Hijos de la Resurrección

Desde hace días me ronda por la cabeza escribiros cuatro palabras sobre la experiencia pascual. Aunque nos llame un poco la atención, este título es una buena forma de llamar a los cristianos. Hijos de la Resurrección es lo que somos. En nuestra mentalidad actual, los cristianos no tenemos suficientemente en cuenta la resurrección de Cristo. Decimos y repetimos que la resurrección de Jesús es la fiesta más importante del año, pero tengo la impresión de que no logramos integrar esta afirmación en nuestra conciencia personal, y por tanto tampoco en la verdad de nuestra vida. Yo intento explicármelo así.

Comenzamos a ser cristianos por nuestra fe en Cristo, reconocido como Hijo de Dios encarnado, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación. Una fe, por supuesto, profesada con la Iglesia, sellada y confirmada por los sacramentos. Esta fe es una estrecha relación personal con el Cristo real que, ahora, es el Cristo resucitado, sentado a la derecha del Padre y constituido Señor de vivos y muertos.

Creer en Cristo resucitado es unirse espiritualmente con El, aceptar que esté presente y actuante en nosotros, dejarnos llevar por su Espíritu, participar de su vida de Hijo de Dios resucitado. Por eso, en virtud de esta unión con El, somos ya ciudadanos del Cielo, vivimos anticipadamente la verdad de la resurrección, estamos espiritualmente con El junto a Dios. Lo dice así San Pablo bendito: nuestra vida, lo que realmente vivimos los cristianos, está con Cristo junto a Dios. Esto ahora no se ve, pero un día se verá.

Y ¿cómo es esta vida que compartimos con Cristo resucitado? En primer lugar vida de hijos de Dios, hijos pequeños, hijos adoptivos, pero hijos verdaderos, que estamos ya en regazo de Dios, nuestro Padre, recibimos su vida, disfrutamos de su amor y deseamos vivir del todo en su presencia. No olvidemos que la esperanza es un deseo, un deseo fuerte y eficaz. Esperar la vida eterna es desearla, orientarnos hacia ella, ir acercándonos cada día a ella por la escalera del amor y de las buenas obras.

Los cristianos vivimos unidos a Cristo resucitado por la fe y el amor, junto a Dios, compartimos su vida de resucitado. La vida de Jesús resucitado, que compartimos con El, la podemos resumir en dos actividades fundamentales: la alabanza y el amor. Alabar a Dios, disfrutar de su bondad y de su belleza y ayudar a los demás, quererles, ayudarles a vivir en la verdad, en esta verdad definitiva que es la vida con Cristo en Dios. Todo lo demás es secundario, relativo, pasajero.

Mientras estamos en este mundo, la suprema sabiduría, la vida verdadera consiste en ver y vivir la verdad de las cosas desde esta hondura de la vida con Dios en Cristo. Ver desde ahí cada momento, cada circunstancia, cada actuación o relación, alegría o sufrimiento que nos toca vivir. Verlo todo y valorarlo todo desde esta perspectiva que es la perspectiva última y definitiva de nuestra vida, de modo que la esperanza de la vida eterna vaya de verdad guiando y configurando nuestra vida, nuestros hechos, nuestras preferencias, el empleo de nuestro tiempo, el destino de nuestros bienes, el ejercicio de nuestras facultades. El amor a Jesús, la devoción a la Virgen María y a los santos nos ayudan a vivir en esta perspectiva de resurrección.

Esto es lo que quiere decir San Pablo cuando dice que somos criaturas nuevas, que hemos nacido a una vida nueva, que hemos pasado de la muerte a la vida. Esta es la “vida nueva” a la que hemos nacido por fe y el bautismo. Y esto es lo que quería decir Jesús cuando decía que “hay que nacer de nuevo”. Creer en Cristo, bautizarse en el nombre de la Santa Trinidad, es esto, comenzar a vivir teniendo el corazón en el Cielo, con Cristo, en Dios, y, como consecuencia, vivir las cosas de este mundo en continuidad con esta comunión espiritual con Dios que es la verdad de su Reino que nos ha llegado con Cristo.

