Sobre la laicidad positiva y el laicismo negativo
En mi anterior comentario me dirigía a los profesores de religión, y también a otros educadores de nuestros niños y jóvenes. El Papa ha hablado de nuevo en Francia, sobre la libertad religiosa y los principios de una justa laicidad en los países europeos:
“Las raíces de Francia, como las de Europa, son cristianas… la Iglesia ha jugado un papel civilizador … transmisión de la cultura antigua a través de monjes, profesores y amanuenses, formación del corazón y del espíritu en el amor al pobre, ayuda a los más desamparados mediante la fundación de numerosas congregaciones religiosas, la contribución de los cristianos a la organización de instituciones de las Galias, posteriormente de Francia … millares de capillas, iglesias, abadías y catedrales que adornan el corazón de vuestras ciudades o la soledad de vuestras tierras son signo elocuente de cómo vuestros padres en la fe quisieron honrar a Aquel que les había dado la vida y que nos mantiene en la existencia”
“… en torno a las relaciones entre campo político y campo religioso, Cristo ya ofreció el criterio para encontrar una justa solución a este problema al responder a una pregunta que le hicieron afirmando: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mc 12,17). La Iglesia en Francia goza actualmente de un régimen de libertad… usted, señor Presidente, utilizó la expresión “laicidad positiva” para designar esta comprensión más abierta.
“… estoy profundamente convencido de que una nueva reflexión sobre el significado auténtico y sobre la importancia de la laicidad es cada vez más necesaria. En efecto, es fundamental, por una parte, insistir en la distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos, como la responsabilidad del Estado hacia ellos y, por otra parte, adquirir una más clara conciencia de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias y de la contribución que puede aportar, junto a otras instancias, para la creación de un consenso ético de fondo en la sociedad”
En este contexto, escribo ahora de nuevo para los profesores y para todos los educadores responsables de transmitir la religión católica en España. Los cristianos vivimos en el mundo, y todas nuestras actividades tienen que relacionarse con las realidades de nuestro entorno social, cultural y hasta político. Por eso, conocer cómo el ambiente cultural laicista influye en vuestra labor es imprescindible para realizarla con realismo y con esperanza.
Evolución histórica
Simplificando un poco las cosas, podemos considerar el desarrollo de la cultura laicista en nuestra sociedad desde dos puntos de vista. Lo podemos mirar desde el punto de vista histórico, algo más superficial, teniendo en cuenta la sucesión de hechos que nos han llevado desde el predominio de la cultura tradicional católica hasta la situación actual, con un claro predominio de la cultura laicista al menos en los ambientes públicos. Divido en varias etapas, no exhaustivas, el desarrollo de la historia:
Primera. Desde principios del siglo XIX se han ido desarrollando en España movimientos de resistencia al predominio de la Iglesia católica. Estas tendencias, que aparecen y desaparecen en nuestra sociedad, alcanzan una presencia sólida e influyente en el año 31, con el advenimiento de la IIª República. Con la caída de la Monarquía, los innovadores pretenden cambiar la orientación cultural de la sociedad española. Quieren modernizarla. Es un buen deseo. Pero no lo hacen bien. Uno de sus errores consiste en pensar que la modernización de España requiere eliminar la influencia del catolicismo y de la Iglesia católica en la vida social y cultural española, de lo cual deducen que hay que eliminar la religión como elemento importante de la cultura y de la vida del pueblo. Esta preocupación se puede comprobar asomándose a los debates del Parlamento durante la aprobación de la nueva Constitución (Cf Víctor Manuel Arbeloa, La semana trágica).
Segunda. Poco a poco el gobierno sucumbe a las presiones de los grupos de izquierda más radicales. La República desemboca en la guerra civil en la que se enfrentan dos formas de entender la vida y de valorar la historia de España y de los españoles. Los grupos enfrentados no supieron encontrar terrenos comunes sobre los que apoyar la convivencia. Al contrario, por las dos partes habían llegado a la conclusión dramática de que eran incompatibles. De una u otra manera los dos grupos intentaron perpetuarse eliminando físicamente al otro.
Tercera. Durante los largos años del franquismo el enfrentamiento de la Guerra Civil permaneció en el subsuelo de la vida social, como algo oculto que se iba diluyendo poco a poco pero que nunca llegó a desaparecer del todo. Los derechos de los vencidos no fueron nunca reconocidos, ni ellos renunciaron a sus viejas aspiraciones En estos años del largo régimen franquista se produce el mayo del 68, reforzado en España con la reacción antifranquista. Recordemos como en los años setenta, en la Universidad española, se leía como un manual de pensamiento y de vida “El libro rojo de Mao” y el “Qué es ser agnóstico” de Tierno Galván. Es el momento de la recuperación del prestigio cultural en favor de las posturas anticatólicas. El agnosticismo, con sus secuelas de laicismo social o cultural, pasa a ser lo progresista, lo nuevo, y el catolicismo comienza a ser lo viejo, lo impuesto, signo de integrismo, contrario a la libertad y al progreso.
Cuarta. En la Transición Democrática se intenta cerrar la época de la guerra civil con todas sus consecuencias. Este deseo estuvo muy presente en la redacción de la Constitución. Desde el punto de vista religioso esta intención se plasma en la concepción de un Estado no confesional con un amplio reconocimiento de la libertad religiosa. En el documento que los Obispos dedican al referéndum constitucional, manifiestan que el pleno reconocimiento de la libertad religiosa no será contrario al mantenimiento de la unidad mayoritariamente católica del pueblo español. Las cosas no han sido del todo así.
Quinta. Cuando parecía que habíamos superado los viejos enfrentamientos y que teníamos las bases para una convivencia tranquila y sin tensiones entre cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, vemos que las tensiones y las posturas excluyentes entre católicos y laicistas vuelven a resurgir. En los últimos años se ha ido manifestando una tendencia a recuperar los viejos estilos de la IIª República, interpretando la Constitución como promotora de un Estado no sólo aconfesional sino positivamente laico y aun laicista. Esta manera de ver las cosas justifica fácilmente algunas restricciones de la libertad religiosa y unos favores de privilegio en favor de las tendencias laicistas.
Finalmente, como consecuencia de estas tendencias se rompe el consenso que hizo posible la Transición y la Constitución del 78, resurge el anticlericalismo del 31, y se favorece la desautorización de la Iglesia, con un resurgimiento del laicismo agresivo y militante, que causa crecientes dificultades para la vida de la Iglesia y de los católicos. “Cuando ahora se dice que la Iglesia católica es un ‘peligro para la democracia’ se olvida que la Iglesia y los católicos españoles colaboraron al establecimiento de la democracia y han respetado lealmente sus normas e instituciones en todo momento” (Conf. Ep. Esp. “Orientaciones morales ante la situación actual de España. n.6). A los promotores de estos cambios les interesa mucho demostrar que la Iglesia y los eclesiásticos nos situamos en la extrema derecha. Para ellos, lo que no sea socialismo y liberalismo laicista, hay que considerarlo como “extrema derecha”.
Cambios rápidos y profundos.
Esta tendencia no aparece sólo en España. No somos una isla. Todo esto ocurre en un marco general de profundos cambios culturales y espirituales, nacidos en el seno de la cultura europea y acelerados en el contexto de las dos guerras mundiales del 14 y del 39. Estos movimientos culturales han entrado en España tardíamente, pero con una especial virulencia. A la sociedad española le han presentado de manera casi mítica las ventajas del “cambio”. No es exagerado decir que en pocos años estamos viviendo una verdadera transformación cultural y social que es una verdadera revolución.
En este contexto de cambios culturales se desarrolla el fenómeno de la secularización. Comenzó como un proceso social de emancipación respecto de los poderes eclesiásticos, digamos de las “intromisiones” de la autoridad religiosa en cuestiones claramente seculares. Las ciencias, la filosofía, la política, eran actividades humanas para las que se reclamaba la plena autonomía en relación con la autoridad de la Iglesia y la influencia de fe y de la religión en general. Entendida la secularización como el reconocimiento de la legítima autonomía del orden creacional y de las instituciones seculares, fue bien acogida en la Iglesia, como fruto de una maduración cultural legítima. Se puede decir incluso que esta inicial secularización, casi sinónimo de lo que se llama recta o sana laicidad, es un fruto positivo de la cultura cristiana.
Pero en la actualidad la secularización se presenta como la reivindicación de la negación de cualquier referencia a Dios en la vida humana, personal, social y pública. Su origen teórico nace de una visión negativa y deformada de la religión, que es rechazada como contraria a la razón científica, a la libertad y a la felicidad del hombre.
