El refranero castellano, con el adagio “año nuevo, vida nueva”, invita, cada comienzo de año, a la renovación de intenciones, al deseo de ser mejor, a consolidar una virtud que tenemos un poco olvidada, o a eliminar un vicio. Son tradicionales los deseos de adelgazar, aprender un idioma o dejar de fumar. Bienvenidos sean estos nobles intentos, aunque según las estadísticas en muy pocas ocasiones, o nunca, se cumplen.
Pero me temo que en este año 2009, al que vemos balbucear, el Ministerio de la Igualdad y su comisión parlamentaria para la revisión de la llamada ley del aborto, aliados con el Congreso de los Diputados van a ver cumplidos sus propósitos y estos sí que lo consiguen. Se han propuesto cambiar lo de “vida nueva” por “vida menos” y, probablemente, aprobarán una nueva ley del aborto que traerá muchas “vidas menos”: las de tantos concebidos y no nacidos que van a asesinar en el vientre de sus madres.
A este propósito, quizá se una también el ministerio de Sanidad, con el ministro a la cabeza, y probablemente veremos regulado el llamado “derecho a morir”, que yo, por otra parte, siempre he pensado que era una obligación de la naturaleza humana. Me temo que vamos a ver muchas “vidas menos” por el llamado suicidio asistido y, peor todavía, por la eutanasia, que no son exactamente lo mismo aunque nos quieran engañar.
La vida es un don de Dios. Este si que sería un buen propósito para este año: que los cristianos y cualquier persona de buena voluntad que no esté cegada por el egoísmo, reconozcamos que la vida es un regalo de Dios, y que nadie somos dueños de la vida de nadie, ni siquiera de la de nuestra, de donde se deduce que jamás estamos moralmente capacitados para eliminar la vida de un inocente. Claro que como dicen los buenos directores espirituales, los propósitos deben ser concretos para que puedan cumplirse. No basta decir, voy a ser mejor persona, hay que concretar.
Concretemos este propósito de que el 2009 veamos muchas “vidas nuevas”. En la Evangelium Vitae se nos proponen algunos compromisos: promover los centros de métodos naturales de regulación de la natalidad; extender los consultorios matrimoniales y familiares; crear centros de ayuda a la vida y las casas o centros de acogida a la vida; alentar comunidades de recuperación de drogadictos, las residencias para menores o enfermos mentales, los centros de atención y acogida para enfermos de SIDA, cooperativas de solidaridad para incapacitados; alentar los cuidados paliativos para enfermos terminales; ejercer la objeción de conciencia ante el aborto procurado y la eutanasia -también los políticos que deban votar estas regulaciones en las diversas instancias legislativas-; solicitar de los gobiernos políticas familiares que sean eje de una verdadera política social; en tiempos de crisis económica, diseñar políticas de economía de comunión, y a un nivel más de calle, ejercer la solidaridad con los necesitados; vivir el ecumenismo de las obras, trabajando todas las Iglesias y Comunidades eclesiales unidos por la defensa de la vida.
“La defensa y promoción de la vida no son monopolio de nadie, sino deber y responsabilidad de todos”, así dice Juan Pablo II en la Evangelium Vitae. Por lo tanto, esta lista de propósitos para este año nuevo sirve para todos, creyentes y no creyentes, para las personas de buena voluntad. Feliz año 2009.
Rafael Amo Usanos, sacerdote