Nuestra tendencia natural, en la cual continuamos viviendo aun después del bautismo, mientras no nos convirtamos de verdad, es muy diferente. Vivimos en este mundo como si fuera nuestra morada definitiva, nos dejamos envolver y dominar por las cosas y los acontecimientos de este mundo como si fueran definitivos. Y luego, si somos creyentes, dejamos una puerta abierta por si acaso. No es así. Creer en Jesucristo supone y requiere dar el salto por encima de esta vida y de este mundo, dejarlo atrás, es decir, morir a esta forma de vida, y situarse de corazón en la vida celestial, junto a Dios, con Cristo, para luego vivir desde allí, en oración y caridad, toda las oportunidades de este mundo.

Os dejo unos textos para meditar: Jesús, en la hora de la despedida, nos dice que nos va a enviar el Espíritu Santo, y que cuando llegue ese momento “comprenderéis que yo estoy en el Padre, vosotros en mi y yo en vosotros” (Jn 14, 20); “Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mi y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros… Padre, yo deseo que todos estos que me has dado puedan estar donde esté yo… para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo mismo esté también en ellos” (Jn 17, 24-26). “Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra… revestíos del hombre nuevo… revestíos del amor que es el vínculo de la perfección” (San Pablo en Carta a los colosenses, 3, 1-3. 10.14). “Así el mundo podrá creer que tú me enviaste” (Jn 17, 21).

Esta experiencia tiene que ser el punto central de nuestra fe y de nuestra vida, ésta es la mística del cristianismo, lo que le da fuerza, de donde tiene que nacer todo lo demás. Hay que vivir esta intimidad para luego poder ser testigos de la verdad de Dios ante los demás. Quien no ha sentido la fuerza expansiva y creadora de esta experiencia fundante no podrá ser nunca verdadero testigo ni verdadero apóstol.

15 comentarios

  
Hermes
Que Jesús resucitado viva en nosotros para podr vivir en El y para El.
No morir a esta vida ( cosa imposible si no es muerte verdadera ) sino ordenarla hacía Dios y el prójimo, para poder conseguir una VIDA mejor en el mundo futuro.
Saludo cristiano.
15/04/09 9:45 AM
  
Conchi
Tiene razón Monseñor.Decimos que Cristo resucitó y no pensamos en verdad la profundidad de esta gran Verdad.tenemos demasiado ruído en rededor y nos despistamos bastante.¿ Creemos con verdadera Fé y pensamos lo que decimos ?.Que el Señor nos envíe su Espíritu y nos renueve.
¡¡¡ Feliz Pascua !!!.Muchas gracias por lo que nos dice para que reflexionemos.
15/04/09 6:28 PM
  
dnniepper
D. Fernando,

me ha llamado la atención una de sus frases :

"...disfrutar de su bondad y de su belleza "

Hubo un tiempo en el que pensaba que los de ser "místico" era cosa de ciertos elegidos, de una minoría de privilegiados . Hoy sé que todos PODEMOS ser "místicos" y "disfrutar de su bondad y belleza".

Disfrutar de Dios...
15/04/09 7:15 PM
La resurrección de Cristo es capital, pero no porque constituya una prueba decisiva o un milagro clamoroso como un argumento apologético. La resurrección de Cristo es importante porque nos concierne a todos, nos afecta personalmente a cada uno de nosotros.
La resurrección de Cristo, promesa de resurrección para todo hombre que viene a este mundo, es capital porque significa que Cristo entra en su gloria a la cabeza de la humanidad entera.
Del mismo modo que en Adán mueren todos, así todos vivirán en Cristo. (1Cor.15:22,23).
Para mi lo importante no es que Cristo haya resucitado sino que está vivo.
En la resurrección de Cristo, no solo ha saltado la losa del sepulcro, sino que ha hecho saltar todas las barreras que nos encerraban en nuestras prisiones terrenas: clases, razas, lenguas.”Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gal. 3:28).
Como cristiano y como creyente tengo la esperanza y la certeza de que nuestro cuerpo habrá de semejarse al de Cristo, haciéndose participe de ese maravilloso poder de hacerse presente a todos aquellos a quienes amamos.
Si nuestra esperanza en Cristo se limitara a los límites de esta vida seriamos los más desgraciados de todos los hombres.
15/04/09 10:04 PM
  
