Del 4 al 6 de noviembre de desarrolló en el Vaticano el primer encuentro del Fórum Católico-Musulmán nacido a raíz de la carta abierta que el 13 octubre de 2007, con ocasión del final del Ramadán (Eid-al-Fitr), dirigieran a Benedicto XVI y a otros representantes cristianos, 138 líderes musulmanes de 43 países distintos.
La carta de los intelectuales musulmanes (titulada “Una palabra común entre nosotros y vosotros”) se centraba en tres convicciones compartidas: “Dios es único, Dios nos ama y nosotros debemos amarle, y Dios nos llama a amar al prójimo”.
“Se trata de un texto muy interesante porque representa un documento nuevo, ya que procede sea de musulmanes sunitas que chiítas. Es un documento no polémico, con numerosas citas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento”, señaló el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso a varias agencias informativas (Cf. ACI prensa 12 de octubre de 2007). También aseveró que las afirmaciones contenidas en la carta son “un signo esperanzador porque demuestra que la buena voluntad y el diálogo pueden vencer a los prejuicios. Es un enfoque espiritual del diálogo inter-religioso que yo definiría como diálogo de espiritualidades”.
En septiembre de 2007, el periódico Le Monde (Cf. Jean-Louis Tauran, le Monsieur Islam du Vatican; 14.09.2007) publicó una significativa radiografía del purpurado francés con declaraciones interesantes que manifestaban su punto de vista respecto al diálogo con los musulmanes. Como recogía el diario Le Monde, el cardenal Tauran no cree en un diálogo teológico-doctrinal entre cristianos y musulmanes sino en un “diálogo existencial”, sin ceder al relativismo ni a la intolerancia. Posiblemente esto explique los dos anexos que la Santa Sede logró colocar como añadidos al tema general del reciente encuentro bilateral entre católicos y musulmanes en el Vaticano, cuyo tema central fue “Amor a Dios, amor al prójimo” (los anexos que se añadieron fueron: los fundamentos teológicos y espirituales y la dignidad humana y el respeto recíproco).
Por su parte, Benedicto XVI respondió a la carta de los líderes musulmanes, a través del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, con una carta dirigida al príncipe jordano Ghazi bin Muhammad bin Talal, presidente del Aal al-Bayt Institute for Islamic Thought, y uno de los firmantes de la carta: “Sin ignorar o disminuir nuestras diferencias en cuanto cristianos y musulmanes, podemos y debemos mirar a aquello que nos une, el hecho de creer en el único Dios, el benevolente Creador y Juez universal que al fin de los tiempos juzgará a cada uno según sus acciones. Todos estamos llamados a dedicarnos a Él y a obedecer su voluntad” (Cf. Risposta del Papa alla lettera aperta di 138 leader religiosi musulmani, 19 de noviembre de 2007).
De hecho, fue la carta-respuesta la que propuso organizar formalmente un encuentro de trabajo entre la delegación de los firmantes y el Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso, con la cooperación de algunos Institutos especializados (como el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos y la Pontificia Universidad Gregoriana).
La Lectio Magistralis de Ratisbona planteó la necesidad de un diálogo
Después de las violentas reacciones suscitadas en varios países de mayoría islámica tras la tergiversada interpretación mediática del discurso pontificio al mundo de la cultura en la universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006 (para leer el discurso Fe, Razón y universidad. Recuerdos y reflexiones, se puede acceder en el siguiente enlace), se evidenció la necesidad de un diálogo auténtico entre el mundo católico y el islámico. En un inicio de poco sirvieron las palabras de Benedicto XVI en el Ángelus del 17 de septiembre del mismo año cuando confesaba que estaba “vivamente afligido por las reacciones suscitadas por un breve pasaje de mi discurso en la Universidad de Ratisbona, considerado ofensivo para la sensibilidad de los creyentes musulmanes, mientras que se trataba de una cita de un texto medieval, que de ningún modo expresa mi pensamiento personal”.
En este marco, la carta de los líderes musulmanes vino a ser como una gota de agua en medio del desierto. Pero el precedente inmediato de un diálogo constructivo se remonta al 22 de agosto de 2007. En un ambiente ya menos tenso, hebreos, cristianos y musulmanes reflexionaron sobre la Lección Magistral del Papa en Ratisbona durante el encuentro titulado “Dios salva la razón”, dentro del marco del Meeting de Rímini. Por la parte musulmana intervinieron relatores como Wael Farouq, docente de ciencias islámicas de la facultad copto-católica de El Cairo; Sari Nusseibeh, presidente de la universidad Al Quds de Jerusalén; y Joseph H. Weiller, por la parte hebrea, del European Union Jean Monnet Chair.
