¿Han visitado un campamento de refugiados cristianos en Erbil? Los invito...
Comparto con ustedes el testimonio de el P. Emanuel Martelli, IVE que la semana pasada estuvo recorriendo nuestras misiones en Bagdad y Erbil, en Irak, y tuvo la oprtunidad de visitar algunos campos de refugiados cristianos allí.
P. Diego Cano, IVE.
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“Este es tiempo de dar nuestro testimonio y no de nuestro martirio” (Um Mariam de Qaraqosh)
Estas son las palabras de Um Mariam, una de los refugiados cristianos que al haber sobrevivido al Daesh, las dijo a su esposo el día en que pudieron escaparse de Qaraqosh dejando todo atrás y que las repite nuevamente en mi presencia. Empiezo con estas palabras que han ahondado profundamente en mí al escucharlas hoy de sus propios labios.
Niños sirio-católicos refugiados cantando el catecismo
Siempre es difícil expresar en palabras las impresiones más profundas del alma, mas cuando estas impresiones son producidas por el testimonio viviente de la fe, las palabras, los gestos y aun los suspiros no son ya vehículos adecuados que puedan transmitir lo que en el íntimo del ánima se alberga.Pues así estoy yo después de encontrar los refugiados cristianos en mi visita a Erbil; así he quedado, ante el testimonio elocuente de gente sencilla, pero con una determinación tal, capaz de perder casas, campos vehículos, y aun algunos hasta la misma vida, con tal de no perder su fe. Así he quedado, sin palabras, al verlos sonreír, al escuchar a 450 niños sirios católicos cantar el catecismo en la Iglesia-galpón del campamento como si fuese un canto triunfal de lo más valioso que poseen: su fe. Así he quedado, y no es para menos, como petrificado al escuchar lo terrible de sus historias, de su sufrimiento, de haberlo perdido todo, arriesgando sus vidas en el desierto, sin nada, teniendo como casa una tienda y sin embargo recoger de sus labios esta frase que, entre cientos de otras, en virtud de quien las dice y de las circunstancias en las que las dice, merecería que fuese esculpida en duro mármol, para recuerdo perpetuo de las generaciones futuras: “Yo doy gracias al ISIL porque ellos sin quererlo me han acercado más a Dios”. Sin palabras estoy y no exagero.
Hoy he visitado uno de los tantos campamentos de refugiados cristianos en Erbil, en el Kurdistán iraquí junto al padre Luis Montes, quien es uno de nuestros misioneros aquí. ¿Qué quieren que les diga? ¡Es impresionante la fortaleza de esta gente! ¡el testimonio de cientos de familias que al vernos entrar en el campamento nos sonríen y nos saludan con un clásico Ahlan, Abbuna! (¡bienvenido nuestro Padre!). ¡Es impresionante el ver las cruces puestas en el umbral de sus casas, y donde no, al menos dibujadas en las puertas, como el mejor trofeo que han mantenido y como fuente que alimenta y da sentido a toda su existencia! ¡Estos son los cristianos iraquíes que han elegido ser refugiados porque han elegido no renunciar a Cristo!
Detalles de las cruces sobre las cabañas en el campamento de la Anunciación.
El campamento que hemos visitado es el más grande de los muchos aquí se ven. Se trata de 1200 familias que albergan allí, es decir más de 5 mil personas, todos ellos cristianos huidos de la ciudad de Qaraqosh, donde el terrorismo islámico los despojó de todo lo que tenían menos de la cosa más valiosa: su fe y dignidad cristiana. Cuando escuchas el testimonio de una mamá que te dice tan naturalmente: “cuando tuvimos que huir, mi esposo lo primero que hizo fue buscar la biblia, luego tomamos unos pocos vestidos, las alhajas mías y partimos con nuestras dos hijas sin un centavo” no puede uno sino quedarse mudo ante tal confesión de fe: “lo primero que hizo fue buscar la Biblia” ¡teniendo a los barbaros islámicos a sus puertas!
