La locura de la Cruz o la sabiduría del Amor
Con razón muchos escritores cristianos han ponderado las paradojas del cristianismo. Como la cosa más natural del mundo, estamos celebrando hoy con la mayor solemnidad “La exaltación de la Santa Cruz”. ¿Acaso no es la cruz un instrumento de tortura y de muerte? ¿Es que se puede celebrar la exaltación de la horca o de la guillotina? Esta paradoja, este contraste manifiesta la novedad, la originalidad y la grandeza de nuestra fe cristiana que es capaz de cambiar el significado y la comprensión de la vida y de la muerte.
No somos masoquistas, no ensalzamos el dolor ni aborrecemos la vida, no honramos cualquier instrumento de muerte, honramos la cruz de Cristo, porque en ella quiso morir por nosotros. Desde entonces la Cruz ya no es símbolo de muerte sino que es es el símbolo universal del amor y de vida. No es tampoco, como dicen algunos, símbolo de discriminaciones y de conflictos. Los brazos abiertos de la cruz nos invitan a ensanchar nuestro corazón como el corazón de Cristo, que murió por todos, para que todos reconociéramos el amor del Padre común y llegáramos a convivir como un solo pueblo de hermanos.
La cruz es el recuerdo constante de la bondad de Dios, es el argumento más convincente de la amabilidad de nuestra vida, es el fundamento de la esperanza y de la paz del mundo. No se comprende como algunas personas mal informadas la pueden considerar como fuente de divisiones y conflictos y la consideran incompatible con una convivencia libre y pacífica. Los cristianos podemos garantizar que la cruz de Jesucristo es el símbolo más elocuente, más universal y más eficaz de la reconciliación y de la esperanza del mundo. En estos momentos voy a intentar resumir ante vosotros el significado de la Cruz de Cristo en tres grandes cuadros.
1º) En primer lugar la cruz de Jesús nos descubre la verdad más oscura de nuestro mundo, un mundo cruel donde los hombres se matan unos a otros. La cruz es expresión de un mundo violento, en el que hay rebeliones y represiones, asesinos y verdugos. Un mundo donde mueren también los inocentes, en el que Dios mismo puede ser rechazado y ejecutado para no que no inquiete la paz de los poderosos. Así fue el mundo de Jesús y así es también el nuestro. Con bellas palabras de democracia y derechos humanos, mantenemos sobre media humanidad la cruz de la pobreza y del hambre, y en nuestra propia casa destruimos la familia y condenamos a muerte a miles de inocentes antes de nacer. La cruz denuncia la crueldad y los errores de nuestro mundo. La cruz denuncia la injusticia de nuestros corazones y la dureza de nuestros egoísmos.
2º) A la vez, en contraste y por encima de todo, la Cruz es el símbolo del amor de Dios, de la presencia de Dios con nosotros, que quiso venir a nuestro mundo para enseñarnos el camino de la verdad y de la salvación, que se entregó por nosotros, que con su fidelidad y su obediencia venció en ella el poder del mal y nos abrió el camino de la reconciliación con Dios y de la vida eterna. La cruz de Jesucristo es la gran prueba de la existencia y de la bondad de Dios, la raíz poderosa de nuestra libertad y de nuestra esperanza, la puerta estrecha pero segura de la vida verdadera. En ella Jesucristo, con su piedad llevada hasta la muerte venció nuestras idolatrías, con su obediencia reparó nuestras desobediencias, con su fidelidad de Hijo restauró nuestra amistad con Dios.
3º) En tercer lugar la cruz de Jesucristo es símbolo de la exaltación de Jesucristo, glorificado en su humanidad, junto a Dios, como Rey del mundo, como Norma y Modelo supremo de la humanidad verdadera, como principio de una humanidad nueva, liberada del pecado, libre ya de las amenazas del dolor y de la muerte, afirmada y acogida para siempre en la vida eterna de Dios. La cruz es la revelación de la belleza del mundo redimido, tal como Dios lo quiere y tal como lo añoran nuestros corazones hechos por Dios para la vida eterna. Este mundo presidido por Cristo glorificado es el mundo verdadero, el mundo que nosotros añoramos y deseamos en lo más profundo de nuestro corazón, un mundo santo sin distancias entre la tierra y el cielo, un mundo de hermanos en donde no habrá discriminaciones ni conflictos, un mundo en el que Dios enjugará las lágrimas de todos los afligidos y sanará todas las heridas de nuestros odios y agresiones.
