Sugerencias saludables para sacerdotes... y para todos (y II)
Solo en segundo lugar, después de haber revisado nuestra vida personal, nuestras instituciones, nuestros procedimientos, podremos preocuparnos sin presunción de los métodos y objetivos pastorales. Entiendo que una pastoral sincera, evangélica y eclesial, una pastoral realmente cristiana, tiene que insistir de manera positiva, sin temores de ninguna clase, de manera convincente y armoniosa, en aquellos puntos de nuestra fe que están hoy más olvidados o son más duramente cuestionados.
Si el verdadero Pastor es Jesús, el punto de vista de la verdadera pastoral tendrá que ser preguntarnos, no qué es lo que la gente va a aceptar con más facilidad, sino lo que ahora mismo, en estas mismas circunstancias haría o diría Jesús, el buen Pastor ¿cómo acogería Jesús a esta persona, qué le diría, como le ayudaría a descubrir el Reino de Dios y aceptar sus dones?
En concreto, pienso que nuestra pastoral tiene que ser una pastoral hecha en clave de servicio, de ofrecimiento, en un exquisito respeto a la libertad y a los caminos de cada uno. Sin juzgar, sin regañar, sin querer imponer reglamentaciones y ordenamientos secundarios y contingentes. A partir de una acogida humilde y servicial, nuestra predicación tendría que privilegiar todo lo referente al conocimiento y a la aceptación de Dios como Creador y Salvador de nuestra vida.
Necesitamos ayudar a nuestra gente a vivir en la convicción de que somos criaturas, que tenemos que vivir como criaturas, en la alabanza, en la gratitud, en la obediencia, en la confianza, en el amor. Esa es la verdad, la única verdad. Todo lo demás son ficciones que no nos pueden salvar. Hemos de asentar la consistencia de la fe y la coherencia de la vida de nuestros cristianos en unas pocas convicciones muy claras y muy firmes: la adoración, la imitación y el seguimiento de Cristo, la esperanza y el deseo de la vida eterna, la primacía de la caridad como norma suprema y efectiva de nuestro comportamiento.
De esta manera conseguiremos que nuestra pastoral sea una continua recuperación del rostro de Jesús, de su palabra, de sus hechos, de su presencia iluminadora y santificadora. Para lograrlo tendremos que utilizar mucho más y recurrir con más frecuencia a los evangelios, a la tradición y la comunión de la Iglesia, al ejercicio personal y comunitario de la caridad.
En la actualidad hablamos demasiado de la Iglesia. Queremos recuperar el respeto y la credibilidad de la Iglesia. Es una pretensión justa. Pero para conseguirlo, en vez de entrar directamente en la cuestión tendremos que aprender a presentar el ser de la Iglesia como resultado de la fe en Jesús. Es Jesús quien nos salva y no la Iglesia. Jesús y no la Iglesia tiene que ser el centro de nuestra predicación. Invitamos a creer en Jesús y en el Dios de Jesús, no en la Iglesia. Cuando una persona cree sinceramente en Jesucristo le resulta muy fácil creer en la Iglesia y amarla como familia de Jesús. A pesar de los pecados de los cristianos. Cuando no existe esta fe en Jesús y en el Dios de la salvación, es inútil creer que crean en nosotros y nos traten con respeto.
Con frecuencia entendemos mal y practicamos peor el buen deseo de renovar y rejuvenecer nuestra Iglesia. Hemos hablado mucho del “aggiornamento” y de la necesidad de renovar las estructuras y el lenguaje de la Iglesia. Pero no siempre lo hemos entendido bien. La juventud y el vigor de la Iglesia no vienen de la adaptación de nuestra doctrina y de nuestras costumbres a los gustos y los usos del mundo contemporáneo, sino de la proximidad real y vital de nuestras mentes y nuestros corazones con Jesucristo, que es la fuente viva y siempre joven de la vida de la Iglesia. En una dialéctica rectamente comprendida es la Iglesia, con la fuerza del Espíritu Santo, la que tiene que renovar y rejuvenecer constantemente al mundo.