“Dentro de un cambio cultural muy amplio, España se ve invadida por un modo de vida en el que la referencia a Dios es considerada como una deficiencia en la madurez intelectual y en el pleno ejercicio de la libertad”. La razón secularista considera que la intervención de Dios y la plenitud de nuestra libertad resultan incompatibles. Para ser libre, para ser moderno, para disfrutar de la vida hay que prescindir de Dios, liberarse de la religión y de todo lo que tiene relación con ella. Ya estamos viendo que en Europa las cosas comienzan a cambiar. En Francia nos hablan de una “laicidad positiva” que sabe valorar el cristianismo y las demás religiones y está dispuesta a convivir con ellas sin agresiones. Esta manera de ver las cosas se acerca notablemente a la postura de la Iglesia, tal como lo ha repetido Benedicto XVI. Pero nuestros laicistas no han llegado todavía a ese nivel.
El laicismo, tal como se ve en España, implica una quiebra de la continuidad cultural, un rechazo de la mayor parte de nuestro patrimonio espiritual y cultural, una profunda innovación cultural que adquiere los caracteres de una verdadera revolución cultural. Sobre todo si fuera cierto que este cambio cultural entra dentro de los proyectos del gobierno y del partido que lo sustenta.
Aspectos principales del laicismo negativo.
Para saber cómo conducirnos en la vida práctica, necesitamos ver con claridad en qué consiste esta ideología laicista que tratan de imponernos como marco de la vida social y denominador común de nuestra vida. Para exponer la fe cristiana de manera convincente y duradera ante vuestros alumnos, necesitáis conocer bien esta ideología laicista, saber cuáles son sus puntos de apoyo, sus debilidades internas, los puntos de las convicciones religiosas y cristianas más directamente afectados. En vuestra labor docente tenéis que estar permanentemente en un diálogo implícito con estas doctrinas para aclarar de verdad y fortalecer la fe de vuestros alumnos.
En la mentalidad laicista hay muchos matices y muchos acentos diferentes. Una vez que se ha generalizado en nuestra sociedad, es normal que muchas personas, entre ellos la mayoría de nuestros jóvenes, la tengan asimilada y hayan aceptado sus consecuencias prácticas, sin habérsela formulado nunca de manera teórica y refleja. Pero es innegable que la concepción laicista de la vida tiene una estructura bien definida que no siempre aparece claramente, ni siquiera la perciben con claridad muchas personas que la comparten y padecen sus consecuencias.
El dato básico y central de esta cultura, no siempre el más explícito, consiste en prescindir de la afirmación de la existencia de Dios como referencia central de la propia conciencia. Esta afirmación queda entre paréntesis, unas veces se niega expresamente, con más frecuencia se la deja de lado como algo irrelevante, carente de justificación y de importancia racional y científica, que no puede ser tenido seriamente en cuenta. Se da por supuesto que la afirmación de Dios es incompatible con una mentalidad moderna verdaderamente científica. Y digo que se da por supuesto porque no suele aparecer nunca una justificación racional de este rechazo. Más que una negación explícita y justificada de la existencia y providencia de Dios, esta irrelevancia de Dios se acepta como un dato incuestionable, impuesto por la tendencia imperante a negar lo tradicional, por el prurito de ser progresista, por la comodidad de seguir lo que más se lleva y menos se cuestiona.
El rechazo de la existencia de Dios no queda en el terreno de lo teórico sino que se presenta como una verdadera incompatibilidad con la afirmación del ser del hombre, con la afirmación de su núcleo personal que es la libertad. En el ateísmo contemporáneo es muy característico este rasgo, se trata de un ateísmo que no necesita una justificación teórica, es algo que se da por supuesto, y que se vive más claramente en el orden práctico del comportamiento y de la vida moral que en el orden de las ideas y de las construcciones racionales. El ateo actual vive instalado apaciblemente en el ateísmo y reivindica la plenitud de su libertad sin limitaciones ni responsabilidades trascendentales.
En la actual mentalidad laica el valor supremo es el de la libertad, y con la libertad el progreso, y como resultado del progreso el bienestar material. Puesto que no hay otra perspectiva real y firme que la de la vida temporal, la reivindicación de la libertad entendida como plena y permanente indeterminación del propio ser es el valor supremo de la existencia, la condición para ser feliz haciendo lo que a uno le parezca mejor. Vale la pena llamar la atención sobre esto, en la cultura laicista, la libertad no es sólo una cualidad de nuestro ser, sino que es un valor, el supremo valor moral. Todo se puede justificar si es libre. “La libertad nos hará verdaderos” dijo nuestro Presidente de gobierno, rectificando y “modernizando” la doctrina de Jesús. En este cambio de perspectivas queda expresada la ruptura radical que entraña el laicismo respecto de la antropología cristiana y tradicional.
Como consecuencia de esta manera de pensar, las categorías de bueno y malo van desapareciendo y son sustituidas por las de progresista y conservador, democrático y no democrático, apetecible o no apetecible. En cada momento, lo bueno es lo que me apetece, lo malo lo que no me resulta en este momento apetecible. No hay ni puede haber un juicio moral definitivo de las cosas, nada es estable ni definitivo. Todo depende del momento y del para quién y para qué. Entramos así en el reino del relativismo y de la inseguridad moral más absoluta, lo que es bueno para uno puede ser malo para otro, y viceversa. Lo que es malo hoy, puede ser bueno mañana. No hay una fuente de moralidad objetiva, ni universal, ni estable. La única fuente objetiva de moralidad y de los criterios de actuación es la propia libertad, el propio gusto, el bienestar personal de cada momento. Y en una perspectiva social, la única fuente y el único criterio objetivo de moralidad es lo que democráticamente decidan los representantes del pueblo, en cada momento. Ellos son los representantes, la conciencia activa de una sociedad autosuficiente y dueña de sí misma, sin referencias a ningún Ser superior ni a ninguna moral objetiva, que pueda limitar la amplitud y la variedad de sus libres decisiones.
En este mundo cultural, la religión es considerada como una supervivencia de estadios anteriores, menos ilustrados, menos científicos, menos libres y menos humanos. Los cristianos somos supervivientes de los tiempos precientíficos y predemocráticos. Es lógico que quienes viven en él traten de aislarnos y de liberar la vida social de nuestra influencia que consideran necesariamente vinculada a esquemas y usos poco racionales y autoritarios, contrarios a la libertad, al libre desarrollo y a la prosperidad social. Para ser fieles a esta nueva cultura, se pretende romper la tradición espiritual de nuestro pueblo y como alternativa se quiere construir “una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin reconocimiento de Dios ni esperanza de la vida eterna”(ib.n13).
Curiosamente, el laicismo, que pretende engrandecer la libertad y la grandeza del hombre, termina por considerarlo un fruto del azar, sin justificación racional de su propia existencia, sometido a sus instintos, programado y configurado por una estructura política omnipotente que decide sobre el bien y el mal, que sustituye su conciencia, dicta lo que hay que pensar y hacer en cada momento, se adueña de su libertad y configura los perfiles de su existencia (Cf ib. nn. 12 y 13).
Puede parecer un diagnóstico muy radical, pero esto es lo que decimos los Obispos españoles: En la actualidad “Se va configurando una sociedad que se enfrenta con los valores más tradicionales de nuestra cultura, deja sin raíces instituciones tan fundamentales como el matrimonio y la familia, diluye los fundamentos de la moralidad y nos sitúa a los cristianos en un mundo extraño y hostil” (ib.n. 17).
El Manifiesto laicista del PSOE
Esta manera de pensar y de proyectar la vida social está perfectamente reflejada en el Manifiesto Socialista de hace dos años titulado “Democracia, Laicidad, Educación para la Ciudadanía”. Todo su contenido se puede reducir a dos afirmaciones:
-Las religiones monoteístas son fuente de fundamentalismos incompatibles con la convivencia en una sociedad libre y pluralista
-Por tanto la convivencia no se puede fundar sobre ningún código moral objetivo y vinculante de naturaleza religiosa, sino sobre unas bases éticas propuestas y garantizadas por las instituciones democráticas.
El Parlamente es la fuente y el origen de las convicciones éticas sobre las que se debe asentar la convivencia. No hay otra referencia superior a la que tengamos que referirnos. El corolario de estas afirmaciones es la necesidad de la nueva asignatura “Educación para la Ciudadanía” como instrumento necesario para la difusión de la nueva moral sobre la que debe cimentarse la convivencia del paraíso democrático.
