Los monjes han amado mucho a la Santísima Virgen María. Como la vida de ellos está escondida con Cristo en Dios, no suelen decirlo. Saben por la fe el papel que Dios ha querido dar a la Santísima Virgen María en el designio de salvación, adhieren a ello, y de este acto de fe surge la caridad sobrenatural por la cual aman a su Madre con tierna devoción. La fe opera por la caridad. Se ama aquello en lo que se cree y que por tanto, se conoce. No hay contradicción alguna entre verdad y amor. Es un absurdo afirmarlo. Es la plenitud vivir tal armonía, la cual encuentra su fundamento en la vida intratrinitaria.
En la Regla de San Benito está dicho que «Nada debe anteponerse a la Obra de Dios». Claro está, Obra de Dios es toda la vida del monje, pero en un sentido más específico, «Opus Dei» designa al Oficio divino, al cual el monje se entrega de por vida. De esta manera, la alabanza divina está en el núcleo de una espiritualidad monástica centrada en la Sagrada Liturgia ─como la de Cluny y la de Dom Guéranger en Solesmes. En ella se actualiza el misterio por el cual somos salvados, o dicho con el feliz lenguaje del gran Concilio de Trento, somos justificados.
El Oficio divino es alabanza y es también preparación y prolongación del Santo Sacrificio del Altar. Está de continuo «interrumpiendo» el día del monje para decirle que el mundo, su vida, su trabajo debe estar consagrado al Dios Uno y Trino. Es la llamada «consecratio mundi», la apertura del orden natural al sobrenatural, en el cual encuentra su plenitud. Lo que ocurre con el hombre, sucede también con el mundo: debido al pecado original, existe una necesidad moral de la gracia para que el mundo en cuanto tal pueda alcanzar su plenitud, su paz, su felicidad también en el orden natural. Por eso, una sociedad gobernada por políticos que no reconocen la soberanía social de Cristo Rey, está, por principio, destinada al fracaso. Por eso, una sociedad que no reconozca el papel único y necesario de la verdadera Iglesia, la fundada por Cristo, nunca podrá alcanzar la paz y la felicidad social, por muchos intentos bien intencionados que se hagan de fraternidad universal.
Pues bien, en esta centralidad doxológica del Oficio divino en la vida del monje, no podía estar ausente Aquella que fue Aurora de la salvación. Dios ha querido que el Salvador del mundo viniera por María, que el Verbo de Dios por quien y para quien fue creado el mundo, asumiera una naturaleza humana de Aquella que es tres veces Virgen. María nos precede y antecede a todos los redimidos en el misterio de la salvación, de la justificación. Por tanto, era necesario que, para respetar esa precedencia y supremacía, los monjes inventaran una forma de vivirla también en su forma de orar, en su Oficio divino, pues eso es parte de su propia vida.
Así nació el llamado Oficio de Beata. Lo he conocido en la Orden Cisterciense y lo he rezado durante años en la Orden Cartujana. Cada Hora del Oficio divino va precedida por una de la Santísima Virgen menos Completas que termina con el canto de la Salve. Es bastante extenso y sumado al Oficio propiamente tal, siguiendo el llamado cursus de San Benito (el orden que estableció San Benito en la Regla que suman más de 200 salmos por semana), se cae, con frecuencia, en la tentación de despacharlo mediante un rezo rápido, apresurado, no exento de superficialidad, como a mí me sucedía, tal vez por la mediocridad espiritual de quien escribe esto ─que otros sabrán hacerlo mejor.
Dado que Dios ha querido asociar a su plan de salvación a María Santísima, Madre de su Hijo y Esposa del Espíritu Santo, en Schola Veritatis, por nuestro carácter profundamente mariano, hemos elaborado un Oficio de Beata propio, simplificado y muy hermoso. Esta tomado de las sublimes antífonas del día 1º de enero, cuando se celebra la Solemnidad de la Maternidad divina de la Santísima Virgen María.
Queremos compartir con los lectores de nuestro blog tal Oficio, para que puedan rezarlo en comunión con nuestra comunidad contemplativa. Es muy sencillo y a la vez profundo. Con ello queremos ayudar a propagar la verdadera devoción a Aquella que es nuestra Madre y Medianera de todas las gracias y sin ayuda de la cual, en esta hora de tinieblas y permisión divina de la acción del Malo, no podemos.
En el siguiente en enlace pueden descargar el Oficio.
Laus Dei virginique Matri!
In Corde Mariae, in Monte.
P. Petrus Paulus Mariae, SV