Lo que me enseñó Nas-reia
El Cairo, Egipto, 23 de enero de 2016.
Les estoy escribiendo desde El Cairo, y esto les puede llamar la atención. He venido a Egipto por una semana, pero sin ningún afán turístico, aunque siempre hay cosas muy interesantes para conocer y que nos enriquecen culturalmente. Pero repito, el motivo de mi viaje, no ha sido turístico. En primer lugar, vine porque me ofreció mi superior venir a descansar unos días, luego de haber estado casi todo este año solo, y con mucho trabajo. Varias veces me habían ofrecido venir, pero nunca se había podido concretar, especialmente por no dejar la misión sin asistencia. Se hacía imposible. Pero además he venido para poder estar con mi superior, con los demás sacerdotes que pertenecen a mi provincia, y conocer su apostolados… y otra realidad tan distinta. Una realidad misionera muy diferente.
Llevo tres días desde mi llegada, y puedo decirles que esta experiencia ha sido muy fuerte. Siempre nos puede dar un poco de temor, pensar en un país musulmán, mucho más en nuestros tiempos, donde se dan tantas guerras y atentados, muertes y martirios por causa de la fe. Hay cristianos perseguidos, y nuestros misioneros son testigos de esto. Testigos de primer orden, viviendo en países como Siria, Irak, Túnez, y el mismo Egipto… y muchos otros lugares. Venir como turista para visitar los monumentos arqueológicos famosos, podemos decir que no tiene mucho mérito. Pero venir de misionero, como los sacerdotes y las religiosas que están aquí, es de admirar. Venir a estudiar el árabe, es admirable. Estamos en un país musulmán, donde las mezquitas abundan, donde hay musulmanes fundamentalistas, y donde siempre hay que moverse con mucha prudencia y criterio.
Hoy viernes, salimos para visitar una casa de las religiosas que viven aquí en El Cairo, y para mí, visitante, era sorprendente ver las calles y avenidas vacías, que ayer habíamos visto atestadas de gente y autos. Escuchar la oración de las mezquitas que en algunas ocasiones se superponían de dos o tres a la vez, gente extendiendo una pequeña estera en el piso y ponerse a rezar… ¡Y aquí ser misionero! Tal vez el padre que me llevaba en el auto se sorprendía de mi silencio… Mientras nos adentrábamos en las calles de esta mega ciudad, separándonos de los lugares “seguros”, entrando por pequeñas calles llenas de basura, pero sobre todo con rostros poco amigables, y como sonido de fondo las prédicas de los imanes… pensaba que son lugares que “el turista” común no visita, no ve, no conoce. Pero esa es la gracia que nosotros tenemos, los misioneros, y es que no somos turistas. Y por eso los padres y hermanas que aquí misionan, pueden llevarnos y traernos, y ponernos en contacto con la realidad de un lugar.
Anteayer el P. Emanuel me llevó a conocer una de nuestras parroquias hacia el sur de Egipto. Una realidad muy distinta de la que podemos ver en El Cairo. Logramos salir relativamente rápido del caos vehicular que caracteriza a esta ciudad, esquivando autos, colectivos, motos, peatones… el P. Emanuel demostraba su inculturación no mostrando ningún tipo de nervios ante semejante desorden. Cuando comenzamos a dirigirnos hacia el sur, vimos de lejos la silueta de las famosas pirámides, pero las saludamos a la distancia nomás. Luego nos acompañaba el desierto, interrumpido por algunos poblados, y algún que otro control. Íbamos en dirección a El Fayum, una ciudad a la que pertenece el poblado de Nas-reia, donde se encuentran nuestro misioneros. Una pirámide escalonada, anterior en el tiempo a las de Giza, nos señala que ya estamos cerca. Nas-reia está ubicada junto a un oasis natural, donde se pueden ver grandes cultivos, muy verdes, que contrastan con el paisaje desértico que rodea. Podemos decir que es muy grato a la vista.
