Agradecer a Jesús que decidiera hacerse hombre para salvarnos

¡Qué hermosa y realista reflexión! Nos sitúa en el meollo de nuestra razón de ser cristianos: responder a la Obra de la REDENCIÓN. Por esto insisto: debemos DESPERTAR del largo sueño de los milenios que padece el “hombre viejo” a partir del día de la caída de nuestros primeros Padres. La potente Luz que irradia la actual AURORA de María sobre la Iglesia, la humanidad y el cosmos nos capacita para trabajar en el Reino de Cristo conforme a los nuevos parámetros de una Creación sobre-elevada, asumida por Cristo (Col 1, 17). Tal la magnitud del objetivo propuesto por Dios Padre, por el Hijo, y por el Espíritu Santo: “He aquí que hago todo nuevo” (Apoc 21, 5), “y con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación, y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra” (Apoc 5, 9-10). La conciencia de la soberanía que Cristo nos participa a los bautizados debe decidirnos a avanzar con los recursos que la gracia nos provea en dirección a nuestro OBJETIVO: el REINO. No desesperemos ante las dificultades, ni ante nuestra carencia de recursos, porque nos serán dadas la pala, el azadón y el arado, más la yunta de bueyes, en el momento oportuno. Sí, empeñemos nuestro esfuerzo en comprender el momento que vivimos, en reconocer el llamado de nuestra Madre, a tomarnos de sus Manos y caminar bajo su Conducción. De este modo, podremos “Agradecer a Jesús que decidiera hacerse hombre para salvarnos”.

La Realidad de Cristo se manifestó de modo pleno en la TRANSFIGURACIÓN, que dejó estupefactos a los Apóstoles. Hoy es necesario que nuestra inteligencia y voluntad sean TRANSFIGURADAS, esto es, que despierten del embotamiento y ceguera que arrastramos desde el día de la caída original. Debemos iluminar la tierra con la luz potente de la Verdad inefable. El mundo está bajo la "oscuridad" de los más estupendos prodigios de la ciencia, técnica, economía, consumismo, política, etc. Tal espasmo de falsa luz, sólo puede ser apagado por la Luz superior de la gracia. La actual AURORA de María nos habilita para edificar la nueva etapa del Reino que viene traído por su anunciado triunfo del Corazón Inmaculado en el mundo. El mundo histórico del “hombre viejo del pecado”, toca a su fin, cruje, y la moderna Babilonia será derrumbada, cuando la Virgen pise la cabeza del dragón. La Transfiguración del Señor, que la Iglesia celebra este año el día 6 de agosto, nos anticipa nuestra futura transfiguración: “cuando Cristo se manifieste, vosotros os manifestaréis con Él en gloria” ( Col 3, 4).