Son muchos los cuestionamientos que circulan en Internet respecto las vías de Santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios. Sin embargo, casi todos se basan en equívocos, groseras simplificaciones o malentendidos. Como muestra de ello transcribo a continuación una crítica a esas cinco vías que recibí hace tiempo en una discusión (aquellas lejanas épocas en que debatía por Internet):
“Veo que no es necesario citar aquí las extensas refutaciones que ya conoces, por ejemplo, la de la falacia de detener la cadena en Dios en vez de extenderla hasta el infinito y que eso no dice nada de ninguna de las caracterizaciones que se le dan al Dios judeocristiano. Ahora, ¿cómo pruebas que el Creador no es contingente? Y específicamente sobre el argumento teleológico (quinta vía) tenemos el problema de que el Creador tendría que ser más complejo que lo creado y además que entraría en conflicto con los determinismos (aunque supongo que defiendes el libre albedrío)”.
Dado que en esta crítica se hallan varios lugares comunes de los cuestionamientos que circulan en Internet, considero que puede ser de bastante utilidad el compartir mis respuestas a la misma:
1) “Veo que no es necesario citar aquí las extensas refutaciones que ya conoces”: Efectivamente, no es necesario citar las mencionadas “refutaciones” (así, entre comillas) pues la conozco de antemano por cuanto he estudiado con mucho detalle las cinco vías. Más todavía: gran parte de esas “refutaciones” ya las refutó Santo Tomás de Aquino hace varios siglos simplemente con enunciar bien sus vías (aunque, claro está, eso no lo sabrá quien no se haya dado el trabajo de leerlas desde la Suma Teológica) como mostraré a continuación.
2) “… por ejemplo la de la falacia de detener la cadena en Dios en vez de extenderla hasta el infinito”: Esta es una de las críticas más comunes a la primera vía (y también suelen aplicarla a la segunda e incluso a la tercera) sobre la cadena de movimiento. Básicamente lo que dice Santo Tomás de Aquino es que el movimiento, entendido como cambio (paso de la potencia al acto), que vemos se da en virtud de un conjunto de entes que se mueven unos a otros pero esa cadena de entes no podría extenderse hasta el infinito y deberíamos, por tanto, llegar a un ente (“Primer motor inmóvil”) que sea causa del movimiento de todos los demás sin ser movido por algún otro, lo cual se corresponde con Dios. Aquí se acusa a Aquino de cometer una falacia taxi cab por detener arbitrariamente la cadena de movimiento (o causalidad) en Dios en lugar de extenderla hasta el infinito. Pero no es gratuito que se detenga en ese punto pues el mismo Aquino explica que “no se puede proseguir indefinidamente (la cadena) porque así no se llegaría al primero que mueve (Dios)”. No obstante, allí se lo acusará de falacia de petición de principio (“¡Está presuponiendo desde ya que debemos detenernos en Dios!”, se dirá).
Pero no hay tal falacia pues justo a continuación Santo Tomás da un justificación directa explicando que, en caso de que no haya primer motor, “no habría motor (ni movimiento) alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el Primer motor” (1). Y es que decir que no hay un principio de la cadena de movimiento o causalidad y que más bien esta se extienda hasta el infinito es tan absurdo como decir que hemos llegado aquí luego de terminar una carrera de obstáculos con infinitos obstáculos (!). Las cadenas infinitas de movimiento o causalidad simplemente llevan a absurdos. Como explico en mi libro ¡Dios sí existe!: Cómo defender racionalmente esta verdad ante ateos, agnósticos e incluso creyentes: “Tomemos los planetas Venus y Neptuno. Supongamos ahora que por cada órbita que Neptuno completa alrededor del Sol, el planeta Venus realiza dos. Si Neptuno ha completado 10 órbitas, Venus ha completado 20. Si Neptuno ha completado 1 trillón, Venus ha completado 2 trillones. Mientras más tiempo orbiten, más atrás queda Neptuno. Si continúan orbitando para siempre, se aproximarán a un límite en el que Venus esté infinitamente lejos de Neptuno. Pero ahora, demos la vuelta a la historia. Supongamos que Venus y Neptuno han estado orbitando alrededor del Sol desde un tiempo infinito en el pasado. Ahora, ¿cuál de los dos habrá completado más órbitas? Bueno, la respuesta matemática correcta es que el número de órbitas es idéntico (infinito). Pero eso es absurdo, pues mientras más tiempo orbiten, más debería crecer la disparidad entre ellos” (2).
3) “… eso no dice nada de ninguna de las caracterizaciones que se le dan al Dios judeocristiano”: Eso es simplemente falso. De entre los atributos que se le dan a Dios en la teología judeocristiana están los de Absoluto, Inmutable, y Principio de todo lo ente, lo cual se corresponde perfectamente con la noción aristotélico-tomista de “Primer motor inmóvil”. Que haya otras caracterizaciones al respecto que no sean explicitadas en estos argumentos (como las de “revelarse al pueblo de Israel” o “encarnarse en la persona de Jesucristo”) no disminuye en nada la validez de los mismos en su contexto pues esa es recién la primera cuestión específica que aborda Santo Tomás en la Suma Teológica y su objeto es solo probar la existencia de Dios a un nivel general y básico y es en las demás cuestiones de la Suma que se aboca a mostrar la racionalidad de las demás especificidades de la visión cristiana.
