Fiebre de África (segunda y última)
Tanzania 5. Dispensario
Al fin puedo contarles entre qué paredes estuve más tiempo, viniendo a Tanzania.
No es mi habitación. Que la almohada calle. O estarán casi compitiendo por el primer lugar. Es lindo dormir, pero casi da pena teniendo poco tiempo en un lugar. “Soportas bien la pena”. He dicho, que la almohada calle.
El dispensario. Me señalaron para atender el consultorio conocido como “Kliniky”, porque es para seguimiento y control de la mujer gestante, pero en mi caso sirvió para atención general.
Lo que llamamos “relación médico-paciente”, acá tenía un par de notas muy tanzanas. Necesité de un traductor casi todo el tiempo, función cumplida por Gody (encargado de la farmacia y de todo lo que nadie más pudiera hacer, por ejemplo, traducir) o por Lucia (enfermera). El paciente, o mamá/papá/tío/amigo/hermano/abuela del paciente, hablaba swahili (lengua oficial) o sukuma (dialecto). El traductor me lo trataba de explicar en inglés. Yo lo pensaba en español (es en la única lengua que solía hacerlo, pero luego de un mes en Ushetu, creo que volví pensando primero en “ndiyo” cuando quería decir “si”. Así, la cara de la azafata de Emirates cada vez que yo intentaba responder “ndiyo….si…yes”, era genial). Examinaba al paciente en español-swahili-inglés (una palabra en cada uno, a ver si al final lograba entender cómo recostarse en la camilla). Muy divertido empezar a auscultar y simular la respiración bucal para que el paciente me imite…y nada. Deben haber pensado que era parte de la técnica, para escuchar mejor abre la boca (lo sé, qué culpa tienen si no lo explico bien. Lo divertido es lo ridícula que me debo haber visto tratando).En una ocasión me quedé sin traductor un momento, y para ganar tiempo quise evaluar la visión de la señora mayor que estaba atendiendo. Un ojo cubierto con la mano, y yo de frente le mostraba un dedo y le decía “moji”, dos dedos “bili”, tres dedos “tatu”, y luego un gesto con la mano como “go on”, “ahora usted”. Nada. Nuevo intento. Nada. A tono con la situación, la señora me miraba con cara de… nada. Así, hasta que llegó el auxilio. En medio minuto la evaluó. Y la que tuvo cara de nada fui yo. Parece que decía mal el número uno ("moji” en vez de “moja”), pero no me quedó muy claro. Quizá ella no sabía swahili, y yo de sukuma sólo una palabra para responder al saludo (no creo que alcanzara para evaluar la visión).
Para explicar el tratamiento era el mismo trámite. Primero español a inglés (en el espacio ocupado entre mis dos orejas) y luego inglés a swahili/sukuma. Como mi vocabulario y el de los traductores no coincidía del todo, corrió agua bajo el puente hasta que logramos un acuerdo. Mucho ayudó tener un diccionario español-inglés, unos apuntes inglés-español-swahili, dos manos y un par de expresivas cejas. Algún que otro intento de dibujo, pero sin mucho éxito. Así es, podría haber sido peor. Un traductor swahili-ruso, por ejemplo, hubiera sido peor.
Mención especial al tablero de llaves. Cada llave tiene su rótulo, y cada clavo del tablero también. Todavía no sé si están en swinglés o qué, pero minutos valiosos de mi vida invertí tratando de cerrar alguna puerta, y probando todas las llaves antes de la indicada.
Como en muchos sitios de mi país, se ve y atiende de todo. Pero la derivación es compleja y la ausencia de especialista casi total en kilómetros a la redonda, hace que uno deba sacar punta al lápiz y afinar la cuestión.
No hubo partos este mes, pero llegó una niña nacida en domicilio. Cuando la veo, aproximadamente dos horas después del parto, descubro que venía también la placenta, y sin clampear (sin el nudo). Para caerse de espaldas.
Pero no nos caímos de espaldas, sino de la cama, y fue otra noche. Me avisan que dos hombres habían tenido un accidente en moto, y que estaban en el dispensario. El ABC-DE famoso (una especie de protocolo que uno sigue para priorizar lo vital y no olvidar lo importante), junto a H. Inmaculada, un par de suturas (pole sana, pobre hombre), y quedaron en observación. Al día siguiente, a uno de ellos para que fuera evaluado en un centro de mayor complejidad y por fractura, decidimos enviarlo a la ciudad. No contamos con ambulancia, así que la familia consiguió traslado en una dala-dala. Ésta es una especie de combi o trafic pequeña, para uno diez pasajeros, o para muchos más, hasta lo que el motor y las ruedas aguanten. El tema del espacio yoico y todo eso, accidental. Por algo de dinero, trasladan a las personas entre las aldeas y las ciudades, a gran velocidad (inclusive, uno escucha de vez en cuando bocinas, y es la dala-dala avisando que viene sacando chispas y no frena. El que avisa no traiciona). Cuando llega la dala-dala a la puerta del dispensario, para agregar colorido, llovía. Se baja toda la gente, se coloca al paciente acostado en el pasillo (porque no había asiento lo suficientemente largo), y se vuelven a subir todos. Obvio, no iban a perder el viaje. Podría haber sido peor. Podrían haber conseguido una piki-piki (moto).
