Recuerdo que alguien me dijo: «está mal ser malo, está mal ser tonto, Pero ser a la vez malo y tonto, eso ya es el colmo».
La Ideología de Género es una ideología malvada, diabólica y pecaminosa, condenada repetidas veces por la Iglesia, porque se opone directamente a casi todos los Mandamientos de la Ley de Dios. En efecto contra el cuarto mandamiento porque la abolición de la familia es su objetivo fundamental, sin olvidar que la educación de los niños no corresponde para ella a los padres, sino al Estado. Contra el quinto recordemos el aborto, el terrorismo y la eutanasia, contra el sexto y noven con la abolición de las normas morales en estos mandamientos, Contra el octavo todo es relativo y la Verdad simplemente no existe. La ideología de género transmite una burda mentira, ya que niega la realidad del ser humano como hombre o mujer.
Desde el punto de vista científico a la Ideología de Género no hay por donde agarrarla. Por supuesto sigo creyendo lo que aprendí en los libros de Ciencias: si un individuo tiene los cromosomas XY, órganos genitales masculinos y de mayor le pueden operar de próstata, es varón, diga lo que diga él. Y si otra persona tiene los cromosomas XX, órganos genitales femeninos y le pueden operar de cáncer de matriz, es mujer, diga lo que diga esa persona. Cambiar de sexo o de edad está fuera de mis posibilidades, aunque sí puedo cambiar de aspecto externo o de orientación sexual.
Desde que empecé a preocuparme por la Ideología de Género siempre he pensado que uno de sus puntos débiles era el deporte femenino. En varios países ya ha habido problemas por la participación de transexuales en competiciones femeninas. Cuando se den unos cuantos casos de transexuales que se llevan los medallas en los deportes femeninos, las mujeres, hartas que les roben sus medallas, se plantarán y dirán que el varón es varón y la mujer, mujer, y si alguien pretende otra cosa, que lo pruebe, que su palabra no basta. Además, hay estudios que indican que los que hayan pasado la pubertad masculina antes de la transición conservan ventajas significativas incluso después de tomar medicamentos para suprimir sus niveles de testosterona. Además hay Federaciones que permiten hasta diez nanomoles (como me imagino que ustedes tendrán la misma idea que yo de lo que es un nanomol, según internet es: «Cantidad de una sustancia igual a una billonésima de mol (medida de la cantidad de una sustancia que se usa en medicina)». por litro de testosterona, lo que es una cantidad cinco veces superior al de una mujer biológica.
Martina Navratilova declaró hace ya algún tiempo: «Las reglas sobre los atletas trans recompensan a los tramposos y castigan a los inocentes».
En los presentes Juegos Olímpicos ya ha estallado la polémica. La Delegación neozelandesa ha incluido en Halterofilia a un transexual que hasta 2012 se llamaba Gavin Hubbard y era varón, pero en los Juegos actuales competirá como mujer, siendo el primer transexual en unos Juegos. Ello ha provocado la indignación de sus competidoras, como la halterófila belga Anna Van Bellinghen, que competirá en la misma categoría que Hubbard, calificó como «broma de mal gusto» su participación en los Juegos. Constantino Iglesias, presidente de la federación española, comparte la misma opinión: «Es una pesadilla. Hay que aceptar las normas del COI, pero es un tema que no está resuelto… Por mucho que bajen los niveles hormonales, no es justo que las chicas se encuentren ahora con ese problema añadido». Ante el argumento neozelandés que Laurel Hubbard (se llama así hoy) cumple la normativa del COI, su masa ósea no puede cambiarla de la noche a la mañana, y actuará con una ventaja innegable.
Está claro que el COI tiene que tomar medidas para que el caso Gavin Hubbard no se repita, y mucho menos se multiplique porque está en juego nada menos que la seriedad de las Olimpiadas femeninas.
Pedro Trevijano, sacerdote