Cuando un cristiano afirma su fe, no basta con que diga: "creo en Dios". Nosotros, como cristianos, decimos: "creo en Dios que es Padre, que es Hijo, y que es Espíritu Santo". Porque ésta es la revelación que hemos recibido de Él.
En la narración de la creación que nos transmite el libro del Génesis, al principio, después de crear el cielo y la tierra, como culminación de su obra, dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, semejante a nosotros. Dios creó al hombre a su imagen, lo creó a imagen de Dios, creó al hombre y a la mujer” (Gen 1,26-27). ¿Pero qué significa “imagen de Dios”? ¿Cuál es la imagen de Dios? ¿Cómo podemos conocer nosotros la imagen de Dios?
Lo que leemos en los Libros de las Sagradas Escrituras es que Dios escogió a un pueblo para revelarse a la humanidad, y estableció con él una alianza, renovada después en varias ocasiones. Y durante siglos se fue manifestando a su pueblo y así fue revelando su imagen. En la Biblia encontramos un Dios siempre fiel a su palabra, a su alianza, de un Dios que es bondad y amor. Porque lo más importante que nos revelan las Sagradas Escrituras es Él mismo, Dios mismo que se revela.
Y todavía, como culminación de su revelación, envió a su Hijo único, como dice la carta a los cristianos Hebreos: “En muchas ocasiones y de muchas maneras, Dios, antiguamente había hablado a los padres por boca de los profetas; pero ahora, en estos días, que son los definitivos, nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo” (Hbr 1,1).
Y así, ha sido este Hijo de Dios, entregado al mundo por nosotros, quien nos ha revelado el misterio más íntimo de Dios. El misterio de un Dios que es amor eterno y que nos revela que Él, Jesús, es el Hijo, y que por tanto hay un Padre, y que hay también un Espíritu Santo que quiere enviarnos y comunicarnos.
Esta es la imagen de Dios, la que Jesús nos ha revelado. En una ocasión uno de los apóstoles, Felipe, le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y no necesitamos más. Jesús le respondió: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir que os muestre el Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y Padre está en mí?” (Jn 14,8-10). "Él es imagen del Dios invisible" (Col 1,15) afirma san Pablo en la carta a los cristianos de Colosas. Así, podemos conocer a Dios, contemplando a Jesús, escuchándole, porque él es imagen, icono de Dios invisible
Hoy, solemnidad de la Santísima Trinidad, contemplamos este misterio que se nos ha manifestado, que Jesús ha revelado. Porque si Él, el Hijo, no nos lo hubiera dicho, nunca lo habríamos conocido. Es el misterio de un Dios que se ha hecho mendigo de nuestro amor, que nos ofrece su amistad y nos pide la nuestra. Como dice San Juan: "Dios ama tanto al mundo, que le ha dado a su hijo único, para que no se pierda nadie de los que creen en él, sino que tengan vida eterna" (Jn 3,16).
Hoy, en esta solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos también la Jornada "Pro orantibus", es decir, "por aquellos que oran", que dedican toda su vida a la oración, los monjes y monjas contemplativos. Es un día para agradecer, rezar y tener presente la vocación de aquellos hermanos que dedican toda su vida, toda, a la contemplación de este misterio de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, a alabarlo y a interceder por todos nosotros.
Damos gracias a Dios que nos ha dado a conocer su amor, que nos ha revelado su misterio como Padre, Hijo y Espíritu Santo y oremos por todos aquellos que se han consagrado a Él, en la vida contemplativa especialmente.
+ Salvador Cristau Coll
Obispo de Tarrasa