Al escribir estas cosas sobre el dispensario, no puedo dejar de recordar a los niños con malnutrición severa y complicada por otros cuadros agudos (malaria, neumonía, parásitos intestinales). Niños que en cualquier hospital de los lugares que conocemos, ingresarían por múltiples criterios. Cuando te quedas sin palabras, y con las manos más débiles que nunca porque dudan cómo y con qué empezar.
Cuando admiras mucho más a los que trabajan, y se quedan. Y cuando te das cuenta también que a veces nos quejamos de llenos. Corrijo, de vacíos.
Abrazos.
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Tanzania 6. Un poco de todo.
Decidí hacer rejunte, de un par de cosas a la vez. Por mi y por ustedes, los que –generosamente- siguen martirizando su tiempo y leen esto. Les será tenido en cuenta.
¿Qué se come en Tanzania? La gente tiene como base diaria un tipo de polenta o pasta de granos y maíz molido (ugali), para todas las comidas. En las fiestas, o cuando visitábamos alguna aldea, sirven arroz (con canela: pilau), porotos y pollo. Y un té de hierbas exquisito, con una especie de panqueques (llegan a leer esto y muero, no son panqueques, pero mis conocimientos culinarios…). Personalmente, puedo decir que comí mango. A veces, también mango. Y muchas otras, mango. Por todo lo que no había comido en mi vida (de mango, se entiende…). Muy, muy rico. Incluso, se puede acompañar con mate en el desayuno. Otra fruta que se come bastante es banana, en sus variantes saladas y diversas formas de cocción. Mandioca. Maní. Palta.
Dos cosas que no puedo dejar de contarles. Primero, un pescado que no recuerdo cómo se llama, algo así como una perca, que te sirven entero (enterito con ojos y todo! Recién desenganchado del anzuelo), muy rico. Va foto. Y segundo, unos insectos voladores que suelen comerse salteaditos con aceite al fuego, dicen que muy buenos para la salud. Pensándolo bien, me quedé corta y no pregunté para que parte de la salud. Quizá para la voluntad.
¿Qué agua se toma? Lo que pude ver, en las aldeas, es que la gente toma agua acumulada de las lluvias, o de vertientes naturales (donde uno puede encontrar también a las mujeres que se reúnen a lavar ropa). Deben acarrearla en baldes o botellas, al menos una vez al día. ¿Potable? Pues, en el dispensario les recomendamos hasta la afonía que la hiervan, pero la gente no persevera mucho. Hay que recordar que la leña para el fuego también deben juntarla y trasladarla. Una delicadeza que tienen: cuando uno visita las aldeas, te sirven agua comprada. De lujo, ¿no?
¿Bichos? Algo dije en una crónica anterior, se apiadaron de mi valentía y aparecieron pocos. La hora predilecta es el atardecer y la noche. Para ellos, sin duda. Cuando está por llover, aparecen unas arañas de tamaño considerable, tipo rubionas, muy rápidas para caminar y saltar, bastante resistentes a los zapatazos (de los demás, porque hay que dejar que los otros tengan el honor de hacerlo). Parece que son peligrosas, ya que incluso los tanzanos las respetan. También antes de la lluvia llegan unas libélulas. Uno no se da cuenta y de repente hay en cantidad para hacer dulce. Tantas que dificultan el paso por los lugares donde hay luz. Pero viven muy poco, y luego queda el piso sembrado como un campo de batalla. Barrer eso es un elogio a la paciencia, porque las alitas tienen la capacidad de escaparse continuamente del lugar donde uno las quiere colocar. Una tarde, estando en esa tarea en el patio interno de la casa, aparecieron volando otros insectos más grandes, y comenzaron a bajar como bombarderos al ataque. Corrí a cerrar puertas y ventanas, y a mirar desde adentro. Por las dudas. Por las dudas les moleste que interrumpa el festín.
Hay otros personajes que de vez en cuando aparecen, por los cuales se sugiere revisar los zapatos y la ropa. Va foto, en una esquina blanca. Se ve más grande de lo que era. (Escorpiones).