Es verdad que la Iglesia y los cristianos recibimos muchas cosas del progreso de la sociedad y de las adquisiciones de los hombres, pero este enriquecimiento no pasa de lo circunstancial y funcional. En lo más profundo, en las intenciones y aspiraciones de los corazones, en la rectitud y claridad de las conciencias, en la justicia de las actuaciones, es la Iglesia y los dones del Espíritu los que son luz y fermento para el mundo, garantía de justicia y de progreso. De esta manera podremos vivir en el mundo sin ser de este mundo, podremos mantenernos ciudadanos del cielo en un mundo cerrado sobre sí mismo, para llegar a ser testigos de la vida eterna de Dios en un mundo que quiere vivir encerrado en sus propias tinieblas. La obra de la evangelización tiene que ser muy amplia y requiere la participación de la Iglesia entera. Cada uno tiene su misión propia en la gran movilización evangelizadora. Los Obispos, los sacerdotes y religiosos, los seglares, los jóvenes y los adultos, todos tenemos nuestro sitio en este gran despliegue apostólico. Es preciso reconstruir la humanidad entera en su verdad.
Actualmente estamos descubriendo y sufriendo las consecuencias de una realización práctica y coherente de la visión del hombre sin Dios. Poco a poco nuestra sociedad va sacando las consecuencias de la secularización radical y van apareciendo las consecuencias de una cultura atea, donde el hombre pretende darse el tratamiento de dios de si mismo. Por eso no podremos articular una respuesta adecuada ni podremos devolver al hombre el respeto a su propia identidad, si no nos centramos en el esfuerzo concordante para que llegue a reconocerse como “interlocutor de Dios” y candidato a la vida eterna. Ningún mal se puede restaurar sin devolver al hombre el reconocimiento de si mismo como criado a imagen y semejanza de Dios. La verdad de Dios y nuestra relación con El es el gran tema de la evangelización. Este fue sin duda el centro de la predicación y de la vida de Jesús, esta es también la misión permanente de la Iglesia. Esta es, en en estos momentos, la misión apremiante y honrosa de cada uno de nosotros.
24 comentarios
La COPE ha hecho hoy una APOLOGÍA DEL ABORTO en boca de Jiménez Losantos y Pedro J. Ramirez, pidiendo una ley de plazos.
Jimenez Losantos ha dicho que hasta la Iglesia autoriza a abortar a monjas violadas, y que como no va a abortar una niña de 17 años violada.
Lo peor es como "venden" el producto a los oyentes: contra el aborto radical de ZP, un aborto moderado y regulado por una buena ley.
¡Que asco de programa!
También es notable cómo se nos van colando gente indeseable en nuestros foros.
Por otro lado, yo puedo presumir sanamente de que el Padre Luis, uno de los de mi Parroquia, es de aquellos que atraen la gente a la Iglesia; sus homilías son clases magistrales de Moral, Historia, Filosofía, Teología...una delicia. Para mí, el acontecimiento estrella de la semana es ir a Misa. Ir a Misa todos los domingos, y tratar de disfrutarla es, como dice Juan Pedro, una forma sencilla de hacer Iglesia.
"LA JERARQUÍA SE OPONE A LOS FIELES.
09/07/08. Es el subtítulo de un artículo del diario francés Liberation.fr del día 7 de julio. Se refiere al episcopado francés pero, lamentablemente, ocurre en otros países. Hay algunos obispos con prejuicios absurdos hacia el latín y la misa clásica, acomodados a la mediocridad formal y teológica de una interpretación falsa del Concilio Vaticano II, incapaces de entender la grandeza y necesidad del magisterio de Benedicto XVI para sanar la Iglesia de la pobreza litúrgica y del relativismo doctrinal que campean en ella, soberbios ante la autoridad del Papa como fruto nefasto de ese postconcilio. Así es el perfil de quienes hoy obstaculizan las peticiones de los fieles.