La historia de esta parroquia es digna de ser contada, porque es la historia de la misión, y de cómo luchan aquí los cristianos por su fe. Los católicos egipcios son de rito copto. Y propiamente los egipcios no son árabes, sino coptos. Los árabes llegaron después, introduciendo el islam, en el siglo siete. Por eso es que el cristianismo tiene una raigambre de siglos, tradiciones muy fuertes, que las familias conservan como la cosa más importante, que los hace subsistir como familia. Así es que en este pequeño poblado, pobre por donde se lo mire, de mayoría musulmana, como en todo el país, un grupo de familias católicas quisieron tener una iglesia. Pero no imaginemos que es como en nuestro países, que tener una iglesia podría ser algo simple. No sólo se encuentra la dificultad económica, que siempre es superable por la generosidad de la gente, sino sobre todo la dificultad de un gobierno musulmán que no da permisos para construir iglesias. Entonces, lo que hacen los cristianos es comenzar a rezar en una casa, como hacían los primeros cristianos. Una familia en el año 2.000 donó un piso de su casa, para que allí se empezara, con el permiso del obispo. De esta manera comenzaron a buscar un sacerdote que pueda vivir allí y atenderlos, y así fue que llegaron los misioneros del Verbo Encarnado a esta misión. Pero tener una iglesia, no termina con esto, con la oración en una casa, sino que quieren edificar una iglesia en algún momento. Han comprado un terreno, que es propiedad de la diócesis. Pero en el momento de comenzar a construir, comienzan las dificultades para obtener el permiso del gobierno. Luego de mucho luchar, se podrá obtener el permiso, y al levantar las paredes comenzarán las luchas y disturbios con los musulmanes que no quieren iglesias cristianas, habrá pelea, y algún cristiano morirá en la defensa de su iglesia. Siempre es así. Ellos lo saben, y sin embargo, quieren construir la iglesia, aunque sepan que siempre será regada por la sangre de algún cristiano. Explica esto la duración de la fe católica en este lugar luego de catorce siglos de dominación musulmana. Son cristianos mártires.
Nosotros entramos con el auto por las calles de tierra, pasamos por el frente de algunas mezquitas, y al entrar en un muy pequeño grupo de casas, el P. Emanuel me dice que ya estamos en la parroquia, y que la mayoría de esas casas son de cristianos, salvo algunas poquitas. Verán en las fotos, que cuando nos detuvimos delante de la parroquia, sólo se veía la puerta de una casa que pasa totalmente desapercibida, como una casa más del barrio.
Nos salió a recibir el P. Rafael Fawsy, el único sacerdote que está allí ahora, del Instituto del Verbo Encarnado. Egipcio cien por ciento, de figura grande, barba, y una gran sonrisa… el P. Rafael nos invita a pasar. Luego de los saludos, conozco su casa. Puedo decir que diminuta, y con el padre Rafael adentro, parecía más chica todavía. En la cocina, sólo se puede parar él en medio, y con su brazos llega a todas las cosas que están adentro. En el recorrido vimos que hay un pequeño espacio “para guardar de todo”, una sala para recibir (que es muy importante en todas las casas egipcias), y una mínima oficina que hace también de habitación, y de todo lo que sea necesario. Aquí terminó la visita a la casa, un testimonio de pobreza, vivida con gran alegría.
Una puerta comunica con la iglesia, que puede albergar unas cincuenta personas, imagino yo. Era la primera vez que ingresaba en una iglesia copta católica. El P. Rafael me explicó algo de la liturgia copta, de los elementos litúrgicos y el altar. Y me mostró el sagrario, que es la gran diferencia con las iglesias coptas ortodoxas, que no tienen sagrario. Lugar donde nuestro misionero, que vive sólo en cuanto a comunidad, se recoge a rezar cada día por una hora a la mañana, y vence esa soledad. Nos decía que en la Misa de Navidad la gente no entraba en la pequeña iglesia. En esta comunidad hay treinta y dos familias. Es muy importante el número de familias, como les decía, de esta manera ellos censan a los fieles, por familias.
