¿Dónde te buscaré, Señor?
Señor,
si no estás aquí,
¿dónde te buscaré estando ausente?
Si estás en todas partes,
¿cómo no descubro tu presencia?
Cierto es que habitas en una claridad inaccesible.
Pero, ¿dónde se halla esa inaccesible claridad?
¿Quién me conducirá hasta allí para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales,
bajo qué rasgos te buscaré?
Nunca jamás te vi,
Señor, Dios mío;
no conozco tu rostro…
Enséñame a buscarte
y muéstrate a quien te busca
porque no puedo ir en tu busca
a menos que tú me enseñes,
y no puedo encontrarte
si tú no te manifiestas.
Deseando,
te buscaré;
te desearé buscando;
amando
te hallaré;
y encontrándote,
te amaré.
San Anselmo (1035-1109)