La semana pasada, ante la ruptura unilateral del Convenio de Cooperación sobre la Clase de Religión realizado por la Consejería de Educación de mi Comunidad Autónoma de La Rioja publiqué un artículo titulado «Patadas socialistas en la espinilla a la Clase de Religión». Pero como la batalla continúa, hoy me he encontrado con una Nota del Colectivo Reli Es Más-La Rioja en la que defiende los derechos de los padres a que sus hijos reciban la educación que ellos desean y de los profesores de la asignatura a impartirla y no verse perjudicados en sus derechos laborales.
Pero antes que nada, me planteo una cuestión previa: ¿es democrático que haya clase de Religión? Es indiscutible que la democracia no es una palabra vacía de significado, sino que para ser demócrata es necesario aceptar los derechos humanos, que encontramos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, del 10 de Diciembre de 1948. Por tanto la pregunta es ¿qué dicen sobre educación los derechos humanos? La respuesta es clara y sencilla. El artículo 26 de la Declaración dice así, aunque suprimo por no alargar las partes que ahora no nos interesan tanto: «1. Toda persona tiene derecho a la educación».
«2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos ya las libertades fundamentales».
«3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos».
En todas las épocas de la Humanidad hay indicios suficientes para afirmar la actividad religiosa de los hombres. Donde hay vida humana, hay actividad religiosa, aunque ésta adopte múltiples formas, incluso totalmente contradictorias, pues hasta el ateísmo puede ser una forma de religiosidad.
La Religión tiene dos aspectos: el vivencial existencial, es decir mi respuesta vital a los interrogantes más fundamentales del ser humano, respuesta que debe ser libre y por tanto no puede ser objeto de coacción y por ello la clase de Religión no debe jamás imponer un modo de vida a sus alumnos.
Pero el fenómeno religioso tiene también un aspecto de conocimiento y de cultura, que hace que pueda hablarse de asignatura de Religión y que ésta tenga cabida en los planes de estudio de los países más avanzados. El conocer la Religión es el único modo de optar libre y razonablemente a favor o en contra de ella, opción que es una de las más serias de nuestra vida, y que por tanto hay que hacer con conocimiento de causa.
Personalmente me impactaron mucho las razones que me dio un matrimonio ateo para bautizar a sus hijos: «Oímos tales barabaridades que nos gustaría educar a nuestros hijos en unos principios morales serios, y los principios morales cristianos nos parece que cumplen esa condición y por tanto vamos a educarles en esos principios». Pero me pareció todavía más serio otro: «Por respeto a la libertad religiosa de nuestros hijos. Así como le vamos a obligar a ir a la Escuela y al Instituto para que el día de mañana pueda escoger la profesión que quieran, vamos a darle una educación cristiana para que escojan libremente si quieren ser creyentes o no. Porque desde la ignorancia, ¿qué libertad pueden tener?». Ese matrimonio hoy son católicos practicantes.
Tuve muy claro mi voto No a la Constitución europea. . El motivo fundamental fue que aceptaba la Ilustración, Grecia y Roma como raíces de Europa, pero negaba las raíces cristianas de Europa. Ante esa estupidez, debo recordar que los tres grandes fundadores de Europa, Adenauer, De Gasperi y Schumann, eran católicos practicantes y nos pusieron como bandera de Europa la bandera azul con doce estrellas amarillas, tomada de la vidriera que hay detrás del altar mayor de la catedral de Estrasburgo, y que representa a la Inmaculada, según la describe Apocalipsis 12,1. Es decir, la bandera de Europa es una bandera mariana, de la Virgen.
La clase de Religión intenta enseñar a sus alumnos la dignidad de la persona humana y la fraternidad universal, pues somos hijos de Dios y por tanto hermanos entre nosotros, valores que favorecen nuestro desarrollo personal, el aprecio y respeto hacia nuestras raíces culturales y el amor y defensa de la vida humana desde la concepción hasta el momento final de nuestra existencia, con el consiguiente compromiso contra la violencia. Por supuesto no intenta evaluar la fe de los alumnos, ni es catequesis, pero es una enseñanza básica para entender la cultura que la propia religión en buena parte ha engendrado.
Por todo ello, porque la clase de Religión está al servicio de los derechos de las personas y del valor cultural, me parece claro que una buena formación religiosa y moral es importante para el desarrollo intelectual y madurez de nuestros educandos.
Pedro Trevijano, sacerdote