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25.07.16

50 años de Magníficat-Una Voce-Chile

II Congreso Summorum Pontificum-Chile

Con Esperanza desde la Tradición.

50 años de Magnificat-Una Voce Chile

Entre el 21 y el 23 de julio de 2015 se realizó en Santiago de Chile el primer Congreso Summorum Pontificum por iniciativa de los Pbros. Milan Tisma (Arquidiócesis de Santiago) y José Lucio Cáceres (Prelatura de Illapel), quienes contaron con la invaluable colaboración de los Pbros. Carlos Bolelli (Arquidiócesis de La Serena) y Marcelo Guzmán (Diócesis de San Bernardo). Su organización fue posible asimismo gracias a la colaboración de la Asociación de artes cristianas y litúrgicas Magnificat, capítulo chileno de la Federación Internacional Una Voce, así como de generosos bienhechores.
 
La actividad contó con la presencia de congresistas de Chile, Argentina, Perú, Bolivia y Francia, lo cual le imprimió un fuerte carácter internacional. En total estuvieron presentes dieciocho sacerdotes y siete seglares. Dado que el lugar elegido fue la Casa Nuestra Señora de la Dehesa, un antiguo monasterio trapense situado en la comuna de Lo Barnechea, algunos congresistas tuvieron régimen interno y otros participaron en las conferencias o talleres como asistentes externos. Particularmente destacable fue la visita de Guillaume Ferluc, colaborador de Paix Liturgique, quien viajó especialmente desde Roma, donde reside, para participar en el encuentro y quien tuvo acertadas e interesantes intervenciones durante todo el congreso.
 
Además de las actividades de formación para sacerdotes, entre ellas un entrenamiento litúrgico para celebrar según la forma extraordinaria del rito romano, y de una Misa cantada en la iglesia Nuestra Señora de la Victoria, el congreso contó con diversas ponencias de carácter académico. La conferencia inaugural fue pronunciada por el Cardenal Jorge Medina Estévez, Prefecto que fue de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (1998-2002), quien centró su intervención en el sentido sacrificial de la Santa Misa. La segunda conferencia estuvo a cargo del Profesor Augusto Merino Medina, Vicepresidente de la Asociación Magnificat, quien trató el tema de la reforma litúrgica impulsada después del Concilio Vaticano II. La tercera intervención correspondió al profesor Dr. Mario Correa Bascuñán, quien trató el tema de la situación jurídica de la forma extraordinaria después del motu proprio Summorum Pontificum promulgado en 2007. La cuarta conferencia fue dictada por el Dr. Luis González Catalán, organista de la Asociación Magnificat, quien abordó la naturaleza, fines y cualidades de la música destinada al culto divino, así como algunas sugerencias prácticas para la ejecución musical en el contexto de la forma extraordinaria. La quinta conferencia estuvo a cargo del Pbro. Milan Tisma, capellán de la Asociación Magnificat, el cual ofreció un testimonio de su experiencia como párroco que desde hace años celebra en ambas formas del rito romano, favoreciendo el enriquecimiento que deseaba Benedicto XVI. La conferencia de clausura fue pronunciada por el profesor Dr. Julio Retamal Favereau, presidente y fundador de la Asociación Litúrgica Magnificat, y trató sobre la bimilenaria historia del rito romano y el carácter orgánico que ha tenido su desarrollo.  
 
Este año se ha previsto una segunda versión del congreso, esta vez organizado íntegramente por la Asociación Magnificat como parte de las celebraciones por su quincuagésimo aniversario.  Fue el domingo 7 de agosto de 1966 cuando por primera vez un grupo de fieles se reunió en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria de la ciudad de Santiago de Chile, la que entonces pertenecía a un convento de clarisas, para asistir a la Santa Misa celebrada por el P. Miguel Contardo Egaña SJ conforme a la última edición de los libros litúrgicos de rito romano aprobada por San Juan XXIII. Al entonces joven historiador Julio Retamal Favereau y al compositor Alfonso Letelier Llona, primer presidente de la asociación y quien dos años después recibiría el Premio Nacional de Artes, se debe la conformación del grupo de personas que ha permitido la conservación de la liturgia tradicional de la Iglesia en la arquidiócesis de Santiago durante estas cinco décadas.
 
Con el nombre de Asociación Magnificat esta agrupación de fieles pasó a formar parte como capítulo chileno de la recién constituida Federación Internacional Una Voce, siendo una de las primeras asociaciones surgidas en el mundo. A fin de organizar mejor el servicio que presta, en 2014 la Asociación se constituyó como una corporación de derecho privado conforme a las reglas civiles, adoptando el nombre de Asociación de Artes Cristianas y Litúrgicas Magnificat. Su presidencia sigue correspondiendo a D. Julio Retamal Favereau. La asociación está hoy presente en las redes sociales a través de un blog, una página de Facebook y una cuenta de Twitter.  
 
Para celebrar su medio siglo de existencia, la Asociación Magnificat ha organizado diversas actividades. Las más importantes de ellas es el II Congreso Summorum Pontificum que se celebrará entre el 5 y el 7 de agosto en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, situado en el barrio Bellavista de Santiago, el que contará con la presencia de dos invitados internacionales, el estadounidense Christopher Ferrara y el español Miguel Ayuso, y concluiría con una Misa solemne. 
 