En opinión de Farouq, la Lección de Ratisbona fue una manera de profundizar y hacer conocer la relación entre fe y razón en el mundo árabe. Por su parte, Nusseibeh reconoció que “el problema tocado por Benedicto XVI no tiene que ver con la razón en cuanto tal, sino con la racionalidad que significa vivir con moderación” la propia fe. “No existen religiones fanáticas, existen personas fanáticas”, precisó. Este curso supuso un paso adelante en el diálogo inter-religioso sobre el tema de la relación entre fe y razón dentro de la religión.
Otras cumbres, encuentros y declaraciones islámico-católicas
Al Fórum Católico-Musulmán le han precedido otros encuentros que han servido de apoyo y preparación. Ya en una entrevista al L´Osservatore Romano (Cf. 30.12.2007), el cardenal Jean-Louis Tauran refirió que “todo el 2008 se presentaba rico en reuniones”.
En febrero de 2008 tuvo lugar un encuentro en la universidad egipcia de Al-Azhar. También hubo acercamientos del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso con la World islamic call society de Libia y con el Royal Institute for inter-faith Studies de Amán, Jordania.
Sin embargo, fue hasta el 5 de marzo de 2008 que se hizo oficial la creación del Foro Católico-Musulmán. La nota de prensa emitida y firmada conjuntamente por el cardenal Tauran y el jeque profesor Abdal Hakim Murad, decía: “Para desarrollar ulteriormente el diálogo católico-musulmán, los participantes acordaron establecer el Foro Católico-Musulmán y organizar el primer seminario del foro en Roma del 4 al 6 de noviembre de 2008. Participarán 24 líderes religiosos y profesores de cada una de las dos partes (…) Los participantes serán recibidos en audiencia por Su Santidad Benedicto XVI”.
La institución del Foro Católico-Musulmán fue catalogada de histórica por el presidente del dicasterio para el diálogo entre las religiones de la Santa Sede (Cf. L´Osservatore Romano, 30.12.2007). ¿Realmente lo es? Sí pues es la primera ocasión que el Vaticano puede establecer diálogo con una amplia mayoría de representantes musulmanes de las dos principales tendencias (sunnies y chiíes). Ya desde antes, el Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso había secundado iniciativas de coloquios con pequeños grupos, las más de las veces de una u otra tendencia por separado.
En esa línea, el Comité Islámico-Católico celebró su XIV encuentro en el Vaticano, del 11 al 13 de junio de 2008. El tema central abordado fue “Cristianos y musulmanes, testigos del Dios de la justicia, de la paz y de la compasión en un mundo que sufre violencia”. Presidió por la parte católica el cardenal Jean-Louis Tauran, y por la musulmana, el profesor Hamind bin Ahmad Al-Rifaie, presidente del Foro Islámico Internacional para el Diálogo (Yeda, Arabia Saudita). El encuentro fue importante pues se llegaron a acuerdos bilaterales como el reconocimiento de que 1-de la dignidad intrínseca de cada ser humano se derivan derechos y deberes fundamentales, 2-la justicia es una prioridad en nuestro mundo, 3-la paz es un don que exige el compromiso de todos, en particular de los creyentes; 4- la religión contribuye, si se practica auténticamente, a la promoción de la fraternidad y de la armonía en la familia humana.
Del 28 al 30 de abril de 2008 se celebró el VI Coloquio entre el Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso y el Centro para el diálogo inter-religioso de la Organización para la Cultura y Relaciones Islámicas de Teherán (chií). El tema central fue “Fe y razón en el cristianismo y en el islam”, desglosado en tres subtemas (1-Fe y razón, ¿qué relación?, 2-Teología como investigación en la racionalidad de la fe y 3-Fe y razón confrontada con el fenómeno de la violencia). Los participantes llegaron a acuerdos comunes sobre los temas tratados y acordaron una reunión dentro de dos años en Teherán.
Otra cita inter-religiosa, fue la que se tuvo en la capital española del 16 al 18 de julio de 2008. Nacida como iniciativa del rey de Arabia Saudita, estuvo organizada por la Liga del Mundo Árabe (www.themwl.org) y participaron más de doscientos representantes del cristianismo, el islam y el hebraísmo. Al final se articuló la Declaración de Madrid, un documento que reconoce “el origen único de la raza humana y la igualdad de todos los hombres, sin distinción de color, raza o cultura”.
La Declaración reconoce a la familia como el fundamento de la sociedad y su piedra angular, por ello pide su tutela y seguridad. A su vez, la Declaración de Madrid individua en el terrorismo “uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo del diálogo y de la convivencia” y “un fenómeno global que exige esfuerzos internacionales para contrarrestarlo”. Por último, la Declaración invita a la Asamblea General de las Naciones Unidas a utilizar las conclusiones de esta conferencia para dar impulso al diálogo entre los seguidores de todas las religiones, organizando una sesión especial para el diálogo.
