Teresa de Ávila (1515-1582) es una de las figuras capitales de la España del Siglo de Oro y se inserta en el núcleo mismo de las grandes tensiones ideológicas, culturales y religiosas de un tiempo complejo y crítico. Teresa parece estar en el lugar central de todos los conflictos importantes de su época. Hay varios puntos donde se sitúan estos conflictos.
Para empezar, la dialéctica entre fidelidad a la Iglesia y su jerarquía (fidelidad que en ella no tiene fisuras ni reservas mentales en ningún momento) y una perentoria necesidad de reformas, impelida en parte por la reforma-ruptura luterana. Tiene continuamente en la punta de su pluma la palabra “obediencia”, pero no deja de estar metida en continuos conflictos, tensiones y equívocos con sus mismos hermanos y con las autoridades eclesiásticas.
Otro tema es el lugar de la mujer en una sociedad tradicionalmente regida por varones. Recuerda continuamente, con humildad y quizá con un poco de humor, que a su condición de iletrada une de la mujer. Pero toda su vida y obra tienen un sabor inequívocamente “femenino”.
También el conflicto entre la tradición e innovación, que en santa Teresa se resuelve, no con un esquema revolucionario de ruptura de un orden establecido, sino con una vuelta (Restauración) a una posible pureza primigenia. Como todos los santos y , grandes figuras de la Iglesia, el cambio, la reforma tiene siempre un sentido restaurador, no de ruptura revolucionaria.
Muy importante en su biografía es también la oposición, que deriva en síntesis, entre acción y contemplación como núcleo de la vida religiosa y el capital descubrimiento de la oración contemplativa como medio “ortodoxo”, lejano a iluminismos y aventuras extrañas. Esa idea de la contemplación es muy clara para la teología actual, pero en el siglo XVI no está exenta de equívocos.
Y, en un nivel personal, su vida y obra están entera recorridos por una fuerte tensión: la complejidad y autenticidad de una experiencia que ella quiere transmitir a sus hermanas y a sus contemporáneos y, al mismo tiempo, explicar y racionalizar en los parámetros teológicos de su tiempo; y la insuficiencia (que continuamente recuerda con humildad y casi un poco de coquetería) de sus conocimientos y la pobreza de su lenguaje. Yo diría que, en parte, es la insuficiencia del lenguaje de la Filosofía y la Teología de su tiempo para explicar unos conceptos de una altura intelectual y espiritual inéditos hasta entonces.
Persona fronteriza, siempre en camino, abierta a los aires de su época; plenamente a la intemperie. Si hay un personaje de la historia de España incapaz de situarse au-dessus de la mêlée o de encerrarse en su torre de marfil, es ella.
Tomás Salas