Queremos publicar las crónicas escritas por el P. Martín Prado en las selvas Fas y Figeri en la misión de Papúa Nueva Guinea. Este escrito, a forma de diario, lo escribió el P. Martín para su familia y amigos. De ahí su particular estilo. Sin embargo, hemos decidido publicarlo, considerando que será provechoso y edificante para todos los miembros de nuestra familia religiosa. Dada la extensión de las crónicas, las dividimos en cinco partes. ¡Que las disfruten!
1° PARTE
Con los padres Tomás (Ravaioli) y Maximiliano (Navarro) decidimos que uno de nosotros podría ofrecerle ayuda al obispo para esta Navidad, yendo a algún lugar más necesitado de sacerdotes en la selva. Fui a ver al obispo. Me dijo que en ese momento estaba disponible la avioneta para ir muy lejos, pero que había un sacerdote que estaba sólo en Utai, a unas 4 horas en vehículo (desde hace pocos años algunas comunidades en la selva tienen acceso en vehículo, 4x4, gracias a las compañías que deforestan). Me dijo que podía ir allí, o si yo no tenía problema, mejor sería que vaya a ayudar a Fas, otra base o centro de misión dependiente de Utai, pero muy poco atendida, porque el párroco debe atender además de la parroquia, otras 60 villas. Para llegar hasta estas uno tiene que caminar dos días o conseguir un vehículo que lo lleve, y en el 2014 sólo una vez los había podido visitar. La dificultad era que en Fas, no había casa para hospedarse ni capilla. Yo pensé: “en Bariloche la pasábamos así un mes con los seminaristas ¿no me voy a animar ahora para poder celebrarles la Navidad a no sé cuántas gentes?”
16 DE DICIEMBRE
Salimos con una Land Cruiser del obispado. Compré algo de comida, preparé una mochila, la sacristía, y le pedí a la diócesis una pelota de fútbol y un panel solar portátil grande como una tablet para cargar el celular y tener algo de luz.
Nos dirigimos primero hacia Utai, yo quería ver al párroco y hablar con él antes y llevarle algún regalo de Navidad. Cuando llegué, no estaba el padre. Había ido a visitar comunidades en la montaña. El padre se llama Fredrib. Lo fuimos a buscar con nuestro vehículo cuando volvía, cerca de un río. Feliz de vernos, a mí y a un seminarista que había venido conmigo para acompañarlo.
Le traje té, ya que me dijeron que le gustaba. Pudimos hablar un poco de lo que concierne a la pastoral. Igualmente él está recién llegado y aprendiendo pidgin. La parroquia estaba sin sacerdote antes de que él llegue. Parece que en su momento Utai fue un súper centro de misión: cultivaban arroz, tenían vacas, había una comunidad de monjas filipinas. Ahora nada de eso. El pobre cura vive en una casa que se le cae a pedazos. Me dio mucha pena, y para colmo no tuvo una formación muy tomista por decirlo de algún modo. Le propuse y ordenamos y limpiamos un poco la casa. Ahora está sólo porque su compañero se enfermaba mucho de malaria y tuvo que ir a Vanimo a descansar y recuperarse.
LA CASA DEL CURA EN UTAY
MIÉRCOLES 17
Hubo una gran tormenta por la noche, los ríos crecieron y los caminos estaban muy arruinados, cosa que impidió la salida hacia Fas por la mañana. Los ríos estaban muy crecidos y el único vehículo que hay en Utai estaba del otro lado del río. Pero vino un señor y me dijo que iba a tratar de hacer lo imposible para poder llevarme a Fas. A las dos o tres de la tarde cayó con una Land Cruiser de la compañía que trabaja deforestando por allí cerca.
Antes de que salgamos vino un muchacho, Gabriel, de 18 años. Cayó de la nada diciendo que me quería acompañar en estas dos semanas. Parece muy bueno. Me dicen que cursa la secundaria en Vanimo y allí es amigo de un sacerdote, al que le ayuda como monaguillo. Hoy en el viaje que hicimos a pie se cargó todo y rezaba el Rosario muy bien. Fue providencial porque su familia es de Fas y conoce a todos, sabe hacer de monaguillo y preparar todo para la Misa, y es robusto por las dudas…ja.
Salimos con la Land Cruiser, adelante iba el P. Fredrib y yo iba atrás en la caja con varios más que nos quisieron acompañar, entre ellos algunas de las chicas del hogar de las hermanas de nuestra Familia Religiosa, que ahora están de vacaciones. Íbamos bastante apretados, yo parado, pero todos contentos. En el camino me di cuenta que el chofer estaba medio tomado, un peligro manejando y más en estos caminos, allí me encomendé a la Virgen de Luján junto con algunos de los pasajeros.
