Pido perdón a estos sacerdotes
El Evangelio del XIII Domingo de Tiempo Ordinario nos dice que cuando Jesús acudió a casa de la hija de Jairo para ayudarle: “Se reían de Él” (Mc. 5, 40) los que pensaban que estaba perdiendo su tiempo tras la muerte de la niña. Por el motivo que sea, el fiel cumplimiento del deber cristiano siempre ha atraído la incomprensión y la burla del mundo.
En la Última Cena el mismo Señor les predijo a los apóstoles: “Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros” (Jn. 15, 20). Se cumplió a la letra en la cruel persecución de los cristianos por Nerón después del incendio de Roma (19 de julio, 64).
No se contentó Nerón con culpar a los inocentes cristianos de causar el incendio, sino que durante tres años a todos los cristianos, mujeres y niños inclusive, los sometió a torturas y condenas atroces. La Iglesia conmemora al día siguiente a la fiesta de S. Pedro y S. Pablo a los que sufrieron el martirio con ellos en esa persecución.
Paul Allard, en “Diez lecciones sobre el martirio”, describe y analiza las causas y los precedimientos de las persecuciones. En la introducción y conclusión de ese libro, el P. José María Iraburu comenta que hoy en día sigue habiendo persecuciones en el mundo en las que los cristianos pierden sus vidas, además de la ción” moral, que resalta con esta cita del Papa Juan Pablo II:
«Si el martirio es el testimonio culminante de la verdad moral, al que relativamente pocos son llamados, existe no obstante un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios. En efecto, ante las múltiples dificultades que, incluso en las circunstancias ordinarias puede exigir la fidelidad en el orden moral, el cristiano, implorando con su oración la gracia de Dios, está llamado a una entrega a veces heroica» (Veritatis Splendor, 1993)
Pero, como explica el P. José María Iraburu en “El martirio de Cristo y de los cristianos”, muchos cristianos de hoy:
“ ‘no tienen vocación de mártires’ –sí, así lo confiesan a veces, medio en broma, medio en serio–. Muchos cristianos de hoy, en efecto, con más amor al mundo que a la Cruz de Cristo, se creen no solo en el derecho, sino en el deber moral de «guardar la vida» propia y la de la Iglesia, evitando la persecución a toda costa. «Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ponen su mayor preocupación en evitar ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo» (Gál 6,12).” (Cap. 8)
Gracias a Dios, todavía hay muchos sacerdotes cuyo testimonio de fe en Cristo y cuya fidelidad a la Iglesia Católica son incuestionables por su entrega completa al Señor.
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Lamentablemente, igual que Jesús no encontró apoyo en la casa de Jairo, son muchos los sacerdotes que permanecen fieles a la Iglesia y a su vocación sin recibir siempre el apoyo debido de los fieles a quienes sirven. Por eso, especialmente en este Año Sacerdotal, pido perdón a estos sacerdotes que han pasado por mi vida:
1) Los sacerdotes por cuyas manos hemos recibido los Sacramentos de la Iglesia mi familia y yo, por quienes no he rezado con debido agradecimiento y constancia.
2) Los sacerdotes que me confesaron cuyas penitencias critiqué antes de ver el bien que hicieron en mi vida y en la de mis conocidos.
3) Los sacerdotes que me ofrecieron consejos espirituales que resistí.
4) Los sacerdotes que no he defendido por cobardía cuando he oído críticas que les eran injustas.
5) Los sacerdotes a quienes he criticado sin tener en cuenta lo ocupados que estaban por pertenecer a Dios y a la Iglesia y no a sí mismos.
6) Los sacerdotes a quienes cuestioné algo de su homilía por ignorancia mía cuando lo hice en público en vez de en privado, lo cual podría haber afectado su reputación.
7) Los sacerdotes por quienes he tenido algún prejuicio sin tener en cuenta sus virtudes.
8) Los sacerdotes que han ayudado a mi familia sin esperar nada a cambio, a quienes no agradecí debidamente los favores recibidos.
9) Los sacerdotes a quienes he decepcionado al no cumplir del todo la ayuda que les había ofrecido.