Pareciera que el ateo exigiera que se le demuestre todo con un solo argumento. Eso es simplemente irracional pues hay que comprender que, para el rigor conceptual y metodológico, estas cuestiones se deben abordar por fases. Por eso en mi metodología apologética, primero pruebo el teísmo filosófico en general (sin especificaciones religiosas) y luego paso a mostrar que ese Dios establecido filosóficamente se ha revelado en específico por medio de Jesucristo, es decir, que el Cristianismo es la religión verdadera. En todo caso, todos los atributos divinos directamente implicados en las cinco vías de Santo Tomás de Aquino se aplican y son perfectamente coherentes respecto del Dios judeocristiano, de modo que es absolutamente falso que estos no digan “nada de ninguna de sus caracterizaciones”. Es más, en mi libro ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer demuestro que cada una de las cinco vías llega a establecer la existencia del Ser Subsistente (precisamente la definición filosófica de Dios) y previamente ya había demostrado (no meramente “asumido”) en la misma obra con conexiones lógicas específicas que el Ser Subsistente necesariamente debe ser: Simple (en el sentido ontológico del término), Perfecto, Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente, Bueno, Inmutable, Eterno, Infinito, Uno, Trascedente, Inmanente, Personal y Espiritual (3). Así que el “ser” que deduzco de cada una de las cinco vías en mi libro cumple con todas esas condiciones. Y esas son muchas de las caracterizaciones que se le dan al “Dios judeocristiano”…
4) “Ahora, ¿cómo pruebas que el Creador no es contingente?”: Fácil: yendo a las definiciones de contingente y Creador. Metafísicamente se dice que un ser es contingente en cuanto no tiene plenamente en sí todo el principio de su ser, sino que depende de otro para existir. Por otra parte, se dice que un ser es Creador en cuanto tiene en sí plenamente todo el principio del ser y, por tanto, puede dar el ser en particular sin necesidad de partir de otro ser preexistente (es decir, puede crear ex nihilo, de la nada). Ahora bien, si decimos que el Creador es contingente tendríamos que aceptar que este ser que tiene plenamente en sí todo el principio del ser no tiene en sí todo el principio de su ser y dependería de otro para existir. En otras palabras, tendríamos que aceptar la noción de “Creador creado”, lo cual es contradictorio y absurdo. Ergo, el Creador (con mayúsculas) no puede ser contingente.
5) “Y específicamente sobre el argumento teleológico (quinta vía) tenemos el problema de que el Creador tendría que ser más complejo que lo creado”: Este “problema” es un pseudo-problema pues se basa en un malentendido. Santo Tomás mismo explica que Dios no es (ni puede ser) ontológicamente “complejo” porque no está compuesto por partes, sino que, por el contrario, es “forma simple” en grado sumo (4). Ahora bien, es una falacia non sequitur el pensar que del argumento teleológico (basado en el diseño específico de las cosas para inferir a Dios como “Gran Diseñador”) se sigue que Dios debe ser ontológicamente más complejo (compuesto) que las cosas creadas. Si Él puede crear todas las perfecciones complejas de las diferentes cosas existentes no es porque Él sea complejo (en el sentido de estar compuesto por un “complicado ensamblaje de partes”) sino porque contiene todas esas perfecciones en forma pura, una y simple (5).
Así, Dios crea toda la diversidad de cosas permaneciendo como uno solo, no tiene por qué hacerse “complejo” o “compuesto” por ello. Las cosas materiales que vemos requieren una explicación de su complejo diseño porque exhiben una complicada disposición o “ensamblaje” de partes, ¡pero a Dios no le aplica ello porque Él es es una mente pura inmaterial no compuesta por partes! Así que es esa mente ontológicamente simple (es una sola “sustancia divina” no dividida en partes) la que da una explicación del orden de las cosas materiales ontológicamente complejas (en el sentido de que están compuestas por partes organizadas de modo especial). No hay ninguna incoherencia allí ni se requiere que el Creador sea “más complejo de lo creado”.
6) “… además que (la quinta vía) entraría en conflicto con los determinismos (aunque supongo que defiendes el libre albedrío)”: No le veo el por qué. El mismo Santo Tomás comienza diciendo que esta vía “se deduce a partir del ordenamiento de las cosas” lo cual, evidentemente, implica un nivel básico de determinismo, entendido al menos como la aceptación de la existencia de regularidades ordenadas en el mundo físico. Por otra parte, no hay ningún problema con el libre albedrío porque en esta vía no se está hablando de seres racionales y libres sino, como allí mismo se especifica, de “aquellos que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales” (6). En el mundo físico hay regularidades ya determinadas (“determinismos”) y exclusivamente en eso se basa la quinta vía. Discusiones sobre el libre albedrío, por tanto, simplemente no le afectan.
Como se ve, se ha podido responder directamente a todas las objeciones planteadas citando en gran parte a la propia Suma Teológica. Así que a los ateos y escépticos que se aventuran a hacer críticas a Santo Tomás de Aquino les recomendaría que, antes de actuar imprudentemente, lean las cinco vías desde la fuente original (cuestión 2 de la Suma) en lugar de hacerlo desde páginas de Internet que solo las caricaturizan y mutilan convenientemente para luego “refutarlas”. Si se proclaman “dueños” de la “ciencia”, la “lógica” y la “racionalidad” lo primero que deberían hacer es ser rigurosos en entender las posiciones que critican. Pero ello no pareciera ser prioridad en la agenda del “nuevo ateísmo”…
Referencias:
1. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q.2, a.3, rpta.
2. Dante A. Urbina, ¡Dios sí existe!: Cómo defender racionalmente esta verdad ante ateos, agnósticos e incluso creyentes, Ed. CreateSpace, Charleston, 2017, p. 20. (http://danteaurbina.com/dios-si-existe-como-defender-racionalmente-esta-verdad-ante-ateos-agnosticos-e-incluso-creyentes/)
3. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, pp. 31-35. (http://danteaurbina.com/dios-existe-el-libro-que-todo-creyente-debera-y-todo-ateo-temera-leer/)
4. Cfr. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q.3, a.7.
5. Cfr. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q.4, a.2.
6. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q.2, a.3, rpta.