Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, Nicaragua, fue condenado a 26 años de cárcel por el régimen sandinista de Daniel Ortega. La razón de esta sentencia es política. Es parte de una persecución motivada por el rechazo de Mons. Álvarez a las medidas represivas del Gobierno, en su afán de establecer el marxismo en el país.
Recordemos que esta condena es, en concreto, una represalia a la negativa del obispo a ser expulsado de Nicaragua junto a otros 222 presos políticos opositores al régimen, a quienes, además, se quitó la nacionalidad nicaragüense.
Es necesario conocer la vida de Mons. Rolando Álvarez. Tiene un origen muy humilde. Es hijo de un obrero y de una dueña de casa que ayudaba a la economía doméstica vendiendo una bebida casera. Su entereza y valentía para enfrentar la persecución de varios años se explican por su vida sencilla, por la confianza en el Señor y una fe profunda y arraigada propia de un pobre, la ausencia de ideologías que obnubilan la inteligencia y la libertad de espíritu frente a los poderosos de este mundo.
En la contraparte de esta dramática historia, se encuentra otro religioso, también nicaragüense. Me refiero al sacerdote Ernesto Cardenal. También es importante conocer su vida. Nace en el seno de una familia aristocrática de la sociedad nicaragüense. Como le pasa consecuentemente a muchos de los hijos de padres católicos liberales de clase alta, Ernesto Cardenal se vuelve marxista. Llegó a ser Ministro de Cultura del Régimen Sandinista entre los años 1979 y 1987.
San Juan Pablo II, en un gesto profético, en su viaje apostólico a Nicaragua, reprendió públicamente a Ernesto Cardenal. El Papa sabía qué podía pasar. Hoy vemos en los hechos hacia dónde Daniel Ortega quería conducir a su país.
La arbitrariedad de la injusta condena a Mons. Álvarez se da en un contexto de una creciente restricción a las libertades de los ciudadanos a expresarse y a ejercer sus derechos políticos. En la práctica todos los opositores al régimen están encarcelados o desterrados. Pero hay también persecución religiosa: fueron expulsados el Nuncio, las Religiosas de la Madre Teresa de Calcuta, sacerdotes…
Ante esta dramática situación, el Papa Francisco dijo el 12 de febrero: «Las noticias que llegan de Nicaragua me han entristecido mucho, y no puedo dejar de recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien quiero tanto, condenado a 26 años de cárcel, y también a las personas que han sido deportadas a los Estados Unidos».
Junto al Papa y los cristianos del mundo entero, nos unimos desde la distancia a nuestros hermanos nicaragüenses con la oración, para que el Señor Jesucristo les dé fortaleza en la persecución a causa de su fe.
+Mons. Francisco Javier
Obispo de Villarrica.