El 4 de diciembre Libertad Digital publicó un artículo de César Vidal que ese diario ha mantenido en lo alto de su sección de Opinión toda la semana, incluso por encima de otros publicados días después. El sentido de ese artículo lo sintetiza bien el propio autor en el primer párrafo: “España se quedó descolgada del regreso a una serie de valores recogidos en la Biblia que se tradujeron en aquellas naciones donde triunfó la Reforma en una nueva ética del trabajo, una superior cultura crediticia, una alfabetización acelerada, una revolución científica y un reconocimiento de la primacía de la ley”, asegura Vidal.
¿La mentira es lo que caracteriza a los que no somos luteranos?
Don César respalda esta idea poniendo varios ejemplos que me parecen muy chocantes. A modo de ejemplo, en el cuarto párrafo el conocido historiador y presentador de esRadio afirma: “Guste o no guste reconocerlo –en esto no pocos españoles son también tuertos y sólo dan importancia a las mentiras que les perjudican o que pronuncian los del otro lado– la mentira es una característica bien triste de las naciones en las que no triunfó la Reforma.” Cuando estudié filosofía me enseñaron que toda generalización es una injusticia, pues atribuye a la totalidad las características de una parte. Según la Wikipedia hay unos 73 millones de luteranos en un mundo con 7.000 millones de habitantes. Tesis del estilo de la mentira es una de las características de los 6.927 millones de seres humanos que no comparten mi religión me parecen bastante atrevidas, por ser suave en la calificación.
Lo que de verdad dice el Catecismo católico sobre la mentira
Lo paradójico del caso es que don César, por quien siento mucho respeto -algo que nunca ha empañado el hecho de que él sea luterano y yo católico- falta a la verdad a la hora de respaldar su insostenible tesis con las siguientes palabras:
“A lo mejor es verdad que la mentira carece de relevancia salvo en casos especiales como enseña el último Catecismo de la iglesia católica, pero no da la sensación de que el Dios que le entregó los mandamientos a Moisés pensara lo mismo.”
Tengo la sensación de que a don César se le ha escapado algún párrafo del Catecismo. Traigo estos cuatro que cualquiera puede leer en la web de la Santa Sede:
2483 La mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error. Lesionando la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor.
2484 La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, según las circunstancias, las intenciones del que la comete, y los daños padecidos por los que resultan perjudicados. Si la mentira en sí sólo constituye un pecado venial, sin embargo llega a ser mortal cuando lesiona gravemente las virtudes de la justicia y la caridad.
2485. La mentira es condenable por su misma naturaleza. Es una profanación de la palabra cuyo objeto es comunicar a otros la verdad conocida. La intención deliberada de inducir al prójimo a error mediante palabras contrarias a la verdad constituye una falta contra la justicia y la caridad. La culpabilidad es mayor cuando la intención de engañar corre el riesgo de tener consecuencias funestas para los que son desviados de la verdad.
2486 La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. Contiene en germen la división de los espíritus y todos los males que ésta suscita. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales.
Después de leer estos cuatro párrafos, ¿alguien puede sostener en serio que “la mentira carece de relevancia” para la Iglesia Católica?
La propiedad privada: echándole la culpa al semáforo
César Vidal también se refiere a la propiedad en los siguientes términos: “Históricamente, el español no ha contemplado la propiedad privada como un derecho inviolable frente a los poderosos que es tanto más esencial cuanto más ayuda a proteger la libertad individual. Ésa es una idea neta y rotundamente protestante, surgida de las páginas de la Biblia, pero no ha arraigado jamás en las naciones donde no triunfó la Reforma.” De esto último, en fin, tendría que deducir que la siguiente afirmación es obra de algún teólogo protestante: “Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.” Pero resulta que no, que esto no es obra de ningún autor protestante, sino que aparece en el Catecismo de la Iglesia Católica (2409).
Es injusto atribuir a la Iglesia Católica las desobediencias a sus enseñanzas, mientras se hace lo contrario con el luteranismo. Es como si yo me salto a sabiendas un semáforo en rojo y atropello a alguien y resulta que le echan la culpa al semáforo…
¿Eran Isabel I de Inglaterra y Sir Francis Drake grandes católicos?
Pero bueno, asumiendo la tesis de César Vidal en lo relativo a la propiedad, quizás deberíamos suponer que Sir Francis Drake y otros piratas a los que la reina Isabel I de Inglaterra dio patente de corso eran, como dicha monarca, personas dominadas por una errónea idea católica sobre la propiedad privada. Tal vez Oliver Cromwell era un católico y por eso desposeyó de sus haciendas, en el siglo siguiente, a muchos miles de irlandeses que se negaron a abandonar su fe católica (vaya paradoja). En los dos siglos siguientes debieron ser católicas las autoridades coloniales que discriminaron a los irlandeses católicos -¿otra nueva paradoja?- en la compra y posesión de propiedades y en su herencia, haciendo que éstas pasaran masivamente a manos de protestantes, una tremenda falta de respeto por la propiedad privada seguramente atribuible a que allí no triunfó la Reforma protestante…
Pero no. Isabel fue la que consolidó la Iglesia de Inglaterra separada de Roma por su padre, Enrique VIII; Iglesia encaminada al luteranismo por su hermano Eduardo VI, que ordenó encarcelar e incluso mandar a la hoguera a muchos católicos que se negaron a someterse a la nueva religión del Estado; Iglesia, en fin, reafirmada en el luteranismo por la propia Isabel. El citado Sir Francis Drake, por cierto, era hijo de un granjero y predicador luterano. En cuanto a Oliver Cromwell era puritano, es decir, miembro del ala más radical del luteranismo. Y las autoridades coloniales que pisotearon el derecho de los irlandeses a su propiedad privada fueron inglesas y para más señas anglicanas. ¿Significa esto que debemos asociar el luteranismo con la piratería, el saqueo, las quemas de disidentes y la usurpación de propiedades? Pues claro que no. Errores y pecadores los ha habido en todas las religiones (y en la ausencia de ellas), y de esto no nos libramos ni católicos ni luteranos. Humanos somos y, por tanto, erramos y pecamos. Ésa es la triste realidad, señor Vidal.
