.

Los laicos deben reunir todos los tesoros posibles para la salvación de sus almas, y para ello deben (1) rezar el Rosario, (2) acudir a la Confesión ( donde el sacerdote administra la Sangre de Cristo para el perdón de los pecados ) y (3) cumplir con el precepto de asistir a la Santa Misa, lo que no impide que entre semana también acudan a más Misas. También, además de cumplir con sus deberes de estado, pueden evangelizar con una sana Doctrina, dando testimonio con su ejemplo y su palabra de la existencia de DIOS que nos ama y nos espera en el reino de lo Cielo. Para los católicos la muerte no es tal, sino la entrada en la vida de la plenitud del Cielo. Leer la vida de los santos y santas es muy valioso.

“ El poder del rezo del Rosario y de mantener el alma en Gracia de Dios, mediante la confesión ", son ambos escudos poderosísimos contra satanás. Y además son un medio para encomendar a los familiares, y a todos los laicos que pasen con cruces en esta breve existencia para fortalecer sus almas. Y poco más.
5/07/23 8:25 PM
PEDRO
Alguien ha abandonado la dirección del mundo católico. Hay una confusión sin límites. Hay pastores que se prestan a discutir sobre una iglesia " nueva " y se rebelan contra la Palabra de DIOS. La evangelización ha sido abandonada. Muchísimas almas vagan sin pastores que les orienten hacia la salvación. Otros pocos sacerdotes - ya mayores - atienden a las almas que pueden.

Se ataca al “Matrimonio y a la Familia”. El hedonismo y la depravación parece triunfar. Y muchos se callan. ¿ Tienen miedo ?, La palabra CRISTO se musita, pero no se grita. “ Los abortados - solos y abandonados - son MÁRTIRES, porque derivan de leyes de odio a DIOS “.

Y DIOS observa con atención como su pueblo vaga distraído en cosas mundanas, en reunir objetos de forma compulsiva, los templos son abandonados por muchos, y se dice de manera estúpida que se cree en DIOS pero no en la Iglesia, cuando esta última es su Esposa. El mundo, el demonio y la carne como enemigos de DIOS apuran su batalla. La herejía es propuesta desde dentro. DIOS no permanece pasivo, desde el principio ya tiene previsto " su solución ". Es parte de la guerra entre el BIEN y el mal ( odio de satanás contra DIOS ).
6/07/23 5:35 PM
Santi
Breve fragmento de la homilía pronunciada el domingo 5 de marzo 2023, por el arzobispo de La Plata, Víctor Fernández ( hoy, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe) en su Catedral: (...) Uds saben que durante muchos siglos la Iglesia fue en otra dirección, sin darse cuenta fue desarrollando toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones para clasificar a la gente, para ponerle rótulos. este es así, este es asa, este puede comulgar, este no puede comulgar, a este se le puede perdonar, a este no, terrible que nos haya pasado eso en la Iglesia, eh, gracias a Dios, " el papa francisco no ayuda a liberarnos de esos esquemas ". www.youtube.com/watch?v=t5kaxBSAtHg&t=50s (Minuto 0:43).


8/07/23 6:46 PM

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