Siempre he tenido muy presente que cuando me informaron por primera vez de la ideología de género, creí que me estaban tomando el pelo, porque no me podía creer que una persona en su sano juicio aceptase ese cúmulo de barbaridades que consisten en intentar cargarse la familia, el matrimonio y la maternidad, empezando por una educación afectivo-sexual en que todo está permitido, salvo el acostarse con tu esposa, porque el matrimonio es el lugar de la opresión de la mujer por el hombre, si es que eso significa algo, en un momento en que yo decido libremente si deseo ser varón o mujer, porque eso es una decisión personal mía en la que la biología no tiene nada que decir y si algo no va bien, por ejemplo si hay un embarazo, para eso está el derecho al aborto. En honor de la verdad debo decir que las personas que no sabían qué es la ideología de género y se lo he explicado, he tenido que ponerme muy serio para asegurarles que no me estaba riendo de ellas.
Pienso que una buena manera de combatir unas ideas tan extravagantes es el arma del ridículo. El diputado alemán del Parlamento regional de Brandeburgo, Steffen Königer, en la discusión sobre la aprobación de la Ley de ideología de género empezó saludando a las damas, caballeros, homosexuales, lesbianas, asexuales, transmasculinos, transhombres, transhumanos, transmujeres, transvestidos, transexuales, duales, cruzados, bigénero, andrógenos, pansexuales, hermafroditas, fluidos, intergénero, interhumanos, mujeres XY etc. y todos los otros géneros, para concluir con su voto negativo a la Ley. A las preguntas de los periodistas les dijo que podía haber seguido hasta más de cien (La UNESCO creo que tiene reconocidos cientodoce).
Otra contestación genial fue en el Senado australiano sobre el tema del aborto. Una senadora australiana increpó a un senador católico con el argumento que era asunto de mujeres y que los varones no podían entender la cuestión, a lo que el senador O´Sullivan le respondió tranquilamente: «En este país podemos escoger libremente nuestro sexo. En este momento decido ser mujer, por lo que continuemos la discusión». Otra consecuencia de esto, es que algunos violadores se declaran mujeres para así disminuir su pena y continuar en las cárceles de mujeres sus fechorías.
En España en vez de padre y madre, hasta en documentos oficiales hay que hablar de progenitor A y progenitor B. Como todo el mundo sabe, decir progenitor A y progenitor B son palabras que les salen a los niños espontáneamente en vez de esos trabalenguas que son decir mamá y papá. Y como el número de imbéciles es infinito, me contaron que preguntaron a alguien que estaba esperando un niño (sospecho que biológicamente sería una mujer) que qué estaba esperando para encontrarse con esta respuesta: «No lo sé, ya lo decidirá de mayor».
Sin embargo son los médicos ingleses los que para mí baten todos los records. La Asociación Médica Británica (BMA por sus siglas en inglés) ha facilitado en el 2017 a sus 160.000 médicos afiliados un manual de lenguaje en el lugar de trabajo según los patrones de la ideología de género. Y así no es apropiado llamar madres a las «personas» embarazadas. Por ello, recomienda a los doctores no utilizar el término «madre» para referirse a las mujeres embarazadas ya que podría herir la sensibilidad de «individuos que han dado a luz y no se identifican como mujeres». Y no hace muchos días leía que se les pedía a los médicos no emplear la expresión leche materna, sino leche humana.
Creo además que en este asunto las grandes perjudicadas son las mujeres. Alicia Rubio tiene un libro cuyo título no puede ser más acertado: «Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser varones». La primera víctima y lo llevo diciendo varios años es el deporte femenino. No hace mucho escribí en un artículo en InfoCatólica lo siguiente: «Creo que la tumba de la ideología de género va a ser el deporte femenino. Cuando se den treinta o cuarenta casos de transexuales que se llevan los medallas en los deportes femeninos, las mujeres, hartas que les roben sus medallas, se plantarán y dirán que el varón es varón y la mujer, mujer, y si alguien pretende otra cosa, que lo pruebe, que su palabra no basta». Debo decir que deportistas famosas como Martina Navratilova ya han puesto el grito en el cielo y está empezando a haber muchas más.
Pedro Trevijano