Aunque no lo parezcan las dos mujeres que salen en la foto al lado de Carles Puigdemont son dos monjas benedictinas del monasterio de San Daniel de Gerona. La del pelo blanco es nada menos que la priora del monasterio, la hermana Assumpció Pifarré Clapés. Ella y la hermana Núria se fueron de viaje a Bruselas la semana pasada, para mostrar su apoyo y solidaridad al huido ex presidente de la Generalitat. Hasta ahora ya teníamos una benedictina famosa como Teresa Forcades del monasterio de Sant Benet, en la montaña de Montserrat; pero parece que el activismo político cunde en las religiosas que profesan la Regla de San Benito y les es permitido abandonar el claustro, con la propia superiora predicando con el ejemplo.
El monasterio de San Daniel, ubicado en las afueras de la capital gerundense, cumple este año el milenario de su fundación. No quedan muchas monjas en sus inmensas instalaciones y como otros muchos monasterios tiene que dedicarse como principal tarea a la hospedería de turistas y peregrinos. La hermana Assumpció Pifarré es su priora desde el año 2006. Hija de una familia muy religiosa de quince hijos, ya lleva 52 años como profesa. Entre sus hermanos hubo otro benedictino, el padre Cebrià Pifarré, fallecido a principios de 2016.
Las dos benedictinas partieron camufladas hacia Bruselas, pero no tuvieron el menor empacho en publicar la foto con Puigdemont y el ex conseller Lluis Puig en el twitter oficial del monasterio, con el siguiente texto: «Hem portat al MH President @KRLS i a l'H Conseller @PuigGordi el nostre escalf. Els hem vist ferms i convençuts.» Las dos monjas, aparte de su inequívoco posicionamiento político, nos están vendiendo que han ido a Bruselas a hacer una obra de caridad con el político exiliado. Exiliado en un hotel de cinco estrellas, después de haber llegado flanqueado por más de un empresario afín, que está corriendo con los gastos de la estancia. Un insulto a todos aquellos exiliados que, tras largas penurias y probar los barracones de más de un campo de refugiados, se vieron obligados a buscarse la vida en tierras lejanas, sin el menor apoyo económico.
Pero la visita de las benedictinas a Bruselas me conduce a otra reflexión: esa insistencia de los políticos independentistas en rodearse de clérigos, religiosos y religiosas. ¡Eso que iban a fundar una república laica! Una república laica en la que sobresalen un sinfín de seminaristas y curas secularizados, cuando no monjas, frailes y sacerdotes en activo. Una república tan laica que uno de los que tenían que ser sus mandamases, Oriol Junqueras, cuando va a declarar ante el juez se obstina en destacar su condición de católico practicante, por si esa cualidad le exonerase de los cargos que se le imputan. O una república tan laica que el también preso Joaquim Forn no se contenta con la visita o el auxilio espiritual del sacerdote de la cárcel o pide que le venga a visitar un cura amigo, sino que solicita la visita de dos obispos y el abad de Montserrat.
Al final va a ser más laico el reino de España que la non nata república catalana. Un estado laico en el que los tribunales no paran mientes en juzgar las creencias religiosas de un determinado político, caso Junqueras. Un estado laico en el que cuando un obispo se presenta de visita en una prisión es tratado de forma igual a cualquier hijo de vecino y si no tiene pase o no ha cumplido con los trámites preceptivos no puede entrar; que es lo que le pasó al obispo Novell en la cárcel de Estremera, cuando fue a visitar a Junqueras y Forn, sin los permisos de rigor.
La ficción de una república laica, con su coro de monjas habitadas y deshabitadas, con sus curas que colocan banderas esteladas en las torres de los campanarios de sus templos o grandes lazos amarillos en árboles de navidad y pesebres. Unos curas, frailes y monjas que sólo se acuerdan del 47% de su rebaño y desprecian al restante 53%. Eso sí, esa participación clerical carece del menor apoyo de la Santa Sede. Más bien la posición adversa del papa Francisco, ejemplificada la última semana por boca de uno de sus más reputados consejeros áulicos, el arzobispo de Viena, cardenal Schönborn, que les acusa de cortos de miras y los relaciona con la extrema derecha y las fuerzas que pretenden destruir Europa. Pero ellos erre que erre y viajando a Bruselas.
Oriol Trillas
Publicado originalmente en Germinans germinabit