Ciertamente nuestros muchachos no viven esta ideología de manera refleja, ellos seguramente no tienen conciencia de estar sustituyendo nada, pero sí la viven de manera implícita y a veces también de forma explícita y directa, porque es la ideología que muchos de sus profesores les transmiten en las clases de literatura, de historia, de ciencias, de biología. Y no solo de manera teórica, vuestros muchachos, en muchos casos, aprenden a vivir con actitudes y aspiraciones vitales propias de esta manera de ver las cosas, sin Dios, sin esperanza de vida eterna, sin convicciones morales, sin referencia religiosa hacia Jesucristo ni hacia la Iglesia católica, sin otro criterio moral que la espontaneidad libre y placentera.
Los datos y las afirmaciones que reciben en las aulas, en muchas ocasiones son incompatibles con lo que vosotros tenéis que enseñarles, a veces en el mismo lugar y con cinco minutos de diferencia. Ellos oyen decir cosas como que, “el mundo, la vida el hombre, son fruto de la evolución, que no es preciso admitir para nada la hipótesis Dios, que la religión es incompatible con la ciencia, la libertad, la felicidad”. Reciben, no sólo en el colegio, también en la calle, y a veces en su propia familia, un modelo de vida que lleva consigo la exaltación de la libertad como valor supremo, instrumento para alcanzar el placer inmediato y permanente como valor supremo de la vida, sin ninguna otra convicción que la “moral democrática”, la moral fluctuante del consenso, de las directrices políticas, de la convivencia política. No lo olvidemos, en la mentalidad socialista, la persona se hace desde fuera, desde la sociedad, y no al contrario. Este, o algo muy parecido, será el mensaje de la nueva asignatura obligatoria con las que se les quiere preparar para que puedan vivir a gusto y dócilmente en la vida democrática. Digamos que muchos de vuestros alumnos llegan a vuestra clase con una mentalidad que se puede resumir, en lo teórico, como un narcisismo nihilista, y en lo moral práctico como un relativismo narcisista y nihilista.
La esperanza de la verdadera laicidad
Puesto que la religión pierde consistencia y peso en la vida personal y pública, en esta mentalidad laicista la religión ya no puede poner límite a la omnipresencia de lo político. Donde no hay religión, donde no hay Iglesia, donde no hay Dios, la persona queda vaciada de intimidad y de sacralizad, somos enteramente ciudadanos y solo ciudadanos, todo es política, todo nuestro ser, hasta la misma conciencia, está sometida a la política y es fruto de la política. Los políticos se crecen como semidioses.
Pero hemos de ser conscientes de la verdadera realidad: sólo cuando la persona se define libremente delante de Dios, la vida personal alcanza una dimensión trascendente en la que se relaciona directamente con Dios y que está por encima de las vicisitudes e instancias de este mundo. Ni todo es política ni la política es el todo de nuestra vida. Vivimos ante Dios, vivimos en relación personal con la verdad, nuestra libertad se configura en su relación con Dios y con la verdad de lo real, nada de esto nace de la política ni está sometido a la política. El hombre es un animal político, pero más profundamente es un animal de realidad y de verdad, un animal religioso, interlocutor de Dios, imagen e hijo de Dios. Cuando la política quiere ser dueña del hombre entero tiene que comenzar por anular en él su dimensión religiosa, su relación con Dios.
Afortunadamente no lo consigue nunca del todo. Por eso le resulta tan molesta la presencia de la Iglesia. Por ser memoria de Dios es garantía de la libertad del hombre, el oponente más profundo y más sólido contra cualquier tiranía. Los mártires son maestros de libertad. Ellos dieron testimonio con sus vidas de la única esperanza verdadera. Ellos nos estimulan con su ejemplo y nos ayudan con su intercesión, a nosotros, católicos, llamados a transmitir la religión católica a nuestros niños y jóvenes, a confesar con nuestras palabras y con nuestras vidas, aun a costa de la burla, la marginación e incluso la persecución, que Dios está con nosotros y que nuestros derechos y deberes como hijos de Dios y hermanos de Jesucristo están por encima de las leyes y las costumbres, contrarias a la Ley de Dios, que se nos quieran imponer.
56 comentarios
San Pablo lo hizo, tal y como algunos evangelistas norteamericanos explican.
http://www.americanvision.org/Today/09-16-08.html
Estoy de acuerdo con el fondo, la forma y la oportunidad, en tiempo y lugar, de su artículo. Sin embargo, querría hacer unos comentarios entorno a cuatro afirmaciones de su análisis histórico.
1)
"Con la caída de la Monarquía, los innovadores pretenden cambiar la orientación cultural de la sociedad española. Quieren modernizarla. ES UN BUEN DESEO. PERO NO LO HACEN BIEN. Uno de sus errores consiste en pensar que la modernización de España requiere eliminar la influencia del catolicismo y de la Iglesia católica en la vida social y cultural española, de lo cual deducen que hay que eliminar la religión como elemento importante de la cultura y de la vida del pueblo."
Para "los innovadores" "cambiar la orientación cultural de la sociedad española" modernizándola consiste precisamente en "eliminar la influencia del catolicismo y de la Iglesia católica en la vida social y cultural española, de lo cual deducen que hay que eliminar la religión como elemento importante de la cultura y de la vida del pueblo".
NO era un buen deseo. Pero SÍ lo ejecutaron muy bien. El número de mártires beatificados lo atestigua.
2)
"Los grupos enfrentados no supieron encontrar terrenos comunes sobre los que apoyar la convivencia."
Unos mataban a los otros. Y "los otros" NO se resignaron a que los mataran. ¿Cuál es el terreno común sobre el que hubiera tenido que haberse apoyado esa conviencia?
3)
"Recordemos como en los años setenta, en la Universidad española, se leía como un manual de pensamiento y de vida “El libro rojo de Mao” y el “Qué es ser agnóstico” de Tierno Galván."
Y no sólo en la Universidad española sino también, y muy especialmente, en la Iglesia en España.
Sus seminarios, sus casas de formación y sus parroquias, sus obispos, sus sacerdotes y sus reliosas y religiosos no sólo leían esos y otros muchos libros sino que humillaban y arrinconaban a todo aquel fiel católico que no estuviera de acuerdo con ellos.
¿Quién levantó la voz para defender a aquellos fieles católicos (muchos de los cuales ya no están entre nosotros) que, en estricto cumplimiento de su deber, denunciaron las herejías litúrgicas?
4)
"la secularización. Comenzó como un proceso social de emancipación respecto de los poderes eclesiásticos, digamos de las “intromisiones” de la autoridad religiosa en cuestiones claramente seculares. Las ciencias, la filosofía, la política, eran actividades humanas para las que se reclamaba la plena autonomía en relación con la autoridad de la Iglesia y la influencia de fe y de la religión en general. Entendida la secularización como el reconocimiento de la legítima autonomía del orden creacional y de las instituciones seculares, fue bien acogida en la Iglesia, como fruto de una maduración cultural legítima. SE PUEDE DECIR INCLUSO QUE ESTA INICIAL SECULARIZACIÓN, CASI SINÓNIMO DE LO QUE SE LLAMA RECTA O SANA LAICIDAD, ES UN FRUTO POSITIVO DE LA CULTURA CRISTIANA."
Dejemos que otro lo diga mejor que yo:
"Desde 1789 parece como si [la Iglesia de Roma] hubiera abandonado toda esperanza de reconquistar el mundo perdido... Su ambición desde entonces parece haberse limitado a retirarse, como siguiendo una consigna, a ese lugar en el que la compasión humillante de los gobernantes le permite acampar: fuera de los muros de la ciudad, siguiendo las prescripciones de la ley Mosaica para las mujeres impuras y los encantadores de serpientes. Sin embargo, muy por el contrario, [la Iglesia de Roma] proclama haber recuperado lo que risiblemente llama 'Su libertad'."
George Bernanos: "La Grande Peur des bien-pensants. Essais et écrits de combat I", Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, 1971, p. 345 (la traducción es mía.)
Sólo San Pío X ha constituido una excepción. Ha sido el único Papa santo desde San Pío V (1566-1572, el Papa de la Contrarreforma) hasta el día de hoy. A pesar de que su pontificado precedió en apenas cuarenta y pocos años al de Juan XXIII, el Catecismo de la Iglesia Católica ni siquiera lo cita.
Vamos a ver si nos entendemos. Yo digo que era "un buen deseo" el de modernizar la vida social y cultural de la sociedad española. En general. Y hubo quienes saludaron a la República como una buena oportunidad para España. Luego todo se torció. Los republicanos lo entendieron mal. Y los partidos revolucionarios, peor. Creo que en el texto se entiende lo que quiero decir con suficiente claridad, cuando digo que que para ellos la modernización incluía y casi consistía en eliminar la religión católica de la vida cultural y social de España. De una manera los republicanos y de otra los revolucionarios bolcheviques.
