Padres y a la vez educadores

La modelación de la personalidad, la humanización, la educación en valores en el seno de la familia es lo que sociedad espera de los padres. Enseñar a ser moralmente bueno, tal vez sea el aprendizaje por excelencia.

Pasado el periodo de descanso vacacional, la vida académica vuelve a su normalidad . Estos días de Septiembre han estado dominados por el ajetreo que conlleva “la vuelta al “cole”... Ha habido que adquirir los libros y el material escolar necesario, ha habido que preocuparse  para que el equipamiento del colegial estuviera completo y no les faltara de nada; aunque ello conllevara algún que otro sacrificio… Por fin, según parece, los padres van tomando conciencia  de que la mejor herencia que pueden dejar a los hijos, no es un rico patrimonio, como en otros tiempos, sino que su porvenir hay que buscarlo a través de la educación.  Ya nadie duda que el futuro de las personas y de los pueblos depende de la preparación que se tenga. Lo que no parece tan claro es el papel que al padre y a la madre les corresponde asumir en este asunto tan fundamental.

Hace unos años, la educación de los hijos era vista  por el padre y por la madre como una de sus deberes fundamentales y se asumía esta tarea de modo natural y responsable; pero esto ha ido cambiando. Muchos son los padres que  actualmente se están desentendiendo de la educación y envían a sus hijos a los colegios, para que sean otros quienes los eduquen , bien porque ellos no tienen tiempo, porque no saben , porque no quieren o porque no están dispuestos a comprometerse.

Antes de seguir adelante, convendría distinguir que en esto de la educación una cosa es la instrucción que compete fundamentalmente al profesor, encargado de trasmitir aquellos conocimientos básicos, para que los alumnos lleguen a ser unos profesionales competentes el día de mañana y otra cosa es la formación humana, orientada a hacer de cada sujeto una persona cabal. Tal sería el reto que a los padres compete primordialmente y es aquí donde quería llegar

La modelación de la personalidad, la humanización,  la educación en valores en el seno de la familia es lo que sociedad espera de los padres. Enseñar a ser moralmente bueno,  tal vez sea el aprendizaje por excelencia. En esta tarea tan fundamental, nadie puede suplir la labor del padre y de la madre. Ni los profesores, ni los catequistas pueden ser sus sustitutos. La razón de esto es fácil de comprender. La formación humana y moral es  fundamentalmente un ejercicio del corazón,  una actividad nacida del amor y cierto es que como el amor del padre y de la madre , no hay ninguno. La afectividad, sobre todo en el periodo de la infancia, tal como nos enseña la Psicología resulta ser decisiva en el futuro desarrollo de la personalidad del niño o de la niña.

Los padres han de decidirse de una vez por todas a afrontar sin miedos el difícil reto de formar a sus hijos, han de atreverse de educarles como personas que son, de inculcarles los valores humanos y éticos en los que creen, han de  ser conscientes que  si no  lo hacen así, serán los propios hijos los que un día se sentirán decepcionados. Tarde o temprano el niño a quien todo se le consiente, acabará volviéndose contra sus padres para echarles en cara que cuando más lo necesitaban le dejaron crecer sin el apoyo  y orientación moral que necesitaba. Los padres tienen que tener muy claro que la educación en su sentido más profundo es un derecho inalienable que les corresponde frente al Estado y un deber inexcusable cara a los hijos  

Naturalmente el apoyo moral, humano o religioso de que hablo , no se debe limitar a dar buenos consejos , hay que dar un paso más y comenzar a predicar con el ejemplo . Si de algo se puede acusar  hoy a los padres y sobre todo a los padres católicos es de ser bastante inconsecuentes, de no vivir en consonancia con sus creencias y convicciones. Con frecuencia la educación que quieren para sus hijos, no se corresponde con la vida que ellos llevan y con su modo de proceder. Se han olvidado de que educar a los hijos es un ejercicio que ha de estar orientado por aquel consejo de la sabiduría clásica  que dice: “Pocos mandatos, muchos ejemplos”.

Ángel Gutiérrez Sanz, Catedrático de Filosofía

5 comentarios

Padre Objetor
Excelente.
Recuperar la distinción entre instrucción y formación no es un una perogrullada hoy en día.
El tirón de orejas a los padres, 'justo y necesario'. Empezando por el que suscribe.
29/09/11 6:07 PM
Antonio López Sernández
Totalmente de acuerdo, querido Ángel. Debemos predicar con el ejemplo. Ni la Iglesia ni el Estado son los primeros responsables. Una vida engendrada en el amor y por amor, los padres tienen que ayudarla a crecer y desarrollarse. Este derecho-deber de los padres para la educación es esencial, primario e insustituible. Creo que una de las muchas barbaridades de nuestros dirigentes actuales (estamos en septiembre de 2011) es la mal llamada "Educación para la ciudadanía". ¿Qué haríamos, admirado Ángel, si no estuviéramos jubilados, en nuestra cátedra de Filosofía? Un abrazo: Toño.
29/09/11 10:33 PM
María E. Velasco
Angel:tu articulo toca la Excelencia.Felicidades.
Creo que vivimos tiempos difíciles en cuanto a la Educación se refiere.Por un lado está el Estado, intentando destruir implacablemente los valores tradicionales, morales y éticos en los que ha vivido siempre nuestra Sociedad. Por otro, la ausencia de la madre en el hogar está siendo la causa de que los niños se sientan muy solos y los padres quieran suplir las ausencias con regalos materiales, ignorando que lo que ellos necesitan es su buen ejemplo, su cercanís, aprendizaje en los valores y poner los límites a tiempo.Ni mucho más, ni mucho menos.
30/09/11 12:51 AM
Blanca Toledo
Estoy de acuerdo en totalidad.El lema suele ser la compra masiva de regalos,pobre presencia de los padres en cantidad y calidad.Los regalos no van en función del esfuerzo por ellos realizados.Los niños sufren soledad, disimulada por regalos,muchas veces
3/10/11 5:15 AM
Nora
Angel: Qué produndo es lo que dices, estoy totalmente de acuerdo con:

Antes de seguir adelante, convendría distinguir que en esto de la educación una cosa es la instrucción que compete fundamentalmente al profesor, encargado de trasmitir aquellos conocimientos básicos, para que los alumnos lleguen a ser unos profesionales competentes el día de mañana y otra cosa es la formación humana, orientada a hacer de cada sujeto una persona cabal. Tal sería el reto que a los padres compete primordialmente y es aquí donde quería llegar

La modelación de la personalidad, la humanización, la educación en valores en el seno de la familia es lo que sociedad espera de los padres. Enseñar a ser moralmente bueno, tal vez sea el aprendizaje por excelencia. En esta tarea tan fundamental, nadie puede suplir la labor del padre y de la madre. Ni los profesores, ni los catequistas pueden ser sus sustitutos. La razón de esto es fácil de comprender. La formación humana y moral es fundamentalmente un ejercicio del corazón, una actividad nacida del amor y cierto es que como el amor del padre y de la madre , no hay ninguno. La afectividad, sobre todo en el periodo de la infancia, tal como nos enseña la Psicología resulta ser decisiva en el futuro desarrollo de la personalidad del niño o de la niña.


Obviamente que la formación humana parte de los padres, pero te digo que aveces nos encontramos con chicos que tienen una historia tan cruel, que los docentes en determinados momentos llegamos a
7/10/11 11:13 PM

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