Viviendo la infertilidad con fe cristiana: medios morales y eficaces para combatirla
En el Evangelio del XVII Domingo de Tiempo Ordinario muchos acudían al Señor porque: “habían visto los signos que hacía con los enfermos” (Jn. 6, 2). Según la tradición, los abuelos maternos del Señor (S. Joaquín y Sta. Ana) también habían experimentado la gracia de Dios al concebir por medios naturales a su hija, la Virgen María, a pesar de haber sido considerados infértiles muchos años. Cuando mi esposo y yo tuvimos dificultad concibiendo, una amiga concebida por la intercesión de Sta. Ana nos recomendó pedir la ayuda de esta Patrona de personas sin hijos.
Cerca del 20% de las parejas es infértil, según “Cuando el hijo no llega: Manual para parejas infecundas” (un artículo reproducido en hazteoir.org el 8.6.2009, que comenta un ensayo reciente del mismo nombre del director del Master de Bioética de la Universidad de Navarra, José López Guzmán). La experiencia de muchos es parecida a ésta: “Cuando consultamos a los médicos, muchos de ellos nos recomendaban la fecundación in vitro (FIV) de forma rutinaria, sin ni siquiera intentar investigar o tratar los problemas médicos que impiden la concepción.” (“La infertilidad: epidemia silenciosa y gran preocupación provida”)
En vista de que “Tanto la clara doctrina de la Iglesia como las alternativas morales están disponibles, pero son pocos los que conocen estos recursos que afirman la vida.” (“La infertilidad”), nos ayudarán el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) y los dos artículos citados a responder estas preguntas que deben enfrentar las parejas mano a mano con la infertilidad: “¿qué es para mí el matrimonio, qué me supone la esterilidad, qué sucede si no tengo hijos, qué es para mi un hijo?” (“Cuando el hijo no llega”)