Liberation.fr "
La otra idea es que estamos descubriendo y sufriendo las consecuencias de la secularización, del hombre que es dios para sí mismo y excluye al Dios verdadero. Ya profetizó Nietzsche la tragedia que supondría para el hombre la muerte de Dios, su orfandad. Sin Dios, sin verdad, sin valores, sumergido en el más puro nihilismo, sin saber a qué atenerse, ni cuál es el sentido de la vida, el panorama resulta descorazonador.
¿No será posible una reacción hacia una vida más espiritual en la que Dios fuera el centro, ya que el vivir sin trascendencia, sólo de materialismo, está dando tan mal resultado?
Sr. Monseñor. Esta frase suya me ha encantado y sería maravilloso que así fuese su labor pastoral. Me temo que no es así en la práctica, puesto que la iglesia católica lleva imponiendo sus dogmas desde su creación.
Pero si de verdad cree que ese sería el camino a seguir le animo a ello.
-No oí lo que dijo la COPE acerca del aborto, o de los posibles cambios de legislación sobre el aborto. En cualquier caso, la doctrina de la Iglesia la tenemos muy clara y la hemos dicho en todos los tonos. Es cierto que a los que participan en la COPE se les podía pedir un mejor conocimiento de la doctrina católica en temas tan importantes. El Aborto voluntario es siempre un asesinato. Con agravantes. Por lo cual no es lícito nunca. A los problemas que se puedan plantear, como consecuencia de embarazos no queridos o con dificultades, hay que buscarles solución por otro camino, pero no matando al niño, que es el menos culpable. Curioso, ahora que gracias a Dios ganamos en sensibilidad contra los malos tratos a las mujeres, no quieren ni oir hablar de ese mal trato a los niños no nacidos que es triturarlos en el vientre de su madre. Una vez más NO SE QUIEREN ENTERAR.
- Yo también pienso que hoy en nuestra sociedad hay dos maneras de entender la vida profundamente distintas. La distinción más profunda no está en derechas e izquieradas sino en los que creemos en Dios y los que no solamente no creen sino que piensan que creer en Dios es malo y hace daño a la sociedad. Laicismo militante. Se quiera o no, de creer en Dios o no creer en El, nace una visión del mundo y de la vida bastante diferente, en muchas cosas opuestas. Yo creo que podemos convivir y tendríamos que convivir respetuosamente. Nos falta mucho. Hara falta tiempo y buena voluntad. A mi me gustaría que pudiéramos convivir con respeto unos y otros, que pudiéramos hablar y dar cada uno sus razones, buscando todos la verdad con humildad y sinceridad. El diálogo con los que no creen ayuda a creer más y mejor, nos ayuda a valorar más los bienes de la fe, a rezar por los que no creen, a ayudarles a deshacer malentendidos y caminar hacia el reconocimiento de Dios, si es que quieren buscar la verdad y acogerse a la paternidad de Dios.
- Lo que decís de las parroquias tiene bastante de verdad, lamentablemente. Pasa una cosa, o muchas cosas. Los sacerdotes, en muchas partes, son cada vez mayores. Muchos cristianos no van a sus parroquias sino que van a otras iglesias, a otras celebraciones. Otros muchos no van a nada, la gente que va suele ser también bastante mayor.... Claro, eso es la pregunta del millón, si fueramos capaces de poner nuestras parroquias en órbita, de modo que fueran comunidades cristianas vivas, orantes y operantes, tendríamos la Iglesia renovada. Pero eso tiene que ser el fin de mucho esfuerzo, de mucha oración, de mucho apostolado, de mucha unidad y de mucha conversión! Ahí estamos. Con confianza porque el Señor está con nosotros, y la Virgen María, y los santos. Que conste que hay mucha gente buena que no hace ruido, y se hacen muchas cosas buenas, pero es cierto que tenemos que ir a más. Una opinión, no tengais escrúpulo en ir donde os atiendan mejor, en las celebraciones, las homilías, las confesiones... estamos para servir y tenemos que hacerlo lo mejor posible.
