Matthias Lohmann y Ryan Hoselton, escritores de la web The Gospel Coalition (La coalición del Evangelio) se lamentan del hecho de que Alemania, el lugar de nacimiento de la Reforma de 1517, ha vuelto la espalda al cristianismo protestante (y al cristianismo en general). Seguramente, en Alemania van a tener lugar muchas celebraciones de la Reforma este año, pero sin poner el corazón en ella, dicen los autores. Extracto:
Pocos en Europa ven la relevancia de la visión teológica y espiritual de los reformadores protestantes hoy en día. Muchos desestiman su agenda doctrinal y eclesial para promover los intereses políticos y económicos de una clase alta hambrienta de poder (o, inintencionadamente, de unos fervorosos campesinos). Otros culpan a la Reforma de conducir a Europa a guerras intestinas y luchas con desastrosas y permanentes consecuencias sociales. La mayoría de los europeos consideran las creencias de los reformadores como intolerantes, insignificantes y pasadas de moda.
Con pocas excepciones las iglesias europeas están más o menos de acuerdo con esto. Para avanzar en las relaciones ecuménicas con los católicos, la EKD oficialmente conmemorará el aniversario como una Cristusfest (el festival de Cristo) más que celebrarla bajo la etiqueta de «Reforma». Hay poco que celebrar de todas formas, ya que la mayoría de las iglesias hace mucho que abandonaron – o al menos, revisaron de una forma apreciable – las doctrinas fundamentales de la Reforma: Sola scriptura, sola gratia, sola fide, solus Christus y soli Deo Gloria. Mientras que la Iglesia católica romana todavía rechaza oficialmente la sola scriptura, los líderes de las iglesias protestantes europeas y las facultades de teología ahora colocan la autoridad de la razón humana, la reivindicación de un mayor juicio crítico y la conciencia individual por encima de la Escritura. La sola gratia tiene poca importancia en una época en la que los ministros minimizan el sentido del pecado y maximizan la inherente bondad del ser humano y del libre albedrío. Parece que, al fin y al cabo, Erasmo le ganó la batalla a Lutero sobre la servidumbre de la voluntad. Sola fide y solus Christus han sido reemplazados por la supuestamente más humilde postura del «no sabemos» y «muchos caminos conducen a Dios». Y Soli Deo Gloria es el olvidado «Sola» conocido hoy en Alemania solamente por el acrónimo SDG que aparecía como firma en las composiciones de Johan Sebastian Bach.
Incluso la mayoría de las iglesias europeas evangélicas y las independientes (es decir, aquellas que no tienen lazos con el Estado) ven poco útil la teología de la reforma. La búsqueda de los reformadores de una profundidad bíblica y espiritual ha sido sustituida por un profundo antiintelectualismo y un experiencialismo superficial. Los ministros han cambiado el énfasis de los reformadores en una enseñanza de la Palabra centrada en Cristo por actuaciones teatrales y unas directrices moralizantes, y la doctrina protestante sobre el sacerdocio de todos los creyentes se ha torcido en un individualismo terapéutico.
«Christusfest»?! Por el amor de Dios. Esta es la reforma de la que estamos hablando, y la que ellos están diluyendo (de la misma forma que está haciendo el Papa Francisco, por cierto). Este es el tipo de ecumenismo que no me gusta: un ecumenismo que promueve el mínimo común denominador. Nunca he visto que mi amistad con otros cristianos de otras iglesias dependa de que ni unos ni otros renunciemos a las verdades doctrinales. De hecho, creo que me siento más seguro hablando con cristianos que son verdaderamente protestantes o verdaderamente católicos que con aquellos que no parecen tomarse en serio todo lo que nos separa.
Por supuesto hay muchos cristianos en todas las iglesias que carecen de caridad, y rechazan ver que la hermandad en Cristo es lo que nos une a todos, a pesar de las importantes divisiones reales. Lo siento, y lucho contra ello. Dicho esto, incluso siendo alguien que está naturalmente más inclinado teológicamente hacia el catolicismo romano que al cristianismo reformado, no puedo evitar sentir que algo importante se ha perdido con la Christusfest.
En Newsweek apareció un artículo el año pasado sobre cómo la fe de Lutero se está extinguiendo en su tierra. Yo encontré este pasaje muy esclarecedor:
Aquí está la paradoja: bajo la dictadura comunista de la Alemania del este, en donde asistir a la Iglesia se desaprobaba, las congregaciones de fieles eran cada vez mayores. En verdad, se puede decir que la iglesia protestante y sus pastores y miembros fueron el factor más importante que llevó a la caída del muro de Berlín.
