Todo estaba en su Corazón

Ushetu, Tanzania, 3 de Mayo de 2016.

Al final del día el cuentakilómetros del carro marcaba 84,5 km. A la mañana, antes de salir de visita a las aldeas de Nonwe y Mazirayo lo pusimos en cero. Ahora a la noche miro hacia atrás, el día transcurrido, y le doy gracias a Dios. Y son los kilómetros que recorrimos dentro de nuestra parroquia para llegar a esas dos aldeas y hacer varios bautismos de catecúmenos.

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El viaje lo disfrutamos mucho, incluso la aventura de cruzar el río que había desbordado un puente, lo hizo más atractivo. La semana pasada llovió mucho, y las consecuencias se viven varios días después, cuando las aguas van bajando desde otros lugares. El líder de una de esas aldeas, se había ido a la mañana hasta el lugar para ver si íbamos a poder pasar o no. Me llamó para avisarme, pero no sabía con seguridad si era posible cruzar. De todos modos decidimos ir, al menos llegar al lugar y comprobar por nosotros mismos.

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Sobre todo porque mucha gente nos esperaba. Esa parte occidental de la parroquia la tenemos muy abandonada justamente por la dificultad para llegar. Varias veces habían tenido promesa de que el padre iba a hacer los bautismos, y en varias ocasiones, por dificultades climáticas… no se pudo. Había gente esperando para bautizarse desde hacía tres años, otros hace dos. Cuando luego de una hora de viaje llegamos al lugar, un poco antes las motocicletas que encontrábamos en el camino nos decían que nos volviéramos, que no se podía pasar que había mucha agua. De todos modos seguimos para ver, nos bajamos, el catequista se metió para ver la profundidad y qué había abajo del agua, si piedras o barro, etc. Y luego de deliberar, finalmente nos decidimos… encomendarnos a la Virgen, y nos largamos. Cruzamos sin dificultad, gracias a Dios.

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De allí fuimos a la aldea de Mazirayo, donde se quedó el P. Víctor. Iba armado con todo el arsenal de juegos y entretenimientos para los niños. Durante el tiempo de los juegos los adultos tuvieron alguna charlita del catequista, ensayo de cantos, y el rosario. Luego celebraron la Misa, y el P. Víctor bautizó a cinco entre catecúmenos y niños. Al finalizar la celebración decidieron hacer una procesión por la aldea… tomaron la cruz de la capilla, bien grande, y dos filas, rosario, y a evangelizar. Hay mucha gente, pero la mayoría paganos, así que miraban muy admirados este ejercicio católico.

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En mi caso, luego de dejarlo al padre Víctor me dirigí hacia Nonwe, siete kilómetros más adelante. Allí ya se terminan las aldeas. Los niños salían admirados a gritar “Gari, Gari!!” (carro, vehículo) porque en todos los meses de lluvia no llegan los vehículos de transporte. Aquí era donde estaba esa gran cantidad de gente que esperaba poder bautizarse desde hace tiempo. Bauticé treinta y cuatro en total, dieciocho de ellos eran niños y adolescentes, y dieciséis eran adultos. Todo se demoró, porque no sabían si el padre iba a llegar esta vez, o si iba a ser como otras veces, así que muchos fueron llegando y llenado las formas de bautismo cuando me vieron allí presente en cuerpo y alma.

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Terminamos la Misa casi a las tres de la tarde, que con bautismos, confirmación, y primera comunión, duró cerca de tres horas. Luego de la Misa el almuerzo y regresar para reencontrarme con el otro padre. Allí en Mazirayo me esperaba una reunión con todos los líderes de ese centro, para preparar las primeras comuniones. Son las primeras comuniones que corresponden al año 2015, pero por razón del mucho trabajo, y del tiempo de lluvias siguen esperando. Dios mediante podremos hacerlas el 22 de este mes. Primera vez que las celebramos como una fiesta particular, es decir, Misa de primeras comuniones, sin unirlo a otra cosa… para que sea un día de gran felicidad para todos los chicos, sumando un buen festejo con todos juntos. Que tengan el grato recuerdo de su primera comunión. Durante la reunión, el P. Víctor siguió jugando con los chicos. Los protestantes salían de su iglesia para mirar los juegos, y algunos se animaban a sumarse con todo el resto, otros miraban, tímidamente, pero allí se quedaban.

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Casi a las seis de la tarde tuve que decirles que cuanto antes emprendíamos el regreso, porque debíamos pasar el río y no queríamos que fuera de noche, por las dudas. Nos arrancamos de ellos, que no dejaban de saludarnos y darnos la mano una y otra vez. Los chicos rodeando la camioneta, y al P. Víctor. En medio de todo ese tumulto, con mucha alegría en todos, emprendimos la retirada.

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Al momento de irnos con el P. Víctor disfrutábamos de lo vivido, sin palabras. Pero a su vez veíamos la necesidad de volver más a estos lugares. Lo difícil es el viaje… lleva un largo tiempo llegar, y hay que regresar el mismo día, antes de que se haga de noche. El día se acorta mucho. Queremos también aquí levantar una pequeña casita. De esta manera los padres podremos quedarnos a dormir y así reducir viajes, y que el tiempo rinda más, viviendo cuatro o cinco días aquí, haciendo una especie de misión, visitando en esos días todas las aldeas vecinas. En esas “misiones” se celebraría la Misa, se podría poner Tabernáculo, enseñarles a rezar, hacer procesiones, dar charlas, jugar con los chicos, visitar enfermos… todo. Seguimos con ese proyecto, y lo deseamos concretar en dos centros donde todavía no tenemos dónde parar, son los dos lugares más alejados y necesitados. En este centro, por ejemplo, ya se han caído dos capillas, y de otra no tenemos casi contacto con el catequista y los líderes.

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Al pasar por el río encontramos más agua que a la mañana, y al meter el vehículo la trompa en el agua esta se subió por arriba del capot. Pasamos de todos modos. Llegamos a nuestra casa de noche.

Ha sido un día magnífico, digno de la fiesta que hoy celebrábamos. Ambos padres nos sentimos cansados, pero coincidimos en la alegría de poder vivir este día. Hoy tres de mayo, recordamos el día del Santo Cristo de la Quebrada, una pequeña imagen de un Cristo Crucificado, una imagen milagrosa de mi tierra, en San Luis, Argentina. En el día de ese pequeño Cristo, fue que nuestro fundador recibió la gracia de fundar un Instituto Religioso.

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Todo esto que hemos vivido en este día, estaba dentro del Corazón de ése pequeño Cristo de madera (tiene 15 cm de pies a cabeza). Es una imagen de verdad pequeña, y me imagino un corazón muy chico materialmente hablando… pero es una imagen. El Corazón de Cristo es inmenso. De ese Corazón, salió todo lo que hemos vivido… brotó nuestro Instituto con todas sus misiones en el mundo, ¡tantas y tantas almas! Los misioneros que están desparramados en todo el orbe, en los cinco continentes, todas las almas de los paganos que hoy hemos bautizado, todos estos niños que estuvieron jugando y disfrutando junto al P. Víctor, estaban allí en ese Corazón del Cristo de la Quebrada aquél tres de mayo de 1984.

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A Dios le pedimos, por intercesión de Nuestra Madre, que nos conceda ser siempre fieles al carisma trasmitido por el fundador, lo que nos permitirá siempre seguir dando frutos.

¡Firmes en la brecha! ¡Viva la misión!

P. Diego Cano, IVE.

1 comentario

  
apolonio lazarini mendoza
Felicidades y que Dios los colme de bendiciones
14/06/16 10:27 PM

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