Después nos llevó a conocer la escuelita parroquial, a unos 200 mts de allí. Es otro ejemplo. Una escuela muy pobre en cuento a edificios y elementos, muy humilde. El lugar es muy pobre, rodeado de corrales de vacas de los vecinos, y crianza de animales, el olor puede ser lo más parecido a lo que podemos imaginar es un pesebre. La superiora de la comunidad de las hermanas, la Madre Maryam Maauna (Maria de la Ternura) de las Servidoras, que es la directora de la escuela, nos hizo un recorrido por las aulas. Me dio una excelente impresión todo, me agradó completamente, sobre todo por la humildad de los edificios, que encierran un trabajo tan importante.
Aquí reciben 95 niños, de los cuales la gran mayoría son cristianos, pero hay también unos 25 musulmanes. Tienen niños desde dos años hasta ocho, aproximadamente. Desde la terraza de la escuela veíamos el hermoso paisaje del oasis en medio del desierto. Los techos de las casas que también sirven como corral, especialmente para los patos. Las hermanas también tienen sus patos en la terraza.
Por último el P. Rafael había preparado un almuerzo, pero en la casa de la familia del novicio Ramy, la primer vocación del IVE de Nas-reia, y su familia la primera familia de la Tercera Orden de ese pequeño pueblo. Fue algo que me agradó muchísimo, el contacto directo con la gente, entrar en sus casas y gozar de la famosa hospitalidad oriental.
A medida que caminábamos por las estrechas calles de la villa, en el pequeño sector cristiano, nos decía de todas partes: Faddal!, invitándonos a pasar a sus casas, como un “Bienvenido, lo invito a pasar adentro, a visitarnos”. Algunos hombres venían a saludar, nos besaban la mano, signo de respeto al sacerdote, y un modo de tomar la bendición. Una gran alegría en los rostros, e insistentes invitaciones a pasar a tomar un café a sus casas. No podíamos quedarnos más tiempo, porque nos quedaba un viaje de mas de tres horas de regreso a El Cairo, y no queríamos que se nos hiciera de noche en el desierto. Todos comprendían las excusas, e insistían para que volvamos.
Nuevamente lo digo, me fui muy edificado de lo que he visto en Nas-reia. He visto el ejemplo de los cristianos, y me ha cambiado la idea del Egipto que uno conoce por los medios. He visto el Egipto católico. Me decían los sacerdotes que es el país árabe con mayor cantidad de cristianos, un poco más de diez millones. He visto lo alegres y agradables que son los cristianos de Egipto, y cómo reciben al misionero, cómo estiman al sacerdote que es su verdadero padre… “Abbuna”, en árabe, “Abbuna Rafael”, para todos, y desde las ventanas de las casas lo saludaban. “Abbuna”, padre, no sólo es padre en el plano espiritual, sino que es un verdadero padre de todas las necesidades de las familias. Van al “Abbuna”, para todos los problemas que surjan entre las familias, para las necesidades económicas, para llevar a alguien al hospital, para ser juez, etc.
En Nas-reia, en la casa del sacerdote, la iglesia, y la escuela dirigida por las hermanas, bajo la protección de la parroquia, he visto la pobreza. Pobreza cristiana, pobreza a imitación del Maestro, que nació y murió pobre, “para enriquecernos con su pobreza”, como dice San Pedro. Pobreza que es para el misionero una honra, no una vergüenza, o digámoslo con las palabras de Santa Teresa, pobreza que trae una “honraza”. El mayor honor que podemos tener, y produce tanta alegría. Honra de la pobreza, que no la pueden ver los ojos mundanos, porque “lo esencial es invisible a los ojos”. Muchas veces de la pobreza o humildad sólo se ve lo exterior, y no es eso la esencia de la pobreza. La riqueza sólo trae vanidad… vano honor del mundo. Y pienso que esta misión es un ejemplo en lo que deben ser nuestras casas y edificios, no queriendo agradar a nadie, que no se hagan con el mero deseo de agradar a los poderosos.