La exaltación de la Cruz es en realidad la exaltación de la bondad de Dios que por medio de su Hijo Jesucristo nos ha abierto el camino para esa vida gloriosa que esperamos. Es también la exaltación de Jesucristo que muriendo en ella adquirió para todos un mundo nuevo donde reine la justicia y la gracia de Dios. Y es también la exaltación de la humanidad, porque gracias a ella hemos sido liberados de las tinieblas de la muerte y brilla ante nosotros la luz gloriosa de una esperanza eterna. Ni el ojo vio ni el oído oyó nunca una cosa semejante. Cristo, muerto en la Cruz y resucitado por Dios como primicia de la Nueva Creación, ha ido por delante de nosotros para prepararnos un lugar en el mundo nuevo, El es, junto a Dios, el lugar de nuestra glorificación con los ángeles y los santos del Cielo.
Alguien podría pensar que este mensaje, esta manera de entender la vida es un sueño más que un visión certera de la realidad. Así opinan los que conociendo el cristianismo lo rechazan como una bonita historia fantasiosa hecha para consuelo de corazones débiles. Esta visión de la vida que a algunos les parece una locura es la Sabiduría de Dios. En la debilidad de Jesús crucificado esta la fuerza de Dios para la salvación del mundo. De este mensaje han nacido miles de héroes, hombres y mujeres que han vivido santamente y han hecho el bien luchando contra el dolor y la injusticia. Este mensaje de la cruz de Jesucristo sostiene ahora la vida de miles de hombres y mujeres que hacen el bien en todos los rincones del mundo sin esperar otro premio que llegar un día al encuentro con Cristo glorioso en el Cielo.
Sigue vigente la paradoja del cristianismo. Somos pocos. No tenemos poder, muchos nos tienen por necios. Nosotros estamos seguros de que la cruz de Jesús es la victoria del bien sobre el mal, la victoria de la verdad sobre la mentira, la victoria de la vida sobre la muerte. En ella tenemos puesta nuestra esperanza, y de esta esperanza nos viene la libertad verdadera, la libertad para vivir en la verdad, libertad para hacer el bien, libertad para trabajar por el bien material y espiritual de nuestros hermanos, libertad para construir un mundo de paz y de justicia sin divisiones ni injusticias.
16 comentarios
La cruz, locura para el mundo, salvación para el mundo. Debemos reivindicar su valor hoy más que nunca. Es nuestra mejor "arma" contra el mal.
Como usted muy bien dice no somos masoquistas. Sabemos todos que el final de la Cruz es la Resurrección. Pero la grandeza de la Cruz consiste en ser el signo de nuestra salvación y el sentido de nuestro sufrimiento si lo aceptamos junto a Cristo. Por eso la cruz no es hundimiento sin sentido, sino exaltación.
Puedo aportar el testimonio de que conozco a muchas personas que después de un gran sufrimiento al que no veían sentido, cuando ha pasado el tiempo, me han dicho: " Ahora lo entiendo. Si yo no hubiera pasado por aquello, ahora no entendería un montón de cosas, empezando porque no entendería lo que Cristo me ama. "
Pues mire, fíjese si me gusta su post, que esta tarde voy a meditar con él a fondo.
¡ Salve, Cruz, Esperanza única !
Es cierto, veneramos a la cruz porque en ella está Jesús, el Crucificado. Ya, evidente. Pero ¡veneramos también la cruz, la misma cruz! que según amorosa disposición de la Providencia divina pesó sobre Cristo y pesa sobre cada uno de nosotros. En nosotros, para humillación, expiación por los pecados propios y por los del mundo, y para completar con nuestras cruces "lo que falta" a la Cruz de Cristo para la salvación de su cuerpo, que es la Iglesia. Del valor de la Cruz de Cristo viene el valor de nuestras cruces personales, muchas veces tan miserables en sí mismas consideradas. ¡¡Qué maravilla!! No se nos afloje, Don Fernando, y siga con sus posts.
