Las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales fueron una de las respuestas concretas a las iniciativas propuestas por el Concilio Ecuménico Vaticano II en esta área de la realidad humana.
La primera jornada tuvo lugar en 1967 impulsada por el Papa Pablo VI. La intención era clara: llamar la atención “sobre el vasto y complejo fenómeno de los modernos instrumentos de comunicación social, tales como la prensa, el cine, la radio y la televisión” (Mensaje de Pablo VI para la 1er Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales).
Pablo VI ofreció doce mensajes (de 1967 a 1978); Juan Pablo II ofreció veintisiete (de 1979 a 2005) y Benedicto XVI, con el de este 2008, lleva tres. Es la XLII Jornada.
El tema para este año, “Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la verdad para compartirla”, guarda muchos nexos de similitud con el primer mensaje de Pablo VI si bien agrega un medio que en 1967 apenas germinaba: el internet.
Benedicto XVI introduce al Mensaje destacando la importancia de los medios de comunicación en la vida de las personas y de la sociedad y recalcando que se han convertido en “parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos” (cfr. No. 1).
Al desarrollar el tema destaca cuatro puntos: 1) pondera logros y esboza interrogantes, 2) recuerda el riesgo de una ambigüedad en el progreso de los medios, 3) advierte de la necesidad de una info-ética e 4) invita a no perder de vista la vocación de los medios de comunicación.
1. Logros e interrogantes
El Papa inicia valorando algunos logros de los medios de comunicación como la alfabetización, la socialización, el desarrollo de la democracia, el diálogo entre los pueblos y la libre circulación de pensamiento. No obstante, ante la constatación de transgresiones, vulgaridad y violencia, reflexiona sobre los peligros en los que se debe evitar que sigan cayendo: usarlos con fines ideológicos, como medios para la venta de bienes de consumo por publicidad, para imponer modelos distorsionados de vida o como brechas que aumenten el abismo tecnológico entre los pueblos pobres y ricos (cfr. No. 2).irculacismocracia, el diunicacide la necesidad de una info-nterrogantes, 2) recuerda el riesgo de una ambigel C
2. Ambigüedad en el progreso de los medios de comunicación
Dado que los medios son éticamente neutros (su moralidad depende del uso que se les dé), Benedicto XVI comienza este punto señalando la posibilidad de esa ambigüedad. De hecho, de aquí nacen dos preguntas: una sobre la justicia de su protagonismo indiscriminado y otra más sobre el riesgo de que estén en manos de quienes a través de ellos manipulan las conciencias. Y es aquí de donde nace uno de los dos párrafos de mayor importancia del Mensaje: “Hoy, de manera cada vez más marcada, la comunicación parece tener la pretensión no sólo de representar la realidad, sino de determinarla gracias al poder y la fuerza de sugestión que posee. Se constata, por ejemplo, que sobre algunos acontecimientos los medios no se utilizan para una adecuada función de informadores, sino para “crear” los eventos mismos” (cfr. No. 3).
3. Necesidad de una Info-ética
Ante la constatación del no. 3 del Mensaje, el Papa subraya que cuando la comunicación pierde la ética, olvida la centralidad del hombre y su dignidad. Como consecuencia incide negativamente en las conciencias condicionando la libertad. En este contexto se origina el segundo párrafo de mayor trascendencia que es a la vez una iniciativa abierta: “Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una “info-ética”, así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida” (cfr. No 4).
4. La vocación de los medios de comunicación
Antes de concluir, Benedicto XVI invita a tener presente la vocación de los medios de comunicación que es la de defender la verdad del hombre. Ante las posibilidades actuales que conlleva internet, el Papa recuerda que la responsabilidad es común pues ahora todos podemos ser usuarios y operadores (cfr. No. 5).
Concluye poniendo en evidencia la sed de verdad que impera en el hombre y el éxito de programas que la promueven, valoran y defienden.
En el Mensaje de 1967 Pablo VI dejó claro que la Iglesia desea “contribuir también al ordenado desarrollo del mundo de la comunicación” a través de una “contribución de inspiración, de aliento, de exhortación, de orientación, de colaboración”. El Mensaje de este 2008 va claramente en esta línea. Ahora no queda más que lograr uno de los objetivos primarios de esta Jornada: que constituya la ocasión de un reflexivo llamado que sea acogido y despierte saludablemente las conciencias a un compromiso solidario por el bien de todos.
Jorge Enrique Mújica, LC