Un Credo de cara a la apostasía de nuestro tiempo

Credo

«Cuando vino una crecida, arremetió el río
contra aquella casa, y no pudo derribarla
porque estaba construida sobre roca». (Lc 6,48)

 

El próximo martes 19 de septiembre, la Editorial católica SophiaInstitutePress, de Manchester, New Hampshire, USA, publicará el libro «CREDO, Compendio de la fe católica» (en adelante: Compendium), de Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Santa María de Astaná, Kazajistán.

Escrito para los pequeños y los sencillos, en un lenguaje accesible y comprensible para personas no versadas en cuestiones teológicas, a la vez que exacto y fiel a la doctrina de la Iglesia, este Compendium expone la verdad de la Fe y de la Tradición católica de cara a la complejidad del momento actual que vivimos.

Constituye un deber y una responsabilidad de todo obispo católico, como lo hace Monseñor Schneider, en virtud de su consagración episcopal, la transmisión íntegra de la fe, la moral y la Sarada Liturgia regcibidas de la Iglesia. Tanto el Vicario de Cristo como los obispos no son dueños del Depositum fidei ni de la Sagrada Liturgia, ni pueden disponer de ellos según su arbitrio, ni tampoco tienen la potestad de proponer nuevas formas de expresión de la doctrina católica si no es en el mismo sentido y en la misma sentencia. A este respecto, es muy interesante el comentario de San Vicente de Lerins en el Commonitorium 8:

«La autoridad del Apóstol se manifestó entonces con su más grande severidad: “Aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema” (Gal. 1, 8).

¿Y por qué dice San Pablo “aun cuando nosotros mismos”, y no dice “aunque yo mismo”?

Porque quiere decir que incluso si Pedro, o Andrés, o Juan, o el colegio entero de los Apóstoles, anunciasen un Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.

Tremendo rigor, con el que, para afirmar la fidelidad a la fe primitiva, no se excluye ni a sí mismo ni a los otros Apóstoles».

Nunca como hoy día ha estado disponible tal cantidad de Magisterio para el pueblo católico. Y nunca como hoy se ha perdido tanto la fe. Esto constituye una contradicción aparente. La caída estrepitosa, en occidente, en el tiempo después del Concilio Vaticano II, de la asistencia a la Santa Misa, de los bautizos, matrimonios católicos, primeras comuniones, confirmaciones, vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, la pérdida de los obispos como autoridad moral en cada país, el enorme abandono tanto del ministerio sacerdotal como de los votos religiosos, todo esto ha ocurrido por razones graves. Algunos atribuyen tal situación dramática al Concilio Vaticano II, otros al llamado «espíritu del Concilio», otros a la situación del mundo actual, otros a una conjunción de estos factores, pero el hecho real está ahí. Reconocerlo en toda la amplitud, profundidad y dramatismo que tiene, tanto al interior de la Iglesia como en el estado caótico del mundo actual (ambos concatenados), constituye el punto de partida para buscar un camino sobrenatural y natural de salida a la actual crisis que padecemos (según algunos, la mayor en la historia de la Iglesia).

Por otra parte, nadie puede negar que, ante la grave escisión de la Cristiandad por obra y des-gracia de Martín Lutero, en sus variados aspectos religiosos, políticos, sociales y culturales, el Concilio de Trento y el movimiento de «contra-reforma» que suscitó, a diferencia del Vaticano II, sí tuvo la potencia de enfrentar esta herejía y salvaguardar la fe católica íntegra al interior de la Iglesia y reconquistar a muchos países de raigambre católica.

El Compendium de Monseñor Schneider, exponiendo con claridad la fe, la moral y la liturgia católica aborda numerosas y complejas temáticas actuales entre las que reina gran confusión. Las aborda sin temor a nadie más que a Dios –a quien todos debemos dar cuenta–, sin los condicionamientos mentales y conductuales que impone el compromiso con el mundo civil y eclesiástico –todo lo cual se traduce, en muchos casos, en un silencio clamoroso–. En la actualidad tenemos el precioso testimonio, en favor de la verdad, del obispo de Tyler (Texas), Monseñor Joseph Strickland, a quien todos debemos acompañar con la oración.

