Siempre es Pentecostés (I)
Estamos en tiempo de Pentecostés. Es el tiempo real de nuestra vida. Jesús llegó con su humanidad santa al mundo de Dios. El, que es el nuevo Adán, está ya en el paraíso recobrado de la vida eterna. Y desde allí tira de nosotros para que aprendamos a vivir junto a Dios, en ese mundo nuevo que es nuestra vida verdadera y definitiva.
Por eso me ha parecido interesante traer aquí un texto, en el que he intentado ordenar y resumir lo que Jesús nos reveló sobre el Espíritu Santo y lo que este Don supremo hace en nuestra vida y en nuestra santificación.
Con el don del Espíritu Santo, Jesús hace crecer en nosotros el amor de Dios, la experiencia gustosa de la verdad y la bondad de Dios, el deseo de vivir con El y de sintonizar nuestra vida con la suya, con sentimientos de piedad, gratitud, misericordia, donación, gozo, plenitud.
El Espíritu es la vida de Dios, con su presencia en nosotros nos hace sentir y vivir como verdaderos hijos de Dios. El abrazo de Dios se extiende y nos acoge a nosotros dentro de su familia, es el gran don y el gran banquete de la vida.
Si leemos los últimos capítulos del evangelio de Juan, veremos que este don del Espíritu es el resultado de la obra redentora de Jesús. Con su muerte nos ha librado del poder del pecado, nos ha reconciliado con Dios, y por su resurrección ha recibido el poder de infundir en nuestros corazones el Espíritu de Dios como fuente de una vida nueva que es santa y eterna. El Hijo, haciéndose hombre con nosotros, nos hace hijos de Dios como El, para que vivamos con El en la casa gloriosa del Padre común.
Esta es nuestra verdad y nuestra vida, esta es la fuente verdadera de nuestra libertad. Libertad para vivir como hijos de Dios. Por eso no nos da miedo que nuestro gobierno revise la ley de libertad religiosa. Los cristianos somos ya libres, y nuestra libertad nos viene de Dios. Donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad. Libertad para vivir, libertad para amar, libertad para sentir y para hacer el bien. Esto es lo principal. Luego ya habrá tiempo para la política, pero muy en segundo lugar.
Podemos decir que el descubrimiento del Espíritu Santo ha sido la asignatura pendiente de nuestra Teología occidental y de nuestra espiritualidad hasta el Concilio Vaticano II. A muchos de nosotros nos podrían haber dicho como a aquellos nuevos cristianos que San Pablo encontró en Efeso: “Si no conocéis el Espíritu Santo, ¿qué bautismo habéis recibido?” (Hch, cap. 19). En los últimos años la doctrina y la vida de la Iglesia occidental se ha enriquecido mucho gracias a los Estudios bíblicos, los contactos con los Católicos orientales y los encuentros ecuménicos con los Ortodoxos.
Un lectura rápida de los Evangelios muestra cómo la venida del Espíritu Santo sobre nosotros fue el objetivo central e inmediato de la predicación y de la obra de Jesús. Esta era la promesa de Dios, la gran promesa de Jesús. Algo tan importante en la vida de la Iglesia y de los cristianos, que se ha hablado del “Pentecostés permanente”, del “Pentecostés que no cesa”.
El Espíritu Santo es como el secreto, la intimidad de Dios. El revela al Padre y al Hijo, pero El mismo no se revela, mueve hacia ellos, pero El no se manifiesta. Es lo más íntimo, lo más recóndito de Dios. Por eso no nos resulta fácil hacernos una idea suficientemente aceptable del ser y de la acción propia del Espíritu Santo en nosotros. Y sin embargo no puede haber una vida cristiana vigorosa sin el conocimiento y la devoción al Espíritu Santo. Es la gran promesa, el gran don de Jesús a su Iglesia, a cada uno de nosotros. “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito, pero si me voy os lo enviaré”. (Cf Jn 16, 7).