- Para mi está claro que no debemos discutir lo que el Papa recomienda. Primero porque no conocemos la situación universal, a la cual tiene que responder el Papa en su gobierno. Segundo, porque él tiene una asistencia del Señor y del Espíritu Santo que nosotros no tenemos, Y luego porque en la Iglesia tiene que haber libertad para todo lo que es opinable. Si hay personas que quieren la Misa en latín, que la tengan, no hacen ningun mal a nadie. El caso es que todos pongamos el corazón en vivir la Eucaristía cada vez mejor, con más piedad, con más amor, con más frutos de caridad y de apostolado. Todas las demás discusiones son pérdidas de tiempo y de caridad.
- nocreoysoybuena, ¿no hay un poco de guasa en el nombrecito? Seguro que si creyera sería mejor y seguramente viviría más feliz. Yo puedo comprender que una persona no crea, puede haber muchas razones de tipo subjetivo, no entro en eso. Comprendo menos que alguien se jacte o presuma de no creer. A mi me suena como si alguien dijera "no veo nunca la luz del sol y sin embargo vivo a gusto", puede ser, pero no es muy normal, no? En fin perdone, no quiero ofender. Pero tampoco me parece honesto no decir claramente mi punto de vista. Para mí la existencia de Dios no es un adorno que se quita y no pasa nada. Es una afirmación clave y determinante en la visión del mundo y la comprensión de nuestra existencia, del ser de uno mismo, de la libertad, de la esperanza, del ideal de vida. El testimonio de Jesús es una parte importante del patrimonio de la humanidad, no podemos prescindir de él sin empobrecer nuestra vida. Comprendo, esto es lo quedice un cristiano. Vd. tiene otra manera de ver las cosas. Yo le deseo que sea muy auténtica y muy feliz. Y desde mi fe deseo que Dios la acompañe siempre y le salga al encuentro.
Monseñor Sebastián, dice usted que la distinción más profunda está entre quienes creen en Dios y quienes piensan que creer en Dios es malo y hace daño a la sociedad. Pero hay en España un numeroso grupo de personas que viendo que la sociedad obtiene muchos beneficios de la Iglesia de Cristo, la odia mucho más que si fuese una institución irrelevante. Aun siendo mujeres, sienten más respeto por la religión islámica que maltrata y desprecia a la mujer considerándola muy inferior al hombre. Sienten más aprecio por una de las muchas ONGs podridas por la corrupción, quizá porque ellos o sus familiares meten ahí la mano o esperan meterla.
La forma de ofender las creencias y los símbolos sagrados de los católicos que algunos “artistas” han hecho en Extremadura y en otras regiones de España no nace del pensamiento, del que algunos carecen casi por completo (y estoy siendo generoso). Nace de un odio irracional, nace también de que saben que apelando a los instintos más sucios y bajos de muchos progresistas, obtendrán el aplauso y la subvención, cuanto más procaces y miserables se muestren, mejor para su bolsillo. Y estos comportamientos están en la izquierda de Zapatero y Llamazares. En la izquierda de un Zapatero que llevaba a sus hijas a un colegio de monjas y se jacta de no aportar a la Iglesia en el IRPF.
La izquierda española es la del próximo aborto de plazos que lo convertirá en un derecho de la mujer embarazada para matar a una criatura. La del matrimonio homosexual, la de la eutanasia...
Muchos saludos
Me quedo con lo que ha dicho del diálogo, sería muy bueno y enriquecedor que se de, sobre todo si es llevado a cabo por personas de las que se pueda aprender... Lo triste es que "nuestro" interlocutor (aquellos que no creen) no siempre busca la verdad si no el convencer, y no siempre ni siquiera a quien interpela si no al espectador, moverlo para su beneficio propio... en esas condiciones creo que el dialogo no es que sea difícil, es imposible.
¿Cómo es posible que haya quién no comprenda, no entienda estas palabras? Son gratificantes, nos llena el espíritu y es nuestra razón de vivir, el sentido de nuestro paso por la vida terrenal, sino ¿qué nos queda?
El Amor nos conduce a Dios, porque Dios es Amor. Y ese Amor lo tenemos todos, todos en nuestro interior, sólo hace falta descubrirlo y no cerrar los ojos ante lo que es evidente.
Un saludo para todos.
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