El Concilio Vaticano II dice que Jesucristo soluciona definitivamente el misterio del hombre…pero lo cierto es que el misterio del hombre permance sin desvelar…seguimos sin saber quienes somos y a donde vamos.
El islam y el cristianismo no son mas que deformaciones monstruosas del judaismo.
Jesus era monoteista riguroso y rezaba la oracion monoteista de Israel,la Shema.Sustituir el Nombre de Dios por el de Jesus es inaceptable porque significa adorar a las criaturas antes que al Creador.Eso es fetichismo e idolatria que llenaria de espanto al propio Jesus.
El Dios cristiano ha sido parido en los concilios con un claro proposito de "superacion" y de "separacion" de la fe monoteista del pueblo de la Torah.Los primeros concilios de la Iglesia no dejan de ser un mal disimulado antisemitismo cristiano...corregido "en parte" solo en parte, en el Vaticano II.
Creo que por aquí puede haber algún otro "devoto" de Sta. Teresa Benedicta de la Cruz. ¿Como es que no hay algunos más de sus escritos por internet? No creo que sea cosa de derechos de autor ¿verdad? Es que este post me hizo recordar las "prédicas" que dió la santa en esos tremendos años con ocasión de esta fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Sí, este es el Misterio de nuestra fe.
Pues esos judíos, fanáticos monoteístas, esos que apedrearían a todo aquel que se irrogase la mínima cualidad divina, esos vieron en Jesús la plena divinidad del Padre. ¿Toda una generación de judíos se volvió loca? No, ningún loco lo divinizó. Jesúcristo no fue un mito que se forja en las brumas del tiempo -durante siglos- sino que fue la primera generación cristiana, la que compartió su vida con El -casi en su totalidad judíos- la que vio en Jesús "la plenitud de la divinidad" (Col. 1,19). Lo vieron tan claro, que la cruz, ese horrible signo -póngase en el época- del desprecio, el dolor y la humillación, llegó a ser -lea a San Pablo (1 Cor.1)- lo único por lo que el Apóstol se enorgullecía.
Sencillamente, lo vieron claro. Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios, la Palabra definitiva del Padre y la única vía de nuestra salvación.
Y citando fuentes cristianas,como es la cronica de la Pasion de Cristo por los hermanos Lehmann,de las escuelas cristianas,segun ellos,cuenta la tradicion oral de la ciudad santa de Jerusalen,que las gentes de Jerusalen,aquella tarde en que murio Jesus (de apellido y origen desconocido) decian: malditos seamos porque el Mesias no vino.
Ésta es la cruz del Señor. ¡Huid, poderes adversos! Ha vencido el león de Judá y vástago de David, aleluya.
Cierto que no todos los judíos creyeron en El, pero ya profetizó Isaías: "Porque el corazón de este pueblo se ha embotado -han endurecido sus oídos y cerrados sus ojos, para no ver con sus ojos ni oir con sus oídos- ni entender con el corazón" (citado en Hch. 28,27). Y tras el nacimiento de Jesús, ya se le profetizó que "sería caída y resurgimiento de muchos en Israel; será signo de contradicción" (Lc. 2,34).
Pero también está profetizado que algún día la totalidad de los judíos será salva en Jesús (Rm. 11, 25).
EL VIVE HOY.
NOSOTROS EN ROSARIO, TENEMOS UN ARZOBISPO MARAVILLOSO, QUE SE LLAMA JOSE LUIS MOLAGAN. TAMBIEN VALORAMOS MUCHO AL PADRE IGNACIO PERIES Y AL PADRE JORGE NARDI QUE TIENE UNA PAGINA EN www.jorgenardi.com.ar
Los comentarios están cerrados para esta publicación.