Dibujo realizado por una niña que encontré al visitar la cabaña de una familia de refugiados. Se ve a la Virgen y los refugiados de Qaraqosh y la inscripción a ambos lados escrita en árabe: ¡Oh Virgen Maria, ruega por nosotros!
Panorámica del campamento de refugiados cristianos de la Anunciación realizado con donativos de las Iglesias.
¡Qué fuerte es el testimonio de la fe que no hay palabras que puedan expresarlo! ¡Pero también que fuerte es el testimonio de la caridad y de la Iglesia a la que pertenecemos! Digo esto, porque no solo es el testimonio de la fe de esta gente sino la caridad y solicitud que he visto en los obispos, sacerdotes y muchos fieles que han construido cientos de casas, que dan pan, remedios, asistencia, escuelas, hospitales y hasta canchas de futbol, para que esta gente lleve vida de hombres y no de bestias. Y este testimonio es fuerte y alegra ver como la Santa Iglesia, tan atacada, tan vituperada en occidente aun por sus mismos hijos es la pionera en aliviar el sufrimiento de los hombres, no solo de los cristianos, sino aun de los musulmanes y yazidies. ¡esta es la Iglesia de Cristo y estos sus hijos! Yo estoy sin palabras.
Detalle del campamento cristiano de refugiados.
Uno de los refugiados me dijo algo que quiero trasmitir: “yo era rico. Hay un dicho árabe que dice el rico es tonto. Yo era así, cristiano en el pasaporte, pero no me interesaba nada del prójimo. Pero cuando perdí todo, fui a una iglesia y ellos fueron los primeros en darnos una tienda para mí y mis hijas, y luego esta cabaña. Yo me decía, ellos no me conocen, no saben quién soy, y me ayudan. Fue el primer golpe en el camino que me acercó a Dios”. Es este el golpe que uno recibe al tocar con la propia mano, el amor cristiano que no es ideología ni demagogia, ni politiquería barata sino expresión fiel de que el amor se muestra en las obras y no en las palabras. El mismo título cariñoso que dan a los sacerdotes aquí lo dice todo: ¡Abbuna!,!nuestro padre! ¡Y es que realmente los sienten así! ¡Los “abbunas” están allí para todo!
Querida familia y amigos, disculpen lo breve de esta crónica, pero la emoción que experimento al recordar la gesta de esta gente me paraliza. Es el testimonio de nuestra Iglesia en la fe de los cristianos perseguidos, lo que golpea, es esta gente sencilla que me ha enseñado más que los libros, y el testimonio de caridad de los sacerdotes y misioneros que a riesgo aun de sus propias vidas, como los nuestros, se ocupan de los campamentos, proveyendo todo, espiritual y materialmente, como también el testimonio de los fieles cristianos que continúan a donar dinero, tiempo, talentos, etc. para aliviar a esta gente… todo esto, todo esta maravilla, me deja sin aliento y me impide continuar. Sepan disculparme. Recen por los cristianos perseguidos, recen por Irak, recen por nosotros que tenemos la gracia inmerecida de ser testigos presenciales de esto, y por sobre todo, tenemos la gracia de ser misioneros de la Santa Iglesia Católica en esta tierra empapada con la sangre de sus hijos e hijas “que no amaron tanto sus vidas que temieran la muerte” (Apoc. 11, 12) y por eso ahora gozan de la compañía del Cordero (Cfr. Apoc. 7, 17).
¡Dios los bendiga!
P. Emanuel Martelli, IVE
Cancha de futbol de la anunciación realizada con los donativos de los católicos libaneses para los jóvenes y niños del campamento.
Joven voluntaria francesa de la Asociación católica obra de Oriente en un taller para niños refugiados
Padre Luis Montes, misionero argentino del Instituto del Verbo Encarnado en Irak desde hace 6 años, en la entrada de uno de los campamentos más necesitados de Erbil.
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