El espejo de la eternidad: Adoración Eucarística (Mc. 13, 33)
Se dice que si uno preguntara a alguien cómo se sentiría y lo que haría en un cuarto vacío que estuviera pintado sólo de blanco, las respuestas mostrarían lo que siente esa persona sobre la muerte, si paz o temor o ansiedad, etc. y lo que hace para prepararse por la muerte, si rezar o buscar compañía o luchar para escaparse…
¿Y ante la pureza del Señor presente en el Santísimo Sacramento? Ante nuestro Dios es donde mejor nos podemos ver tal y como somos, sin poder fingir o escaparnos de lo que somos: criaturas que dependemos por completo de Su Bondad. Nos dice el Señor en el Evangelio del 1er domingo de Adviento: “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.” (Mc. 13, 33)¿Estamos dispuestos a velar ante este espejo de la eternidad? Nuestro tiempo ante el Santísimo es una ocasión para vislumbrar la eternidad, en la que podemos meditar sobre la muerte física y también la muerte de nuestro ser por amor de Dios (muriendo al pecado, por ejemplo). “Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.” (1 Cor. 13, 12).