Este viernes, 28 de febrero, vamos a presentar la nueva Coalición electoral que hemos constituido conjuntamente con Alternativa Española y el Partido Familia y Vida. Se trata de un proyecto único e irrepetible. Ninguna otra opción electoral se nos parece. Nadie más dice todo lo que nosotros vamos a decir. Fíjense bien los incautos y atiendan a la letra pequeña. Verán que nosotros no somos unos «arrepentidos» del sistema. No somos, por ejemplo, nostálgicos de la época de Aznar. Tampoco seremos de esos locos antisistema que acaban siendo manipulados por el poder. Somos una agrupación plural, transversal. Y somos gente seria. Venimos de una larga «travesía del desierto» y estamos decididos a que haya un antes y un después en la política española a partir de este proyecto.
Aún recuerdo el primer encuentro que tuve en Medinaceli hace ya siete largos años, con los entonces secretarios generales de estas dos formaciones amigas. En aquel entonces ya teníamos muy claro en la CTC que, por encima de cualquier legítima discrepancia, nos encontrábamos en una situación de emergencia política y social. No se trataba pues de llegar a una especie de acuerdo «de mínimos». Nuestra responsabilidad era más bien, y así lo hemos visto desde siempre, la de hacer algo, la de tratar de llevar al Parlamento Europeo, por ejemplo, al menos una voz que dijera cuatro cosas sencillas y claras: que abortar es una burrada, que hay que defender la familia y el matrimonio como Dios manda, que no podemos seguir tolerando el adoctrinamiento estatal a nuestros niños, que es preciso frenar ese cáncer de la partitocracia que ha sustituido el bien común por el bien partidista.
En estos últimos años hemos seguido muy atentamente cualquier movimiento político extraparlamentario, hemos buscado y comparado minuciosamente personas y propuestas, y gracias a Dios, finalmente hemos encontrado en AES y el PFyV dos aliados de confianza, gente de palabra con la que vamos a tratar de superar la fase que podríamos llamar del voto puramente testimonial. Esta vez no nos vamos a presentar a las elecciones para «hacer propaganda» sino para ofrecer a cientos de miles de españoles la oportunidad de elegir su representante en el europarlamento sin tener que taparse la nariz. No se si lo conseguiremos porque las amenazas, el boicot y las manipulaciones están cantadas; pero las perspectivas son ahora muy diferentes.
La Comunión Tradicionalista Carlista representa posiblemente la opción política más veterana del panorama político español. Y tan es así que algunos la identificamos directamente con la España tradicional, con la España de siempre, la de las familias sencillas y trabajadoras, la de nuestros clásicos, la que no necesitaba andar mendigando en los mercados extranjeros de las ideologías de moda. La España católica, madre de la Hispanidad. La de las raíces, y el tronco, y los frutos cristianos. Nuestro programa, forjado a lo largo de 180 años de lucha en contra de la revolución liberal y anticristiana incluye muchas propuestas y argumentos que no vamos a poner sobre la mesa en esta próxima campaña electoral. Porque hemos decidido centrarnos en unas pocas ideas-fuerza comunes que consideramos de máxima urgencia. Somos conscientes de que vamos a dejar en el tintero principios tal vez más importantes. No pasa nada. Hablaremos de ellos después de la campaña electoral.
Ahora vamos a centrarnos, sin tibiezas, en la defensa de los más débiles, de esos millones de niños no nacidos que son asesinados por leyes injustas y egoístas. Vamos a centrarnos en devolver a las familias su dignidad, su libertad y su importancia. Vamos a centrarnos en denunciar un sistema corrupto, manejado por partidos que parecen mafias, que convierten en masa amorfa lo que debiera ser una sociedad libre, viva y ordenada. Vamos a centrarnos en resistir a una Europa que se nos está comiendo sin apenas resistencia mientras gobierno y oposición juegan a ver quién es más europeista. Son todos ellos, como se puede ver, asuntos graves por los que merece la pena unir esfuerzos, siquiera sea en una campaña electoral. Lo que venga después... Dios dirá. Pero aquí y ahora, por nosotros que no quede. Ojalá fuéramos capaces de despertar ese misterioso «voto católico» del que tantas veces se habla en Infocatólica; o, cuando menos, ojalá pudiéramos reunir con nosotros a los partidarios del sentido común y la justicia social. No esperamos hacer nuestra campaña a base de créditos bancarios así que no tenemos más remedio que apelar a nuestros militantes y simpatizantes. Por favor, arrimad el hombro en los próximos meses. Pase lo que pase habrá merecido la pena.
F. Javier Garisoain Otero
Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista.