Zanzíbar, la isla cautivante
Alejandría, Egipto, 27 de junio de 2016.
Zanzíbar siempre ha sido una isla cautivante, desde el sólo escuchar su nombre, como puede ser escuchar los nombres de Galápagos o Madagascar. Así atrajo siempre a personas de todo tipo, desde comerciantes de esclavos, comerciantes de especies, colonizadores, y misioneros. Esta isla tan atractiva y con tanta historia, también nos atrajo a nosotros con su historia y su belleza.
Nuestro superior provincial vino a visitarnos, para poder completar la visita a todas las casas de nuestra provincia de Medio Oriente, antes del Capítulo General de nuestra congregación. Para esta visita invitó al superior de la misión en Túnez, el P. Sergio Pérez, con la finalidad de que conociera, pero a la vez le serviría de descanso, ya que nuestros misioneros en la Catedral de Túnez siempre están con muchísimo trabajo. Nos encontramos en Dar es Salaam, y el plan era pasar en ferry a Zanzíbar, la gran isla que forma parte de Tanzania.
El objetivo, por supuesto conocer y descansar en un lugar tan hermoso, pero a la vez era muy importante poder conocer un lugar donde la realidad es muy distinta que en el continente, por la fuerte presencia musulmana; y para poder tener un encuentro con el obispo de esa diócesis Mons. Augustine Ndeliakyama Shao, C.S.Sp., para presentarnos, y que supiera de nuestra existencia y disponibilidad.
Zanzíbar es una gran isla que tiene aproximadamente un millón de habitantes, que en su gran mayoría son musulmanes, en un alto porcentaje del 98%, los católicos son el 1%, el resto se reparte entre cristianos protestantes, y algunos paganos. Por lo tanto es una realidad muy distinta a nuestra misión en el continente. Por eso me parece que puede ser interesante para ustedes conocer un poco al menos por medio de esta crónica, que no será un informe exhaustivo, sino como siempre, como un relato más familiar.
Por lo que les he dicho, se puede concluir fácilmente que la misión de la iglesia en este lugar es del todo particular y muy difícil. Los sacerdotes que trabajan en Tanzania, en general, cuando se habla de Zanzíbar abren los ojos, y se hacen expresiones de que “no es fácil”. Hace dos años asesinaron a tiros a un sacerdote de la catedral, cuando estaba visitando una de sus capillas. También el mismo año atacaron con ácido a otro sacerdote. Los cristianos, en esta notable minoría que componen, sufren mucho. Generalmente los cristianos que se encuentran en Zanzíbar son personas que vienen del continente, que van allí para trabajar, y ellos son los que forman las comunidades católicas.
Hay una gran diferencia de razas, porque la influencia musulmana ha venido de los árabes que han estado presentes en la isla desde los siglos XV y XVI, pero sobre todo que para el 1.700 fue anexada al sultanato de Omán, que incluso trasladó su sultanato a Zanzíbar. Muy promisoria la situación geográfica, y el gran comercio de esclavos y marfil que traían desde Tanganica, en el continente. De aquí proviene la gran influencia del islam y la presencia de la raza árabe.
No quiero hacer una historia, como les dije, no es el objetivo de mi escrito, para ello pueden buscar ustedes mismos más datos, si les interesa, hoy en día es tan fácil hacerlo. Sin embargo destaco que a mediados del 1.800 se vendían anualmente 50.000 esclavos. Fue en ése tiempo el centro más grande de venta de esclavos por parte de los árabes. Luego bajo el protectorado inglés se fue luchando para abolir definitivamente el tráfico de esclavos.
Bien, pero volviendo a nuestro paso por esta isla (creo que era necesaria una “composición de lugar”), llegamos en el ferry, que realmente es muy buena y moderna embarcación, viajando a gran velocidad. Es mucha gente la que viaja en estos medios, y la llegada tiene el típico sello “africano”, de bullicio, gente que empuja, etc. Pero es realmente agradable ver desde barco la costa de la isla y la llegada a Stone Town, la capital.
De entrada que no es fácil ser bien recibido por las autoridades de migraciones, así que a cada uno nos fueron pidiendo los papeles, pasaporte, visas, y certificado de la vacuna contra la fiebre amarilla. En realidad, “se busca algo que pellizcar”, como se dice. Este detalle lo cuento, porque si bien Zanzíbar es una parte de Tanzania, los mismos habitantes de la isla se consideran como un país aparte. Por eso al llegar, viajando desde Dar es Salaam, piden los papeles como si uno ingresara en otro país, te hacen llenar un formulario como si fuera una “visa”, y controlan todo.
Ya una vez arribados nos esperaba un diácono, que Dios mediante se ordenará en septiembre. Hay cerca de 14 sacerdotes en toda la diócesis, y repartidos en dos islas, 11 en Zanzíbar y 3 en Pemba, mas al norte. Fuimos alojados en un alojamiento que administra la diócesis, y entonces comenzamos a disfrutar de nuestra breve estadía de dos días en la “isla de las especias”. Hemos podido salir a visitar la ciudad antigua, con un verdadero aire oriental, sus callecitas peatonales angostas que se pierden en intrincados laberintos… la Catedral Saint Joseph, y los monumentos históricos.
Es de destacar la visita que nos hizo hacer el diácono Rafael, quien nos llevó a la escuela católica de la diócesis. Allí además de primario y secundario, funciona un dispensario atendido por religiosas. Fue realmente edificante ver este ejemplo, además que era realmente como un oasis dentro de ese mundo musulmán. Era muy agradable poder saludar a los chicos con el “Alabado sea Jesucristo”, y recibir el “Por siempre sea alabado” como respuesta junto con una sonrisa. Es como que en esos lugares desaparece el ambiente hostil y se respira mucha paz. Las religiosas se pusieron felices de la visita, charlaron, y nos mostraron el dispensario, muy simple y muy pobre. El P. Sergio Pérez, que además es médico, quedó impresionado por la pobreza de la farmacia con la que cuentan.
Hemos podido disfrutar también de los hermosos paisajes que cautivan la mirada… y dan ganas de que no se termine de poner el sol. Las playas de arena blanca bañadas por el océano índico, y los botes de pescadores empujados por grandes velas pasando frente a nosotros. Caminatas en la arena, y un poco de refresco en el mar tampoco han faltado.
Nuestro encuentro con el obispo parecía que iba a fracasar, luego de dos intentos de ir a la catedral y no encontrarlo. Pero finalmente pudimos concretarlo. Nos recibió muy amablemente en su oficina. Una persona muy alegre, que respondió a las preguntas de los padres, y que a la vez se interesó mucho al saber cómo eran los lugares donde misionaban nuestros sacerdotes allí presentes, Egipto (el P. Martelli) y Túnez (el P. Pérez), con una realidad tan parecida respecto al desafío de trabajar en un país con mayoría musulmana. Hubo intercambio de direcciones, y ya nos dispusimos a regresar a Dar es Salaam.
Por supuesto que la valoración de estos dos días es un poco parcial, porque una cosa es ir de paseo y turismo, y otra muy diversa debe ser estar allí, trabajando en un ambiente tan difícil. Claro que nos hemos ido muy satisfechos de poder ver la obra de la iglesia en ése lugar, ver las religiosas y sacerdotes que trabajan y son una lámpara que brilla en un lugar oscuro. Tal vez Dios tenga dispuesto en sus designios que algún día podamos también nosotros colaborar con ellos. Nos fuimos muy restablecidos por el descanso, las largas charlas, el gozo y refrigerio que es para el alma contemplar la obra de Dios que nos ofrece esta isla que se baña en el océano índico.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
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