InfoCatólica / Schola Veritatis / Categoría: María Santísima

8.12.21

Inmaculada Concepción de la Virgen María

Inmaculada Concepción

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

Inmaculada Concepción

 

Celebramos hoy la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Meditaba yo en cuán lejos está en la concepción de nuestra Comunidad Schola Veritatis y de nuestra praxis, el pensar que nuestro carisma pertenece a nuestro Padre Fundador o Superior.

Sabemos que nuestro carisma no nos pertenece, es una riqueza que hemos recibido de Dios, es un camino, entre otros -ni decimos que sea el mejor ni nada de eso-, sino que es el que tenemos y por él vamos. Pienso que cuanto más el “Padre Fundador” desaparezca –si es que hay Padre Fundador- y Cristo el Señor crezca, tanto mejor.

Dicho lo anterior, sí querría atreverme a decir algo que quedara como legado de nuestra Comunidad en este día de la Inmaculada Concepción. No me cabe en la cabeza -desde la fe católica, vivida y celebrada en la Sagrada Liturgia, desde nuestro camino espiritual-, que nuestra Comunidad, como ente social, y dentro de ella cada uno de nosotros, no seamos profundamente amantes de la Santísima Virgen María. Por la fe católica sabemos que Dios lo quiere así y lo estableció así. Desde antes de los tiempos, Él mismo ha querido que la Santísima Virgen ocupara un lugar eminente en la historia de la salvación, y que por Ella nos viniera el autor de la gracia, Jesucristo, nuestro Señor, que por nosotros y por nuestra salvación bajó del Cielo. Desde la dogmática sabemos que Ella tiene un papel fundamental.

Pero también esta convicción se ve reforzada por el tiempo en que vivimos. Estamos en un tiempo único -si es el último o no, no lo sé-, en el cual el mal parece que se ha soltado, como que los sellos se han roto y el demonio anda desatado y ataca a todo el mundo, pero principalmente a los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que tengan más vida espiritual; esos son sus focos, somos nosotros, porque si nosotros caemos, arrastramos a muchos a la perdición.

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18.09.21

Virgen de los Siete Dolores

Nuestra Señora de la Soledad, Zamora

 

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

15 septiembre 2021

Virgen de los Siete Dolores

 

Celebramos hoy día la fiesta de la Virgen de los Siete Dolores. Como dice san Pablo, “sé de un hombre que fue arrebatado hasta el tercer cielo” (cf. 2 Cor 12,2). Se podría decir, mutatis mutandis: “sé de un hombre que, cuando era pequeño y veía llorar a su madre, él lloraba instantáneamente y lo que quería era ir a consolarla.

En este día de la Virgen de los Siete Dolores lo que nace espontáneamente es el deseo de ir a consolar a la Santísima Virgen, de reparar sus dolores. Y he aquí que en Tercia la antífona como que contraría ese deseo nacido del amor: Recédite a me, amáre flebo, nolíte incúmbere, ut consolémini me: Alejaos de mí, dejadme llorar amargamente, no busquéis consolarme.

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12.07.21

La batalla angélica definitiva ante la kénosis de la Encarnación

O admirabile commercium

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

«O ADMIRABILE COMMERCIUM»

Oh admirable intercambio

(Antífona de la Solemnidad de la Maternidad divina)

Sábado, 10 de julio de 2021

 

Queridos hijos y hermanos,

Siguiendo la venerable tradición mariana de la Abadía de Notre Dame de Fontgombault, cuyos Abades, todos, Dom Rou, Dom Roy, Dom Forgeot y Dom Pateau, son profundamente marianos, celebramos en nuestra comunidad, cada sábado libre del calendario, a la Santísima Virgen como Memoria Mayor o Memoria Obligatoria.

En este sábado querría que meditáramos en el misterio de la Anunciación dentro de lo que se llama «la batalla cósmica» que atraviesa toda la historia humana. Al celebrar en la Santa Misa a la Sma. Virgen en este misterio, actualizamos litúrgicamente el acontecimiento más grande de lde todos los tiempos-junto con el misterio Pascual- y que le da sentido a todo lo que existe, esto es:

La Encarnación de Hijo eterno del Padre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en las purísimas entrañas de la Virgen María.

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21.11.20

Ser todo de María Santísima-2

Aparición de la Virgen a San Bernardo, Bartolomé Esteban Murillo

Los monjes han amado mucho a la Santísima Virgen María. Como la vida de ellos está escondida con Cristo en Dios, no suelen decirlo. Saben por la fe el papel que Dios ha querido dar a la Santísima Virgen María en el designio de salvación, adhieren a ello, y de este acto de fe surge la caridad sobrenatural por la cual aman a su Madre con tierna devoción. La fe opera por la caridad. Se ama aquello en lo que se cree y que por tanto, se conoce. No hay contradicción alguna entre verdad y amor. Es un absurdo afirmarlo. Es la plenitud vivir tal armonía, la cual encuentra su fundamento en la vida intratrinitaria.

En la Regla de San Benito está dicho que «Nada debe anteponerse a la Obra de Dios». Claro está, Obra de Dios es toda la vida del monje, pero en un sentido más específico, «Opus Dei» designa al Oficio divino, al cual el monje se entrega de por vida. De esta manera, la alabanza divina está en el núcleo de una espiritualidad monástica centrada en la Sagrada Liturgia ─como la de Cluny y la de Dom Guéranger en Solesmes. En ella se actualiza el misterio por el cual somos salvados, o dicho con el feliz lenguaje del gran Concilio de Trento, somos justificados.