Así pues, en el Compendium, con más de 400 páginas y 607 citas de documentos de la Iglesia, se aborda entre otros temas: +El transhumanismo, +El Pentecostalismo, +El sentido de la persecución de la milenaria Misa tradicional y el problema de «obediencia» que genera, +El culto a la Madre Tierra, +Los métodos asiáticos de meditación, + El sacerdocio femenino o diaconado, +El uso de las redes sociales, +La ciencia y la evolución, +La guerra justa, +La pena de muerte, +La ideología de género, +La modestia, +Las vacunas y los mandatos sanitarios, +Las religiones del mundo, + La verdadera oración, +La crianza fiel de los niños y la escolarización, +El complejo tema de la libertad religiosa y la libertad de expresión, +Los escándalos en la Iglesia, +La infalibilidad, los grados del magisterio y el error, +La pornografía y la educación sexual, +El trabajo dominical y cómo se debe adorar a Dios, + El comunismo y la francmasonería, +El globalismo, +El movimiento carismático, +El consumo de la marihuana y de las drogas, +El sentido de una renovación auténtica de la Iglesia, y mucho más.

¿Era necesario otro Credo o Compendio de la fe católica dado que existe, de reciente publicación, tanto el Catecismo de la Iglesia Católica como su correspondiente Compendio? En el Magisterio posterior al último Concilio Ecuménico XXI, el Concilio Vaticano II, en forma preponderante las citas y referencias corresponden al mismo Concilio Vaticano II –al cual se le llama con la sugestiva expresión de «El Concilio» (como indicando un punto de inflexión en la vida de la Iglesia)–, como también citas autorreferenciales de los documentos papales a partir de Juan XXIII. En cambio, al leer el Compendium de Monseñor Schneider, vemos por primera vez en los últimos 60 años, una exposición de la fe, la moral y la Liturgia católica que contiene numerosas citas del riquísimo Magisterio anterior al Vaticano II, además del nuevo. Vemos aquí buenos pasajes del Vaticano II, por ejemplo, de Sacrosanctum Concilium y a la vez Mediator Dei de Pío XII, Quanta Cura de Pío IX, Libertas Praestantissimus de León XIII, y así sucesivamente. La Iglesia no comenzó en 1962: esto es muy notable y digno de ser destacado.

El Compendium de Monseñor Schneider también aborda, de manera implícita, la cuestión tratada más arriba de las causas de la crisis actual, desvelando las ambigüedades que existen en el mismo Vaticano II y documentos posteriores, incluido el Catecismo de la Iglesia Católica, así como citando los aportes del Magisterio actual cuando está en continuidad con la fe y la Tradición de la Iglesia. Estas ambigüedades son sorprendentes porque, en las frecuentes lecturas de estos documentos, se nos suelen escapar afirmaciones que, miradas con mayor detención y en su real significado, o no son compatibles o diluyen de forma casi imperceptible la doctrina de la Iglesia. En este post no entro a detallar esta delicada cuestión, pero más adelante, con el favor de Dios, espero ponerla de manifiesto.

Agradezco a Monseñor Schneider el insigne trabajo realizado y animo a los lectores a comprar el Compendium ya disponible en pre-venta en la Editorial SophiaInstitutePress o Amazon, en idioma inglés. Esperemos que pronto lo tengamos en nuestra lengua española. Oremos para que en la Iglesia vuelva pronto a resplandecer la pureza de su doctrina, de su moral y de su Liturgia, para que podamos distinguir sin duda alguna el trigo de la cizaña, para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Termino estas líneas citando el fin del prólogo del autor del Compendium:

«Que los santos Apóstoles, Padres y Doctores de la Iglesia intercedan por todos los que usarán este Compendio, para que reciban de él muchos beneficios espirituales. Que la Santísima Virgen María, Madre de Dios y nuestra tierna Madre, dignamente invocada en la Iglesia como Destructora de todas las Herejías y Trono de la Sabiduría, nos proteja con su manto maternal y ruegue por nosotros para que seamos dignos de las promesas de su Hijo divino, el Verbo hecho carne, que está lleno de verdad, y estando en el seno del Padre, nos ha revelado toda la verdad» (cf. Jn 1,14.18).

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