Recibir la Comunión en pecado según el Santo Cura de Ars y 3
En este post, publicamos la tercera y última parte del Sermón del Santo Cura de Ars sobre la comunión indigna.
Sí, hijos míos, si pudiera describirles todas las consecuencias de un sacrilegio, ni uno de ustedes se atrevería a comulgar . Es narrado por san Godofredo, que era obispo de Amiens, que les había prohibido a los sacerdotes dar la absolución durante las fiestas de Pascua a todos los que habían comido carne durante la cuaresma. Un libertino, que era culpable de este delito, es decir que había comido carne, tomó el vestido de una mujer con el fin de engañar a su confesor. Este artificio le resulta, pero para su desgracia: porque cuando hubo recibido el cuerpo de Jesucristo, una fuerza invisible lo derribó, comenzó a espumar como una persona rabiosa, revolviéndose por tierra y murió en su furor. No, no, hijos míos, cualesquiera que sean los terrores que las comuniones indignas puedan poner en el corazón del hombre por los castigos espantosos que nos atraen, todavía no es nada si los comparamos a aquellos de los que Jesucristo hace caer sobre las almas; y estos castigos son ordinariamente, el endurecimiento durante la vida y la desesperación a la hora de la muerte. El buen Dios, en castigo de sus abominaciones, abandona a este desgraciado a su ceguera; el demonio, que le engañó durante su vida, se deja percibir sólo en el momento en que prevé que el buen Dios lo abandona; va de crimen en crimen, de sacrilegio en sacrilegio, acaba por no pensar más en eso y se traga la iniquidad como el agua; por fin, a pesar de todo el tiempo que tuvo y los socorros de la gracia, muere en el sacrilegio como vivió.