Para los enlaces: 
 
 
El congreso de este año
 
 
 

30.06.16

La falsa tranquilidad del rechazo a la cruz o la verdadera paz en la voluntad de Dios

Dom Columba Marmion

En este post, compartimos con nuestros lectores una hermosa carta del gran maestro de la vida espiritual, Beato Columba Marmión (1858-1923), a una dirigida espiritual carmelita. La carta ha sido traducida por nosotros del original en francés, la cual fue tomada del libro “Columba Marmion, Correspondances”, Paris, F.-X. de Guibert, 2008.


Enero de 1902

Mi querida hija en Jesucristo,

Al rezar por usted he comprendido que la única cosa que nuestro Señor pide de usted es la sumisión completa y confiada a la santa Voluntad de Dios . Fuera de esta santa Voluntad todo es ilusión y peligro, por más que usted crea encontrar paz o consuelo. La Santa Escritura nos dice “Sunt viae quae videntur hominibus rectae, quarum finis usque ad profundum inferni demeregit” ("Hay caminos que parecen rectos a los hombres, pero que culminan en lo más profundo del infierno”, Proverbios 16, 25). Nuestro Señor la llama a usted a su amor perfecto, pero encuentra en usted mucha resistencia que impide su operación y aflige su Sagrado Corazón. Esta resistencia viene de 3 causas:

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29.02.16

Cristo salva siempre, y en Cuaresma más

San Bsilio el Grande

Algunos cristianos en Cuaresma procuran convertirse, salir de sus pecados y mediocridades, y adelantar por el camino evangélico de la santidad. Unos lo consiguen más, otros menos. Pero la gran mayoría ni se entera de que está en Cuaresma, y no intentan convertirse. Éstos ciertamente no se convierten.

Para superar esta falta de fe y de esperanza la Liturgia de las Horas nos trae hoy, III lunes de Cuaresma, una preciosa lectura de

San Basilio el Grande (330-379), nacido en Cesarea de Capadocia, en el Asia Menor (actual Turquía), Obispo de su ciudad natal, fundador principal de los monjes orientales y Doctor de la Iglesia. En ella canta la gloria de Dios, la debilidad del hombre herido por el pecado, y la fuerza poderosísima de la gracia de Cristo para sanarlo.

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20.04.15

Santa Matilde de Hackeborn, “ruiseñor de Dios”

Reproducimos ahora la preciosa Audiencia General del Papa Emérito Benedicto XVI sobre Santa Matilde de Hackenborn.

Santa Matilde de Hackeborn

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy quisiera hablaros de santa Matilde de Hackeborn, una de las grandes figuras del monasterio de Helfta, que vivió en el siglo XIII. Su hermana religiosa santa Gertrudis la Grande, en el VI libro de la obra Liber specialis gratiae (El libro de la gracia especial), en el que se narran las gracias especiales que Dios otorgó a santa Matilde, afirma así: “Lo que hemos escrito es bien poco en comparación con lo que hemos omitido. Únicamente para gloria de Dios y utilidad del prójimo publicamos estas cosas, porque nos parecería injusto mantener el silencio sobre tantas gracias que Matilde recibió de Dios no tanto para ella misma, en nuestro parecer, sino para nosotros y para los que vendrán después de nosotros” (Mechthild von Hackeborn, Liber specialis gratiae, VI, 1).

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14.03.15

Todo lo que puede alcanzar la oración confiada

Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la oración

(Cap. 28-29: CCL 1, 273-274)

La anunciación de Fray Angelico, 1430 

La oración es una ofrenda espiritual que ha eliminado los antiguos sacrificios. ¿Qué me importa -dice- el número de vuestros sacrificios? Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de becerros; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Quién pide algo de vuestras manos?

El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor: Llega la hora -dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca. Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.

Esta ofrenda, ofrecida de corazón, alimentada con la fe, cuidada con la verdad, íntegra por la inocencia, limpia por la castidad, coronada con el amor, es la que debemos llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las buenas obras, en medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos de Dios cualquier cosa que le pidamos.

¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su gran eficacia.

En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.

¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no hace venir el rocío angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los leones, ni transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo Testamento); no impide milagrosamente el sufrimiento, sino que, sin evitarles el dolor a los que sufren, los fortalece con la resignación, con su fuerza les aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por el nombre de Dios.

 En el pasado, la oración hacía venir calamidades, aniquilaba los ejércitos enemigos, impedía la lluvia necesaria. Ahora, por el contrario, la oración del justo aparta la ira de Dios, vela en favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. ¿Qué tiene de extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo impetrar que de allí bajara fuego? La oración es lo único que tiene poder sobre Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar mal alguno, sino que toda la eficacia que él le ha dado ha de servir para el bien.

Por esto, su finalidad es servir de sufragio a las almas de los difuntos, robustecer a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir las puertas de las cárceles, deshacer las ataduras de los inocentes. La oración sirve también para perdonar los pecados, para apartar las tentaciones, para hacer que cesen las persecuciones, para consolar a los abatidos, para deleitar a los magnánimos, para guiar a los peregrinos, para mitigar las tempestades, para impedir su actuación a los ladrones, para alimentar a los pobres, para llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los caídos, para sostener a los que van a caer, para hacer que resistan los que están en pie.

Oran los mismos ángeles, ora toda la creación, oran los animales domésticos y los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus establos o guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el aire. También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas, en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo que asemeja una oración.

¿Qué más podemos añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a él sea el honor y el poder por los siglos de los siglos.