Yo no entro a juzgar quienes fueron los culpables, simplemente digo que entre las diferentes tendencias políticas no hubo un terreno común, que llegaron tristemente a la convicción de que para sobrevivir tenían que eliminarse unos a otros. Un terreno común hubiera podido ser la justicia y la paz para todos, las exigencias de la convivencia, como bien básico de todos los españoles, el acercamineto, la justicia, la tolerancia, el respeto y reconocimiento de la cultura católica histórica en España, la libertad religiosa y la libertad política. Muchas cosas que el sectarismo y el radicalismo y el marxismo revolucionario no permitieron tener en cuenta.
Bueno, lo que dice en ese apartado tres me parece un poco, un bastante, exagerado y hasta ofensivo. ¿Está Vd. seguro de que esos libros se leían espeicalmente en las parroquias, en los seminarios, que los leían los obispos como si fuesen colegiales, un poco demasiado no? Yo entonces era Rector y Profesor en salamanca, hice cursillos, seminarios y dirigí tesinas analizando, censurando y rechazando esos escritos y otros parecidos. Hubo mucha confusión, y muchas ingenuidades, es cierto, pero gracias a Dios tampoco nos volvimos locos ni perdimos la cabeza.
Sólo San Pío X? Y la Constitución del Concilio sobre la Iglesia no le dice nada? Y todo el pontificado de Juan PabloII? y las hermosas intervenciones y los acertados gestos de Benedicto XVI?. Bien está que reconozcamos nuestros errores, pero tampoco tanto que no veamos o no reconozcamos muchas cosas justas, acertadas, admirables que hay ahora mismo y nunca han faltado en nuestra Iglesia.
.Sí, Ana, también en esto nuestra sociedad es una sociedad inmadura, apasionada, resentida, incapaz de pensar con serenidad y objetividad estos temas. El laicismo de nuestros laicistas es un rechazo de la tradición católica española, un rechazo visceral del cristianismo y de toda religión, como si la impiedad fuera un adelanto cultural y una garantía de libertad. Las naciones más cultas ya están de vuelta y están viendo que la religiosidad es una dimensión esencial del hombre, un sector imprescindible de toda cultura y de cualquier sociedad.
-Sin religión se encoge la existencia humana, se pierde la dimensión trascendente y absoluta de la persona, y la política se crece y envuelve todo lo humano. Sólo la fe en Dios es garantía de la última libertad del hombre, la que lo hace ser absoluto, anterior y superior a cualquier institución política. La fe de los mártires es la última resistencia contra todas las tiranías.
Todo esto que dice Monseños, creo como usted que es verdad, pero le digo también que me preocupan y me dan un poco miedo los posibles radicalismos de respuesta que a veces se leen o escuchan. Me da miedo que olvidemos la misericordia.
Los "innovadores", como vd. los llama, no tenían buenos deseos que ejecutaron mal. Tenían malos deseos que ejecutaron bien. Se trata de una cuestión de principios.
2)
La República no se "torció". Nació "torcida". Surgió a pesar de la abultadísima derrota de los partidos republicanos en unas elecciones municipales y gracias al engaño al que fue sometido Alfonso XIII.
3)
Vd. está tan en su derecho de no entrar a juzgar quiénes fueron los culpables como yo lo estoy en el mío de juzgar como inocentes a los mártires de la fe canonizados por la Iglesia y como culpables a sus asesinos.
4)
Unos mataban. Otros morían. Él único terreno común que quedó fueron las fosas comunes.
5)
Yo me acuerdo de la "Caputxinada". De quiénes participaron en ella y con qué connivencias. He conocido el seminario Conciliar de Barcelona. Y sé cómo funcionaba en aquella época.
No es difícil buscar testimonios públicos.
6)
Tiene vd. razón en lo Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica sigue sin mencionar a San Pío X.
Claro que perdono.
Por eso mismo es tan importante la verdad. Sin ella no puede haber verdadero perdón.
De esta manera evangelizaremos mejor.
Mi bisabuelo era alcalde repúblicano. Murió por malos tratos en una cárcel franquista.
¿Vd. qúe cree, que he perdonado, o que no lo he hecho?
Sin embargo, me he dado cuenta a lo largo de los años que le hago un flaco favor al Reino de Dios callando lo que otros no dicen.
+Un saludo en Cristo.
Un abrazo, en Cristo, por supuesto.
La virtud evangélica es la verdad. La verdad no es contraria a ninguna virtud. Más bien al contrario.
La decisión de olvidar de la Iglesia fue para evitar las represalias y revanchas de los vencedores a los vencidos. Y a fe mía que lo lograron.
El abuelo de mi mujer atacó todo lo que quiso a la Iglesia (sin delitos de sangre). Lo condenaron a muerte. Y, aunque su familia pasó más hambre que el perro de un ciego, a los siete años lo dejaron libre. Sus hermanos le habían "guardado" la huerta. Nadie le molestó nunca.
No creo que ningún católico tenga hoy en día ganas de represaliar a nadie. Más bien al revés.
Después de haber pertenecido varios años al PC-punto (prosoviético) sé de qué hablo.
+Un saludo.
La Iglesia y el establecimiento de la segunda República española
La cita que trae de Benedicto XVI creo que va en la línea de lo que Mons.Sebastián explica
"Conviene huir de la pretensión de erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Hace falta sinceridad humilde para reconocer los pecados del pasado y, sin embargo, no aceptar fáciles acusaciones sin pruebas reales o ignorando las diferentes maneras de pensar de entonces." (Benedicto XVI, en su viaje a Polonia, 25 de mayo de 2006)
Pero el pueblo, la gente "de la calle" que apenas sabe qué es -sencillamente- eso de la Resurrección de Jesucristo pues no se les puede hablar así, en esos términos y cultismos.
Hay que dirigirse al pueblo, a la masa, en esta cultura de masas, mediante los medios de comunicación de masas, de forma muy pero que muy sencilla. Créanme cuando les digo que al hablar de la Resurrección de Jesucristo la gente llana de barrios llanos hoy en día entiende que Jesucristo era un extraterrestre que fue abducido por los ovnis y que volvió a su planeta. Esto que digo no es broma. Va en serio y es experiencia propia. Y es que programas de cuartos milenios y otros similares, con su lenguaje popular y llano y sus conceptos simples y explicados en plan eslógan cálan mucho más, en esta sociedad de masas, en esta sociedad de cultura de masas y en esta sociedad de medios de comunicación de masas, que los discursos academicistas sobre laicidad positiva.
Creo que la Iglesia, con todos sus integrantes, deberíamos hacer un esfuerzo para diferenciar en dónde y en qué ámbitos podemos realizar unos sesudos discursos y cuándo -aprovechando el rebombo de los medios de comunicación de masas y su presencia en ciertos actos oficiales- puede ser ocasión para lanzar conceptos y mensajes sencillos y simples que cálen en la masa y que la masa entienda.
-Todos buscamos el bien y la verdad; pero, a veces, es difícil escoger lo que es bueno frente a lo que es malo.
-Los cristianos reconocemos que es bueno lo que nos acerca a Dios y a los demás. Es malo lo que nos aleja de Dios y de los demás.
-El camino del bien que nos lleva hacia Dios, es también el camino de la verdad y felicidad.
-Cuando elegimos el bien somos libres y obtenemos la mayor dignidad.
- El ser humano es más libre cuanto más es capaz de elegir la verdad y el bien.
-Para un cristiano esa libertad lo hace semejante a Dios y heredero suyo.
-La formación moral pretende orientar y fortalecer la voluntad en orden al bien y la verdad.
-Por ello ordena y estimula nuestra relación con los demás, para que sea el perdón y el amor lo que prevalezca y no el odio o la venganza.
Con todos los respetos a las opiniones ajenas. Saludos.
Don Alfredo Dagnino dice que "nadie quiere volver a formas pretéritas de confesionalismo, sino que no se nos expulse de la vida pública […]". Como don Alfredo Dagnino es presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, que aunque ya no es lo que era sigue siendo importante, bien merecen esas palabras suyas dos brevísimas puntualizaciones:
1º. Esas "formas pretéritas de confesionalismo" fueron, por un lado, largamente bendecidas por la Iglesia y, por otro, nunca por Ella condenadas. No digamos lo que de ellas se benefició la organización que ahora preside don Alfredo Dagnino.
2º. Eso de que "nadie quiere" es una generalización falsa. Todos los que militan bajo el lema de "Dios-Patria-Rey legítimo", lo que entienden por el primer punto es precisamente volver a esas "formas pretéritas de confesionalismo".
Agencia Faro
Y con eso respondo a algunas cosas siquiera de las que dice Miguel Serrano.