Después de visitar Nas-reia, recordábamos con el P. Emanuel las palabras de Santa Teresa a sus monjas: ¿Qué se me da a mí de los reyes y señores, si no quiero sus rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa haber de descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si tengo entendido en lo que está ser muy honrado un pobre, que es en ser verdaderamente pobre? (…) De esto se guarden (muy suntuosos edificios); por amor de Dios y por su sangre se lo pido yo… Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén adonde nació, y la cruz adonde murió… Mas edificios y casa grande ni curioso nada, ¡Dios nos libre! Siempre os acordad se ha de caer todo el día del juicio; ¿qué sabemos si será presto? (Camino de perfección, cap 2)
Bendigo a Dios, por haber conocido esta misión, por conocer el trabajo del P. Rafael y las hermanas en El Fayum, y haber recibido un gran ejemplo. Bendigo a Dios por los cristianos de Egipto. Bendigo a Dios por los misioneros del IVE y las Servidoras en medio oriente. Bendigo a Dios por la honra de la pobreza vivida por Cristo.
Misioneros y misioneras de medio oriente, ¡Muchas gracias!
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
13 comentarios
Ser misionero en tierra musulmana debe ser lo más duro a lo que un misionero se puede enfrentar hoy en día.
Rezamos por ustedes
Dios Cuide Su Obra!
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Queridos Ansaldis: Muchas gracias por sus palabras y sobre todo las oraciones. Uds. que han conocido estos lugares, comprenden muy bien de lo que hablo, lo que deseo expresar, aunque me encuentro con el límite de las palabras... Sigan rezando por los misioneros en esta tierra, tan querida para ustedes. ¡Firmes en la brecha! P. Diego.
Gracias Dios mío, por el jemplo de verdadera vida cristiana en el amor a Dios y a los hermanos, de los santos mártires cristianos, que nos ofrecen con alegría el testimonio de fe cristiana para que sigamos su ejemplo en la persecución.
Gracias Dios mio, por darnos buenos y santos sacerdotes.
Hoy ver un cura con sotana es un milagro. Ver un cura con sotana en un país musulmán, donde se persigue a los cristianos hasta el martirio, cómo lo denomino?.
La sotana, el hábito de monjas y frailes, hace visible en medio de la sociedad a Dios. Algo que no existe en medio de nuestra sociedad.
Se ha apartado a Dios. Se le ha ocultadoy arrancado de nuestra vida.
Dios mío perdonanos!!!
Señor, danos sacerdotes.
Señor, danos buenos sacerdotes.
Señor, danos santos sacerdotes.
Gracias por compartirla desde la sencillez de su vida diaria; porque en los tiempos actuales esto a mí me resulta, cómo un respiro para el alma.
Que Dios Nuestro Señor lo siga bendiciendo en abundancia; y la Virgen Madre de Jesucristo, le acompañe siempre en su caminar, para que conserve en su corazón, la alegría bendita de la tierna infancia.
Mis respetos y admiración en Cristo, por usted.
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Estimada Charo: Le agradezco sus palabras... pero los elogios, para los misioneros y misioneras de Medio Oriente... para ellos. Yo sólo he podido ser testigo y contarlo. Dios la bendiga. P. Diego.
Dios bendiga siempre su camino.
Dios, nuestro Señor, bendiga a la familia del IVE!!!
Firmes en la brecha!
Amen.
A propósito...Está también en Egipto el Padre Sergio Pérez?
Hace tiempo que no sabemos de él....
Dios bendiga y proteja vuestra OBRA!!
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Estimado: Dios te bendiga. Del P. Sergio te cuento que pertenecemos a la misma provincia religiosa, pero él está en Túnez. Aunque estos días está acompañando a su mamá de 90 años, que está postrada. Pide oraciones por ella. P. Diego.
Dos cosas me llamaron la atención: que se cuenten por familias.¡Dios quiera que en nuestras familias católicas, todos los hijos adhirieran fervientemente ! Y la otra : tierra de mártires. Su sangre -lo sabemos- riega las nuevas conversiones!
Nuevamente, ¡gracias!
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