Me parece que el mejor termómetro para evaluar la temperatura moral y jurídica de una Sociedad e4s su respeto o no hacia los derechos humanos. En este artículo hablaremos de los derechos humanos y los niños.
Cronológicamente lo primero que nos encontramos es el respeto a la vida humana antes de nacer y la consideración del aborto como un derecho, incluso como un derecho fundamental. Vivimos en un ambiente cultural caracterizado por un individualismo que no quiere aceptar ningún límite ético. Podemos decir que no podemos empezar peor. Pero hoy voy a referirme al resto dela ideología de género, lo que se considera como lo políticamente correcto y que en nuestro país es aprobado por prácticamente todos los Partidos, salvo Vox y UPN.
«La ideología de género» pretende ¿educar? a nuestros niños y adolescentes. El objetivo de esta ideología es abolir la identidad sexual. Hay que enseñar a nuestros chavales, ya desde la Primaria, que pueden decidir libremente si quieren ser chicos o chicas. Desgraciadamente hay profesores que no dudan en enseñar semejantes idioteces, y aunque pienso y es mi esperanza que las víctimas de esas clases lleguen a casa y digan a sus padres: «El profe nos ha dicho hoy que si quiero, puedo ser chica, y mi hermana, chico. Mamá, el profe está loco», sin embargo a esta edad muchos profesores tienen un gran prestigio ante sus alumnos y conozco algún caso de profesor cuyas enseñanzas erróneas convencen a sus alumnos de que tienen que cambiarse de sexo con gran daño para éstos.
El gran problema es que están pasando cosas muy graves, que nos afectan a todos, y especialmente a los niños, y la gente, o no se entera o no reacciona.
La obsesión por la sexualidad de los niños es una constante del feminismo radical que defiende esta ideología. En esta ideología las relaciones sexuales de toda clase, también entre menores, para ellas son prácticas recomendables.
En pocas palabras, para esta ideología se puede hacer con el cuerpo lo que uno quiera, pues el fin de la sexualidad es el placer, evitando, eso sí, el embarazo y la natalidad. Pero si esto sucediera, el aborto es un derecho básico. Las leyes son la moral del Estado y la utilización del poder para modelar la conciencia moral de las personas y en especial de los niños, constituye una amenaza para la libertad, porque cuando el poder se sirve de los medios de los que dispone para difundir una determinada concepción del ser humano o de la vida, se está extralimitando en sus funciones.
Con estos antecedentes, es fácil comprender que se esté enseñando a niños y niñas a que aprendan a masturbarse y hasta que se acuesten juntos. La Ley del Aborto en su artículo 5 b) garantiza «el acceso universal a los servicios y programas de salud sexual y reproductiva», es decir sin límite de edad, por lo que ¿qué inconveniente hay en que lo hagan con gente mayor?, pero ¿no es esto corrupción de menores y dejar la puerta abierta a la pederastia? Pero en todo caso, el hecho que un niño ejercite su sexualidad me parece sencillamente una catástrofe, pues la trivialización de la sexualidad y su precocidad o banalización impide la comprensión del amor y la madurez que se requiere para poder tener un día una familia estable.
Estamos ante un libertinaje en el terreno sexual que está arruinando muchas vidas. Pero hay mucho fanático y sectario que cree en la ideología de género y trata de imponerla a los demás y así podemos entender la famosa frase de Isabel Celaá. «los hijos no son de los padres, sino del Estado». Padres, estad muy atentos a la educación de vuestros hijos, no os vayáis a encontrar con sorpresas muy desagradables. Pensad que la educación en ideología de género es ley en todas las Comunidades Autónomas. Recordemos el elogio que hizo el Papa Francisco de un matrimonio que, cuando volvían de clase sus hijos, les preguntaba qué les habían enseñado, por si tenían que hacer una contracatequesis.
Y por último, expreso mi asombro ante la desfachatez de los políticos que quieren investigar la pedofilia en la Iglesia y no los otros casos, que son más del noventa y nueve por ciento. Me gustaría conocer los políticos implicados en este delito.
Pedro Trevijano, sacerdote