Alberto y Miguel decis cosas importantes, muy reales, muy humanas, muy verdaderas. Y que afectan mucho a la paz y al porvenir de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. Creo que hay que tener siempre muy claro que la referencia de la Iglesia, de los cristianos, es Jesús, no solo un momento de la vida de Jesús, Miguel, sino el Sermón de la Montaña entero. Y con Jesús los mejores discípulos, los mártires y los santos. Esta verdad central no la podemos oscurecer con referencias históricas, anécdotas, sentimientos personales, por muy respetables que sean. Es verdad que la verdad es virtud cristiana, pero siempre con verdadero amor. "La verdad se ejerce en el amor, por medio del amor" dice San Pablo en Galatas.Sin amor, la verdad no es del todo verdad.Y no alcanza los frutos que le corresponden.Eso no nos priva ni nos ata la lengua para denunciar o corregir lo que no sea verdad, o lo que sean omisiones o silencios de la verdad o de parte de la verdad. Me refiero a que no debemos permitir que se tergiverse la memoria de lo que fue realmente la Republica y la guerra y la posguerra. Pero sabiendo que un país no puede vivir revolviendo el pasado para tirarnos piedras eternamente los unos a los otros. Hagamos el esfuerzo de mover la opinión pública hacia el futuro, el futuro verdadero, que tiene en cuenta la verdad del pasado, de la memoria, pero para superarlo, para corregirlo, para hacerlo mejor de lo que lo hicieron o de lo que lo hicimos, con humildad, con sinceridad, con mansedumbfre, con amor y generosidad, con audacia y confianza.
Comparto las observaciones de unocualquiera y unitas.
Los consejos de tito livio son muy realistas y muy sensatos. De todos modos hay que pensar que por los grandes medios de comunicación de masas se pueden hacer y decir (con fruto) unas cosas, pero esa labor de ayuda personal para creer en Jesucristo y en Dios y en la Iglesia, es mas dificil de hacer. Requiere tiempo, cercanía, atención, comunicacion personal. Esa es una gran exigencia y una gran dificultad de la pastoral de nuestro tiempo. Es mi opinion y mi experiencia.
Ireneo me parece muy bien lo que dices.
Terciario98, de acuerdo, pero eso ya es fe y política. Uno puede tener tu misma fe y ver las cosas politicas de otra manera. Con los mismos principios, ante circunstancias diferentes, o ante circunstancias analizadas y valoradas de otra manera, se pueden sacar consecuencias prácticas diferentes. Por eso puede haber, tiene que haber, politicas de inspiración cristiana, pero no puede haber una sola politica cristiana obligatoria para todos los cristianos (salvo en las cuestiones de principio (respeto a la vida, a la familia, al trabajo, a la justicia, etc.)
Bueno, unitas, nos acusarán de lo que quieran, pero la cuestión es si esas acusaciones son verdaderas o no, En una sociedad rota y divergente, como es la sociedad española actual, tenemos que buscar convicciones comunes de convivencia. Toda sociedad las necesita. Tenemos que ver cómo podemos vivir juntos respetándonos de verdad unos a otros, sin que ese respeto suponga presión para no ser o no vivir de acuerdo con la propia conciencia. Pero eso supone que hay acuerdos y compromisos eticos comunes, que se van perfeccionando socialmente e historicamente con la libre aportación de todos. No hay otra manera de salir de estas rivalidades, parcialidades, sectarismos en los cuales vivimos ahora. Porque es evidente que nuestros laicistas son ademas sectarios, parciales, manipuladores e impositivos. Ojala aceptaran un planteamiento serio de respeto y convivencia. Qué pasa ahora con Divaz? es que el ser cristiano es un inconveniente para ocupar con decoro un cargo publico? Eso es laicidad o es persecución? Por qué no decimos lo mismo de los ateos? No nos oponemos a que los ateos ocupen cargos importantes, pero yo tengo derecho a pensar que un cristiano, en igualdad de condiciones, está en mejores condiciones objetivas que un ateo para ejercer honestamente un cargo público. Ya sé que habrá quien me critique por decir esto. Pero lo pienso así y tengo derecho a decirlo sin que nadie me ataque por eso. O no?
Con todo respeto, me permito pedirle que, con la autoridad moral que usted tiene, exija al responsable del la página en que usted colabora que no publique más el bloc de Germinans Germinabit donde se insulta continuamente y de forma grave al cardenal de Barcelona. Lea por favor la mezquindad que hoy publica.
De hecho, yo no admitiría un insulto personal contra un cardenal de la Iglesia. Eso sí, las críticas, tanto si estoy de acuerdo con ellas como si no, sí tienen lugar.
Al renunciar al verdadero principio informador de la politica, es decir, al renunciar a la Soberania social de Jesucristo, todo lo demas es palabreria muerta. Talado el arbol es imposible que produzca frutos. No puede haber paz, sin el Principe de la Paz.
Lo que Monseñor acertadamente define son las distintas formas de ver lo temporal y opinable (y formas de gobierno como monarquia, republica, democracia, etc), salvada la politica catolica que no son esos principios enumerados (que tanto les gustan a los sentimentales), esos son causas segundas, o en algun caso terceras, pero nunca primeras que repito es la Soberania social de Jesucristo, Cristo Rey, asi con todas las letras.
Por cierto: ¿Terciario98 de que Orden Tercera eres?
Las cosas malas de la Iglesia las repiten por activa por pasiva co mucha saña, la crítica costructiva es muy de agradecer pero esto no es así y luego las burlas, salen programas insultantes, simulacros de procesiones ofensivos y no pasa nada, si fuese una verdadera laicidad no pasaría porque tendrían asegurado el respeto pero con el laicismo la Iglesia puede ser el blanco de todas las burlas impunemente .
Yo pienso que la verdad a veces es cruel, la verdad destruye muchas veces el acuerdo entre las personas, pero sin ella no es posible la justicia. El que busca la justicia absoluta busca la guerra. Qué dificil es compaginar la verdad, la justicia, la misericordia y el perdón, sin parecer débil o acobardado. También el perdón, tenemos que perdonar, a los que mataron, violaron, robaron. ¿Qué hacemos con la justicia y con el perdón?. Cuantas veces oimos que los católicos debemos perdonar a los terroristas, a los asesinos de la guerra civil, etc... ¿Realmente es poco cristiano exigir la justicia? ¿Es contrario al perdón? ¿Tenemos que poner la otra mejilla?. Una última reflexión, los mártires de la guerra civil... ¿habrían sido peores católicos si hubieran recibido a sus asesinos con un pistola en la mano? Perdonad si ofendo a alguien. El señor nos bendiga.
Ya me gustaria que hubiese en España la misma relación Iglesia-Estado que la hay en Francia. ¿Dónde hay que firmar?
Le pregunto:
-¿Sabe usted cuáles son los efectos de todas esas zarandajas de la laicidad positiva?
Le respondo:
Que despues de que nuestros obispos nos han dicho que EpC era inmoral ahora resulta que algo inmoral puede ser moral. Resulta que algo inmoral puede adaptarse a la Doctrina Social de la Iglesia. Pues si esto es así resultaría que la DSI sería inmoral. ¿Y usted cómo lo ve?
Le añado mi comentario a esta cuestión de la laicidad positiva llevada a la práctica: EpC inmoral adaptada a la moral de la Iglesia. Vamos la cuadratura del Círculo.
Me gustaría saber:
-Me gustaría saber, cómo algo que es inmoral y contrario a la moral cristiana y a la moral católica puede adaptarse y hacerse moral.
- Me gustaría saber, si lo inmoral es inmoral cómo se puede hacer moral.
- Me gustaría saber, ¿acaso intentan estos obispos hacer que algo que es inmoral sea un poquito menos inmoral? ¿Cómo se puede hacer eso? ¿Acaso vana practicar la disección y hacer una nueva clasificación de la ley moral natural humana (de más a menos: inmoral, un poquito menos inmoral, sólo un poquito inmoral, casi moral, moral, super califragilistilistico moral). Vamos, relativismo que tanto cristican.
- Me gustaría saber ¿A caso no dijeron los obispos de forma muy clara que la EpC y sus contenidos, y sus objetivos era inmoral
- Me gustaría saber y me gustaría que algún obispo me respondiese.
- Rezo para que el Espíritu Santo reconduzca las mentes de estos obispos y vean el mal que con sus palabras ya están cometiendo, creando absoluta desorientación entre el pueblo de Dios. Un pueblo con unos pastores absolutamente desorientados y que comienzan a rendirse al relativismo.
- Estimados pastores nuestros: estan ustedes equivocados, están ustedes haciendo mal y daño, están ustedes desorientando a sus ovejas que son las de Dios.
- Estimados pastores nuestros: no, no y no. Me opongo a ustedes en este punto.