También aves (una parejita haciendo un nido como una cueva, atrás de la casa, increíble!). Hienas (no vi, parece que se van desplazando conforme avanza la población humana). Vacas (flacas, y yo creo que hace más de siete años). Gusanos y milpiés.
Mosquitos, ya todo el mundo lo sabe. A la noche, dormimos con una tela que cuelga sobre la cama. Para ponerse un vestido y sentirse princesa. O pescado en red, lo que a uno le surja. La experiencia es que la relación uno-red va evolucionando con el tiempo. Al principio, control estricto de que todos los extremos de la tela estén prolijamente metidos bajo el colchón, herméticamente cerrado el perímetro de la cama para que no entre ni salga nada que no pase por los agujeros de la red. Un par de semanas, y te conformas con que la tela esté colgada sobre la cama, y no debajo tuyo.
Acá los dejo entonces. Abrazo.
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Tanzania 7: visita a una aldea.
Martes. El p. Diego nos invita a acompañarlo a una aldea. Vamos con h. Mater y James, un monaguillo. Del camino, poco que agregar, siempre hermoso.
Pero quería contarles algo que en ese momento dije: esto vale la pena. Ánimo, será corto. Nos estaban esperando, niños y algunos adultos, al borde del camino. Apenas llegamos, comenzaron a cantar para darnos la bienvenida. Nos hicieron pasar a la casa de una familia, y nos sirvieron té. Luego, bajo un árbol, el p. Diego se dispuso a confesar, y nosotros a jugar con los niños.
Entramos en la capillita para la Misa. Es de paredes de ladrillo crudo, y tiene sólo parte del techo colocado. Pero han colgado telas blancas en lo que sería la zona del presbiterio, y queda bien. Están construyendo con mucho esfuerzo. Los niños y algunos más grandes nos sentamos en el suelo (con o sin tabla). Hay banquetas para los adultos. Será una Misa con bautismos, creo que siete. En un espacio muy reducido, es todo un poema ver al padre y al catequista tratando de ordenarlos y coordinar que hagan fila para cada parte del rito. Como a mí no me toca ordenar nada, sólo mirar desde mi privilegiado asiento en la children zone, es muy divertido.
Mientras el padre se reviste, frente a nosotros, pregunta algo. De los niños, casi todos levantan la mano. Yo estoy por hacer lo mismo, pensando que pregunta quién va a comulgar, cuando me explica lo que ha dicho. Preguntó quién NO estaba bautizado. Así, al menos la mitad de los que estábamos presentes aún no lo habían recibido.
Pero estaban en Misa. Y como sólo hay una, estaban en el Sacrificio. El Evangelio de ese día fue el de los invitados al banquete. Un hombre organizaba un banquete, y envió a su criado a avisar a los convidados. Pero éstos se excusaron, porque tenían otras cosas pendientes que hacer. Entonces, el dueño de casa le dijo al criado que saliera a las calles y plazas, a buscar a los pobres, lisiados y ciegos. Y los primeros convidados se perdieron el banquete, porque lo habían despreciado.
La ilusión del Dueño de casa, de que el Nombre se iba a pronunciar por primera vez para esos oídos. Cuándo. Dónde. Todo estaba pensado. Los salió a buscar a las aldeas. Y los hizo estar presentes en ese momento en que la tierra deja de ser tiempo. Cuánto esperando por cada uno de ellos.
Y los convidados, cuántas veces con excusas. El Padre llamando, el Espíritu moviendo, y el Sacrificio perpetuándose. Y nosotros, cuántas veces con excusas.
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Tanzania 8: Watoto wa Jesu –Oratorio
Ya he escrito y es de conocimiento popular, que en África niños hay a montones, y quizá sea eso lo que los contribuye a que permanezcan siendo un pueblo alegre. Comparando con otros pueblos, con tradición de alegría, hoy bastante malagestados y arrugados en el pesimismo. Acá hay muchos niños, principalmente en el campo (aldeas), donde aún no llegan tanto los planes de reducción natal.
En las ciudades la cosa ya es distinta. No se ven tantos niños, la gente ya tiene otro ánimo, por decirlo de algún modo no totalmente propio. Se ve más desorden y basura. Medios de comunicación masiva. En fin, de las ciudades no voy a escribir crónica. Para amargos están los mates mañaneros. Lo que sí divierte es ver cómo conducen allí, con una combinación muy caótica de sálvese quien pueda y pase el que tenga más fuerza.
Volviendo a lo nuestro, los niños en las aldeas son muchos. Tenía oportunidad de verlos principalmente los días de Oratorio, una vez a la semana, cuando venían a rezar y jugar.
