Se llama esterilidad a la infecundidad o incapacidad de engendrar, aun pudiendo realizarse el acto sexual. Es un problema que afecta alrededor del diez por ciento de los matrimonios.
La esterilidad es un problema de la pareja, que suele afectar a la comunicación, pues es un motivo de sufrimiento, del que muchos sin embargo procuran no hablar con su cónyuge, guardándose para sí sus emociones. Afecta también a las relaciones sexuales, pues lo que antes se hacía fundamentalmente por placer, ahora llega a convertirse en una obligación. Aceptar la infertilidad propia o ajena no es fácil y requiere amor. Como es lógico no constituye ningún impedimento, y puede ser causada tanto por el hombre como por la mujer, o por ambos contemporáneamente. La visita de ambos al médico, si bien puede ser fuente de problemas al saber cuál de ellos es el responsable, ciertamente no culpable, de esta situación, es sin embargo sumamente conveniente, porque muchos casos tienen lícitamente solución, pues se ha avanzado mucho en el tratamiento y remedio de la esterilidad.
El conocimiento de los días fértiles e infértiles y los métodos ordinarios de tratamiento de la infertilidad, ayuda a superar la dificultad de la concepción y logra alrededor de un setenta por ciento de éxitos. En la mayoría de las parejas estériles se encuentra una causa de la situación. Algunas veces son factores anómalos en la mujer y otras en el varón, resolviéndose el problema en cuanto se profundiza en los estudios para encontrar la causa.
Para combatir la esterilidad se han empleado las Técnicas de Reproducción Asistida. En éstas no se trata de eliminar las causas de la esterilidad, sino por medio de nuevas técnicas de fecundación resolver el problema, con un porcentaje de éxitos que ronda el veinte por ciento, pero que presentan serios problemas morales, de los que hablaremos en el capítulo sobre Bioética, y psicológicos, pues con frecuencia quedan defraudadas las esperanzas. Estas técnicas de fecundación o fertilización pueden ser intracorpóreas,cuando la unión de los dos gametos se realiza dentro del organismo femenino en las vías genitales de la mujer, por la inseminación artificial, en el que se transfiere el semen a las vías genitales de la mujer o el GIFT, («Gametus intra fallopiam transfert»), que consiste en la inserción en una de las trompas del esperma recogido en una cópula y, simultáneamente, aunque por separado, de un óvulo maduro obtenido por laparoscopia; o también extracorpóreas,como la fecundación in vitro extratubárica (FIVET), en la que la fecundación se realiza en una probeta y luego se transfiere el embrión a las trompas o al útero.
Ante estas situaciones hay que afirmar que aunque los hijos son parte muy importante del matrimonio, no lo son todo. El acto sexual sigue teniendo sentido, pues, aunque no sea bendecido con el don de los hijos, es bueno en sí mismo, porque en él la expresión del amor y la mutua ayuda están presentes. Los matrimonios que, a pesar de no tener hijos, llevan una vida conyugal armónica y feliz, son una muestra de que la fecundidad no se manifiesta exclusivamente en los hijos. Por esta razón, los cónyuges que no pueden tener hijos no debieran infravalorar o despreciar su unión, que es un valor importante en sí misma, y deben saber que también su vida conyugal puede llenarse de sentido y de fecundidad espiritual si saben abrirse a los demás por su generosidad y buenas obras. Un matrimonio sin descendencia no es una realidad incompleta, pues aunque no tenga hijos, el matrimonio permanece intacto en su realidad más profunda y puede ser muy enriquecedor tanto para la pareja como para la sociedad.
Pero actualmente y cada vez más se utiliza la naprotecnología, que nació en los Estados Unidos y llegó a Europa hace unos años. La práctica de la naprotecnología es rigurosamente conforme a la bioética católica; pero se ha demostrado que su enfoque del problema de la esterilidad es científica y clínicamente más riguroso del que se practica en el ámbito de la fecundación asistida. Y por esto al final es también más eficaz: lo confirman las estadísticas.
La diferencia entre la naprotecnología y la fecundación in vitro consiste en el hecho de que en la primera la cuestión fundamental es el diagnóstico de las causas de infertilidad, se busca una explicación médica de porqué una pareja no consigue procrear y, por tanto, se intenta eliminar el problema. En el procedimiento in vitro, en cambio, el diagnóstico de las causas no tiene importancia, los médicos quieren sencillamente «burlar el obstáculo», llevando a cabo una fecundación artificial. En la naprotecnología, el tratamiento resuelve el problema de la pareja, que después puede tener otros hijos. Sin embargo, con el método in vitro, los cónyuges no se curan y siguen siendo una pareja estéril, y para tener más niños deberán siempre confiar en un laboratorio, por lo que cada vez es mayor el número de parejas con problemas de fertilidad que optan por la naprotecnología para poder ser padres. Muchas de ellas llegan a esta «Tecnología de Procreación Natural» por sus convicciones religiosas o morales, pero también porque potencia la capacidad natural de procreación de la propia pareja.
No es raro un hecho curioso. Mujeres que han adoptado un hijo, o que han intentado quedar embarazadas con los diversos tratamientos, cuando ya renuncian y tiran la toalla, al verse libres de la ansiedad de ser madres, quedan embarazadas, lo que muestra la importancia de lo psicológico en estas cuestiones.
Pedro Trevijano