- Estimados pastores nuestros: por mucho que ustedes lo intenten en verdad les digo: lo inmoral, es inmoral y es imposible convertirlo en moral, ni siquiera es posible convertirlo en un poquito menos inmoral porque esa graduación No Existe.
- Queridos y Estimas pastores nuestros: o es moral o es inmoral. No hay más vuelta de hoja.
- Queridos y estimadísimos pastores nuestros: déjense de zarandajas y no tengan miedo. Los primeros que no deben tener miedo y denunciar el mal y la inmoralidad son ustedes y, así, con su ejemplo, todo el pueblo de Dios podrémos seguirles. De lo contrario volveremos a estar "como ovejas sin pastor".
- Mi muy queridos y amados pastores nuestros: reflexionen.
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo"
Sin embargo, la libertad y la igualdad no constituyen más que el lado, por decirlo así, negativo. Lo que constituye propia y positivamente la democracia es la participación mayor posible de todos en el gobierno de la cosa pública. Y esto comprende un triple elemento: político, económico y moral.
Por de pronto, en política, "Le Sillon" no suprime la autoridad; antes al contrario, la estima indispensable; pero quiere dividirla, o mejor dicho, multiplicarla de tal manera que cada ciudadano llegue a ser una especie de rey. La autoridad, es cierto, dimana de Dios, pero reside primordialmente en el pueblo, del cual se desprende por via de elección o, mejor aún, de selección, sin que por esto se aparte del pueblo y sea independiente de él; será exterior, pero sólo en apariencia; en realidad será interior, porque será una autoridad consentida.
A proporción ocurrirá lo propio en el orden económico. Sustraído a una clase particular, el patronazgo se multiplicará tanto que cada obrero será una especie de patrono. La forma llamada a realizar este ideal económico no será, según dicen, la del socialismo, sino un sistema de cooperativas suficientemente multiplicadas para provocar una concurrencia fecunda y para asegurar la independencia de os obreros, que no estarán encadenados a ninguna de ellas.
19. La autoridad pública procede de Dios, no del pueblo ni puede ser revocada por el pueblo.
Le Sillón coloca primordialmente la autoridad pública en el pueblo, del cual deriva inmediatamente a los gobernantes, de tal manera, sin embargo, que continúa residiendo en el pueblo. Ahora bien, León XIII ha condenado formalmente esta doctrina en su encíclica Diuturnum illud sobre el poder político, donde dice: "Muchos de nuestros contemporáneos, siguiendo las huellas de aquellos que en el siglo pasado se dieron a sí mismos el nombre de filósofos, afirman que toda autoridad viene del pueblo; por lo cual, los que ejercen el poder no lo ejercen como cosa propia, sino como mandato o delegación del pueblo, y de tal manera que tiene rango de ley la afirmación de que la misma voluntad que entregó el poder puede revocarlo a su antojo. Muy diferente es en este punto la doctrina católica, que pone en Dios, como en principio natural y necesario, el origen de la autoridad política" (1). Sin duda "Le Sillon" hace derivar de Dios esta autoridad que coloca primeramente en el pueblo, pero de tal suerte que la "autoridad sube de abajo hacia arriba, mientras que, en la organización de la Iglesia, el poder desciende de arriba hacia abajo" (2). Pero, además de que es anormal que la delegación ascienda, puesto que por su misma naturaleza desciende, León XIII ha refutado de antemano esta tentativa de conciliación de la doctrina católica con el error del filosofismo. Porque prosigue: "Es importante advertir en este punto que los que han de gobernar el Estad, pueden ser elegidos en determinados casos por la voluntad y el juicio di la multitud, sin que la doctrina católica se oponga o contradiga esta elección. Con esta elección se designa el gobernante, pero no se le confieren los derechos del poder. Ni se entrega el poder como un mandato, sino que se establece la persona que lo ha de ejercer" (3).
Albert y Luis Fernando, me he interesado por el asunto del respeto al Sr. Cardenal. Varias veces me he manifestado en contra de esa tendencia a enmendar la plana a nuestros Obispos y decirles lo que tienen que hacer, sin saber por dentro lo que han hecho o lo que han intentado hacer, y sin saber tampoco los verdaderos datos de los problemas.
Billot, de acuerdo, todo se arreglará el día en que todos acepten la Soberanía social y universal de Cristo. Pero esa Soberanía personal y social de Cristo se acepta por la fe, no por una opción política. La promotora de ese reconocimiento es la Iglesia, mediante la fe, y el lugar de esta confesión es la Iglesia. Desde ahí los laicos, con legítimas diferencias, pero reconociendo todos los mandamientos de Dios y del evangelio, pueden y deben actuar en política. Pero ¿qué hacemos en una sociedad en la que una buena parte no reconocen esa Soberanía social de Cristo ni siquiera de Dios? Lo hemos hablado muchas veces. No quiero insistir.
Unitas, es evidente que lo más importante que hace la Iglesia en el campo de la política es rezar, formar las conciencias, apoyar a los cristianos que quieren vivir santamente en la vida civil, en la vida laboral y profesional, en la vida política, preparar hombres y mujeres justos que vivan con rectitud en esas circunstancias. Pensamos enseguida en las instituciones católicas, pero ¿de dónde salen esos católicos que viven y actúan con justicia en los diferentes ambientes sociales? Esa es la labor permanente de la Iglesia.
Estamos de acuerdo en lo que dice Ana. Hoy alguien ha escrito que la Iglesia en España no está perseguida sino favorecida. La verdad es que hay un gran sector de la sociedad que discrimina negativamente a todo lo cristiano, hechos, instituciones, personas. Lo estamos comprobando continuamente.
Unocualquiera, planteas unas preguntas muy complejas. Por supuesto que la doctrina de Jesucristo nos pide el perdón y el amor de los enemigos. Sí, evidente los cristianos tenemos que perdonar, en todos los campos, en todos los órdenes, tenemos que amar a nuestros enemigos, desearles el bien, tratar de hacerles bien, porque eso es amar. ¿Que cómo se compagina esto con la justicia? El perdón lo tiene que ofrecer el que ha sido ofendido, es algo que pertenece más bien al orden de las relaciones y actitudes personales. Yo perdono a quienes me ofenden. Pero la autoridad civil tiene que proteger mis derechos, y tiene que proteger los derechos de la sociedad, castigando el crimen y restringiendo la libertad de los agresores. En una política cristiana esta represión del mal y de los malhechores es justicia y se tiene que hacer de forma eficaz en atención al bien de la sociedad, y de forma respetuosa con los malhechores, sin ánimo de venganza.
La compatibilidad radica en las distinción entre la moral del cristianos como persona, y las exigencias de la moral cristiana para quien ejerce la autoridad en favor y defensa del bien común de la sociedad.
Gulliver, pues sí, es una manera de ver las cosas. Pero eso es ahora. En la teoría, y durante mucho tiempo, las relaciones no han sido así. Ahora, después de tres siglos de laicismo, podríamos hacer las cosas mucho mejor, sin tanta visceralidad y sin tanto revanchismo.
amigo Tito Livio, yo no pienso que ese concepto de "laicidad positiva" sea una zarandaja. Después de lo que ha escrito el Papa, y ya lo hizo Juan PabloII, y Pablo VI, un católico no debería hablar así. En fin, Vd. perdone, es mi opinión.
En lo referente a EpC no sé a qué obispos se refiere. En general todos se han manifestado en contra. Está claro que lo inmoral no se convierte en moral. Todas esas guasitas referidas a los obispos no me parecen justas. Pero es evidente que si en esa asignatura se suprimen las cuestiones contrarias a la moral cristiana, como todo lo referente a la ideología de género, con otro programa, la asignatura se podría aceptar. El sofisma del gobierno precisamente consiste en querer justificar su manera de entenderla con lo que se hace en otros países en los que el programa no incluye esas cuestiones contrarias a la moral natural. Es verdad que, aun suprimiendo las intromisiones y perversiones morales, se puede discutir que el Gobierno pueda imponer una autoridad de educación moral para la vida ciudadana. Pero eso es más opinable.
En relación con esos bloques de Magisterio Pontificio que alguien nos pone delante, digo sólo dos cosas: 1ª, en los tiempos de San Pío X la situacion religiosa y moral de la sociedad era muy diferente de ahora. Ahora se nos plantean problemas que entonces no se planteaban como ahora. Manteniendo los principios, las aplicaciones no pueden ser las mismas.