Eduardo Jariod
Quizá voy a decir una simpleza, y pido disculpas por anticipado. Tengo la impresión de que no nos creemos que Dios nos ama. Nos conocemos tan imperfectos y pecadores que no podemos concebir que Dios en su infinitud pueda amar a alguien como yo, a alguien que le está traicionando de pensamiento, palabra, obra u omisión constantemente. Y, sin embargo, nos ama a pesar de todo y en todo momento. Es más, cuando nos abrimos mínimamente a Él y sentimos su presencia misericordiosa, plena de perdón y comprensión, nos asustamos de su proximidad. ¿Cómo es posible que Cristo haya pasado por todo y haya resucitado por mí...? No puede ser, nos decimos, no puede ser, mitad escépticos, mitad asustados. No estamos preparados para su amor infinito, y preferimos movernos en la correspondencia terrenal de nuestros actos con sus consecuencias. Por desgracia, no nos atrevemos a más. Comenzando por los católicos. Este es mi mayor pecado con diferencia.
18/04/09 8:00 PM
Si nuestra esperanza en Cristo se limitara sólo a los límites de esta vida, seriamos los más desgraciados de todos los hombres. La profesión de fe en la resurrección es la respuesta a las apariciones; sólo ellas redujeron la ambigüedad del sepulcro vacío y dieron origen a la exclamación de los apóstoles: resucito verdaderamente. Los evangelios nos transmiten los siguientes datos: Las apariciones son descritas como presencia real y carnal de Jesús, come, camina con sus discípulos, se deja tocar, oír y hablar con ellos. Su presencia es tan real que puede ser confundido con un viandante, con un jardinero o con un pescador. En Jesucristo recibimos la respuesta definitiva de Dios de que no fue la muerte si no la vida, la última palabra que Dios pronuncio sobre el destino humano.
19/04/09 6:22 PM
  
Pilar Macarro
Preciosa y profunda reflexión. Gracias, Don Fernando. Telón de fondo para esta semana de Pascua. Me ha gustado especialmente y ha llegado hondo esta frase: "...comenzar a vivir teniendo el corazón en el Cielo, con Cristo, en Dios, y, como consecuencia, vivir las cosas de este mundo en continuidad con esta comunión espiritual con Dios que es la verdad de su Reino que nos ha llegado con Cristo."
Le pido al Señor saber atisbar lo que es vivir con el corazón en el Cielo...como Hija de la Resurrección.
19/04/09 10:49 PM
  
amor
Siento no concordar Pilar. He de vivir volcada en los demás, ayudando al que lo necesita, poniéndome en el lugar de los que pecan. He de vivir con los pies en la tierra, sorteando los peligros que me rodean y volcándome en los demás.
El misticismo de vivir mirando al cielo, ese entramado de palabras de comunión espiritual con Dios, nos lleva a no ver al vecino que las está pasando mal, al mundo que se consume de miseria. 4000 años de comunión celestial, no nos has llevado a un mundo mejor.
Descendamos de los cielos y sintamos empatía por lo que nos rodea.
No se sientan ofendidos, en el mundo hay otras formas de pensar, que desean el bien al prójimo.
Paz
20/04/09 9:20 AM
  
Fernando Benedicto
La Pascua, es a mi entender la manifestación mística en nuestros corazones de Cristo resucitado. ¿Que sentido hubiera tenido su resurrección sino fuera Dios Hijo encarnado para redimir el pecado de el hombre?.
¡Que esta pascua sea para nosotros el aporte espiritual en nuestras vidas y lo vivamos como evidencia de nuestro amor por Cristo!.
Feliz pascua, aleluya, aleluya.
20/04/09 3:13 PM
  
Fernando Benedicto
Sino aceptaramos que Jesucristo ha resucitado, en vano sería nuestra fe. "San Pablo".
Saludos: Ferran (Barcelona)
20/04/09 4:03 PM
  
Raffaelo
Capital asunto. La resurrección es un planteamiento palanca para la fe de muchos bautizados. Mientras no lo descubramos torpemente caminaremos.

