Una patrona de madres de familia
La Beata Ana María Taigi (1769-1837) era de una familia que se había mudado de Siena a Roma tras perder sus bienes. Por eso, dejó de ir a la escuela muy joven para ganar dinero para su familia, habiendo aprendido sólo a leer y a escribir su nombre, aunque no muy bien. Sus padres entraron en el servicio doméstico de unos nobles, que permitieron a la familia vivir en dos cuartos de su palacio. Allí viviría ella también con su esposo, con quien se casó a los 21 años.
Tuvo dificultad encontrando un director espiritual, pero por fin encontró al P. Angelo en la iglesia donde se casó. Este sacerdote servita, al verla pasar por la plaza un día, había oído una voz celestial que le indicaba que ella sería su dirigida. Había vivido los primeros tres años de su matrimonio preocupada por cosas del mundo, pero iba a comenzar a vivir una vida de penitencia y austeridad que su confesor tuvo que moderar, recordándole el mayor mérito de no hacer su propia voluntad. Se hizo terciaria de la orden Trinitaria.
Su vida sencilla, a pesar de favores divinos, llama la atención por su fiel cumplimiento de sus deberes como esposa y madre de familia durante más de 45 años, demostrando lo que aconseja S. Pablo: “Continuad firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo no es inútil a los ojos de Dios” (1 Co. 15, 58)