10) Los sacerdotes a quienes no ayudé cuando podría haberlo hecho de alguna forma.
A todos los sacerdotes, mi más sincero agradecimiento por haber respondido: “Sí” a la llamada del Señor. No les olvido en mis oraciones.
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Oración por los sacerdotes de Sta. Teresa de Lisieux
¡Oh Jesús!
Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
por tus sacerdotes que sufren tentación,
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
por tus jóvenes sacerdotes,
por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes enfermos,
por tus sacerdotes agonizantes
por los que padecen en el purgatorio.
Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos,
al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados,
a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron,
a todos los sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud,
especialmente a…
¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!
Amén.
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué agradece a los sacerdotes? ¿Hay algún sacerdote que recuerda en especial en sus oraciones?
Mañana – La Santísima Sangre del Señor - “Jesús se fue con él” (Mc. 5, 24)
8 comentarios
en cuaanto a la pregunta aparte de los que me administraron sacramentos y mi párroco, rezo muy a menudo por el P. Santiago Martín, he tenido el gusto de escucharle en homilias, retiros y hora santa aparte de verlo en el canal de la Madre Angélica
ML, respondo a tu pregunta con emoción. Mi tío Luis, salesiano, murió el 13 de Abril de 2.006 (jueves santo, el día sacerdotal por excelencia), y murió confesando. La monja a la que confesaba contaría luego en una carta (que se leyó en su funeral, y nos emocionó a todos) que sus últimas palabras fueron la esencia del mensaje cristiano: le repitió varias veces que "amase mucho". Luego se sintió mal y camino del hospital murió.
De él me ha venido mi amor a la Eucaristía y a María, nuestra madre. A él siempre le tengo en mis oraciones. Y sé que intercede por mi familia.
"Hemos elaborado un programa de formación que tiene como objetivo enseñar a las personas a agradecer. Lo primero es hacerles comprender lo grande del amor de Dios por ellos. Lo segundo, que entiendan que el Señor tiene derechos y nosotros deberes hacia Él, deberes de gratitud. Lo tercero, enseñarles a agradecer en la vida cotidiana, pues el agradecimiento tiene que demostrarse con obras de amor. Y en eso la Palabra de Dios que la Iglesia nos ofrece los domingos es, para nosotros, el punto de referencia."Si verdaderamente agradecemos al Señor Su gran Amor por nosotros, ¿cómo no agradecer la labor de los sacerdotes que actúan en persona de Cristo?
Espero que todos los sacerdotes alcancen esa recompensa que prometió el Señor a los que dejaran padre, madre, hermanos, etc. por Él: el ciento por uno y la vida eterna.
Más aún, creo que la gente en general espera mucho de los sacerdotes por entregarse éstos tan generosamente a servir a los demás. En cualquier momento puede alguien pedirles que oigan su confesión, les puede despertar en medio de la noche una llamada pidiendo la unción de enfermos para alguien, se espera que estén siempre dispuestos a consolar, a animar, a comprender... en fin, que hay muchísimos que no sólo cumplen, sino que lo hacen olvidándose de sí mismos hasta el final. ¡Cómo me llega al corazón que su tío murió confesando un Jueves Santo!
No nos olvidemos tampoco de los sacerdotes en el Purgatorio, a quienes podemos ayudar mucho recordándoles en nuestras oraciones. Un saludo, y gracias por contarnos sobre su tío, que en paz descanse.
Además de rezar por ellos, hay que demostrarles cariño como hablarles con normalidad, tal vez llevarles una tarta por su cumpleaños,invitarlos a comer en nuestra casa, un pequeño regalo navideño...
Son personas de carne y hueso y el amor les llega como a cualquier persona, por las mismas manifestaciones de afecto que a los demás.
Creo que es muy buena idea demostrarles esos detalles de cariño que recomienda. Por donde vivo, además, hay muchos sacerdotes que son del extranjero o de otros estados en los EE.UU., que están muy lejos físicamente de sus propias familias para ser como parte de la nuestra. No nos acordemos de ellos sólo para bautizos, bodas y funerales, por ejemplo. Un saludo.
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