2ª, Ya León XIII vio y dijo que el método de las elecciones no es incompatible con la doctrina católica de que toda autoridad proviene de Dios. La sociedad y la existencia de una autoridad proviene de Dios, como también proviene de Dios la posibilidad de que los miembros de la sociedad intervengan en la regulación y el control del ejercicio de esa autoridad, todo de acuerdo con su ley inscrita en la naturaleza del hombre. No es buen método para estudiar la doctrina de la Iglesia, empeñarse en encontrar conflictos, inconsecuencias, y contradicciones, sino más bien continuidad y perfeccionamiento continuo, en respuesta a situaciones diferentes desde los mismos principios.
Bueno amigos, en paz. Dios os bendiga.
Sarkozy presenta como embajador de Francia ante la Santa Sede a un activista del lobby gay
http://www.religionenlibertad.com
¿Y si probamos a "reinventar" la Soberanía Social de Cristo" y nos dejamos de torcer las palabras?. La laicidad y el laicismo vienen a ser el aspecto moderado y radical de una sociedad sin Dios.
- Soberanía popular
- Libertad de conciencia
Ambos pilares niegan, de facto (hechos contrastables, y no barruntos del campo especulativo en el que tan bien suelen nadar nuestros pastores), un dogma fundamental de la doctrina católica: El pecado original. Ambos pilares sustentan la "apostasía silenciosa" que denunciara S.S. Juan Pablo II, de feliz memoria; con ambos pilares se reconcilia el modernismo en la evolución dogmática (que no profundización que es unívoca por ser unidireccional) que es donde ayer dije blanco o puedo decir negro (bidireccionalidad, eterno retorno, ying y yang, maniqueísmo, etc.), ya que, en último término la religión católica debe ser sometida al juicio histórico y no al ucrónico. Así, por ejemplo, el modernismo se saca de la manga eso de la "diginidad humana", porque en la libertad no podía basar sus heréticas proposiciones gracias a la contención de S.S. León XIII con "Libertas", y llega a pseudoconciliar los principios revolucionarios con el dogma católico, pero falsamente, pues, como bien dijera Maritain --en su buena época de Acción Francesa--, esos princpios son irreconciliables, pues, son principios que han nacido de la Iglesia pero han apostatado de Dios y su Cristo. ¿Como reconciliar fidelidad y apostasía? Ese es el paradigma modernista para reconciliarse con el mundo (no en sentido de Creación, y por ende buena, sino de opus diavoli), ese es el paradigma de todos esos que se les llena la boca con la ideología democrática pero que luego no hacen más que quejarse amargamente de los efectos de la misma.
Louis Billot, que buen nombre has elegido, soy de la misma Orden que fue don José María Pemán.
Monseñor, Dios le bendiga en su misión. Ante la desolación de la Viña Católica, suspiro a Dios:
"Quare tristis es, anima mea?
et quare conturbas me?
Spera in Deo, quoniam adhuc confitebor illi:
salutare vultus mei, et Deus meus."
"Pido de antemano disculpas si la cuestión que más abajo planteo está fuera de los propósitos de este servicio de LD, pero, como digo, es el lugar que en este momento tengo más a mano. "
Muchas gracias por sus opiniones. Aunque creo que no se responden a las preguntas que planteaba (aunque tampoco tiene necesidad de responder).
Las planteaba de forma directa, clara y sin tabues ni remilgos de ningún tipo. Porque creo que en el mundo actual los cristianos, y claro está, los católicos estamos en el mundo y debemos hablar como el mundo habla para que el mundo nos entienda, con su lenguaje y de forma clara y directa (sin circunloquios ni matizaciones que la mayoría del pueblo común no entiende) por eso decía que nos dejemos de puntillas intelectuales sobre laicismo, laicidad negativa y laicidad positiva y zaranzajas por el estilo.
La palabra "zarandaja" está utilizada en este contexto y le pido disculpas si le ha molestado. Porque repito, en el contexto en el que se utiliza es totalmente adecuada.
"Zarandaja"(según el María Moliner): Aplicado generalmente a cosas no materiales, cosas sin importancia de las que no vale la pena ocuparse o de las que alguien se ocupa innecesariamente.
Y creo que ante la situación del mundo actual y de una Europa que ha perdido el norte, el sur el este y el oeste, es decir que ya no sabe quién es, quienes somos, de dónde venimos, a quién pertenecemos (a Dios, claro está), cuáles son nuestra raíces, la situación del aborto, construcción de una sociedad que ya no sabe distinguir el bien del mal, que ya no sabe ni qué es una vida humana, ni qué es un ser humano, y ante
la programación ideológica que se nos está intentando imponiendo ya desde la escuela a nuestros niños (acuérdense de aquello de que "hay quien escandalizase a uno de estos pequeños, más le valdría atarse una rueda de molino al cuello y tirarse al mar") andarse con disquisiciones de alto rango intelectual sobre laicismo, laicidad positiva y negativa y conceptos de alto cientificismo intelectual creo que es equivocado.
A todo ello se añade la situación actual que creo que es de persecución contra todo lo que suena a católico o sinplemente cristiano (peor que otras persecuciones en la historia porque esta no es directa y abierta, sino que es sutil y subterránea y que se dirige a transformar y hundir la conciencia y la moral cristiana y a presentarlas como auténticos lastres sociales que impiden el avance y el progreso por lo que deben ser extirpados).
Creo que en la situación actual debemos de dar y transmitir a la sociedad, al común de la población un mensaje claro y alto sin puntillismos intelectuales, para que se entienda bien.
Ahora bien, claro está, cuando alguien está en una conferencia ante un auditorio de científicos, teólogos y estudiosos de la materia cláro que es necesario hacer matizaciones y ser puntilloso. Esta opinión ya la he expresado en alguna otra ocasión en este mismo blog.
Por otra parte, creo que algunos de nuestros obispos están cambiando su actitud ante EpC porque creo que son conscientes de que hay ZP para rato y que el PP no cambiará las cosas y ante el mal moral que es EpC es mejor pactar e intentarlo reconducir como se pueda. Creo que esto es lo que está pasando entre los obispos. Y yo repito la cuestión y la realidad es que no puede ser. Que no, y no. Que lo inmoral por mucho que se supriman ciertas frases, o se intente cambiar de sentido ciertas cosas, lo que es inmoral sigue siendo inmoral. Que la cuadratura del círculo es imposible.
Dice usted que: "si en esa asignatura se suprimen las cuestiones contrarias a la moral cristiana, como todo lo referente a la ideología de género, con otro programa, la asignatura se podría aceptar".
Y yo creo que no porque las bases que dan sustento, sobre las que se levanta todo el edificio de EpC (sobre el aborto, la ideología de género, el matrimonio, la felicidad humana, el orígen del ser humano etc) esos fundamentos son inmorales.
Por ejemplo, simplemente, para EpC somos personas humanas . Esto significa que estamos constituidos de dos elementos conceptuales diferentes “ser Persona” y “ser humano”. El proceso que nos lleva a ser persona es el de Hominización y el proceso que nos lleva a ser seres humanos es el de Humanización. El proceso evolutivo de Hominización se refiere a los cambios biológicos y genéticos. El proceso evolutivo de Humanización hace referencia a los continuos cambios -culturales, mentales, sociales, políticos, económicos- que las personas debemos aceptar -sólo en una determinada dirección- para llegar a ser seres humanos. Y sólo llegaremos a ser seres humanos si los demás (el Estado) nos ven y nos aceptan como tales. Vid. CANO, A. y otros; Ciutadania, Barcanova, 2007, 9-10.BUENO, J.M. y otros, Thau. Educació per a la Ciutadania, Barcelona, 2007, 14-15.
Pues ésta es una simple "perla" de EpC. Está plagado de ideas como ésta. Y aunque eliminásemos estas frases eso no haría buena ni la idea ni la concepción de vida que las sustenta. EpC no sería moral ni buena, seguiría siendo inmoral y mala.
Creo que los obispos deberían reflexionar sobre todo esto con oración y mantenerse firmes y no ceder ni abrir el camino al relativismo.
El término es claramente anfibologico, como mucha de la terminología postconciliar referida a las relaciones Iglesia-Estado, y teñido de clericalismo (que como desviacion de lo autenticamente clerical, es siempre un vicio). Si lo que se quiere decir es "legítima autonomía de lo laical en el ámbito temporal", que se diga.
Si lo que se quiere decir es "laicismo positivo", pues díganlo y ahí debatiremos, con la "Quas Primas" en la mano.
Valete
creo que la mejor reflexion que podrían hacer los obispos es leer el proceso de agachadas, contemplaciones y contemporarizaciones del episcopado inglés frente a Enrique VIII, PARA NO IMITARLO JAMAS. Terminaron apostatando todos salvo Juan Fischer, el intransigente y el "loco".
Aprovecho el lugar y su espíritu. Para algo nos tiene que servir esta aldea global.
