El pasado día diez se han cumplido sesenta y ocho años desde que la ONU promulgase su «Declaración Universal de Derechos Humanos», ciertamente uno de los documentos más importantes del siglo XX. Sobre él, el Beato Pablo VI, con motivo de su XX aniversario escribió: «En 1948, las Naciones Unidas, después de la trágica experiencia de la Segunda Guerra Mundial, publicó solemnemente su ‘Declaración Universal de los Derechos del Hombre’; y, durante los años pasados, este precioso documento ha sido presentado a toda la Humanidad como un ideal parta la comunidad humana».
De hecho este Documento ha funcionado como una auténtica Constitución de constituciones para las constituciones democráticas y nuestra propia Constitución de 1978 se basa en ella. Podemos decir con toda razón que refleja muy bien lo que es la democracia y que nadie puede llamarse demócrata si no está de acuerdo con ella. En la base de este documento está la Ley y el Derecho Natural, pues tras los horrores nazis y recordando que éstos llegaron al poder legalmente, quedó claro que también el Estado tiene límites y que los derechos humanos se nos deben por el simple hecho de ser seres humanos y son algo más que una simple graciosa concesión del Estado. Cuando no se reconoce la dignidad humana ni se respetan los derechos reconocidos en esta Declaración, simplemente hay que decir que nos encontramos ante gente con ideología totalitaria, aunque presuma de demócrata
Personalmente en el plano religioso le estoy muy agradecido, aparte como es lógico del Nuevo Testamento, al «Catecismo de la Iglesia Católica» por proporcionarme a mí y a muchos ideas claras sobre tantos temas que hacen referencia a lo religioso. Algo parecido tengo que decir sobre esta Declaración de Derechos, que es para mí una ayuda inestimable para saber si tengo razón o no, y para detectar las doctrinas totalitarias y antidemocráticas de tantos que presumen de demócratas y en realidad lo que tratan es de imponernos sus ideas totalitarias.
Actualmente los derechos humanos se ven amenazados sobre todo por el relativismo, el marxismo y la ideología de género, aunque también por el islamismo y el fascismo. Si no sabemos distinguir el Bien del Mal, la Verdad de la Mentira y llegamos a afirmar que la Ley Natural es una reliquia ideológica y un vestigio del pasado, es indudable que los derechos humanos están seriamente amenazados, que es lo que en realidad sucede hoy en día.
Estas ideologías a las que hemos hecho referencia, no van a decirnos que están contra los derechos humanos, sino que nos hablarán de neoderechos, o nueva generación de derechos humanos, pero que en realidad se oponen frontalmente a los Derechos Humanos de 1948. Así el derecho a la vida (art. 5) se ve contradicho por el presunto derecho al aborto y la eutanasia, a la familia (art. 16) se opone la ideología de género, ante la libertad de conciencia y de religión (art. 18) nos encontramos con el no respeto a la objeción de conciencia, a la libertad de opinión y de expresión (art. 19) se opone el adoctrinamiento escolar al que el Estado pretende obligar, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones (art. 26) es atacado por la obligación de enseñar la ideología de género, el derecho de los médicos a ejercitar libremente su profesión atendiendo a sus pacientes homosexuales que desean escoger libremente su identidad sexual se ve penalizado con cuantiosas multas (en Madrid de 20001 euros a 45000 euros según la Ley Cifuentes). En pocas palabras nosquieren imponer «ideológicamente» un «pensamiento único» que anule la libertad y el coraje de buscar la verdad de la persona humana.
Ahora bien ¿qué podemos hacer? Pienso que sobre todo tres cosas: rezar, no quedarnos callados, sino dar la máxima publicidad posible a lo que está pasando para que la gente se entere, pues recuerdo lo que me decía a este respecto un médico de Madrid: «cuando se lo cuento a mis colegas médicos, no se lo creen. Les tengo que decir que lo he leído directamente en la Ley, que está en los artículos 70 c y 72-3 y mandarles la Ley por correo electrónico para que vean que no exagero».
Por último está el recurso al voto.El ideal democrático consiste en proteger y respetar los derechos humanos que posee el hombre por su dignidad intrínseca. Muchos de estos derechos son «valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables» (Benedicto XVI, Encíclica «Sacramentum caritatis» nº 83). Actuar contra la Declaración Universal de Derechos Humanos, es no sólo ponerse del lado del Mal, sino también negar la democracia. No basta con hablar de democracia, hay que practicarla. Quien no defiende los derechos humanos ni los valores fundamentales, no debiera contar con mi voto, tanto más que muchos políticos es el único lenguaje que entienden.
Pedro Trevijano