Algunas veces en las redes sociales nos encontramos con sorpresas inesperadas: que tu jefe es tan fan como tú de cierta saga cinematográfica, que tu gato no está tan loco en comparación con el de tu amigo de la infancia al que no ves desde hace años, y demás nimiedades. Por lo general, estas sorpresas no tienen mayor repercusión ni profundidad, así que lo resaltante es cuando te encuentras con una información que significa mucho no sólo para ti, sino para toda una nación. Cuando te encuentras que la jefa de la sección economía del Grupo RPP, que posiblemente sea la corporación de medios de comunicación más importante del Perú, es una mujer que desborda una intolerancia ideológica que raya el trastorno, entonces la sorpresa merece ser divulgada.
Este último fin de semana, Alejandra Costa La Cruz, quien antes de pertenecer al Grupo RPP ya trabajó en otros medios de comunicación como el Grupo El Comercio o Panamericana Televisión, publicó en su perfil de Facebook este particular post:
No me voy a centrar en que inicia tildando de misóginos y homófobos a nadie, y que luego los llama «par de fachos paporreteros oportunistas, unos sicarios de la argumentación» porque, ¿para qué explicar lo evidente: que las denominaciones de este tipo nunca reflejan ninguna bondad interior de quien las realiza? Tampoco voy a centrarme en que esta buena mujer llevaba una semana fantaseando qué hacer si se encontraba con los susodichos, con el nivel de inmadurez afectiva que ese hecho refleja. Es más, soy tan generoso que incluso voy a obviar que según este post Alejandra Costa es capaz de menospreciar a otras mujeres sólo por llevarse bien con quienes ella considera tan nefastas personas. Inclusive, como no soy psicólogo, de igual forma voy a dejar de lado el hecho de que una constatada periodista llegue a alcanzar un punto de odio tan visceral que sólo con ver a un grupo de personas que públicamente tienen un marco ideológico diverso al de ella, esto le genere una especie de parálisis, dolor, llanto y deseos de violencia que podrían llegar a ser, incluso, diagnosticables.
No, en esta ocasión sólo quiero referirme a su conclusión y lo que se desprende de ella. «Hay que encontrar cómo combatirlos. (…) Combatir también a los que los apoyan y concentrarnos también en esas mujeres, que parecen ir tan felices de la mano de estos marketeros de la discriminación». Lo primero que me impresiona de este cierre es que no se dirige a combatir la denominada homofobia ni el machismo, no. ¡Se dirige a combatir a las personas! «Combatirlos», «también a los que los apoyan», «esas mujeres». Una opinión particular se transforma en un discurso de odio cuando ya no se dirige a combatir las ideas sino a las personas. Señora Costa, ¿sabe cuál es la diferencia entre un musulmán y un yihadista? Uno cree que hay que adorar a Alá, el otro cree que hay que combatir a los que no lo adoran. ¿La diferencia entre un proteccionista y un nazi? El primero cree que hay que proteger los propios productos del país, el segundo cree que hay que combatir a las personas que piensan lo contrario.
En este último ejemplo me voy a detener un poco más. Cualquiera que haya visto «American History X» o cualquier otra película en la que se muestre un poco el mensaje nazi, se dará cuenta de que el error lógico de la argumentación de la que se alimenta el nazismo es la siguiente: Hay delincuencia en las poblaciones negra, latina, islámica… ergo debemos combatir esas poblaciones. Lo que hay que combatir es la delincuencia, no las poblaciones. Lo que hay que combatir son las ideas erradas, no las personas, porque lo que mata no es pensar diferente. Lo que mata es pensar que hay que combatir a las personas y no a las ideas. Las ideas son diversas y discriminables, las personas son iguales en dignidad e indiscriminables.
El odio que transpira esta mujer hacia las personas que se atreven a alzar la voz en contra de la dictadura de género me hace pensar: ¿qué tan objetiva será una opinión del Grupo RPP si a la hora de valorar a dos candidatos en clave económica uno promueve la Ideología de Género y tiene en su bancada a dos declarados activistas gay, y la otra en cambio firma un acuerdo con las iglesias evangélicas para comprometerse a defender la vida y la familia? Este odio tan visceral que paraliza a la jefa de economía del Grupo RPP en un restaurante, ¿no la llevará también a seguir su propio consejo y combatir a las personas que opinen diferente que ella por cualquier medio? Porque la cito: «Hay que encontrar cómo combatirlos». Para ella no son suficientes la indignación, el ninguneo e incluso la violencia, no. Ella sabe bien que el camino más efectivo es el mediático, y por eso corre a defender a su amiga Patricia del Río, diciendo que «no sirve juzgar (…) a quien intenta enfrentarlos».
https://www.youtube.com/watch?v=0eSw6dDQqR4&t=408s (Minuto 5 en adelante)
Es decir: ¡A esta buena dama no le parece mal el maltrato y la desfachatez de su compañera la periodista Patricia del Río cuando provocó, palmoteó en el hombro, dejó plantados y cortó repetidamente en pleno programa radiotelevisivo a dos personas invitadas por su misma plataforma! Y dice que «no sirve juzgar», que viene a significar que el fin justifica los medios, que como la intención de la señora Patricia del Río era tan buena, ¿qué más da cómo intentara enfrentarlos? Lo importante es no quedarse paralizados y oponérseles. Esto, si no me equivoco, si lo dijera Phillip Butters en la dirección opuesta, creo que conseguiría que acabaran echándole del Grupo RPP.
Pero resulta que al señor Phillip Butters sí le expulsaron de Radio Capital (perteneciente al Grupo RPP) por participar en la Marcha del 4 de Marzo #ConMisHijosNoTeMetas, puesto que este acto ciudadano «compromete su propia imagen». O sea, ¿la comedia realizada por Patricia del Río no compromete su imagen? Creo que tras esta entrevista resultó bastante evidente que la parcialización de una es tan extrema como la del otro, y sin embargo reciben diferentes recompensas. ¿Debido a qué? Sólo encuentro una posible respuesta: debido a que la postura del señor Butters es contraria a la que maneja el Grupo RPP de modo institucional, y que la de la señora del Río no, sino que ella resulta aplaudida por la misma jefa de toda un área de la corporación.
Entonces, el Grupo RPP, con sus 2 canales de televisión, sus 8 emisoras radiales y sus correspondientes páginas web, seguirán promocionando su amada Ideología de Género por medio de todas sus plataformas a como dé lugar; la jefa de economía Alejandra Costa seguirá escribiendo lo que desee en su perfil de Facebook; y no habrá problema porque a esto se le llama libertad de expresión. Pero, ¡ay de aquel a quien se le ocurra enfrentárseles! Cuanto menos, perderán su trabajo, porque no hay tolerancia hacia las personas, porque se confunde la idea con el sujeto, y porque la ley se lo permite. Pues muy bien, me parece estupendo, pero lo que no considero que sea tan estupendo es que se sigan autodefiniendo como plataformas informativas cuando realmente se comportan como plataformas propagandísticas. ¡Que digan lo que quieran, que están en su derecho! Pero que la población peruana sepa que cuando escucha una emisora del Grupo RPP, al menos en el contexto que aquí tratamos, no escucha información más objetiva que la que podría dar Joseph Goebbels al hablar de los centros de concentración nazis.
Javier Gutiérrrez