Después de hora y media de viaje llegamos a un punto en el que ya no podíamos seguir más con el vehículo. Dos caminos llegan a Fas, uno estaba cerrado (la compañía lo cierra para evitar que les roben gasoil a las máquinas) el otro estaba bloqueado por un gran árbol que había caído la noche anterior. Entonces pensamos qué hacer. Podíamos regresar a Utai e intentar volver al otro día. Pero después de tantas dificultades para encontrar vehículo no me quería arriesgar, además perdería uno o dos días más. Les dije que seguíamos a pie.
EN LA CAJA DE LA CAMIONETA
CUANDO NOS DEJARON Y SEGUIMOS A PIE
ESTOS SON LOS QUE ME ACOMPAÑARON CAMINANDO HASTA FAS. GABRIEL ES EL DE BLANCO
Ahí mismo Gabriel, el chico que me acompaña, tomó la sacristía, una valija bien pesada y otros jóvenes tomaron las demás cosas que traía. Caminamos dos horas más con un paisaje hermoso, montañoso. Me acordaba a las caminatas del Cañón del Atuel. Como siempre, con los jóvenes se hace llevadero.
El mismo señor que había conseguido el vehículo ahora me acompañaba caminando, y se nos adelantó. No paró un momento para llegar antes que nosotros y avisar a la gente que el sacerdote estaba llegando. Después me enteré que les dio instrucciones y los amenazó con que iba a volver a ver si me habían atendido bien.
Después de caminar un rato me resolví a poner todo esto por escrito. De entrada no pensaba hacerlo, me parecía un poco ostentoso o como si se fuese a viciar la rectitud de intención…. contar “mis” anécdotas, “¡OH! ¡EL MISIONERO!"… Se entiende, típico escrúpulo del que no es humilde y piensa que lo que tiene es por mérito propio y por eso no lo muestra o comparte. En el camino, subiendo y bajando las montañas en ojotas[1], cargando una pesada mochila y con la sotana toda transpirada[2]… En esta circunstancias tomé más consciencia de la gracia que Dios me daba, poder venir a un lugar así a anunciar el evangelio, pasar por estas dificultades y travesías solo con el propósito de anunciar su evangelio, llevar la gracia y salvación a estas almas…. Eso en nada lo merezco. Es un honor y gracia inmerecida, y por tanto tengo que compartirlo. No tengo que gloriarme y por el contrario si no lo compartiese sería un tanto egoísta e injusto, porque estoy acá como misionero del IVE. Mis alegrías o dificultades son también de ustedes. Mañana otro toma mi lugar y yo el de él. Esto no es obra mía sino de la querida Congregación e Iglesia.
Llegamos al atardecer. Las dos villas y la escuelita están en un valle y bajando de la montaña teníamos una vista hermosa del lugar. Se veían las dos villas, Fas y Figeri, distanciadas unos dos kilómetros la una de la otra, las dos a la orilla de un río, y entre ambas, en la rivera opuesta un colegio primario con dos humildes casas para los dos profesores que atienden la escuela. Un poco más allá está la casa del enfermero con una pequeña sala de primeros auxilios.
No sabían que yo venía. Pero ahí no más prepararon una casa, limpiaron y le pusieron una colchoneta y una batería como de moto, para que pueda tener luz.
Llegamos y nos fuimos a un arroyo a bañarnos. Esto de llegar cansado, con calor y sucio e ir a un arroyo o río y bañarse es espectacular, te relaja mucho…. Tal vez si lo tenés que hacer todos los días del año te cansaría un poco, pero en estas circunstancias es muy relajante. Aprovechás a charlar. En todos lados ya tienen un lugar señalado: el “wara man", agua de los hombres. Sólo ellos pueden ir ahí y se bañan a lo Adán, ja.
Pude hablar con el catequista del lugar y me dice que ahora mismo por la noche va a ir a las comunidades más cercanas a avisar que el padre llegó y que mañana hay Misa por la mañana. Cuando le pregunté si 7 am era muy temprano, me dijo que no había drama, que iban a estar todos felices y que iban a ir al horario que sea.
