He leído en Infocatólica una encuesta realizado sobre mil quinientos clérigos anglicanos, cuyo resultado es para echarse a temblar; un dos por ciento no cree en Dios, un dieciséis por ciento lo duda, el 16% está a favor de prohibir el aborto mientras que el 37% apuesta por mantenerlo libre hasta la semana 24 o incluso más, el 39% está a favor del matrimonio homosexual, el 22% quiere que la ley permita la eutanasia. Con unos datos así, es lógico que estemos asistiendo a una rápida descristianización de Gran Bretaña. Pero la pregunta que surge inmediatamente es: ¿qué pasa en la Iglesia Católica?
En Efesios 6,10-20 está la solución a este interrogante. Se nos recuerda que nuestra lucha «no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los soberanos, autoridades y pòderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal». Es evidente que el demonio es más fuerte que nosotros y si luchamos solos contra él, estamos perdidos. Por ello san Pablo nos dice: «tomad las armas de Dios para poder resistir». Estas armas son la verdad, la justicia, la paz y la fe. Con ellas, y gracias a la ayuda de Dios, pasamos a a ser más fuertes que el espíritu del mal y la victoria caerá de nuestro lado, porque, como sigue diciéndonos San Pablo. «empuñad la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todo el pueblo santo».
Me parece que, especialmente en las últimas líneas, está la solución a lo que nos procupa. Esa solución se llama Palabra de Dios y oración. La Palabra de Dios, iluminada con la luz de la fe y por el Magisterio de la Iglesia, es una guía segura que nos evita el tomar vías falsas y callejones sin salida. Cristo fundó una única Iglesia, y para que nos fuese fácil en el futuro saber cuál era su Iglesia. entre todas la confesiones cristianas, estableció la sucesión apostólica. Donde está el Papa, allí está la Iglesia de Cristo. A un sacerdote y a cualquier fiel de la Iglesia Católica, ante las preguntas de si Dios existe, de si hay resurreción, de qué nos espera después de la muerte, o sobre cómo comportarnos en la gran mayoría de los problemas morales, tiene fácil contestación, porque el Magisterio de la Iglesia es guía de nuestra fe y la luz que nos indica el camino. Por ello soy bastante más optimista sobre la situación en la Iglesia Católica, pues aunque hay grupos bastante desorientados, como la Asociación de Teólogos Juan XXIII o los Cristianos para el Socialismo, creo que el número de sacerdotes progres, aunque por spuesto existen, sería no excesivamente numeroso y en constante disminución, tanto por fallecimientos, muchos son de edad avanzada, como por las secularizaciones.
En cuanto a la solución más eficaz para renovar como hay que hacer la Iglesia Católica, ella está en la oración: No hace mucho me contaba un amigo mío, que su hermano, antiguo alumno mío y hoy sacerdote en la diócesis de Washington, había aceptado la invitación del cardenal de allí para arreglar una parroquia, a la que el progre párroco anterior, había dejado en estado comatoso. Lo primero que hizo fue adquirir una estatua de la Virgen y reintroducir el culto a María, lo cual dicho de una parroquia católica, realmente es fuerte. En cuanto a España, encuentro signos de optimismo en la multiplicación de adoraciones al Santísimo y adoraciones perpetuas. Creo que cada vez hay más sacerdotes y sobre todo fieles que se toman cada vez más en serio la oración, sea por medio del rosario, sea recitando Laudes y Vísperas, sin olvidar por supuesto la Eucaristía. Y sobre todo pienso que ni Jesucristo ni la Virgen nos abandonan. Al fin y al cabo, mucho más que asunto nuestro, es de ellos. Eso sí, ojalá no les fallemos en la colaboración que nos piden.
P. Pedro Trevijano, sacerdote