Mi primera Santa Misa en Swahili
Queridos Amigos:
Tengo muchas cosas para contar todavía de la misión, pero me había comprometido a escribirles cuando celebrara mi primera misa en Swahili, así los hacía participar de mi acción de gracias. Nunca pensé, realmente que tan pronto iba a suceder. Pero realmente puedo decir que han sido los planes de Dios y no los míos.
Tengo que escribirles sobre esto, porque así como para un sacerdote nuevo, la primera misa es tan especial, y es una sola vez en la vida; yo ahora también puedo decir, que no todos los días se celebra una primera misa en swahili, y merece entonces que lo comparta.
Teníamos pensado, con el P. Johntin, que el miércoles de ceniza celebrara mi primera misa para la gente, con imposición de cenizas. De esa manera, él podía ir a otras dos comunidades, y así ayudar a que la gente comience mejor esta cuaresma. De paso que los catequistas de las 46 capillas se repartirían por esas tres misas, y a la tarde podían hacer una liturgia de la palabra en los distintos centros.
El domingo pasado estaba pensando durante la misa que concelebraba con el padre Johntin, que tal vez no convenía… que esperaría un poco más. Que la gente se merece algo mejor preparado… Pero al final de la misa, el padre les avisó a los fieles del plan que teníamos… y la gente respondió con un aplauso y con gran alegría… ¡ya no me podía echar atrás! Así que a “poner rostro”, como nos enseña San Ignacio, y aprovechar cada ratito para practicar la misa, las oraciones… repetir hasta quince veces las palabras que no me salían… y repasar una y otra vez…
Hoy, un día antes del miércoles de ceniza, pensaba celebrar la misa solo… como para no ponerme muy nervioso. Pero ahí estaba la gente, no muchos, que esperaban la misa… Finalmente entre el catequista y las hermanas me animaron… que no importan los errores, que la gente va a estar contenta… Y aquí me tienen… mucho antes de lo pensado.
Los sacerdotes misioneros que lean esto, tal vez se les repita la propia historia vivida, de cuando celebraron por primera vez en una lengua extraña. Me animó mucho el saber que sería una misa más en estas tierras, multiplicar la presencia del Santo Sacrificio… la gran experiencia es la de sentirse realmente un instrumento para que Cristo obre… prestarle nuestras manos y nuestra voz y toda nuestra persona a Nuestro Señor. Sentirse realmente nada. Hace 20 días, cuando comencé a estudiar, las palabras “huu ndio mwili wangu… hiki ndicho kikombe cha damu yangu”, me resultaban unos sonidos imposibles de distinguir… y hoy esas palabras cobraron tal significado que al decirlas, el pan que tenía en mis manos se convirtió en el Cuerpo de Cristo, y el vino en su Sangre. ¡Increíble si la fe no nos lo enseñara! Son las palabras más importantes que puedo decir en esta lengua… no hay otras.
Actualmente no puedo hablar con nadie de aquí… solo unas pocas palabras… muy torpemente, pero hoy pude decir las palabras de la consagración en swahili, con mucha lentitud, es cierto, pero con mucha seguridad… Pensaba en lo que significa que Cristo quiere usar estos instrumentos defectuosos que somos nosotros. Todos los que estaban en la iglesia hoy podían pronunciar esas palabras mejor que yo… pero el único que las podía pronunciar y realizar lo que significaban era yo, como instrumento… y Dios manifiesta así que la obra no es nuestra… ni se apoya en nuestras capacidades y habilidades. El sacerdote es Cristo.
Y llegó el momento de poner esa hostia consagrada en sus bocas, alimentándolos con el Pan del Cielo… lo más importante que les puedo dar. No les puedo dar nada mejor que el mismo Cristo.
¿Porqué no pensaba en todo esto cuando estaba con tantas dudas? ¡Hubiera sido más fácil enfrentar la dificultad y vencer el orgullo!
Hoy pude pronunciar, lentamente y con mil errores la misa… y de a poco iremos mejorando… “pole pole” como dicen acá… que es equivalente a “piano piano”. Por cierto, que la lectura del evangelio debe haber sido eterna para ellos… pero tal vez no tanto como lo fue para mí.
Hoy recibí una carta de un amigo, sacerdote misionero en el Extremo Oriente, en China, que me decía: “Lo más importante es lo que dice San Pablo… la caridad… el amor a Dios y a las almas… sin eso, por mas que seas un experto en lenguas, no sirve de nada. Al mismo san Pablo lo criticaron por inculto en el hablar… o san Ignacio que no hablaba bien italiano, pero porque tenía caridad, arrancaba lágrimas en sus sermones… eso también es importante… la gente sabe que vos sos extranjero y no le importa mucho que hables perfecto sino que les hables de Dios”. Otro compañero, misionero en Guyana por más de diez años me escribía apenas se enteró de mi destino: “Con el pasar del tiempo uno se va dando cuenta que el idioma no es lo más importante, ni siquiera multiplicar acciones apostólicas en esos lugares que hace tanta falta. Finalmente lo más importante es mantener el testimonio de una vida religiosa bien vivida, como eje central la Sta. Misa, la adoración diaria y la Caridad. El mejor sermón que uno puede predicar en esos lugares es el testimonio de caridad de uno mismo… esto mueve más que miles de sermones bien preparados. Muchas veces te vas a encontrar con la cruz de no hacerte entender, con la tentación de que podrías ayudar más si pudieras expresarte mejor… pero lo que para nosotros parece lo más importante no lo es para esa pobre gente… para ellos lo más importante es que vos estés ahí, junto a ellos… que sienten que en medio de sus cruces y sufrimientos no están solos, que hay alguien que los entiende y los ama… que si bien el padre misionero no puede hacerse entender bien, comparte con ellos la misma fe, este es un lenguaje universal que va mas allá de las palabras”.
¡Qué grande! ¡Esos son amigos! Con visión sobrenatural de las cosas, y con experiencia misionera.
“Aunque hablara la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe”. Tenemos que crecer por dentro… y crecer en el amor a Dios… sino aunque podamos hablar a la perfección, nunca vamos a tener nada que decir… nada que cambie la vida de los demás.
Bueno, pero les cuento que mañana tengo que celebrar la misa del miércoles de cenizas… y los tendré a todos presentes en mis oraciones. Seguimos en la lucha… siempre queda un poco de temor… y tenemos que vencernos.
Les agradezco a todos los que rezan por mí… y les suplico que rueguen para que siga perseverante y paciente en el estudio, y así de a poco podremos cumplir mejor nuestra misión… “pole pole”…
Dios nos conceda a todos una Santa Cuaresma.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
2 comentarios
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Estimada. Muchas gracias por escribir estas palabras. Desde ya las adopto como capellanas a ambas... porque mire que no es casualidad que haya nacido el día de Santa Teresita, ni tampoco que haya encontrado este blog. Dios nos ha hecho encontrar. Recuerden, entonces, ofrecer alguna oración y sacrificio por los misioneros. En verdad lo necesitamos. P. Diego.
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