«En la Alemania oriental la Iglesia era el refugio para aquéllos que no apoyaban el régimen, y todo lo que la Iglesia hacía tenía una relevancia pública» dijo Christine Lieberknecht, primer ministro de Turingia, cristiana-demócrata que fue pastor durante el comunismo.
Siendo un adolescente, al final de los ochenta, Jana Fenn, asistía a las reuniones de un grupo de jóvenes cristianos en Jena, en Alemania oriental, porque según explicaba ella «podías decir cosas que no podías decir en la escuela, y aprender materias que no aprendías allí».
Pero un día, Fenn contó, que su profesora quiso charlar con ella: «Ella preguntó, ‘¿Qué haces los viernes por la noche? Le dije que iba a un grupo de cristianos jóvenes. Después me preguntó quién más iba allí y qué es lo que hacíamos». Incluso aunque el participar en este grupo joven significaba que Fenn y sus amigos estaban expuestos a represalias oficiales, ellos no dejaron que sus profesores les intimidaran.
Sin embargo, hoy Fenn ya no pertenece a la Iglesia. «Asisto a algún servicio de vez en cuando, pero la Iglesia ya no juega ningún papel en mi vida», dijo ella. «Realmente no representa nada. Podría igualmente unirme a Greenpeace».
Añade Pollack: «Los católicos critican a su Iglesia más vehementemente que los protestantes a la suya, pero también se sienten mucho más fuertemente unidos a ella. Los protestantes no sienten esta conexión. La iglesia protestante es vista más como una institución que dirige centros de cuidado diurnos y que provee servicios sociales».
Tolerancia y aceptación - ¿quién podría criticar tan benignos valores?. Ese es exactamente el problema de los luteranos. «La gente no sabe exactamente qué es lo que representa la iglesia», dijo Pollack. «Está siendo difícil diferenciarla de otras organizaciones dentro de la sociedad civil, de los sindicatos o de los partidos políticos».
Para que conste, la Iglesia católica en Alemania no está mucho mejor
La gente piensa que la Iglesia no representa nada, éste es el precio que la Iglesia tiene que pagar por tratar de asimilarse a toda costa a la modernidad. Esto también vale para nosotros y lo vamos a ver cada vez más claro en las próximas décadas. Una Iglesia que no es mucho más que una cara amable , que ofrece servicios sociales no va a triunfar ni, en cualquier caso, es realmente una Iglesia.
Fíjense que Lohmann y Hoselton se quejan del profundo antiintelectualismo y el superficial experiencialismo de la corriente evangélica. Esto debe ser de lo que Al Mohler estaba hablando en la controvertida entrevista en podcast que hizo conmigo hace algunas semanas, cuando me preguntó que si yo pensaba que los evangélicos tenían lo que se necesita para tomar la Opción Benito (= formar unos testigos cristianos contraculturales fuertes y resistentes a la modernidad postcristiana). Yo le dije que sinceramente no lo sabía. Él me respondió que no, la corriente evangélica no tiene esos recursos, pero si volviera al magisterio de los reformadores de la época primera, encontrarían todo lo que necesitan.
Veo que el doctor Mohller y otros líderes protestantes van a hablar en una conferencia sobre la reforma en Alemania posteriormente en este mismo año en la que a los participantes se les instará a volver a las raíces de la reforma. Déjenme preguntarles a ustedes, lectores evangélicos luteranos y calvinistas: ¿qué piensan de la afirmación del doctor Mohller?; ¿tiene el evangelicalismo lo que necesita para tomar la Opción Benito?; ¿por qué sí, o por qué no?
Y ¿qué significaría volver a las raíces de la reforma, ya sea en el contexto de la corriente principal protestante o en el de las iglesias independientes evangélicas? Me lo pregunto porque me gustaría saberlo. El éxito del proyecto de la Opción Benito depende de la respuesta.
Actualización: Largo e interesante comentario del pastor Brian:
El cristianismo evangélico es ya difícil de definir. Por esta razón ya no me refiero a mí mismo como evangélico, sino más bien como un protestante ortodoxo o como un cristiano confesionalmente reformado, incluso cuando realmente encajaría en la antigua definición de evangélico. (Para más información sobre esto ver Martyn Lloyd-Jones, «What is an evangelical?« (¿Qué es un evangélico?) y Ian H. Murray, «The Old Evangelicalism« (El antiguo cristianismo evangélico»).