Tenemos a un peque de 27 días en una situación de peligro grave. El viernes le tienen que intervenir para intentar cortar una hemorragia en el cerebro.
Al mismo tiempo, una hija con un embarazo recientisimo con gran riesgo de que se malogre.
Os pedimos vuestras oraciones para que, si es la voluntad de Dios, vaya todo según nuestros deseos.
Muchas gracias
Os cuento:
Al peque, tras las últimas pruebas (TAC y demás) han decidido no intervenirle. Parece ser que la situación había mejorado un poco con respecto a anteayer, cuando decidiero operar. Siendo tan pequeño, ayer cumplió un mes, prefieren no llevarlo al quirófano y esperar. Seguirá en la UCI, ya os iré contando.
La embarazada no ha vuelto a sangrar, el 9 volverá al médico.
El Señor os bendiga y os guarde.
"Creemos en la Comunión de los Santos"
Carlos María, no es tan claro, cuando hablamos de laicidad, cuando el Papa actual y el anterior hablan de "sana laicidad" hablan del respeto a la consistencia interior de las cosas creadas por su propia esencia, que los cristianos sabemos que expresa la voluntad de Dios, pero que nos permite tener una base común con los no creyentes que efectivamente viven en nuestra sociedad y a los que tenemos que tratar con respeto y caridad, ayudándoles del mejor modo posible a descubrir a Dios y a creer en El. Un médico creyente y uno no creyente pueden invesstigar juntos y cuidar juntos a un mismo enfermo si respetan la "sana laicidad" de la medicina, la realidad objetiva de las cosas, del organismo, de las medicinas, de la enfermedad, aunque el cristiano pueda y deba hacerlo con unas motivaciones que el no creyente seguramente no tendrá.
La ciencia, como la politica, es "laica", es decir tiene una consistencia apoyada en la realidad objetiva de las cosas que todos podemos descubrir y tenemos que respetar y que solo los cristianos (o los creyentes) sabemos agradecer a Dios y utilizar segun su voluntad.
terciario 98, no insistiré, en su comentario veo mucha confusión, qué quiere que le diga, pero no insisto.
Juan me alegro de haberle podido ayudar. No hay nada que agradecer. Dios les ayude. Saludos a su madre.
Tito Livio, no vale la pena enzarzarnos en discusiones. Yo prefiero hablar de las cosas de Dios y de Cristo que de mis palabras o de mis precisiones. De todos modos, gracias por sus consejos.
Ernesto, solo una precision. Cuando hablamos aquí de "laico" y "laicidad" no tiene nada que ver con el uso de la misma palabra cuando nos referimos al estado "laical" en la Iglesia. No tiene nada que ver. La misma palabra significa cosas distintas. Lo laico y la laicidad, en estas cuestiones, se refiere a la consistencia esencial de las cosas creadas, en si mismas, que tiene un valor real y objetivo para el creyente y para el no creyente, aunque los creyentes, los cristianos, podamos ver en ellas, además, sus relaciones con Dios como creaturas suyas. Por supuesto, la vocacion cristiana, no solo para los obispos, lleva consigo la posibilidad del martirio por fidelidad a la fe. ¿Vd. se exige a si mismo otro tanto? Todos tenemos que pedir a Dios la gracia de ser fieles hasta la muerte.
Orzowei, desde hoy rezo por vuestro niño y me uno a las oraciones de los demás. Que el Señor y el angel de la Guarda estén a su lado.
Buenas noches amigos.
(FUERA DE TEMA)
Gracias a una observación de un contertulio, partir de ahora me identificaré en los foros con mi nombre (Enrique), ¡que menos!
El pequeño está estabilizado, desde hoy le permiten a su madre darle el pecho tres veces al día.
Gracias a D. Fernando y a todos, sigan rezando
Pero no quiero que considere que soy anticristiano, pues Cristo es para mi alguien que merece todo mi respeto. No creo que Cristo deba cargar con la culpa de todos los crimenes cometidos en su nombre, eso sería totalmente injusto. Habiendo leido los evangelios, como los he leido, encuentro en ellos una fuente de inspiración siempre positiva. las guerras de religion no pueden provenir mas que de interpretaciones erróneas de los mismos.
En cuanto a situaciones mas recientes, como la postguerra y la España de Franco, me parece recordar que las monedas que circulaban entonces con la efigie del dictador, llevaban esta asombrosa inscripcion: "Francisco Franco caudillo de España por la Gracia de Dios". Yo me pregunto como pudo la Iglesia Catolica consentir semejante desatino. Pero lo hizo. Solo hay que ir a un coleccionista y mirar las monedas de cinco pesetas, por ejemplo. Ahi viene escrito.
De aquellas aguas vienen estos fangos, me temo. Las religfiones de oriente le llaman karma.
Un saludo
Eso de repasar la historia para echarnos en cara los pecados de los cristianos y de los católicos es una afición muy frecuente, parece que con eso alguien se justifica a sí mismo, o trata de curar a los católicos de una pretendida voluntad de ser los mejores. Ya dije que la cuestión religiosa no debe quedar enredada en las discusiones sobre la conducta de las personas, ni de los cristianos actuales ni de los antiguos. La cuestión religiosa se plantea en el corazón y en la conciencia de cada uno, viendo cómo debe situarse ante la posibilidad de que exista Dios o no exista, situarse ante la persona histórica y el mensaje de Jesús sobre la providencia misericordiosa de Dios, sus promesas de salvación y su invitación personal a la conversión, al cambio de vida. Cierto que el comportamiento de los cristianos ayuda o dificulta las decisiones. Cada uno se fija en lo que quiere, hay ejemplos buenos y ejemplos malos. Pero en medio de todo está la persona, la vida, los ejemplos y las enseñanzas de Jesús, que entre otras cosas nos permiten también valorar nuestra propia conducta, y hasta la conducta de los demás, aunque sea solo desde fuera. Pero esto no es nunca decisivo. Cada uno es responsable de sus actitudes ante la realidad de Jesús y la verdad de Dios que El nos manifiesta.
Sí, en los tiempos del franquismo pudo haber muchas cosas que ahora nos parecen muy discutibles. Hay que ponerse en la situación. Y en la situación real, tal como fue, en la medida de lo posible. No vale la perspectiva unilateral de la actual "Memoria histórica", por lo menos tan parcial como la de los vencedores. Con esas visiones parciales volvemos sin remedio a los enfrentamientos. Mal, muy mal.
Usted escribe que "La cuestión religiosa se plantea en el corazón y en la conciencia de cada uno". En eso coincido con usted. Pero cuando dice que "viendo cómo debe situarse ante la posibilidad de que exista Dios o no exista", no coincido tanto, porque no tengo en mi mente ninguna necesidad de Dios. Como sabe, hay toda una corriente de espiritualidad nacida en oriente que no incluye a Dios en su pensamiento filosofico, llamemosle budismo, si quiere (aunque ese es un termino que no inventaron los "budistas", sino los crisitianos). En esa corriente espiritual me incluyo, si bien no soy militante, no busco convertir a otros. Muy al contrario, viviendo en un pais de origen catolico (yo mismo lo soy originariamente), trato de entenderme con ustedes. Pero no resulta facil.
Quizas sea porque la mayoria de los catolicos tienen creencias firmes, pero poca experiencia interior. Ustede tienen un credo muy solido, tan solido que a veces creo que deberian aligerarlo un poco. Sus creencias no es lo que me interesa, porque las creencias se quedan en la superficie. Me interesa de ustedes su poderosa tradicion mistica, la que tienen arrinconada y mantienen en la trastienda. Ese es el tesoro que guardan, pero que, por algun motivo, no comparten.
Los conceptos importan, igual que la moral, pero sin la experiencia profunda no salvan. Quizas me equivoque, pero la impresion que obtengo al leer sus escritos, es que usted no es superficial. Muchos de sus lectores me darian la razon en eso. Voy a seguir entrando aqui a leerle. Y quizas deje alguna cosilla escrita si usted me insipira.
Un saludo fraternal
Me choca eso que dice "no tengo en mi mente ninguna necesidad de Dios". ¿No se plantea el origen y la razón de ser de cuanto existe? ¿Cual es para Vd. el origen de la experiencia de bien y de mal? Con todas las elasticidades que Vd. quiera, hay cosas ante las cuales hay que decir necesariamente que son malas. Si no fuera así ¿cómo podría decir que en nombre de Dios se ha hecho mucho mal? Por qué es mal? Por qué tenemos que corregir y evitar ciertas conductas, ciertos acontecimientos? Yo pienso que el relativismo se destruye y se desautoriza a sí mismo. Está muy bien ser pacificista, pero para eso hay que creer en la paz como un bien verdadero y firme. Bueno, un cordial saludo
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