Silencio sobre Katin
Ayer estuve en el estreno de la película de Katin. Fue tal la concurrencia del público que hubo que habilitar dos salas para que pudiéramos verla todos. Animo a verla y sugiero a los profesores de Historia de colegios e institutos que la vean y comenten con sus alumnos, porque si una imagen vale más que mil palabras, ver Katin puede equivaler a leer toda una colección de libros sobre el comunismo.
El drama y el ritmo de la película están perfectamente equilibrados para contar lo que fue la masacre y la losa de silencio y de mentira que sepultó aquellos acontecimientos. Los comunistas no podían tolerar dos cosas a los polacos: ni su patriotismo ni su catolicismo, y eso el director lo cuenta admirablemente. En una de las escenas los soldados del ejército soviético quitan una bandera polaca y la cortan por la mitad, separando la banda blanca de la roja, y vuelven a colocar en su sitio la bandera solo con la banda roja; en otras escenas se ve a los militares polacos con el rosario en las manos o confesándose. Vamos, que no es una película aconfesional y, cuando salimos de la sala, ya se ocupó de recordármelo un personaje, criticando la fotografía de la película y no se que otro detalle técnico. Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que el sistema imperante en España va a seguir sepultando en el silencio lo ocurrido en Katin.