13 comentarios
Debo ser un caso excepcional en el mundo.Por eso, todo lo que usted dice me suena nuevo y maravilloso.En primer lugar, ya hemos ganado y la victoria es nuestra para siempre.Que inmensa alegría.ZP y sus tinieblas no tienen poder alguno sobre mi, En la Pasión según San Mateo,( parte I) el coro a 3 voces canta y la orquesta responde:"Volad".--- "A donde"---."Al monte de la cruz",--"Tomad las alas de la Fé"---"Volad "---" A donde"--."Al golgota"---"Al monte de la cuz"---"volad"---"A donde"---"Al golgota"--"allí está vuestra salvación ".Estamos salvados, Cristo a resucitado.Que suerte tenemos¡¡.Mi vida desde pequeño, está llena de Jesucristo a rebosar, algo de Dios Padre creador y dador, pero al Espíritu Santo de Dios apenas nada le he notado en mi vida.Debo ser un caso único.Recuerdo que Juan Pablo II, fué a cuba y notó un viento en el aeropuerto y recordó al Santo Espiritu.Yo pensaba, que Fidel ya estaba perdido y acabado y que el pueblo cubano sería pronto libre.Pero No.El viento era, viento, pero no el Espíritu Santo.Y allí sigue Fidel y con su pueblo orpimido y humillado.Tengo una Trinidad con pata y media solamente.Cristo, que todo lo llena.Dios Padre siempre presente y una paloma volandera a la que no logro entender y nunca la he visto posarse en mi jardin.
Me gusta mucho el tema presente y lo voy a seguir con la máxima atención, a ver si me entero de algo.Antes de morirme, tengo que saberlo.Que cosa es el Espíritu Santo?.Yo siempre hablo castellano (al de Francés e Inglés) pero nunca me he puesto de repente a hablar arameo, japones ni polaco.Me acuerdo de la Virgen Maria y San José.De mis Santos queridos. Pero el Espiritu Santo, me resulta francamente inapreensible.Nunca le rezo.Es un misterio para mi.
Me voy a fijar como un buho estos dias que vienen a ver si me entero.Saludos.
Poco se conocía y se hablaba de él y qué poco se invocaba por el común de los creyentes.
Los comentarios anteriores lo ponen de manifiesto.
Pero también es cierto que si conocemos al Padre y al Hijo es precisamente por el Espíritu porque "nadie puede decir Jesús es el Señor si no le mueve el Espíritu" (1 Cor 12,3).
Sabemos que hay aire por lo que mueve pues es invisible. Del mismo modo el Espíritu que se nos ha dado, nos mueve a la fe, la esperanza y la caridad.
Al Espíritu se le reconoce por sus frutos, por sus dones, como dice la carta a los Gálatas: " Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza".
Si creemos en el Dios de Jesús, en el Dios que él nos reveló con su vida, muerte y resurrección, es imposiblq ue vivamos sin conocer íntimamente al Espíritu que procede del Padre y del hijo.
"El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe cristiana. Es el misterio de Dios en él mismo. La fuente de todos los demás misterios, la luz que los ilumina" (CIC, 234).
Que nos dejemos llevar por el soplo del Espíritu que infunde vida nueva en nosotros.
Gracias por estas reflexiones.
Un abrazo a todos.
De nuevo, muchas gracias por articular con tanta claridad lo que nos es tan difícil explicarnos a nosotros mismos. Supongo que (es metafórico) el Espíritu obra silenciosamente en nuestras vidas y en el mundo, y por ello nos es tan difícil explicarlo, notarlo, etc..
Tengo alguna duda sobre este tema, así como una proposición. Empiezo por la segunda: Me gustaría que nos hablara, si es posible, de la relación entre la pneumatología y la mariología, que intuyo es profunda y apasionante.
Y mi duda es la siguiente: El Espíritu Santo nos da la libertad, es libertad; pero, ¿se puede hablar de libertad intratrinitaria? ¿Esta libertad intratrinitaria, si se puede hablar de ella, sería una "libertad obligada"? ¿Qué relación tendría con nuestra libertad?
Muchas gracias de antemano. Alberto.
Esta mañana no encontraba un tema que necesitaba y de pronto apareció como por ensalmo.Me temo que ha sido El Espiritu.Que bién, ya nos vamos entendiendo.Desde ahora le voy a pedir más cosas.A lo peor, la culpa es mía, porque est es como el ordenador, si no lo enciendes, no funciona.Desde ahora todos los días lo voy a enceder, como hago con mi Ängel de la guarda.Saludos.