¿Es el ateo y comunista Gaspar Llamazares un ejemplo de católico?
Lo que más me ha llamado la atención del artículo de don César es que para respaldar su tesis recurre a unas declaraciones de Llamazares tachando de “luterana” la política de ajustes de la Unión Europea. No he conseguido encontrar dichas declaraciones del excoordinador de Izquierda Unida, conocido ateo que ha dirigido contra la Iglesia Católica ataques de todo tipo. ¿Será ése un arquetipo del católico español para don César? El presentador de esRadio también se refiere a un sacerdote que apareció en una tertulia televisiva arremetiendo contra el capitalismo, y eso lo pone como un hecho que demuestra “la realidad de nuestras diferencias”. Esto es como deducir de la militancia comunista del Padre Llanos que los católicos somos unos rojos (borrando de un plumazo las condenas católicas contra el comunismo), o como tomar el ejemplo de los pastores luteranos de los Deutsche Christen para concluir, injustamente, que los protestantes son unos nazis (olvidando la crítica e incluso la resistencia al nazismo que sostuvieron muchos pastores y laicos luteranos).
¿Por qué no recordó César Vidal que hace dos meses docenas de católicos se manifestaron ante la Embajada de Irán para pedir la liberación de un pastor luterano? Desde este blog -e insisto, yo soy católico- he pedido la liberación de Youcef Nadarkhani sin esconder en ningún momento su condición de pastor evangélico, porque eso no me hace olvidar que es un ser humano como yo, pero que por su condición de cristiano habrá muchos que pasen olímpicamente de él, igual que hay quien pasa de los judíos agredidos por fanáticos antisemitas mientras desde blogs de católicos como éste se apoya a los hebreos agredidos. No me verá a mí dedicar entradas a marcar distancias con judíos y luteranos mientras se sigan produciendo estas cosas, desde luego. No me parece serio.
¿Remarcar lo que nos diferencia, o remarcar lo que nos une?
Precisamente hay que decir que con el señalado ya son seis artículos seguidos de don César dedicados al propósito de marcar distancias con los católicos. En fin, no le discuto su tenacidad a la hora de hacer proselitismo: es tan loable su dedicación como cuestionable es el método. Tampoco le discuto a César Vidal que así conseguirá algún nuevo fichaje para el liberalismo e incluso el luteranismo, pues es un hombre de brillante palabra aunque algunas de sus afirmaciones sean tan discutibles como las que he repasado. Ahora bien: por cada fichaje que consiga, ¿a cuántos estará espantando? Los comentarios del citado artículo pueden servir de muestra. Me quedo con uno firmado por Munzenbe ayer por la tarde:
“En esos EEUU que Vidal tanto admira, católicos, protestantes sensatos y judíos unen fuerzas en las “culture wars” (aborto, familia, educación, etc.) frente a los progres. Buscan lo mucho que tienen en común, y ponen entre paréntesis lo que les separa. Es lo propio de los hombres de buena voluntad y de los cristianos que tengan dos dedos de frente.
Pero no, Vidal, tras haber conseguido notoriedad nacional y miles de lectores gracias a su paso por la emisora católica COPE, aguarda cucamente a salir de la misma para soltar “tó lo que lleva dentro”. Y lo que llevaba dentro resultó ser sectarismo anticatólico de la peor especie. ¡En lugar de estrechar lazos entre católicos y protestantes frente al enemigo común progre, a desenterrar polémicas estériles!“
Por mi parte, tomo nota de lo que dice este señor. La Iglesia Católica ha tenido sus luces y sus sombras a lo largo de sus casi 2.000 años de historia; lo propio de una institución formada por seres humanos, el primero de cuyos Papas, además, cometió la vergüenza de negar tres veces a Cristo. Juan Pablo II y Benedicto XVI -y cito a éstos porque son los que yo he conocido desde que tengo memoria- han pedido perdón en varias ocasiones por los errores de la Iglesia como jamás lo había hecho ningún otro líder religioso. No hace falta que don César Vidal nos recuerde lo torpes que somos, pues ya lo sabemos. Por mi parte, conozco a excelentes personas que son luteranas y no le veo sentido a batallitas más propias del siglo XVI que del siglo XXI, por mucho que satisfagan a algunos católicos y a algunos luteranos que están tan preocupados por don César por resaltar lo que nos diferencia, en vez de lo que nos une. Yo tengo claro lo que me une al resto de los cristianos y a todas aquellas personas que, no siendo cristianas, comparten principios como la defensa de la vida y de la libertad, y desde luego no dedicaré ni seis artículos, ni tan siquiera seis líneas a remarcar diferencias con ellos. Haga el señor Vidal, por su parte, lo que le parezca.
Elentir
Publicado originalmente en "Contando estrellas"