El Oficio divino es alabanza y es también preparación y prolongación del Santo Sacrificio del Altar. Está de continuo «interrumpiendo» el día del monje para decirle que el mundo, su vida, su trabajo debe estar consagrado al Dios Uno y Trino. Es la llamada «consecratio mundi», la apertura del orden natural al sobrenatural, en el cual encuentra su plenitud. Lo que ocurre con el hombre, sucede también con el mundo: debido al pecado original, existe una necesidad moral de la gracia para que el mundo en cuanto tal pueda alcanzar su plenitud, su paz, su felicidad también en el orden natural. Por eso, una sociedad gobernada por políticos que no reconocen la soberanía social de Cristo Rey, está, por principio, destinada al fracaso. Por eso, una sociedad que no reconozca el papel único y necesario de la verdadera Iglesia, la fundada por Cristo, nunca podrá alcanzar la paz y la felicidad social, por muchos intentos bien intencionados que se hagan de fraternidad universal.

Pues bien, en esta centralidad doxológica del Oficio divino en la vida del monje, no podía estar ausente Aquella que fue Aurora de la salvación. Dios ha querido que el Salvador del mundo viniera por María, que el Verbo de Dios por quien y para quien fue creado el mundo, asumiera una naturaleza humana de Aquella que es tres veces Virgen. María nos precede y antecede a todos los redimidos en el misterio de la salvación, de la justificación. Por tanto, era necesario que, para respetar esa precedencia y supremacía, los monjes inventaran una forma de vivirla también en su forma de orar, en su Oficio divino, pues eso es parte de su propia vida.

Así nació el llamado Oficio de Beata. Lo he conocido en la Orden Cisterciense y lo he rezado durante años en la Orden Cartujana. Cada Hora del Oficio divino va precedida por una de la Santísima Virgen menos Completas que termina con el canto de la Salve. Es bastante extenso y sumado al Oficio propiamente tal, siguiendo el llamado cursus de San Benito (el orden que estableció San Benito en la Regla que suman más de 200 salmos por semana), se cae, con frecuencia, en la tentación de despacharlo mediante un rezo rápido, apresurado, no exento de superficialidad, como a mí me sucedía, tal vez por la mediocridad espiritual de quien escribe esto ─que otros sabrán hacerlo mejor.

Dado que Dios ha querido asociar a su plan de salvación a María Santísima, Madre de su Hijo y Esposa del Espíritu Santo, en Schola Veritatis, por nuestro carácter profundamente mariano, hemos elaborado un Oficio de Beata propio, simplificado y muy hermoso. Esta tomado de las sublimes antífonas del día 1º de enero, cuando se celebra la Solemnidad de la Maternidad divina de la Santísima Virgen María.

Queremos compartir con los lectores de nuestro blog tal Oficio, para que puedan rezarlo en comunión con nuestra comunidad contemplativa. Es muy sencillo y a la vez profundo. Con ello queremos ayudar a propagar la verdadera devoción a Aquella que es nuestra Madre y Medianera de todas las gracias y sin ayuda de la cual, en esta hora de tinieblas y permisión divina de la acción del Malo, no podemos.

En el siguiente en enlace pueden descargar el Oficio.

Laus Dei virginique Matri!

In Corde Mariae, in Monte.

P. Petrus Paulus Mariae, SV

12.11.20

Ser todo de María Santísima-1

Santa Madre María y el Niño por Bill McAllen

 

La esclavitud mariana es un camino espiritual al cual, por don de Dios algunos hemos sido llamados. Es una vocación propia y específica en la Iglesia ─que va más allá del culto que todo cristiano debe a la Madre de Dios. Esta esclavitud la conocemos sobre todo por el gran libro de San Luis María Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. No obstante, el sentido formal que comporta tal consagración ─y entrega total a Cristo por María─ es anterior en el tiempo al gran santo vandeano.

En la Abadia de San Pedro y San Pablo de Cluny se practicaban ese camino espiritual. Concretamente San Odilón fue curado milagrosamente a temprana edad por la Santísima Virgen María y desde aquella edad profesó un amor entrañable por ella. Su piedad y entrega a la Madre de Dios lo convierten en el precursor del camino espiritual trazado por San Luis María.

Se cuenta que estando San Odilón un día cantando en el coro de Cluny el Te Deum, al oir las palabras «Non horruisti Virginis uterum», no pudo con ellas… y cayó postrado al suelo en éxtasis. Desde aquella época, los monjes solemos, al recitar dicha parte del Te Deum, inclinarnos profundamente.

Es verdad que el misterio de la Encarnación supone un abajamiento, un anonadamiento, abismal del Verbo de Dios al tomar una naturaleza humana. También es verdad que el seno purísimo de nuestra amada Madre no conocía el pecado. Fue preparado por el mismo Dios en sus designios divinos para que el Verbo tomara de él una naturaleza humana.

La expresión « Non horruisti Virginis uterum» la traduce la Sagrada Liturgia por «No desdeñaste el seno de la Virgen». Aunque el misterio de la Encarnación supone un abajamiento infinito, lo único proporcionado, si es posible alguna proporción, es el seno de la Virgen María.

Siguiendo el ejemplo de San Odilón, hago una invitación, a ejemplo de los monjes ─que solemos orar con el alma y el cuerpo─ a inclinarnos profundamente cada vez que cantemos o recemos en el Te Deum dichas palabras.

Al Corazón Inmaculado de nuestra Madre María Santísima, estamos llamados a penetrar y permanecer, porque los que nos hemos consagrado a Ella, somos ¡todo de María!

In Corde Mariae, in Monte.

P. Petrus Paulus Mariae, SV