En algún lugar leí que si es grande la kenosis, el abajamiento de Cristo, que al hacerse hombre y aceptar la muerte en Cruz, velaba su divinidad, es mayor todavía la acción escondida, silenciosa, sin hacerse notar, del Espíritu Santo en la Iglesia y en cada uno de los hombres. Todo se produce en la intimidad. Sólo se reconoce en sus frutos, que en la mayor parte de los casos, los atribuimos a la Gracia de Dios, a su acción y presencia en nosotros, pero nos olvidamos de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. En su magnífico artículo, Usted, Monseñor, lo insinúa.
Recuerdo que el Santo Padre, Juan Pablo II, en los tres años de preparación para el Jubileo del año 2000, dedicó un año a cada una de las Personas trinitarias. Se publicaron tres libros y recuerdo el gran impacto que me causó la lectura del tomo dedicado al Espíritu Santo. Fue para mí todo un descubrimiento. Creo que estaban editados por el Comité para el Jubileo del Año 2000, en la BAC. Lo he prestado y por eso cito de memoria. A mí me hizo mucho bien.
Creo que tendríamos mucho que aprender de la Iglesia Ortodoxa que siempre ha prestado mucha atención y devoción al Espíritu Santo.
Me gustaría, Monseñor, se es posible, que nos hablara sobre las teorías –creo que heréticas- de Joaquín de Fiori, sobre el Espíritu Santo y esa tercera etapa de la Iglesia.
Muchas gracias por todo.
Fernando Mª, el origen de nuestro desconocimiento es la dificultad propia de todo lo que se refiere a Dios, la vida interna de Dios se nos escapa. No sabemos cómo pueden ser tres personas y un solo Dios. Y por una teología occidental que ha sido muy "monoteista", pero que no ha sabido como coordinar la unidad y la trinidad de las personas en las acciones exteriores de Dios, creación, encarnación, santificación, vida sacramental, etc. Pero el caso es que Jesús, al hablarnos de Sí, nos habla del Padre, porque El es sustancialmente HIJO. Jesús, por ser el Verbo/Hijo, al hacerse hombre, hace que la vida trinitaria "salga al exterior de Dios". El Hijo está en el mundo, el Padre tiene a su Hijo en el mundo, y se asoma a El y sigue cinvulado a El, el vínculo entre el Padre y el Hijo es el Amor, amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, este Amor subsistente, que es el gozo del Padre al verse en el Hijo, el gozo del Hijo por ser Hijo del Padre. Las tres personas son un solo Dios, y lo que decimos que hace Dios, en realidad lo hacen las tres personas, cada una a su manera, el Padre como Padre, el Hijo como Hijo y el espíritu Santo como Espíritu. Para familiarizarnos con la presencia y la intervención del Espíritu Santo, podemos pensar que el Espíritu es el Amor interno de Dios, por el que Dios decide comunicar su vida, crear el mundo, crearnos a nosotros, hacer que el Hijo se haga haombre para que nosotros quedemos también incorporados a ese circuito de vida santa y eterna que es la vida interna de Dios. El Padre sostiene a su Hijo hecho hombre en su existencia, lo ama como hijo suyo en y con el Espíritu Santo "El amor con el que el Padre me ama", dice Jesús. y el Hijo ama al Padre con el amor que es el espíritu, y con ese amor nos ama a nosotros y nos recoge en su ser de hijo. "Como el Padre me ama a mí, os he amado yo a vosotros, permaneced en mi amor" (Es decir, como el Padre me abraza con el Espíritu, así os abrazo yo también con el mismo Espiritu, permaneced, sed fieles a la presencia del amor en vosotros. Permanecer en su amor = cumpluir su voluntad = amar a los hermanos como Cristo nos ama a nosotros, con el amor de Dios, con el Espíritu). No sé si me lío demasiado. Leed con este esquema los capítulos 14, 16 y 16 de San Juan, algunas páginas de los Hechos de los Apostoles. Pedro piensa eu todo lo que hacemos por impulso de Dios, por gusto de Dios, digamos por instinto de Dios, es la obra, el fruto de la presencia y de la huella del Espíritu de Dios en nosotros. En la Misa lo invocamos en los momentos cruciales, pero no nos damos cuenta. Pedro, el Espíritu inhabita en los que viven unidos a Cristo por la fe y el amor, "Vendremos a El y haremos morada en El". Mañana hablamos de María y el Espíritu Santo. Y si hay espacio de Joaquín de Fiore. Dios nos mantenga en su amor. PAZ.
Gracias.
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