El título es una de las reflexiones de Monseñor Fernando Sebastián, que ha concedido una entrevista jugosa al semanario Alfa y Omega sobre la exhortación apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium: El Papa nos está pidiendo dejar nuestros refugios.
Que la progresía del relativismo dominante -sea del color que sea- está intentando confundir todo lo posible cualquier declaración del Papa nos descubre una estrategia más de los que desprecian a la Iglesia. Así, el Hombre del Año de la revista Time no se le concede a Francisco por su mensaje sobre el mal, el demonio, o sus repetidas citas a sus antecesores o sobre su insistente denuncia de la corrupción de los poderosos, sino por lo que ellos desean que haga el Papa: alterar la doctrina de la Iglesia adaptándola a la ideología dominante…
No importa. Los católicos tenemos que centrarnos en intentar aplicar lo que el Papa nos está enseñando. Los medios contribuyen a quedarnos en cuestiones superficiales. Unos hablan sólo de la economía, otros de que el Papa quita importancia a la moral, otros de cuestiones formales de importancia menor. Pero pocos nos hablan de la sustancia. Unos pocos porque quieren vivir cómodos en una religión más de normas que de amor. La mayoría porque sacan ventaja de la confusión. Otros, y muchos desde la jerarquía, porque tienen más miedo de las consecuencias de predicar la verdad que de las consecuencias que se derivan de ocultarla… Me han dolido los juicios al Papa citando un pasado inventado, como si se pudiera juzgar a los demás por cómo se comportarnos ante complejas situaciones, como si el padre bueno pidiera cuentas al hijo pródigo en vez de abrazarle y besarle. Como si no se creyera que el Espíritu Santo regale aún más gracia cuando una nueva misión obliga a una vida nueva.
El Papa Francisco desconcierta tanto cuanto menos se le escucha. Pero como siempre han desconcertado los Papas desde hace más de un siglo. Grandísimos papas por cierto. Este nuevo mensaje del Papa va dirigido a los católicos para animarles a una nueva evangelización desde la alegría del Evangelio. Tenemos muchas respuestas para un mundo lleno de preguntas. No podemos quedarnos tranquilos pretendiendo salvarnos siendo como el fariseo que se cree perfecto y desprecia al publicano. Tampoco podemos sacar conclusiones sobre lo que el Papa dice porque hayamos leído titulares tendenciosos nada amigos del mensaje de la Iglesia.
Aún a riesgo de equivocarnos, nunca son tan graves los errores del amor verdadero. Sin vivir como el mundo estamos llamados a transformarlo. Hay que dejar los refugios de comodidad. Hay que salir a las plazas y a los foros y hablar. Antes de predicar la moral de la Iglesia hay que mover religiosamente el corazón de la gente, dice Sebastián interpretando correctamente algunas frases polémicas del Papa. Sólo el que es feliz por este amor de Jesús es capaz de evangelizar a los demás: el Papa nos exhorta con un optimismo realista. Hay que salir, hablar y dar testimonio mucho más allá de los muros de una parroquia o de un movimiento concreto.
Y concluyo con otra afirmación de Monseñor Sebastián: El Papa nos pide mucho a todos. Incluso dice que el mismo Papa tiene que convertirse, y los obispos también. Lo dice con la alegría de saber que todos somos hermanos e hijos de Dios.
Blas Piñar Pinedo