Cristo ha resucitado. Si alguien conoce el trasfondo de los estudios sobre la Sábana Santa y, sobre todo, la repercusión de este acontecimiento sobre la historia de la Humanidad no podrá quedar impasible.

Dios se nos hace presente. Cristo vive hoy. Los cristianos, unidos como los apóstoles, podremos comprobar cómo Jesús sale a nuestro encuentro.

Dios lo haga posible, a través de nosotros.
20/04/09 6:48 PM
  
Flavia
Muchas gracias, Monseñor, por definir tan bien " la mística " del cristianismo. En efecto, dnniepper, TODOS estamos llamados a ser místicos, cada uno según su propio yo que será purificado por el Señor. Y ese proceso conlleva, en su aceptación, un gozo profundo. Nuestro Dios, revelado en el rostro de Cristo, no es un Dios de la amargura ni del llanto, sino de la resurrección y el gozo verdadero. Aunque, desde luego, hayamos de aceptar la Cruz.
24/04/09 2:07 PM
  
Flavia
Para amor:
Estoy de acuerdo contigo, pero tampoco te confundas ni confundas lo que es el verdadero misticismo. Y sobre ayudar a los demás, totalmente de acuerdo, PERO recuerda esto que dijo Jesús: " Sin Mí, nada podéis hacer "(Jn 15, 5 ). " El que no está conmigo, está contra Mí; y el que no recoge conmigo, desparrama." (Lc 11, 23 ). Y estar totalmente unido a Jesús es el verdadero misticismo que producirá frutos abundantes.
24/04/09 11:58 PM
  
Ana
Estoy de acuerdo con Eduardo Jariod: A veces no nos creemos que ha Cristo nos ama y ha resucitado por nosotros. se nos tenía que notar que no tengan que decir de nosotros lo que decía aquel filósofo¿Porque tienen cara de muertos si siguen a un resucitado?
Creo que debemos mostrar que ha resucitado y no solo con palabras sino con nuestra forma de vivir. Flavia estoy de acuerdo contigo:Teresa de Calcuta que vivía para los más pobres de los pobres era un alma de oración, no sólo persona que rezaba y lo mismo todas las asociaciacione, misioneros y fundaciones de la Iglesia que se dedican a estas cosas
25/04/09 8:23 PM
  
Mons. Sebastián
Amor, no es cuestión de molestarse, sino de ayudarnos a asomarnos a la verdad, a acercarnos lo más posible a lo que tiene que ser la verdad y el valor de nuestra vida. Te ruego que revises esa idea de que acercarnos a Dios nos aleja de la vida real. Si yo me acerco espiritualmente al Dios de Jesucristo, El me enseña a amar de verdad al prójimo, a ofrecer mi vida por el bien de los demás, sin hacer ruido, sin propagandas, de verdad, renunciando a la propia comodidad y dedicando la vida a estar al lado de los que sufren. Así lo están haciendo millones de cristianos. No niego que lo hagan también otros. Solo digo que creer en Cristo y vivir en comunion con El nos centra en la verdad del amor. Sigue habiendo mucho dolor en nuestro mundo, pero la fe y la entrega de muchos cristianos lo están haciendo bastante mejor de lo que podría ser.Dios no es nada extraño a la verdad del mundo, es el Sumo Bien en acto del que nacemos todos y de quien tenemos que aprender continuamente el verdadero camino de nuestra vida. Ir en contra o al margen de Dios es alejarse de la verdad de nuestra humanidad. Saludos.
25/04/09 8:26 PM

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