Los periódicos de estos días nos informan que el Ministerio de Educación ha enviado a las diversas Comunidades Autónomas los borradores de varias asignaturas de Primaria, borradores que tienen todos una perspectiva de género. Ello sucede hasta en las Matemáticas y es que la capacidad de nuestro Gobierno de hacer el ridículo es realmente difícil de ser superada.
Esto nos puede parecer algo folclórico. Pero cuando entran en juego valores morales y la corrupción de nuestros niños el asunto pasa a ser tremendamente preocupante. Recordemos que nuestra Constitución dice: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» (Art. 27-3).
En efecto, leo en el ABC: «En el caso de Educación Infantil (0 a 6 años) se fomenta también el descubrimiento personal de la sexualidad’ y los ‘juegos exploratorios estimulantes’». En el mismo artículo se nos dice: «en esta etapa se inicia la construcción sexual y de género, sin distinción entre ambas. La intervención educativa debe favorecer el descubrimiento personal de la sexualidad y la construcción de género a través de valores de igualdad y modelos no estereotipados». El texto añade que «los aprendizajes en ambos ciclos se basarán en la experimentación y en el juego. El proceso de descubrimiento y valoración del entorno a lo largo de toda la etapa debe ser rico en estímulos, provocador, emocionante y respetuoso con los intereses, gustos y elecciones de los niños y las niñas» (ABC 10-VIII-2021).
Creo que la educación sexual no debe darse en la escuela sin el consentimiento y mucho menos contra la voluntad de los padres, según dice la Constitución. El Concilio Vaticano II en su «Declaración sobre la educación cristiana de la Juventud» nos dice que a los niños y adolescentes: «Hay que iniciarlos, conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual» (GE nº 1). El problema es: ¿lo que intenta el Gobierno es una positiva y prudente educación sexual o una aberración?
Personalmente he dado Educación Sexual desde 1969, por lo que es indudable que estoy a favor que se dé en las debidas condiciones, sin enseñar disparates, pero ya desde un año antes de la pandemia salimos en varias ocasiones a la calle, con el lema «Los niños son intocables», porque sabíamos que en varios centros escolares la organización Serise (Servicio Riojano de Sexología), estaba dando clases de acuerdo con la mentalidad de la ideología de género.
Ahora bien, ¿qué enseñan? Lo sabemos porque una persona oyente la grabó. Fundamentan sus argumentos en el programa Skolae, que ha originado un gran revuelo en Navarra, con vivencias sexuales para niños de 0 a 6 años basadas en juegos eróticos. Estos juegos les servirán para el reconocimiento de su sexualidad infantil.
Y así no existe mayor problema que los niños se chupen mutuamente los genitales, siempre y cuando no haya grandes diferencias de edad ni superioridad cognitiva, y así no deben hacerlo un niño de diez con otro de cuatro. Tampoco está mal poner el culo en la cara otro niño y viceversa, con la única restricción que hay que procurar hacerlo en sitios donde se salvaguarde la intimidad. Si una niña de dos años se masturba, hay que darle facilidades para ello, también para evitar que se pueda hacer daño.
En resumen, no hay que prohibir nada, ni generar sensaciones que algo está mal, pues hay que evitar sentimientos y complejos de culpabilidad. Eso sí, que procuren hacerlo en lugares discretos.
Subiendo un poco la edad. Si un padre o madre va a la habitación de su hijo de once años, Procure que el niño se dé cuenta de su llegada, no vaya a estar viendo pornografía y masturbándose, y violemos así su intimidad.
Por cierto, cuando presentamos denuncia por corrupción de menores, a la Presidente de nuestra Comunidad Autónoma, (doña Concha Andreu, le faltó tiempo para declararse en favor de las de SERISE. Ahora es el Gobierno de España quien toma la misma postura, por lo que no queda más remedio que advertir a los padres que la salud moral de sus hijos está en peligro.
Pedro Trevijano, sacerdote