Primero, todos sentaditos en la tierra, escuchábamos la historia que contaba alguna de las hermanas. Luego nos dividíamos. Los varones, en general, a jugar al fútbol. Los más pequeños con la h.Victoire a jugar y a cantar Oh, when de saints go marching in. Las adolescentes con la h.Inmaculada. Por último, Mater y este cuerpito, con las que quedaban, que eran niñas de entre 5 a 12 años, aproximadamente. Ninguna de las dos con dominio del swahili ni del sukuma. ¡¿Dominio?! ni con rudimentos.
Jugamos a las payanitas, a la rayuela, a saltar la soga, a la ronda de animales, a las estatuas. Casi todas las reglas nos las entendían, menos del último juego. Intentamos ya no sé cuántas veces, y no lo conseguimos. Demasiado para manejarnos con señas y con un mini diccionario swahili-inglés que llevaba en el bolsillo. Las prioridades de palabras a aprender para un día de oratorio con las niñas, según mi poca experiencia, son: de a una, no hagan trampa, espera tu turno, sin pelear, HAGAN UNA FILA!!!!! Como lo de la fila no supe y aún no sé cómo pedirlo, opté por dibujar una línea en la tierra y una circunferencia para cada lugar que debían ocupar. Van fotos. Es muy práctico, porque no se chocan, avanzan en orden, no invaden la rayuela, con una vez que lo hice ya lo aprendieron, y miles de ventajas más. La única contra es que el orden duraba un tiempo limitado, mucho más limitado que mis expectativas.
El sol, la tierra, y los niños en movimiento constante. Luego de los juegos, se reza el Rosario en una procesión, los más pequeños primero. Es a la hora del atardecer, y el paisaje acompaña.
De las niñas con las que yo estaba, la mayoría son Watoto wa Yesu, por eso a veces en las fotos se las ve con vestidos amarillos y blancos, medias blancas y zapatitos negros. Bailan en la Misa, frente al altar. Es muy tradicional en Tanzania, y llevan los colores de la bandera papal. Simbolizan a los angelitos que adoran a Dios y lo alaban con la música y la danza. Es realmente bonito, especialmente cuando son pequeñas.
Para ellos la danza es algo tan natural como caminar. Casi que, cuando empieza a llover, con ese sonido podrían bailar. Y se nota como algo natural. Por eso, en la liturgia de ellos no da la impresión de forzado o importado, sino de su modo más propio de alabar. No es, me parece, que bailan “porque se sienten bien” bailando, o sienten que están rezando. Danzan porque es su modo de ofrecer. Así, está más presente el Otro, que el yo. Como objetivo o finalidad de la danza. Puede ser una apreciación muy personal.
Pero también se arrodillan, y de qué modo. Rezan el Rosario. Realizan Adoración. Se confiesan. Vi a los catequistas interesados en aprender y saber dar respuesta de su fe. Es danza, porque se encuadra en la totalidad de la liturgia y de la riqueza de la fe.
Acá finalizo las crónicas, de esta vuelta. Si sólo pudiera decir una palabra en vez de tantas, diría gracias. Y estas tantas, quisieran ser un modo de decirla. A Él, y al resto de reflejo.
Al que llegó hasta acá, Dios te tenga en cuenta la paciencia. Si se te cruzó alguna vez viajar, cuanto antes puedas. No tiene desperdicio. Abrazos.
María Bernardita Soler
6 comentarios
Durante años he tenido una sobrina viviendo en Tanzania y mi hijo el menor ha pasado dos veranos en Malawi, siempre lo han alabado y han recibido más de lo que daban
Gracias p. Diego!!!
Como me alegra ver siempre esas fotos del templo que tienen, tan bien cuidado y digno, con los monaguillos y todas las vestiduras liturgicas. La liturgia bien celebrada y como indican las rúbricas siempre llevan a Dios de una manera muy especial.
Aquí da pena ver algunos templos con siglos de historia que se caen a trozos, sin ropas dignas, ni objetos en buenas condiciones, con el presbiterio lleno de cosas y objetos que distraen de lo importante. Además de celebraciones "modernas", aburridas, teatrales, llenas de ñoñerias, sin casullas, colorinchis por todas partes, hasta pantallas y proyectores,... todo lo necesario para que no parezca una misa.
Da gusto, le felicito, es todo un ejemplo, como bien dice el Concilio Vaticano II, la liturgía no es lo único que tiene la Iglesia, pero si lo más importante, ya que se hace presente a Cristo (y a toda la Santísima Trinidad)
Rezamos por todos ustedes
A veces pienso que allá viven más cerca de Dios que acá ...¡y me dan ganas de mudarme !
Cariños a todos !
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