Pero el cristianismo evangélico, tal como está constituido hoy en día, no tiene las cualidades necesarias para sobrevivir. Es superficial, experiencial y emocional, novelero y casi antiintelectual. Busca conscientemente imitar la cultura y está aterrorizado de parecer «irrelevante», sin darse cuenta de que la verdadera importancia está en no buscar, como un bien supremo, la relevancia en la cultura. Daría lo que fuera por ser popular.
Hay también un fuerte trasfondo de pesimismo escatológico asociado al Premilenarismo Dispensacional/Pretribulacionista, junto con un americanismo ultranacionalista que fundamentalmente identifica América con la cristiandad. La decadencia cultural que nos rodea parece por lo tanto no tener precedentes en la Historia de la humanidad. Así pues estamos en el tiempo final. La idea de que la Historia podría continuar durante dos milenios más (o que Dios permitiera que el calentamiento global arrasara el planeta) o que el centro del mundo cristiano se desplazara hacia África o China para entonces, y América dejara de ser cristiana, sería visto como un escepticismo herético.
Mientras tanto, los jóvenes evangélicos están ocupados en repetir el abrazo fatal de la Iglesia del siglo XX al liberalismo teológico. Mientras que esté presentado de una formaemocionalmente convincente se puede inducir a los mayores a aceptarlo igualmente, como «The Shack» (La Cabaña) demuestra fácilmente.
Dentro de las facciones evangélicas más conservadoras de los reformados y del protestantismo luterano hay otras dinámicas problemáticas. Tengo muchos amigos luteranos, pero me quedo con generalizar sobre los Reformados. Hay una gama variada en la PCA (Presbyterian Church in America, Iglesia presbiteriana de América), por ejemplo: los discípulos de Tim Keller están casi tan preparados como las principales corrientes evangélicas, para hacer lo que haga falta para sumergirse en la cultura, y hay un pequeño pero significativo número de esos Young Turks que están muy ocupados tratando de aunar el anglo-catolicismo con el feminismo hípster para , de una forma muy velada, introducirlo de contrabando en la PCA. En el otro extremo están los Conservadores Confesionalistas (con los cuales me identifico más, aunque cada vez menos) muchos de los cuales parecen sufrir el Síndrome de Asperger. La denominación de Carl Trueman está llena a reventar de éstos. El foco de atención está en la doctrina cada vez más matizada, pero no particularmente conectada con la vida real la mayoría de las veces. Tienden a construir iglesias pequeñas y poco atractivas llenas de cristianos con títulos de física o ingeniería. Les encanta la controversia doctrinal pero no porque amen la controversia sino porque les encanta debatir sobre las ideas. Pero la gente normal no quiere seguir diatribas y odia la atmósfera de conflictos y la falta de cualquier tipo de interacción social manifiestamente gratificante, así que se marchan rápidamente. En mi peor momento, yo pude caer fácilmente en estas trampas (y en realidad, lo he hecho) pero el Señor gentilmente me lo está impidiendo y me está transformando, y por su gracia soy mejor de lo que era.
¿Cómo apreciaríamos nosotros la Opción Benito? Creo que parecería algo así como la Iglesia Primitiva combinada con lo mejor del movimiento puritano en Inglaterra, la Reforma Nadere en Holanda, con la ayuda de Bunyan añadida, y todo esto fermentado con el espíritu misionero del siglo XVIII. Se pondría énfasis en la doctrina y en la catequesis, pero no por el simple hecho de dominar el conocimiento, sino como ayuda a la piedad. Habría un énfasis en la formación espiritual de la comunidad igual que hicieron los primeros metodistas, junto con la práctica regular de las disciplinas espirituales.
Lo más importante, sin embargo, sería crear un entorno cálido, positivo, vivo, que diga claramente «somos muy muy diferentes y eso es muy bueno». Los de fuera serían bienvenidos y habría una sensación de estar dejando un mundo para entrar en otro cuando ellos lleguen a nuestra comunidad. Nuestro mundo debería ser tan diferente, tan mágico, tan encantador y verdadero, a su manera, como lo fue Narnia en la Inglaterra de los tiempos de guerra para los niños Pevensie.
Rod Dreher
Traducido por Ana María Rodríguez, del equipo de traductores de InfoCatólica
Publicado originalmente en The American Conservative