Me dicen también que en Figeri, han hecho un hermoso y grande templo, que aún no han celebrado la Misa allí, que tengo que bendecirlo, inaugurarlo… ¡Qué gracia y qué necesidad de sacerdotes! Ya lo tenían listo hace un tiempo pero aún no tenían un sacerdote para bendecirlo.
ESTA ES MI HABITACIÓN
LA HABITACIÓN EN LA QUE LEO O PREPARO LOS SERMONES. ES LA MÁS FRESCA
JUEVES 18
Por la mañana celebré la Misa en un aula del colegio y vinieron muchos de las dos villas cercanas. Después me senté con el catequista e hicimos el programa para estos días. Nos metimos en una casa que usan para cocinar, de techo de morota, paredes de palos y todas las casas elevadas del suelo, con piso de tablas. Son las más frescas. Ahí organizamos: Bautismos, Confesiones, Rosario todas las tardes con prácticas de cantos para Navidad, competencias deportivas para Navidad, marcamos un día para a ir a otras villas más lejanas a confesar, bautizar y celebrarles la Santa Misa. Estaban muy contentos y conformes con todo. Cuando charlábamos me tomé unos mates. Miraban asombrados y contentos: súper observadores. Escribimos el programa en tres hojas para que en cada villa vean el anuncio. Después me di cuenta que lo que más funciona es el anuncio por transmisión oral. Son pocos los que leen. También escribí una carta para que le manden al párroco, preguntándole si quiere venir él para inaugurar el templo y si le parece que lo pongamos bajo el patrocinio de San Juan Pablo II. Ni la Villa ni el templo tienen patrono. Me preguntaron y yo les propuse ese nombre, les conté un poco de él, que era el primer y único Papa que ha visitado PNG. Estaban felices.
Este lugar, unos años atrás fue centro misional, con capilla y casa para el sacerdote que venía de paso por unos días y una escuela primaria. Ahora no queda nada de eso, apenas queda algo de la antigua escuela. Hace unos 6 años con la ayuda de las compañías que extraen madera de la selva, se pudieron levantar unas nuevas aulas y los mismos lugareños hicieron dos casas para los profesores, para los dos únicos que atienden la escuela. Yo estoy viviendo en la casa de uno de ellos, que se fue a pasar la Navidad a su pueblo. También hace un mes han puesto un centro de primeros auxilios que está a unos 200 metros de la escuela. La zona es más que tranquila, aquí vivo solo yo y la familia del profesor. A unos 2 km hacia la izquierda cruzando dos ríos (no muy grandes, el agua te llega a las rodillas) hay una de las villas: Fas; y lo mismo hacia la derecha, a 1 km, cruzando sólo un río, está la otra villa, donde han hecho una nueva capilla (ahora la única de toda la zona): Figeri.
Me fui a refrescar al río y les pedía me hiervan agua para comer unos nudels. Después me recosté un momento en la hamaca paraguaya que me hizo un parroquiano en Vanimo. Me dormí profundamente…
Por la tarde fui a visitar las dos villas más cercanas que tengo: Fas y Figeri. Hermosas y pintorescas, bien chiquitas, unas veinte casas, pero más que 20 familias, porque acá el concepto de casa y familia es muy distinto, viven como en clanes.
Para ir a ambas villas tenés que cruzar ríos a pie. Todo hermoso, una aventura, hasta que me tocó volver de noche después del Rosario y las confesiones. La ojota se te desarma al quedarse trabada en el barro y las piedras. Hay que arremangarse sotana y pantalones. Está bueno, así pensás un poco más en Dios y en las almas. Como siempre la cruz te hace tocar la realidad, recordar los principios, los motivos últimos, “te pincha los globos”.
Antes del Rosario les dije dos palabras de cómo rezar, qué decirle a Dios, cómo tratarlo. La Iglesia nueva estaba llena y no volaba una mosca: súper ansiosos de escuchar. Los ojos súper clavados en cada expresión que hacía. Cuando los vi así se me hizo muy fácil de hablarles, con sencillez y transparencia y daba la impresión de que entendían y lo aprendían mucho mejor que en tantos otros lugares que he predicado y buscado enseñar esto mismo. Durante el Rosario varios se confesaron. Todos desde hace uno o dos años que no habían tenido oportunidad de hacerlo.
Cuando volví al colegio, fui al lado del fuego y me convidaron un plato de arroz y acelga. Me comí un platazo, como comen ellos, y lo re disfrute. Después me vine a escribir.
ESTA ES LA FAMILIA DE PROFESOR, EN LA COCINA-COMEDOR DONDE ME DABAN DE COMER SIEMPRE
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