El mejor regalo de Navidad de mi vida
En esta Navidad pasada, he recibido un regalo inesperado totalmente. Dios tiene la capacidad de sorprendernos siempre.
No sé cómo hilvanar varias cosas que hemos vivido en estos últimos días, porque son muchas. Es un poco difícil comenzar los escritos, y luego es difícil terminarlos. Una vez que se comienza, ya todo sigue su curso… y ahora es que trato de sopesar, y como dice San Ignacio, “ponderar con mucho afecto” lo que he podido recibir en una nueva Navidad en África. Quedando muy pocas horas del primer día del año, me dispongo a contarles, y que no se pase mas tiempo.Cuando volví de mis vacaciones en Argentina, me esperaba una buena cantidad de trabajo, porque el P. Johntin había tenido que irse de la misión por motivos de salud, y además porque en ése momento comenzaba la época de sequía. Época de sequía que significa mucho trabajo pastoral. Les he contado que en este año decidimos hacer los “bautismos de misericordia”, porque hacía un tiempo que no se hacían en la parroquia. Bautismos de los niños que sus padres no están casados, ya sea porque alguno es pagano, o alguna otra razón, pero que alguno de sus padres participa en las misas o celebraciones. Cuando comencé varios de estos bautismos, y vi que en muchos casos fueron numerosos, como por ejemplo el de este centro, que fueron noventa, o el de Kangeme, en que se bautizaron ciento ocho, comencé a hacer una lista y anotar la cantidad que llevaba. Cuando terminamos de hacer todos los bautismos de misericordia en todas las aldeas, pude sumar 987 bautismos hechos por mis propias manos, sin contar los bautismos hechos por otros sacerdotes. Pensé que era una lástima no poder llegar a los mil en un año, pero es sólo un número, y podía quedar sólo para la estadística.
Sin embargo al terminar los bautismos de niños, debíamos comenzar con los de los jóvenes y adultos que vienen preparándose hace dos años, más los niños mayores de siete años. Una buena fecha, luego del tiempo de Adviento, es precisamente la fiesta de la Navidad, nacimiento del Salvador, ¿por qué no podría ser el momento del nuevo nacimiento de los catecúmenos de nuestro centro?. Le pregunté al catequista y me dijo que estaban listos, esperando sólo que yo les diera la fecha. ¿Cuántos son? Escucho con mucha satisfacción que son veinticinco. Comenzando en mayo, me dije, “si este año hago mil bautismos, sería una gran alegría, algo inolvidable para mí como misionero”… estar en África y hacer más de mil bautismos en un año, creo que es un regalo que no se puede explicar. ¡Y ese regalo lo recibí para la Navidad! Sin pensarlo, por un lado, y sí puedo decir que buscándolo en parte. Pero si uno no pone de su parte, tampoco podría recibir un regalo así, ¿verdad? Es un verdadero regalo, si recuerdo los días de agotamiento en algunas aldeas, de largas celebraciones de bautismos, luego de la misa, sumando hasta tres o cuatro horas, en medio del calor del tiempo de sequía y luego de un largo viaje. Será por eso que en los bautismos del 25 de diciembre a la mañana me emocioné (¡otra vez!). Se sumaba que eran bautismos de niños mayores de siete años, jóvenes y adultos… que trae mucha más alegría. En algunos casos porque se trataba de algunos monaguillos, y otros de jóvenes que conocemos mucho, o de adultos que de una vida de paganismo nacían a la vida cristiana. Escuchar esos nombres cristianos que elegían… Charles, Yohana, Petro, Paulo, Cecilia, María… a cambio de aquellos nombres paganos. En un momento me quedé sin voz, atragantada como estaba en mi garganta por un nudo, y el catequista me repetía con más fuerza el nombre del que iba a ser bautizado, pensando en que yo me frenaba porque no escuchaba bien el nombre de bautismo. Yo pensaba en ese momento en muchas cosas que no sé si podré expresarlas bien. Pero cada bautismo llenaba mi alma, y me preguntaba: ¿qué significa el bautismo de un adulto, antes pagano, para un misionero? Mucho. Significa muchísimo. Toda una vida destinada a eso. Y la misma vida de Cristo, entregada para la salvación de esa alma. Y cuántos misioneros santos que veían que por un bautismo solamente valía la pena haber cruzado mares en viajes peligrosos, y a mí Dios me daba el poder hacer en un año más de mil. Y para que no me ensoberbezca, me hacía acordar también de los más de 300.000 que hizo San Pedro Claver, y que para llegar a esa cantidad necesitaría vivir más de trescientos años como misionero.
Esta Navidad fue especial por esto. Dios siempre tiene la capacidad de sorprendernos y de devolvernos el ciento por cada uno de lo que le damos, y mucho más. Y al ver las dificultades que se viven en la misión, dificultades no del punto de vista material, sino sobre todo espiritual, uno percibe lo que significa estar en una misión a los paganos. Por eso se explican muchas cosas, donde se ve de manifiesto la intervención diabólica, que no quiere renunciar al dominio sobre tantas almas. También estos bautismos son un acicate para tratar de vivir mejor estos misterios, como el de la Navidad, que no se nos pase entre trabajos solamente. Tentación muy común para el misionero. Porque debemos tener el espíritu despierto, atenta la mirada, y la guardia bien alta. No se trata de un número, se trata de la salvación de las almas, nada más y nada menos que de eso.
Como ven, es difícil comenzar a escribir, y difícil terminar. Me queda por contarles del año de la misericordia en la misión, y del campamento de monaguillos, y algunas otras cosas… Dejemos para la próxima algo de esto.
¡Firmes en la brecha! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz año nuevo lleno de bendiciones de Dios!
P. Diego Cano, IVE.
5 comentarios
Hace un bien tan grande, P Diego, que nada en la tierra puede pagárselo y su cuenta bancaria crece y crece en el cielo. Qué maravilla.
Que Dios lo continúe bendiciendo como lo hace y a su Orden y a su bendecida comunidad también.
Gracias por poder participar en la lectura de tanta belleza.
Que la gracia bautismal haga crecer su fe día a día; que perseveren en las dificultades, que vivan en la alegría de saberse amados por el Padre eterno que jamás abandona a sus hijos.
Y gracias, Padre Diego, por permitirnos caminar a su lado en las vicisitudes y en el gozo de su santa labor ,contagiándonos su fervoroso entusiasmo . ¡Feliz y bendecido año !
Sus palabras traen una brisa de aire fresco a los que habitamos en la confundida y desviada "civilización". ¡ Muchas gracias !
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