Más gestos
El cambio en ese clima de las relaciones entre católicos y musulmanes también ha tenido otros puntos a favor.
Benedicto XVI recibió en audiencia en el Vaticano al rey Abdullah de Arabia Saudita, el 6 de noviembre de 2007. La sala de prensa de la Santa Sede comunicó que el Pontífice y el rey saudí “reafirmaron el compromiso a favor del diálogo intercultural e inter-religioso, cuya finalidad es la convivencia fructuosa y pacífica entre personas y pueblos, y el valor de la colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos para la promoción de la paz, de la justicia y de los valores espirituales y morales, especialmente para reforzar a las familias” (Cf. boletín telemático Vatican Information Service, 6.11.2007).
Muchos medios de comunicación valoraron positiva y esperanzadoramente la visita del rey Abdullah pues entre el Vaticano y Arabia no existen relaciones diplomáticas y es bien conocida la situación de los cristianos en aquel país.
Por su parte, el gran muftí de Siria, Ahmad Badr El Din, invitó a Benedicto XVI a visitar su país con motivo del año paulino, el pasado mes de julio de 2008. “Lo que quisiera decir al Santo Padre es que en este momento Damasco es la capital de la cultura árabe y al mismo tiempo es la capital del Año de san Pablo” refirió a un grupo de periodistas que participaban en un viaje organizado por la Obra Romana de las Peregrinaciones teniendo como marco el año dedicado a san Pablo.
El gran muftí quitó peso a las reacciones que suscitó el discurso Papa en Ratisbona y declaró: “En el fondo, entre religiosos, intelectuales, no hay pelea sino diálogo y discusión. Y yo espero que el Santo Padre tenga un papel fundamental en la paz del mundo”.
Resoluciones del Fórum Católico-Islámico
¿A qué acuerdos llegaron y qué consecuencias se pueden esperar de este foro? Al concluir el fórum el pasado 6 de noviembre, se hizo público un comunicado en el que representantes de ambos grupos hacen una declaración común reivindicando la dignidad y el valor de la persona humana, indistintamente de su sexo, religión o procedencia. En el apartado número uno, de los quince que tiene el documento, se muestra como la concepción de un Dios fuente de amor es compartida por ambas religiones. Para los cristianos, ese amor se muestra en Cristo, y es inseparable del amor al prójimo. Para los musulmanes, el amor es un “poder eterno trascendente que dirige y transforma el respeto humano mutuo”, y emana de Dios.
Al recibir en el Vaticano a los participantes en el Foro, Benedicto XVI inició valorando positivamente la carta de los 138 líderes musulmanes y ponderando el gran interés que despertó el seminario. Refiriéndose a los temas concretos abordados declaró: “El tema del Foro «Amor a Dios, amor al prójimo: la dignidad de la persona humana y el respeto mutuo», subraya todavía más los fundamentos teológicos y espirituales de una enseñanza central en nuestras respectivas religiones. (...) Estamos llamados a compartir con los otros el amor que Dios derrama sobre nosotros sin mérito por nuestra parte".
En este sentido, el Papa alentó en su discurso a “cooperar en la promoción del respeto auténtico de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales, aun cuando nuestras visiones antropológicas y nuestras teologías lo justifiquen de formas diferentes".
Por eso mismo, el Santo Padre recalcó que “Sólo si reconocemos el papel central de la persona y la dignidad de cada ser humano, respetando y defendiendo la vida, que es un don de Dios, igualmente sagrado para los cristianos y para los musulmanes, encontraremos los puntos en común para construir un mundo más fraternal en el que las confrontaciones y las diferencias se arreglen pacíficamente y se neutralice el poder devastador de las ideologías"
Por último, Benedicto XVI lanzó un reto común para “demostrar, con nuestras palabras y por encima de todo con nuestros hechos, que el mensaje de nuestras religiones es indefectiblemente un mensaje de armonía y de entendimiento mutuo. Es esencial que lo hagamos, porque de lo contrario debilitaríamos no solo la credibilidad y la eficacia de nuestro diálogo, sino también nuestras religiones […] "Aunemos nuestros esfuerzos -concluyó el pontífice- (...) para superar todos los malentendidos y desacuerdos. Tenemos que decidirnos a superar los prejuicios pasados y a corregir la percepción, a menudo distorsionada del otro, que pueden crear todavía hoy dificultades en nuestras relaciones. Trabajemos juntos para educar a todas las personas, sobre todo a los jóvenes, en la construcción de un futuro común".
Jorge Enrique Mújica, L.C.